Hace tiempo que empecé a escribir un libro y creo que la cabeza se me ha hecho un lío morrocotudo. Empezaba describiendo las montañas y los valles y de repente quedé en blanco. Cuando recuperé la memoria había escrito cuatrocientas cinco páginas de algo extraño que rápidamente me puse a leer y eran los cuentos más insólitos que jamás había visto en mi vida. En ellos describía paisajes de ensoñaciones ocurridas en planetas situados en galaxias remotas y entonces había como lagos de lodo pegajoso donde vivían unas criaturas de deformidades abominables que para moverse recurrían a unas aletas parecidas a dedos humanos gigantescos. El cielo era verde y las nubes rojas como la sangre. La vida en comunidad parecía tranquila entre aquellas criaturas torponas. Unas se dedicaban a escarbar el lodo pegajoso y sacaban algo así como esferas de cristal que se comían y luego les trasformaba el cuerpo de un color morado fosforescente. Otros abrían como una especie de bocaza más parecida a una caverna y daban unos alaridos brutales que me estremecían al leerlo. Más allá a lo lejos se podía percibir una ciudad. Así que seguí leyendo y la ciudad era de edificios de piedra gruesa donde vivían unas criaturas parecidas a burbujas flotantes que entraban y salían por los edificios de piedra gruesa. Parecían seres muy organizados pues todos sus movimientos estaban sincronizados como máquinas y todo lo que hacían tenía unas pautas muy marcadas. Sus cuerpos-burbuja latían metiendo un ruido toc, toc, toc, toc que luego cambiaba a ric, ric, ric, ric; y la ciudad estaba inundada de esos ruidos. Iba pasando las páginas con brío e iba viendo los interiores de los edificios y las fábricas gigantes y los templos donde los cuerpo-burbuja adoraban a una bestia horrorosa y fétida. No podía creer que había escrito esos horrores lovecrafianos. Quizás todo ello era verdad y en mi amnesia había recibido otra revelación sobre los planetas oníricos donde se cernían los acontecimientos cósmicos más impredecibles para las criaturas humanas del planeta Tierra.
De repente los cuerpos-burbujas fueron juntándose en formaciones militares de cientos de individuos sin cesar con sus palpitaciones toc, toc, toc, toc, ric, ric, ric, ric; y entonces apareció una visión espantosa que hizo resplandecer las palabras escritas y mi vista comenzó a borrarse porque evidentemente aquello era una descripción maldita prohibida para los humanos. Tan solo pude leer: Somos vuestra sombra, vuestra sombra abominable de vuestras pesadillas, ed vosetras pisadellor, estra murteyuid, sbbbbslortradarad….Y volví a quedarme con la mente en blanco para luego despertar con mis descripciones de montañas y valles verdes y hermosos, pero el recuerdo persistía en mí como una revelación abominable; como una profecía muy posible.
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