Con motivo de la polémica suscitada en el epígrafe sobre ¿Qué es Ser Judío?, el Sr. Cuetu, asiduo vistante y colaborador de El Atrio, ha llegado a una definición de lo que lo que es el concepto "nación". Es una larga definición y compleja en sus planteamientos. La sometemos a la crítica de cualquier lector de este blog. Antes sería conveniente darse una vuelta por el apígrafe referencia de donde provienen las anteriores participaciones y que dieron lugar a la polémica. No se olviden del debate sobre El problema no son las autonomías del epígrafe de abajo.
FANIA OZ SALZBERGER: ¿QUÉ ES SER JUDÍO?
¿QUÉ ES UNA NACIÓN?
1. Ningún historiador ha detectado nunca que hubiera una discontinuidad entre la territorialidad que manifiestan los mamíferos primates y la territorialidad que manifiestan los humanos. Es decir, siempre se observa que los humanos han vivido en grupos numerosos, controlando y ocupando una superfície de tierra que constituye su espacio vital y de la cual extraen sus medios de subsistencia. Nunca se ha observado que los humanos vivieran en la forma de individuos (o familias nucleares) separados y sin relación entre sí y sin ninguna vinculación con ningún territorio. Y ello ha sucedido así persistentemente hasta nuestros días, sin que haya sido observada ninguna discontinuidad. Puede afirmarse que los humanos no hemos perdido en ningún momento de la historia ese instinto o institución territorial que (como otras instituciones importantes) nos viene de los primates, sino que la hemos transformado de manera que hoy en día aparece bajo la forma de naciones.
2. Una nación es un grupo numeroso de gente, que ocupa un territorio extenso que consideran propio, unida por lazos emocionales basados en la consaguinidad étnica, la conciencia y memoria de una historia común como grupo, el uso cotidiano de una lengua común, las costumbres comunes y unas creencias o religión; cierta manera común de comportarse y de hacer las cosas de la vida; un sentimiento y una conciencia de pertenencia, identificación y de fidelidad al grupo, que no excluye la crítica o la discrepancia; un instinto territorial que llega incluso a la utilización de la guerra como medio de defensa cuando el territorio es invadido por grupos humanos ajenos a la nación.
3. Las relaciones de fuerza entre las naciones a lo largo de la historia, han conducido a situaciones políticas muy diferentes. Algunas naciones han conseguido la soberanía o independència política, que es la situación en la cual ninguna otra nación tiene potestad para imponerles leyes o dictados. Una nación soberana o independiente se rige sólo por sus propias leyes, y es libre de aceptar o no las dependencias, alianzas o tratados internacionales que desee. El poder de una nación soberana es ejercido por su estado: conjunto de instituciones civiles o militares que gobiernan sobre los hombres y el territorio. Las formas de estado y de gobierno pueden ser muy variadas entre las diferentes naciones. Los límites territoriales de la nación soberana suelen ser claros, reconocidos y respetados por las otras naciones. Una nación soberana e independiente es reconocida como tal por el resto de las naciones.
4. Históricamente, la soberanía de la nación era ejercida y ostentada por los reyes y otros soberanos. A partir de las revoluciones inglesa y americana, la soberanía de las diferentes naciones pasa progresivamente a ser ejercida y ostentada por el conjunto de miembros de la nación: el pueblo soberano.
5. Otras naciones no tienen soberanía ni independencia. Su territorio nacional y sus gentes están bajo la soberanía y potestad de otra nación más fuerte, o repartido entre varias. Algunas han perdido, incluso, uno o más de los rasgos caracterizadores expuestos en el punto 2, por ejemplo, la lengua común, o la memoria histórica, el sentimiento de pertenencia, o incluso ya no ocupan un territorio que puedan llamar propio. Sin tener independència ni soberanía, algunas de estas naciones pueden tener un fuerte movimiento político entre sus miembros que lucha por esta independencia con medios que pueden ser muy diversos, mientras que otras parecen aceptar su subordinación sin discrepancia aparente. En este sentido, se observa un amplio espectro de situaciones posibles, desde la enérgica reclamación de independencia por una gran mayoría de miembros de la nación, hasta la pasividad total y la aceptación aparente de su subordinación.
6. Existen reinos o estados que ejercen soberanía sobre más de una nación. En tales casos, por regla general, hay una nación de las que forman el reino o estado que es políticamente, económicamente o militarmente hegemónica, y que controla el estado en mucha mayor medida que el resto. En estos casos, hablando con propiedad, la nación soberana sería sólo la nación hegemónica, mientras que las otras, que bien pudiéramos llamar naciones sometidas, carecerían de soberanía en la práctica. En esta situación, no obstante, pueden darse diferentes grados y dinámicas de hegemonía-subordinación entre las naciones que constituyen el estado. Recíprocamente, existen también naciones que se extienden por dos o más reinos o estados; una nación de estas características podría ser nación hegemónica en uno o más de esos estados, o bien no serlo en ninguno.
7. Las naciones no son eternas. Históricamente, se ha observado que pueden surgir naciones nuevas y pueden morir naciones existentes. El nacimiento de una nueva nación suele producirse cuando una parte de la población de una nación emigra a distancia considerable del territorio nacional inicial, o cuando una potencia o unas circunstancias particulares imponen una separación radical entre las partes del territorio nacional inicial. Esta separación geográfica o política puede ir cambiando las características internas de cada grupo mencionadas en el punto 2, de manera que, en un proceso secular de evolución y diferenciación, lo que era en principio una nación son ahora dos o varias naciones diferentes. Este hecho es independiente de que las naciones en cuestión sean soberanas e independientes o no lo sean.
8. Recíprocamente, se han dado casos históricos (o se pueden encontrar en la actualidad) en que unos territorios nacionales diferentes que están en proceso de evolución separada y diferenciación progresiva, pero que, no obstante, poseen todos en común suficientes características definitorias de las que se mencionan en el punto 2. En tal caso, los individuos implicados pensaron, o pueden pensar, que tales territorios y sus habitantes forman fragmentos de una única nación, considerar poco importantes las diferencias y pasar a reivindicar políticamente su unificación o reunificación. En esto puede haber también, naturalmente, diferentes grados y dinámicas, desde reunificaciones conseguidas hasta indiferencia total a la evolución por separado y diferenciación progresiva. Ester hecho es también independiente de que los territorios o fragmentos en cuestión sean soberanos (con estado) o no lo sean.
9. La muerte de una nación puede producirse por la eliminación física de todos sus miembros; pero generalmente se produce por asimilación. Cuando una nación está sometida a la soberanía de otra, puede suceder que los miembros de la nación sometida se vayan asimilando, progresivamente y en un proceso secular, a los miembros de la nación dominante. Las características nacionales mencionadas en el punto 2 irían desapareciendo progresivamente en la nación sometida, de manera que al final del proceso, ya no existiría sino una única nación. En la actualidad, entre las naciones sometidas, podemos observar diferentes grados y dinámicas de este proceso de asimilación, desde naciones que han llegado ya o están entrando en la asimilación y desaparición total hasta otras en las que el proceso no ha hecho más que iniciarse; desde las que resisten políticamente a la asimilación, con mayor o menor fortuna, hasta las que se resignan con actitud pasiva.
En varios párrafos puede usted sustituir "nación" por "pueblo" o por "tribu", o por "gentes que viven en un territorio constituidos como..." y funciona lo mismo.
