23 julio, 2011

EL MAL Y EL BIEN COMO REALIDADES OBJETIVAS. EL MAL ES SIEMPRE DIAGNOSTICABLE A PESAR DE SU IRRACIONALIDAD ESENCIAL.

Trataba estos últimos días de teorizar sobre el mal en dos epígrafes. También reflexioné sobre ello con motivo de mi comentario sobre la mafia en mi visita a Sicilia. Pero decidí dejarlo para más adelante con un mejor análisis. No obstante lo sucedido en Oslo me hace retomar la reflexión. Mi denominador común al mal lo encuentro en la mentira como práctica común. En otras palabras, el mal miente de un modo compulsivo, distorsiona la realidad de tal manera que lo bueno, justo y razonable aparezca como malo; y, viceversa, lo malo, lo injusto, y lo irracional parezca como bueno. Esa es la prueba del cuatro del mal y del bien. Otra pregunta sería, ¿Y qué es el bien y el mal? Yo creo que la única respuesta válida a esta pregunta es el uso del sentido común y la razón. Para ejercer el uso de la razón y el sentido común no hay que dudar en que el cerebro humano posee los medios de acercarse a una verdad siempre aproximada. La verdad es algo que existe, pero existe siempre de una forma aproximada, no absoluta. Pero vayamos más al grano. ¿Qué relación hay entre razón, sentido común y, por otro lado, el bien? ¿Qué es el bien?

El bien es confianza. Te sientes bien cuando confías en ti mismo, en la vida, en las personas que te rodean; cuando tienes un conocimiento objetivo de las cosas. Te sientes mal cuando desconfías de la vida, de la gente, de los gobiernos, del sistema, de ti mismo. Desconfiamos porque intuimos que esa persona, ese algo, esa situación; nos puede hacer daño, nos puede herir, someter, humillar; oprimir, explotar; descalificar, ningunear; etc. Cuando uno se siente mal, hay una sensación de ser arrebatado de algo, de quedar en la cuneta sin razón alguna; o por sentir la injusticia en nuestras carnes sin poder contestar, luchar, defendernos de algún modo. Pero uno se puede sentir bien actuando como agente del mal, de la mentira; o, viceversa; uno se puede sentir mal y ser un agente del bien, de la verdad, de la racionalidad. No son los sentimientos subjetivos, entonces lo que determina el bien y el mal. No son tampoco los afectos creativos per se o los afectos negativos lo que nos indica el bien y el mal, según los neo-spinozianos, reforzando así el relativismo moral de nuestra posmodernidad.

El bien y el mal requiere de una objetividad. Algo es bueno porque objetivamente es bueno y valor universal unívoco. Algo es malo por que es irracional, porque es mentira, porque no se sustenta en sí mismo. El bien está supeditado a la verdad, a la razón, a la transparencia; aun en esos momentos en que por estrategia hay que ocultar algo, se hace con la idea de siempre poder ser transparente, siempre poder razonar las cosas con el otro y ofrecerle la posibilidad de hacerlo. El mal niega esa posibilidad, odia la transparencia; antepone los prejuicios ideológicos, religiosos, culturales, étnicos, etc; antes que la razón y la posibilidad de dejar razonar al otro. Esa es la esencia del mal. El mal odia la controversia racional; el mal prefiere apabullar, liar, oscurecer, desviar; asustar, amenazar; violentar; atizar las emociones más irracionales como fin y medio.

El bien y el mal no es patrimonio de ninguna ideología, de ninguna religión, de ninguna persona en exclusiva. El bien y el mal normalmente se mueven en un inestable espectro en la conciencia de la persona, en las ideologías, en las religiones. Pero en determinados momentos de radical o máxima desestabilización, el mal puede mostrar su mayor crudeza, su mayor crueldad, su mayor violencia y carencia de escrúpulos. En definitiva su mayor mentira y desconfianza hacia la vida, hacia el mundo, hacia las personas que puedan revelar esa mentira.
El terrorismo, sea, islamista, sea de la extrema derecha, sea de ETA, de las Brigadas Rojas, etc. es la una de las máximas manifestaciones violentas del mal. El terror siempre acaba imponiendo dictaduras crueles, sistemas de exterminio y exclusión. Al igual que las mafias se trata de lanzar el mensaje de: “En el sistema actual de cosas todos estáis condenados a muerte por definición, tan solo los que pagáis el “pizzo” de vuestra lealtad, obediencia, y esfuerzo al grupo elegido; quedáis provisionalmente a salvo; pero solo provisionalmente.”

4 comentarios:

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  3. Interesante razonamiento, Sr. Nesalem.

    Cuetu

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