17 septiembre, 2020

HORA DE ACABAR MI CAFÉ

Un pañuelo. Un calendario. Una taza de café. Cosas. Una ventana mirando al parque del barrio. Poca gente. No se siente gente. 

La vida tal como es. No es la vida tal como queremos que sea. ¿De dónde ha de venir el siguiente empujón o tropezón? ¿O la inesperada alegría?

Ruidos de trasfondo: rodadas de coche sobre el asfalto, motores en combustión, una voz humana, un ladrido de perro. Nada más. 

Muchos libros. Muchos leídos, otros muchos sin leer. Cada libro es una experiencia. Una voz. Un estudio. Un modelo abstracto. Una metáfora de vida. Una serie de definiciones. La vida no llega nunca a ser una fórmula. Siempre se desliza.


Las personas. Todavía no he visto una persona. Un ser humano. Siento paz. Paz sin humanos es paz muy provisional. Donde haya humanos deja de haber paz. Ya oigo a dos humanos hablar en el parque del barrio. Discuten de política. Se acabó la paz. No puedo cerrar la ventana pues hace calor. Dos perros ladran en un encuentro. 

Tampoco he visto prensa, ni oigo la radio y la tele la veo a veces si hay alguna película que merezca la pena. Cuando apagas los medios de comunicación de masas parece como si de repente apareciese un gran vacío mental y existencial a ocupar o a contemplar. Es como si alguien te dijera: "Es todo tuyo, haz lo que quieras con ello". Sí, tiempo para leer buenos libros. Pasear. Mis fórmulas y recetas para cambiar el mundo están ya agotadas. Hay una fórmula sencilla: no des guerra en tu vida diaria y particular. Con eso ya haces la mejor contribución cósmica hacia el bien general. Empieza por lo pequeño e inmediato y vete despacio. Aún así resbalarás.

Hora de acabar mi café. Cogeré el coche y me desplazaré a una villa cercana a visitar a un amigo y charlar de filosofía. 

LA INCREIBLE PREGUNTA SOBRE DIOS

 Poco a poco vas buscando a Dios y vas agotando sin remedio. Dios es una palabra que no lleva a ningún sitio concreto, solo a infinitas espe...