ResponderEliminarSupongamos que Silvana que no siente afecto ni apego alguno por ninguna nación en particular. Digamos que su intensidad de afecto nacional o nacionalista es 0. Por razones dadas de nacimiento, de obligatoriedad o imposición legal tiene que disponer de un documento de identidad, de un pasaporte, partida de nacimiento, que la identifique ante los demás como persona perteneciente a una nación o estado. Su cuerpo y alma sienten multitud de afectos en la vida y por multitud de cosas; pero da la casualidad que su afecto nacional es 0. Se siente bien viviendo un año en Zacatecas, otro en Tokio; cinco en Katanga con los katangueños y se siente parte de los sitios a donde va como de cualquier otro. Le pueden gustar y disgustar cosas, pero no en función de ningún afecto nacional, sino en función de multitud de cosas variadas. No comparte ningún sentido de territorialidad pues el territorio mundial con la globalización y la expansión de las comunicaciones, el territorio es global, no particular. De acuerdo a su definición Sr. Cuetu, ¿Cómo encaja en su concepto de nación dicha persona?
ResponderEliminarRecuerde:
Cualquier reconocimiento nacional le viene impuesto por circunstancias imperativas, por algo externo a ella
Su conciencia rehúye y rechaza ninguna particularidad territorial específica y se siente bien en todo el mundo. Hoy día se está produciendo este tipo de sujeto en todo el mundo.
¿Podríamos entonces rectificar este párrafo del punto 1?:
“Puede afirmarse que los humanos NO HEMOS PERDIDO EN NINGÚN MOMENTO de la historia ese instinto o institución territorial que (como otras instituciones importantes) nos viene de los primates, sino que la hemos transformado de manera que hoy en día aparece bajo la forma de naciones.”
Hola, Sres. Nesalemianos. ¡Cuán grande es mi gozo de visitarles de nuevo!
ResponderEliminarLe exposición del Sr. Cuetu sobre el concepto de nación es bastante aceptable. No obstante, yo siempre incido en el hecho de que la nación, como realidad política operativa, existe cuando hay un proyecto político compartido de hecho por una proporción apreciable de la población concernida. Hay nación cuando se demuestra con los hechos que se quiere ser nación.
Por tanto, el problema que plantea el Sr. Nesalem es, creo yo, un falso problema. Puesto que la nación es un proyecto por definición colectivo, se entra en el juego de las mayorías y minorías. Puede haber una mayoría que secunde un proyecto nacional, y una minoría, e incluso personas individuales, que no lo secunde, ya sea porque se adhieran a otro proyecto nacional o porque se sienten "anacionales", sujetos sin nación, apátridas o cosmopolitas (ciudadanos del mundo, sin más).
Las minorías en democracia son respetables, así que no puede haber ningún problema con esa ficticia Sra. Silvana. Incluso la Sra. Silvana puede fundar un Partido Cosmopolita, para extender la idea de la muerte de las naciones. Mientras no sea así, los proyectos nacionales seguirán su curso, y si la Sra. Silvana no se integra en ninguno, pues no pasa nada. Ella no se siente nacional de ningún sitio, pero eso no puede evitar que los proyectos nacionales sigan su camino.
Otro asunto, en el que no me meto por ahora, es el de si existen de verdad cosmopolitas de este tipo.
Saludos,
Konstantínos
Y por supuesto todos aquellos puntos donde aparezcan términos como "lazos emocionales" y todo lo que sigue; "un sentimiento y "una conciencia de pertenencia", "un sentimiento y una conciencia de pertenencia", "instinto territorial" etc, etc. Hay más ejemplos. Creo que está usted proyectando su uso particular del concepto "nación" y "sentimiento nacional" a toda la experiencia humana. Los testigos de Jehová y otras organizaciones o grupos internacionalizados rehuyen su identidad nacional o su pertenencia a nación alguna; salvo los trámites obligatorios o impuestos y la obdiencia a las autoridades que pide Pablo en la Biblia. Su territorio es su organización que a su vez es trasversal a todas las naciones sin referencia a ninguna en absoluto.
ResponderEliminarCreo que el Sr. Konstantinos no ha captado mi punto de vista cuando dice:
ResponderEliminar"Las minorías en democracia son respetables, así que no puede haber ningún problema con esa ficticia Sra. Silvana. Incluso la Sra. Silvana
puede fundar un Partido Cosmopolita, para extender la idea de la muerte de las naciones. Mientras no sea así, los proyectos nacionales seguirán su curso, y si la Sra. Silvana no se integra en ninguno, pues no pasa nada. Ella no se siente nacional de ningún sitio, pero eso no puede evitar que los proyectos nacionales sigan su camino."
Lo que el caso de Silvana demuestra es que ella no pertenece al concepto definido por el Sr. Cuetu; queda fuera; y, por tanto, el concepto de nación mismo puede estar desapareciendo en el mundo actual. Y entonces la definición del Sr. Cuetu habrá de cambiar en todo aquello que pretenda universalidad en el punto 1.
Con ello no trato de menospreciar en absoluto la bien trabajada y trabada definición del Sr. Cuetu, pero hay que ir "falsabilizándola" en lo posible como nos pide el Sr. Popper con la verdadera ciencia. Diálogo abierto.
Bueno, es que la definición de nación que da el Sr. Cuetu se basa(esto se ve sobre todo en los puntos 1 y 2)en un criterio antropológico, para luego dar una pirueta hacia componentes políticos.
ResponderEliminarPara mí una cosa es la comunidad ("nación", "etnia", si se quiere) antropológica y otra cosa es la "nación" política. La comunidad antropológica la detecta el antropólogo basándose en una serie de factores; los miembros de esa comunidad pueden ser conscientes o no de pertenecer a esa comunidad.
Sin embargo, la nación política aparece como un acto consciente y voluntario. Independientemente de lo que determinen los estudiosos, la nación política lo es (cuando lo es) porque a la gente le sale de las narices.
Un ejemplo: los gitanos españoles son una innegable comunidad antropológica (étnica), reconocible por los antropólogos y por los propios gitanos. Pero no son nación política, ya que no manifiestan ninguna voluntad de construir o adherirse a un proyecto político de autogobierno o soberanía de algún tipo. En ese nivel, se siente españoles y operan como tales.
Por tanto, en nacionalismo para mí es una cuestión política, no antropológica. He llegado a la conclusión de que si hablo de nacionalismo, los rasgos antropológicos me son irrelevantes en cuanto a tales. Todo lo que tiene relevancia en el nacionalismo, la tiene por su pertinencia política, en hechos políticos.
Saludos,
Konstantínos
Respuesta al Sr. Nesalem, 28 feb 13, 14:08
ResponderEliminarDe acuerdo; en muchos casos, "pueblo" funcionaría tan bien como "nación". De hecho, muchas leyes internacionales utilizan "pueblo" como sinónimo de "nación", por ejemplo, "el derecho de autodeterminación de los pueblos". Prefiero, no obstante, el término "nación" por su etimología. Además, pueblo otras acepciones más corrientes, además de la de "nación": clase baja y ciudad pequeña. "Tribu", por otra parte, parece poco adecuado para designar la mayoría de naciones modernas: parece un tanto chungo decir "la tribu norteamericana", o la "tribu holandesa". Es mejor reservar este término, creo yo, para designar grupos humanos de sociedades primitivas que forman parte de una nación. O el uso metafórico de "tribus urbanas".
Lo que realmente me parece inadecuado es el uso de "nación" cuando lo que realmente queremos decir es "estado". Por ejemplo, Organización de las "Naciones" Unidas", cuando de lo que realmente se trata es de una Organización de ESTADOS Unidos". Ninguna nación que no sea Estado forma parte de la ONU. Por lo tanto, la ONU no es una organización de Naciones, sino de Estados. La confusión, creo yo, proviene de los Estados Unidos, que llaman Estados a sus regiones autónomas. En mi opinión, es confuso llamar Estado a un conjunto de aparatos de poder que no son soberanos. Al llamar Estado a sus Administraciones Regionales o Regiones Autónomas, los americanos (de manera semejante a los canadienses, australianos, mexicanos, brasileños...) no pueden llamar Estado a su estado, y tiene que recurrir a otros términos: Federal, Nacional, etc.
Cuetu
EL CASO DE SILVANA
ResponderEliminarLe recuerdo, Sr.Nesalem, que mi definición de nación sólo es aplicable a "un grupo numeroso de gente", y en ningún caso a una persona individual. Cuando hablamos de grupos numerosos de objetos, generalmente es aplicable el concepto estadístico de "distribución normal", que se puede representar gráficamente por la curva conocida como "campana de Gauss" (véase en la Wikipedia). En el caso de los individuos que componen una nación, miles, cientos de miles o millones, siempre es posible encontrar en un extremo extremo de la campana de Gauss unos pocos individuos en los cuales el sentimiento nacional es cero, cero patatero (al menos en teoría); y en el otro extremo extremo, unos pocos para los cuales el sentimiento nacional lo es todo, el 100% de su vida. Naturalmente, la mayor parte de la población se halla entre esos extremos, con grados mayores o menores de posesión de los rasgos que menciono en el punto 2.
Por otro lado (y ya estaríamos hablando de psicología individual), no creo en la existencia real de ese cosmopolitismo o anacionalismo perfecto. Admito su posibilidad teórica, y si Ud. me muestra algún caso real seré muy feliz de conocerlo, pero no creo que exista realmente en la práctica, más allá del puro esnobismo o pose cosmopolita. Siempre habrá grupos humanos con los que un cosmopolita se identifica más que con otros.
Por otro lado, cabría hablar de nacionalismo subjetivo y nacionalismo objetivo. Diosdado Teodosio puede ser una persona que se ve a si misma como cosmopolita perfecto. Viste a la moda internacional o a la moda indígena de cualquier cultura que le apetezca, según los días; come o bebe a la usanza de todas las culturas que conoce; habla inglés y siete u ocho idiomas más; es millonario y reside cada semana en un sitio diferente del mundo; se identifica mucho o nada con las ceremonias zulús, igual que con las ceremonias inglesas. Ahora bien, cuando vivió en Tordesillas, lo que los vecinos dicen de él es que hablaba con acento mejicano, tenía unos bigotes y un pelo negro y grasiento muy mejicano, así como una tez morena, mal afeitado y torradillo; su padre y su madre tenían un aspecto mejicano que tiraba para atrás, con poncho y sombrero ancho y todo; su acento cuando hablaba español era mejicano a no poder más, aunque se notaba su empeño por tener un deje inglés afectado; olía a ajo y a sudor corporal, y no hacía mucho calor; solía escuchar música mejicana y otra en inglés...
Diosdado Teodosio se ve a si mismo como un cosmopolita perfecto (nacionalismo subjetivo). Pero la gente que lo conoce lo tiene claro: es un perfecto MEJICANETE.
Cuetu
Respuesta al comentario del Sr. Nesalem, 28 febreo 13, 15:45
ResponderEliminarReitero lo mismo. En grandes poblaciones, siempre sería aplicable la distribución normal. Puede haber grupos para los cuales no existe identificación ninguna con la nación (de hecho, el franquismo hizo que mucha gente se desentendiera del ideal nacional español) y otros para los cuales la nación lo es todo. Ahora bien, pese al franquismo, aun la gente que no se identificaba con el ideal nacional español seguía llamándose a sí misma "española". "Soy español antifranquista". Poquísimos habrá que, siendo españoles por família y nacimiento, digan "yo no soy español", quedándose sin identificación nacional alguna. Exceptuando, claro está, los oficialmente "españoles" por necesidad, pero que se identifican con otra nación: la vasca, catalana, etc.
Por otro lado, hay que remarcar que en el hecho nacional tiene mucha importancia el sentimiento, y ello sucede en todas las naciones del mundo. Esto no es nada extraordinario, puesto que en muchos hechos importantes de la vida humana el sentimiento es decisivo. Incluso los fundamentales hechos económicos se basan en sensaciones y sentimientos: por ejemplo, el hambre, sensación corporal que puede llegar a ser muy intensa. O las ganas de poseer un coche de lujo, o de vestir de tal o cual manera para seducir al sexo opuesto... sensaciones y sentimientos que están en la base de hechos sociales y económicos muy importantes.
También el instinto tiene una importancia capital en los hechos sociales y económicos humanos. Instinto de conservación, instinto familiar, instinto sexual, instinto territorial individual i colectivo... El territorial individual se manifiesta, por ejemplo, en la posesión e inviolabilidad del domicilio; el colectivo, por ejemplo, desde las bandas juveniles hasta el campus universitario o la iglesia, desde el amor por la ciudad o comarca donde uno nació o vive hasta el hecho nacional. Creo que es muy inadecuado despreciar todos estos hechos fundamentales con la etiqueta de "sentimentalismo".
Por otro lado, me gustaría saber cuantos testigos de Jehová americanos o españoles, por ejemplo, se definirían a si mismos diciendo "yo no soy americano" o "yo no soy español", quedándose sin nacionalidad alguna. Seguro que encontrarían más de una manera de demostrar que no hay contradicción radical absoluta entre ser Testigo y ser americano o español, que ambas cosas son buenas y compatibles.
Cuetu
Respuesta al Sr. Konstantinos:
ResponderEliminarUna persona tiene existencia en el plano jurídico-político cuando es sujeto de derechos y deberes. En las sociedades esclavistas, los esclavos no existían en el plano jurídico-político sino como propiedad de los amos. Ahora bien, la persona jurídico política o el esclavo no existen sólo en el plano abstracto de la juridicidad. Para que tengan existencia en este plano se requiere que tengan existencia física como seres humanos, que tengan un cuerpo físico con las características físicas y psíquicas de ser humano. No nos detenemos en estos hechos porque se dan por obvios y evidentes, pero fijémonos que la existencia jurídica no se da nunca sin existencia previa de un cuerpo físico.
Pues bien, Sr. Konstantinos, algo semejante ocurre con las naciones. Son, por cierto, entidades políticas; aquí estoy enteramente de acuerdo con Ud. Las soberanas e independientes tienen todos los derechos políticos que pueden tener; las sometidas, tienen sus derechos colectivos muy limitados o inexistentes, por voluntad propia o ajena. Pero, igual que los individuos, su existencia política no es puramente fantasmática: se basa en un cuerpo físico, constituído por un conjunto de humanos con las características (más o menos) expuestas en el punto 2. Las naciones soberanas vemos que todas están formadas por naciones antropológicas; es una condición necesaria e ineludible. En teoría, podría haber naciones que no responden a ningún "cuerpo" antropológico (aunque es difícil de concebir esto); pero en el mundo real, todas las naciones se basan en este "cuerpo".
Cuetu
Sigue la respuesta al Sr. Konstantinos:
ResponderEliminarPor otro lado, no creo que existan naciones, ya sean soberanas o semetidas, cuyos individuos no posean "un sentimiento y una conciencia de pertenencia", punto 2. Dice Ud., Sr. Konstantinos, que "los miembros de esa comunidad pueden ser conscientes o no de pertenecer a esa comunidad". Pero yo creo que una mínima conciencia de pertenencia es necesaria para que haya nación. Todo ser humano con inteligencia normal, creo yo, es consciente de pertenecer a una colectividad nacional (antropológica) mayor. Incluso los gitanos, que Ud. menciona, creo que son plenamente conscientes de "ser gitanos" y de no ser payos. fíjese que los gitanos han perdido o no han tenido nunca características nacionalitarias importantes: lengua, territorio, memoria històrica... Sin embargo, tienen conciencia de ser gitanos. Y creo que, mutatis mutandis, lo mismo podría decirse de las naciones antropológicas hoy día observables: bretones, suizos, chechenos, kurdos... Sólo en en caso de asimilación total de una nación por otra se perdería la conciencia de pertenecer.
La voluntad política, de vida política propia, es diferente. Hay naciones sometidas que la poseen en alto grado, otras en grado menor y otras, como los gitanos, en grado mínimo (no me atrevaría a decir que en grado cero o inexistente, porque a veces se han organizado y movilizado para ciertas cosas).
Cuetu
Como antropólogo que investigo un pueblo determinado lo que me interesan son las formas que que toma ese pueblo en cuanto a estructura social, relaciones de parentesco, de autoridad; etc. Es solo eso lo que me interesa y de ahí saco mis conclusiones. El término "nación" me resultaría un tanto equívoco por las connotaciones y proyecciones políticas que tiene, prefiero otros: étnia, grupo humano, pueblo, gentes, etc.
ResponderEliminarEn cuanto a conceptos como territorialidad, etc; prefiero analizar la territorialidad tal como se manifiesta en un pueblo o étnia concreta. Podríamos repetir el dicho de que todo ser humano es un ser social. Un atributo humano es ser social, pero ese concepto de social me resulta abstracto a la hora de estudiar un grupo humano de una época pretérita o presente; ese concepto ha de relacionarse siempre con el modo de vida social concreta de ese determinado pueblo o tribu, etc. La territorialidad me interesa en función de grupos humanos concretos; en su modalidad concreta y sincrónica. Lo demás lo dejo para los filósofos o los teóricos.
ResponderEliminarTambién, cuando estudio a un determinado pueblo primitivo en una época concreta, me interesa sobremanera como ese pueblo se representa a sí mismo y cómo se comprende a sí mismo en función de otros pueblos (de la misma manera familias, clanes, etc)o gentes coexistentes en dicho territorio; (o, si son nómadas, comprender sus movimientos y conformación de territorios de caza, de vecindad o conflicto, etc) Jamás podré comprender un pueblo o grupo humano si separo sus representaciones míticas, sus creencias; su lenguaje, etc, de sus modos de subsistencia, de su estructura social. Es importante también comprender cómo se entienden los individuos en relación con la familia, grupo, etc; qué esperan de los demás, cómo se relacionan con el resto dentro del grupo. Es decir: no puedo separar lo "objetivo" de los "subjetivo" porque son dos planos o dimensiones de lo mismo. Dos caras de la misma moneda.
ResponderEliminarDe nuevo el concepto de nación no me sirve para este tipo de estudio antropológico; es un concepto extraño en estos contextos; bastante contaminado por sus connotaciones históricas. Algo así como una innecesaria extrapolación que confunde más que aclara.
Otra cosa es que un determinado pueblo indígena en la época actual decida declararse y definirse como nación en base a su hecho diferencial. De acuerdo; pero entonces ya pasamos a una dimensión política decidida en función de un desplazamiento en su representación como pueblo o grupo humano o étnia. Ahora se constituyen como nación en su sentido moderno, político, con sus reivindicaciones concretas dentro del Estado en que viven. (En Brasil se están dando estos casos). Extrapolar el concepto de nación a la prehistoria (o en la época feudal para el mismo caso), es un gesto no pertinente salvo que por pura ideología se haga necesario proyectarlo como concepto-alma o concepto-guía o constante universal. Pero eso no es más que un ejercicio de metafísica. Es algo así como el inconsciente freudiano que está en todos los sitios, pero resulta inútil a la hora de curar una depresión o una esquizofrenia.
ResponderEliminarPara el Sr. Cuetu:
ResponderEliminarLo que digo yo es esto: hay naciones en sentido antropológico y naciones en sentido político. Un primer problema es llamar "nación" a ambas: voy a llamar "etnia" a la primera y "nación" a la segunda.
El asunto es que se puede determinar la existencia de una etnia por constatación de una serie de rasgos que los antropólogos consideran. Vale, admitamos que la autoidentidad de sus miembros es un rasgo necesario. Es secundario para mí.
Pero el hecho de que una comunidad sea una etnia, no implica necesariamente que se constituya en una nación (política), o que aspire a ello. Es decir, etnia no implica nacionalismo.
Más aún: el nacionalismo no implica necesariamente una etnia previa. Un movimiento nacionalista se puede constituir sobre la base un aglutinante que no es antropológicamente una etnia. ¿En qué se basará, pues, el nacionalismo moldavo, por ejemplo, cuando étnicamente son rumanos?
Y tercero: el nacionalismo que no es sociopolíticamente relevante (o sea, el que no genera discurso amplio, diputados, opinión pública, etc., etc.), equivale a la nada. Es un entretenimiento minoritario, pero nada más. Por ejemplo, en Asturias hay nacionalistas (también hay ventrílocuos y zahoríes), pero caben todos en un ascensor. La conclusión es que, independientemente de que los asturianos constituyan una etnia, lo cierto es que no es una nación, sencillamente porque no hay un proyecto político sustentado por amplios sectores de esa sociedad. Los asturianos son españoles y su adscripción al proyecto político de la nación española está fuera de duda.
Saludos,
Konstantínos
Es un gran esfuerzo el llevado a cabo por el Sr. Cuetu para no dejar cabo suelto a su definición de nación. Es, como todos los conceptos bien elaborados, pensados y trabajados; un, aparente concepto clave y definitivo para entender los grupos humanos. Luego se trata nada más de aplicar el concepto a toda realidad histórica y he ahí la razón subyacente a las apariencias engañosas. No solo las apariencias engañosas por la que se guían muchos historiadores, sociólogos;antropólogos y con más razón la gente común; sino que la razón penetra también las veleidades subjetivas del género humano que no deja de engañarse a sí mismo con falsas representaciones.
ResponderEliminarLa nación no tiene porqué ser una voluntad subjetiva que surge porque sí; eso es inadmisible porque no es serio y porque además algo tan importante no se puede dejar en manos de la arbitrariedad o el voto o los avatares del azar histórico. La nación para que tenga valor de verdad incuestionable ha de estar anclada en un conocimiento objetivo, científico. Entonces ya no valen excusas, ni pretextos, ni veleidades subjetivas que se arroguen el derecho a negar un hecho científico y constatado. La nación es una necesidad histórica y como tal lo razonable, lógico y responsable es reconocer sus derechos políticos.
Una vez desnudado el concepto de sus contaminaciones--confundir nación con estado, darle un nombre que no le corresponde o confunde, tal como étnia u otros--; o, demostrado que no es el "azar" subjetivo el que lo define; entonces la nación se presenta como una colectividad humana que requiere absoluta necesidad de reconocimiento político que ha de incluir el inexorable derecho a la independencia y a la creación de su estado propio.
Otra cosa es que no lo consiga, pero el derecho le es algo inherentemente natural, científico, incuestionable; según se desprende del Sr. Cuetu. Es más, si vemos cómo se puede aplicar a todo grupo humano que aparentemente no es más que un grupo indefinible sin voz propia o subordinado a otro grupo o a otra nación; pues entonces podemos ver en ese grupo un potencial de nación propia; una especie de nación-en-sí que no ha despertado a su autoreconocimiento como tal, como nación-para-sí. Es todo cuestión de concienciación política basada en una realidad objetiva e incuestionable. Es sólo cuestión de salir del estado de enajenación o alienación en que se encuentran. De lo contrario esa nación morirá, se integrará en otra, o quedará relegada a un basurero-guetto.
ResponderEliminarCreo que este es el planteamineto que motiva al Sr. Cuetu a su gran definición. He ahí la clave, la herramienta hermenéutica que necesitaba. Ante el poder de la objetividad dobleguense las insensateces, viene a ser la intención. Una intención que nadie debería de dudar es una motivación honrada y decidida. No hay muchos que reflexionan las cosas hasta su agotamiento como hace el Sr. Cuetu. Hay algo de hegueliano en este intento. La nación parece el "espíritu" de Hegel manifestándose a través de la historia bajo un manto o velo de dialéctica y alienación hasta llegar a su pleno autoreconocimiento como Espíritu. Hay algo de Marx con el concepto de explotación que al final de la historia de manifiesta en la lucha de clases. Es el intento de apropiación racional y científica de todo lo posible de la experiencia humana. "Hasta ahora los filosofos contemplaban el mundo, ahora nos toca cambiarlo" decía Marx invirtiendo a Hegel. Estaba equivocado, los filósofos a veces también intentaban cambiar el mundo antes que él: Locke, Hume, Rousseau, etc.
Si las cosas son objetivamente demostrables, entonces pliéguese la voluntad humana a sus verdades. No hay lugar para las especulaciones irracionales. La nación, Sres, es Necesidad Histórica: ¿merece la pena defender esa necesidad al mérgen de que la gente no la vea ni la reconozca? ¿Es objetivamente defendible la idea de una España indivisible que comprenda a Cataluñay Euskadi al márgen de que muchos españoles aparentemente no muestren gran entusiasmo por defender esta necesidad Y OBLIGACIÓN ? ¿Es necesariamente defendible una Cataluña independiente al márgen de cómo vote o deje de votar una parte de la población? ¿Es una obligación moral por estar reconocida esa obligatoriedad en su hecho natural e histórico?
Según la definición del Sr. Cuetu a esto último yo creo que la respuesta es sí; otra cosa es la conveniencia. La objetividad de España como nación es también moralmente defendible, pero es un error definir a España comprendiendo otros territorios nacionales que no SON OBJETIVAMENTE nación española: ejemplo, Cataluña, Euskadi, Galicia, Reino de León (hecho objetivo en la historia, es todo cuestión de resucitar la conciencia que le corresponde).
La historia se puede entender en claves científicas en muchos casos, diría el Sr, Cuetu; y si la ciencia habla calle la subjetividad y la necedad.
Yo, pienso que el punto de partida del Sr. Cuetu es equivocado, aun siendo muy gratamente satisfactorio a nivel personal. El Sr. Cuetu, creo sin embargo, que su sentido práctico de la conveniencia le hace distanciarse así mismo de su propio concepto de nación. Demasiado apego a la Verdad y la Necesidad puede resultar nefasto si no va unido a la sabiduría y a la experiencia subjetiva de la vida.
Leídos los comentarios que los Sres. Nesalem y Konstantinos han tenido a bien hacer a mi exposición de los 9 puntos, veo que ambos Sres. tienen mucha parte de razón y hay algo esencial que reformar o añadir a mi definición de nación. Naturalmente, no voy a renunciar a mi intento de definición o caracterización, puesto que las naciones no sólo existen y se reparten la Tierra de manera exhaustiva (ningún territorio del mundo hay que no esté bajo una u otra soberanía), sino que son hechos fundamentales en la vida política mundial. Son hechos tan evidentes y objetivos que bien creo que merecen un intento de definición, caracterización y reflexión profunda, mejor que dejarlos como hechos evanescentes, hipersubjetivos y renuentes a todo intento de sistematización, definición o clasificación.
ResponderEliminarCreo que el problema radica, sobre todo, en los rasgos definitorios dados en mi punto 2. En efecto, después de reflexionar sobre ello, veo que falta una cosa esencial al grupo humano allí considerado: la voluntad política de ser nación, y precisamente de ser una nación como las otras: independiente y con su estado. Supongamos que, después de un estudio antropológico de los bretones, por ejemplo, un equipo de antropólogos descubre que cumplen todos los rasgos del punto 2 (es una hipótesis) pero que, hecha una encuesta entre tal grupo humano, nos encontramos que sí, se consideran bretones, pero también franceses, y no ponen de ninguna manera en discusión la soberanía francesa. Y nos preguntamos: ¿Son nación, los bretones? ¿Quién tiene que decidirlo? ¿Los antropólogos, de una manera científica y objetiva? La respuesta es clara: si ellos se consideran muy mayoritariamente franceses, con unas peculiaridades regionales que los hacen, también, bretones, ningún hecho antropológico puede oponerse a esta voluntad. Nadie pude decidir si los bretones son una nación sino los bretones mismos. Con hechos antropológicos por medio o sin hechos antropológicos. La voluntad política de ser nación es el hecho fundamental. Por muchos rasgos antropológicos que existan, no existirá la nación bretona si ellos no muestran una firme voluntad política de ser una nación soberana e independiente.
Cuetu
Por otro lado, puede darse también el caso opuesto: una región de una nación o estado cuyos habitantes, sin mostrar rasgos antropológicos relevantes, sin mostrar diferencias esenciales con el resto de los miembros de la nación, muestran una fuerte voluntad de ser independientes y nación soberana. ¿Podríamos oponernos a esta pretensión, puesto que no cumplen las condiciones del punto 2? Evidentemente, no. Si ellos muestran una clara voluntad política de ser nación, en elecciones democráticas, en discurso político, en sus asociaciones y entidades, etc. y esta voluntad vemos que es muy mayoritaria entre las gentes, no hay duda ninguna: son una nación que reivindica una independencia y un estado propio. Por ejemplo, en un caso hipotètico, la provincia de Ávila podría reclamarse nación soberana, con todos los derechos, aunque no tengan diferencias antropológicas apreciables con las provincias vecinas.
ResponderEliminarEsto nos deja un poco con el culo al aire. Porque entonces ¿habrá que decir que no pintan nada los rasgos antropológicos en el hecho nacional? ¿Como no pueden pintar nada cuando en el mundo real nos damos cuenta que la mayoría de las naciones que gozan de reconocimiento como tales muestran, todas o casi todas, unas características nacionales propias? Des de los Estados Unidos hasta Portugal, desde Islandia hasta el Paraguay, vemos que cada una tiene su lengua, cultura, costumbres, religión o creencias, manera de hacer las cosas, memoria històrica, conciencia de pertenencia y fidelidad, etc. y que estos rasgos son peculiares de cada nación. ¿Cómo puede ser posible que no tengan NADA que ver en la definición o caracterización de una nación en general?
Creo que alguna explicación habrá, de esta paradoja.
Cuetu
UNA PERSPECTIVA POLÍTICA.
ResponderEliminar"Toda manera de clasificar algo no es más que una forma de manejarlo con un fin determinado". William James.
Es un gran honor el que Ud. me hace, Sr. Nesalem, comparando mis humildes reflexiones con las de gigantes como Hegel o Marx. De todos modos, tengo que decir que la perspectiva desde la que intento definir y caracterizar el concepto de nación es política. No me interesan los rasgos antropológicos en sí mismos, que si las relaciones de parentesco de tales gentes son así o asá, que si su manera de enterrar los difuntos, si sus costumbres en la mesa o sus rituales religiosos, si su ciencia o su industria... Mi ensayo de definición de nación es, ante todo, una definición política, y con intención de ser utilizada en un registro político.
No me importa tampoco, en absoluto, convencer a nadie. Ni mucho menos sentenciar si tal grupo de gente tiene que ser nación por güevos o no serlo. Ya le dije en un comentario anterior que mi única preocupación, a estas alturas de la vida y después de múltiples lecturas y reflexiones, es aclarar lo que sé de cierto, lo que puedo saber, lo que no sé y lo que no puedo saber. Dilucidar lo cual no es poca cosa.
El valor y el alcance político que se le puede dar al término “nacion”, más allá de los estados con asiento en la ONU. Soy consciente de que el enfoque político no es único. Muchos españoles, por ejemplo, basándose en un enfoque legalista estricto, sostienen que Cataluña no es una nación, sino una región de España. Ni rasgos antropológicos, ni voluntad política expresa, ni respeto al espíritu de la democracia (hechos políticos donde los hubiere), ni leches en vinagre. Ningún criterio racional los hará mudar su opinión. Y que la nación llamada España es soberana sobre Cataluña, y lo será siempre, pese a quien pese. Por tanto, ya me dirá Ud. qué poder de convicción pueden tener mis humildes reflexiones: ninguno.
Así y todo, creo que es interesante hacerlas. De hecho, se encuentra uno con la sorpresa de que una cosa que parecía clara y obvia resulta que no lo es tanto, y que su definición o caracterización exige notable esfuerzo, si queremos que responda a una perspectiva política democràtica y objetiva, claro está. Y que este ensayo de definición da lugar a un debate interesante y nada trivial, como se demuestra en este su dilecto Atrio. Un españolista radical antidemocrático, que niega que Cataluña sea nación, pero que acepta que sí lo son los saharauis, por ejemplo, o, en comparación diacrónica, también acepta que sí lo son los Estados Unidos o Portugal, tan separatistas ellos en su momento como Cataluña ahora, incurre en contradicciones. Pero para él no hay ningún conflicto interno ni contradicción, porque no actua en base a criterios racionales, sino por querencias o malquerencias íntimas, y eso le basta. Y no hay razón objetiva para que no le baste, es decir, es muy dueño. Y punto, por ahora.
Cuetu
Resumo lo que la discusión ha aportado de nuevo, hasta ahora.
ResponderEliminar1. Un grupo humano con lengua, cultura, memoria histórica, costumbres y folclore, manera de hacer las cosas, sentimiento y sentimentalidad de pertenencia, fidelidad al grupo, religión propia, territorio histórico propio, fronteras, símbolos... Un grupo humano puede tener todos estos rasgos llamémosles antropológicos y, sin embargo, no ser nación, ni objetivamente ni subjetivamente. Puede estar muy contento siendo una región dentro de una nación, y sus miembros sentirse muy a gusto con la nacionalidad que los incluye. Asturias, Alsacia, Occitania, Texas, Andalucía, Cerdeña, Baviera... Poseen rasgos identitarios caracterizadores en mayor o menor medida, pero no se consideran ni son consideradas naciones.
2. ¿Qué es lo que les falta para que sean naciones? Muy sencillo: la voluntad política, mayoritaria entre sus miembros, de ser una nación como las otras. Falta el NACIONALISMO. Que no deja de ser, asimismo, un rasgo antropológico, detectable por los "instrumentos" del antropólogo. El hecho de que ciertas regiones (Cataluña, Vasconia, Quebec...) tengan, también, como rasgo definitorio el nacionalismo (voluntad política de soberanía e independencia, claramente expresada y que afecta a un porcentaje considerable de individuos), puede ser razón suficiente para que, subjetivamente, se sientan naciones. Pero no asegura que sean reconocidas automáticamente como tales fuera de sus fronteras. Habrá quien las reconozca y habrá quien no, en funcion de preferencias e intereses personales muy variados.
3. ¿Basta que exista el nacionalismo, sin los rasgos "antropológicos", para que un grupo humano cualquiera pueda ser considerado nación? En teoría, sí. No habría diferencia práctica alguna entre un nacionalismo fuerte que, hipotéticamente, se pudiera dar en la província de Segovia, pongamos por caso, y el que se da en Cataluña. Entre el de Saskatchewan y el de Quebec.
4. Pero el hecho real es que, en las innumerables naciones que han accedido a la independencia en el siglo XX y XXI, siempre se dan conjuntamente los rasgos antropológicos (que menciono aquí en el punto 1) y la ideología nacionalista. Irlanda, Noruega, Letonia, Lituania, Estonia, Eslovenia, Eslovaquia, Chequia, Kosovo, Bosnia, Croacia, Ucrania, Montenegro, Macedonia, Hungría, Índia, Pakistan, Timor Oriental, Argelia, Congo, etc. etc. Lo mismo pasa en las naciones sin estado soberano con fuerte nacionalismo: Quebec, Kurdistán, Escocia, Chechenia, Flandes, Vasconia, Tibet, Cataluña... ¿Es esto una casualidad? Con la voluntad política nacionalista sería, en teoría, suficiente. ¿Por què, entonces, siempre aparecen los rasgos antgropológicos? Quizá este hecho merezca un poco más de atención, siempre hablando desde el punto de vista POLÍTICO.
Yo aventuraré más adelante un ensayo de explicación. ¿Pueden Uds, Sres. Nesalem y Konstantinos, avanzarse a mi intento?
Cuetu
Ya que este debate tan importante sigue unas pautas de honradez y respeto mutuo, creo que habría que aumentar un poco el conocimiento sobre el tema. Hace un par de días y aprovechando el debate del profesor de Filosofía del Derecho Xacobe Bastida con el profesor de Derecho Constitucional Ramón Punset en el Aula Magna de la Universidad de Oviedo sobre las Autonomías: Federalismo y derecho a la autodeterminación
ResponderEliminarhttp://www.lne.es/oviedo/2013/03/01/punset-defiende-federalismo-frente-autodeterminacion-xacobe-bastida/1375604.html
./. pues al final del debate tuve la posibilidad, tomando una sidra, de preguntar al Sr. Bastida algunas cosas sobre este tema del nacionalismo. El Sr. Bastida estaba de acuerdo en que el concepto de nacionalismo no es extrapolable a otras épocas históricas (eso no quiere decir que el tema siga siendo discutible). Me recomendó un par de libros y uno en especial que ya pedí a Amazon y lo tengo en mi e-book pendiente de lectura:
"Imagined Communities: Reflections on the Origen and Spread of Nationalism" de Benedict Anderson. Published by Verso: London-New York 1983, revised in 2006." Hay traducción al español. Mirad en Amazon, España.
También me recomendó:
"Nations and Nationalism" de Ernest Gellner. Blackwell Publishing. Malden MA (USA), Oxford UK and Victoria, Australia. 1983. 2nd edition 2006). Hay también traducción al español en Alianza Editorial creo.
Por su parte Cheni Uría, profesor de historia jubilado, me recomendó amablemente uno muy bueno sobre la cuestión nacional en España. Se titula:
"Mater Dolorosa: La idea de España en el siglo XIX" de José Álvarez Junco. Tuarus Historia: No dispongo de fecha de edición en la versión kindle de Amazon.
También he invitado a Roberto Augusto, autor de "El nacionalismo ¡vaya timo!: la decadencia de una ideología" Laetoli. Pamplona 2012., a visitar nuestro blog y si le apetece también dejar alguna opinión suya. Es un libro recomendable y bastante interesante por las opciones no-nacionalistas que presenta. Muy comprensible y crítico no solo con ciertas tendencias nacionalistas periféricas, sino también con cierto nacionalismo español que no se reconoce como nacionalista y que pretende ignorar las realidades identitarias del Estado español.
Me prometió que nos visitaría.
Aprovecho para invitar a todos los interesados en este tema que se sientan libres de opinar sea lo que sea y con completa libertad. Este es un tema complejo, de alto voltaje emocional, con muchas aristas y matices como el Sr. Cuetu nos ha hecho ver con su impresionante aunque revisable intento de definición. No obstante con calma y buena voluntad podemos llegar a entender de alguna forma este fenómeno histórico-social que es el nacionalismo.
¿Por qué no llamar NACIÓN, sencillamente, a todo grupo humano con un territorio y unos rasgos identitarios? (Me resisto a llamarlos "rasgos antropológicos" porque, en último anàlisis, todo lo humano sería antropológico). ¿Y por qué resistirse a llamar nación a todo grupo humano con esas características, sea la que sea la época histórica de que se trate? No veo ningún inconveniente racional para ello. Claro que puede haber designaciones alternativas: etnia, raza, pueblo, país, colectividad, sociedad, tribu, región, autonomía, provincia... Etnia, por ejemplo, no deja de ser un eufemismo para evitar usar la denostada palabra "raza". Todavía en los años 50 y 60, el Dia de la Hispanidad, 12 de octubre, se llamaba sin ningún complejo "Día de la Raza". Entendíendose, claro está, raza española. Tambíen la prensa y radio de la época solían hablar de "raza gitana". Actualmente, ya no es posible hablar de "razas" con aquella tranquilidad, y por eso se usa "etnia".
ResponderEliminarCreo que la resistencia a utilizar el término "nación" es, sobre todo, de naturaleza política. Me explico: los que se resisten a dar ese nombre a grupos humanos como catalanes, vascos, bretones, occitanos, astur-leoneses, kurdos, por no hablar de los innumerables grupos autòctonos americanos, o de otras partes del mundo, lo hacen por motivos políticos, porque son conscientes de que conceder el status de nación a esos grupos es concederles una igualdad desproporcionada. Si yo doy el nombre de nación a Cataluña, automáticamente la estoy situando en un plano de igualdad con España, es decir, no subordinada políticamente a España. Por lo tanto, depende de mi ideología política que le de tal nombre o se lo niegue.
Cuetu
Sr. Nesalem, le agradezco la información bibliográfica que nos da. Leí hace tiempo alguno de ellos, e innumerables libros sobre nacionalismo de los más diversos autores y procedencias. Pero ya le dije por ahí arriba de que, por lo menos por mi parte, no se trata de demostrar cuánto y cuán bueno es lo que uno ha leído, ni de sentar cátedra sobre nada, y mucho menos, tratar de convencer a nadie. Únese a esto mi repugnancia innata a utilizar argumentos de autoridad.
ResponderEliminarEl foro y la discusión racional con los demás me ayuda a mejorar mi saber. Sólo eso. Si alguien considera que algún autor tiene ideas buenas sobre el tema, bueno sería que hiciera valer esas ideas en una discusión racional, aquí en el foro, por ejemplo. No importa (en principio) el autor, importan sus ideas y argumentos. Sólo me preocupa lo que uno puede llegar a saber de cierto, y delimitar claramente lo que uno puede saber y lo que no. Recuerde a Sócrates, cuando viendo que sus conciudadanos usaban ciertos conceptos con tanta seguridad, les comenzaba a preguntar hasta hacerles ver que, en realidad, nada sabían sobre aquello de lo que con tanta seguridad hablaban. Pues bien, yo me considero uno de esos conciudadanos.
Afectuosamente,
Cuetu
Y continuo con mis reflexiones.
ResponderEliminarSin embargo, aún no habiendo resistencia política a llamar nación a esos grupos humanos con rasgos identitarios, siempre habrá casos límite de difícil clasificación. Sabido es que, en las ciencias humanas, los límites entre conceptos o entre objetos de estudio nunca son tan claros como lo pueden ser en las ciencias naturales y en las matemáticas.
Por ejemplo, Asturias; o Andalucía. ¿Sus rasgos identitarios son tan importantes como para que les llamemos nación? ¿Cuan importantes tienen que ser esos rasgos para ser tomados en consideración? He aquí el problema de los límites.
Pero es peor aún: ¿Puede considerarse el habla asturiana tan diferente del castellano como para ser llamado idioma independiente? ¿No será un caso parecido al andaluz, o a los dialectos italianos o franceses, tan diferentes ellos, en su pureza pristina, al francés oficial? Ya sé que, por sus orígenes directos desde el latín, el astur-leonés puede igualarse con el castellano. Pero me estoy refiriendo al habla concreta de las gentes, tanto en las ciudades como en los pueblos, i no al idioma de los escritores en asturiano. ¿Es tan diferente del castellano? La percepción que tiene la gente forastera que visita Asturias es que los asturianos tienen "una forma de hablar", pero no tan diferente que no la entiendan a partir del castellano. Sólo un acento y algunas cosillas y unas cuantas palabras fáciles de entender. Verdad es que, en el pasado, el asturiano no estaba tan castellanizado, y también verdad es que, los escritores en asturiano, utilizando un léxico y giros idiomáticos autènticos del asturiano histórico, proponen a la sociedad un renacimiento del idioma en toda regla. Pero la realidad de la calle es muy otra: el asturiano no existe como idioma diferente, y si en algún momento existió un asturiano tan puro como el que usan hoy en día los escritores, es tema que los historiadores de la lengua trendrían que dilucidar.
Cuetu
El nacionalismo se da, en la práctica, sólo en aquellos pueblos que tienen unos rasgos identitarios "suficientes", de manera que, si esos pueblos son independientes y poseen un estado, su nacionalismo tiende a la conservación de su soberanía, su independencia y su estado; y si no tienen ni independencia ni estado, luchan por obtenerlos. En los casos en que los rasgos indentitarios no parecen tan "suficientes" (por ejemplo, los norteamericanos del siglo XVIII respecto a los ingleses, o los sudamericanos de principios del XIX respecto a los españoles), el surgimiento del nacionalismo puede explicarse por la separación geogràfica (que dificultaba muchísimo el buen gobierno) o por dinámicas sociales y económicas diferentes y contrapuestas. Ello sin hablar de las naciones indígenas que los colonos americanos se creyeron en la necesidad de someter y gobernar.
ResponderEliminarLos rasgos indentitarios en un grupo humano hacen que sus miembros sean conscientes de una diferencia respecto a otras naciones, incluyendo la nación dominadora. Esta consciencia proporciona una base propícia a que surgan en su seno las ideas nacionalistas cuando ciertas discrepancias económicas, políticas o sociales con la nación o estado dominadores vengan a sumarse, de manera que la sociedad entera encuentre en la independencia una solución a los problemas más efectiva que la negociación estéril con el estado que los domina.
Todas estas reflexiones y consideraciones me llevan a un replanteamiento de mi definición original de los 9 puntos. Cosa que paso a hacer, esperando las ideas que los contertulios de este foro tengan a bien aportar.
Cuetu
La vida es siempre relación de fuerza y poder. Eso sí que es algo que nos viene del mismo cosmos. Grupos humanos, individuos, naciones, estados; siempre-ya estamos en una relación de fuerza y poder, Sr. Cuetu. Ese es el problema y ese es el mal radical. Hoy día parece que nos damos cuenta de que ESE es el problema, pero a medida que pretendemos liberarnos de algo, creamos otras subordinaciones, otros apegos fatales; otras guerras solapadas. El enemigo es el otro, decía Sartre. Pudo haber dicho "el enemigo está en mí mismo" también.
ResponderEliminarIzquierdas, derechas; qué más da. El problema está en el mismo tejido biológico. En esa relación de fuerza es todo CONVENIENCIA, no RAZÓN o VERDAD. Si hay alguna razón es siempre razón de conveniencia o verdad de conveniencia. Las razones obvias se desprecian llegado el momento con un gesto malévolo. Los acuerdos solo obran cuando las afectividades e intereses se acercan; pero esas afectividades siempre son inestables.
Este es un mundo de impostura. De mentiras calladas. Por eso los seres humanos estamos atrapados en una siempre violencia contenida.
Y ahora viene la política de Pepito Grillo.
No creo que vaya a haber más intervenciones. Esperamos los lectores y visitantes de este blog su más acertada y aproximada definición de NACIÓN.
FOMENTAR
ResponderEliminar"Fomentar" el nacionalismo. El nacionalista español suele usar este verbo para referirse a cualquier condescendencia, tentación o debilidad de tipo democrático que otros, o él mismo, pueden tener respecto a las aspiraciones de Cataluña. Y, a este respecto, recuerdo una conversación que oí a bordo de un tren de los muchos y abarrotados trenes que hacen la tercermundista ruta entre Barcelona y Alicante. (Nunca cogí uno de estos trenes que no fuera lleno hasta el último asiento. No sé a qué esperan para poner un TGV: sería EL ÚNICO TGV rentable de toda la península! Pero claro, a lo mejor eso también sería "fomentar" vaya Ud. a saber qué).
Era una voz castellana que provenía de unos asientos a cierta distancia. El sujeto hablaba con voz contundente, segura y altanera, con esa chulería, pretendidamente simpática, tan propia de la raza. Decía que era profesor de educación física en un instituto de Cataluña, y bla bla bla, y que él, claro está, sabía catalán y que a veces lo hablaba con compañeros catalanes que tenía. Uno de los contertulios de tren le preguntó si daba también sus clases en catalán. "Podría hacerlo", contestó, "pero tengo muy claro que no quiero y que nunca voy a dar la clase en catalán: porque entonces estariamos FOMENTANDO otro tipo de cosas..."
Fomentar. Hay que tener mucho cuidado con no "fomentar". Ahora ha sido el Fiscal Superior de Cataluña el que "ha fomentado". Y claro, tiempo ha faltado para dictar una "fatua" contra él desde Madrid, una fatua de destitución. Eso del nacionalismo es bastante grave, sobre todo cuando hay un poder y un ejército detrás.
Cuetu
NACIÓN, ESTADO Y REGIÓN.
ResponderEliminarHay estudiosos del tema que postulan una distinción conceptual entre "pueblo" y "nación", de manera que un pueblo sería un grupo humano territorial pero sin conciencia de identidad propia. Un pueblo con conciencia de su diferencia identitaria sería, en cambio, una nación. Por mi parte, no creo que sea aceptable esta distinción. Porque si miramos la realidad de los grupos humanos, la conciencia de indentidad suele estar muy desarrollada. Por ejemplo, los gitanos, una gente que ha perdido muchos de sus rasgos de identidad nacionales originarios (lengua, territorio, religión, etc.) suelen tener una conciencia de grupo bastante desarrollada: cualquier gitano es perfectamente consciente de su identidad gitana, diferente de los payos. Yo los llamaría "nación gitana".
Por otro lado, recíprocamente, hay grupos humanos a los que consideraríamos, y ellos mismos se consideran, como regiones o subgrupos de una nación mayor (puesto que no presentan "suficientes" rasgos identitarios diferenciales de los expuestos en el punto 2), cuyos miembros tienen plena conciencia de sus rasgos indentitarios: aragoneses, andaluces, extremeños... Por lo tanto, no podemos atribuir a la conciencia de identidad diferenciada un papel tan distintivo como los esstudiosos aludidos hacen. Incluso, las bandas urbanas o barrios de determinadas ciudades cultivan su identidad diferenciada y son conscientes de ella, y nunca se nos ocurriría llamarlos naciones.
El uso de "pueblo" tiene tambien el inconveniente de sus múltiples accepciones: 1. núcleo de población. 2. clase social diferente de la aristocracia y del clero. 3. conjunto de los ciudadanos de un estado, sin atender a las diferencias de nacionalidad que puede haber entre ellos. 4. nación, en el sentido que postulamos aquí.
Propondría yo, por tanto, llamar nación a todo grupo humano que cumpla con los rasgos indentitarios expuestos en el punto 2. Rasgos, naturalmente, criticables, revisables y ampliables. Tanto si ha llegado a constituir un estado como sí no. Propongo llamar estado a los organismos y aparatos de poder de que se dota una nación para, en buen principio, mantener y defender su territorio, sus ciudadanos y sus leyes de posibles agresiones externas. Y propondría llamar región de una nación a un grupo de gente ligada a un territorio pero que consideramos que no presenta suficientes razones identitarias para constituir una nación diferente.
Cuetu
EL USO DEL TÉRMINO "NACIÓN"
ResponderEliminarFácilmente se echa de ver que no se puede llegar a una objetividad total en el uso de estos conceptos. Como cualquier otra palabra del idioma, cada persona la usa según sus particulares intenciones y necesidades de comunicación, sin que pueda fijarse un sentido "obligatorio" para todo el mundo, como pretenden hacer los diccionarios normativos.
El núcleo de mi propuesta sobre el concepto de nación se encuentra en los rasgos indentarios del punto 2. Si consideramos que se cumplen suficientemente, llamaremos nación a ese conjunto humano. Caso contrario, ese grupo lo consideraríamos región, parte de otra nación mayor. Pero claro está, el criterio de otra persona para aplicar el término "nación" puede ser completemente diferente. Aunque sí sería exigible que fuera claro: "¿Qué estás entendiendo, Pedro, por nación cuando hablas de naciones?" "¿Te refieres sólo a los estados constituídos en la ONU?" "¿Puede haber, a tu criterio, Pedro, naciones que no tengan estado propio?" "¿Todos los grupos humanos que no tengan estado propio deben ser llamados "regiones" obligatoriamente"? ¿"Cuál es, pues, Pedro, tu concepto de nación?"
El uso de "nación" o "región", naturalmente, no es políticamente neutral. Si yo hablo de los bretones o de Bretaña como nación, estoy descubriendo mis pensamientos, mis deseos o mi simple estética política. Si hablo de Bretaña como bella región francesa, pues lo mismo. Por ello la lengua, que es sabia, provee una serie de términos mas políticamente neutrales, para las ocasiones en que no queramos marcar las tintas en un sentido ni en otro: el pueblo bretón, la etnia bretona, la cultura bretona, el grupo humano bretón.
El uso de la palabra nación, en resumen, no puede limitarse a los estados constituídos, y debe ampliarse a otros grupos humanos sin estado. A cuáles y en base a qué razones, ya sería más discutible. Pero siempre será tanto más justificado cuantos más rasgos diferenciales existan: lengua, religión, raza (¡perdón! rasgos físicos), costumbres, folclore, manera de ver la vida, manera de hacer las cosas, unidad económica o diversidad integrada, etc.
Cuetu
Con estas últimas reflexiones, creo que se completa todo lo que se puede decir sobre el término. Hay que recoger, también, todo lo reflexionado por los otros amables colaboradores sobre el nacionalismo, o deseo de los miembros de una nación de llegar a ser soberanos e independientes. Voluntad política de independencia y soberanía, que es la fuerza que transforma Y MANTIENE (no lo olvidemos: mantiene) a las naciones en la situación política de estados. Con todo este material, volveré a redactar de nuevo los 9 puntos, con lo cual quedará todo bastante modificado. Ya no se trata de un concepto perfecto previamente existente en el cielo platónico, cuyo contenido hay que descubrir y fijar. Sino un convenio entre los hablantes para aplicar el término "nación", o no aplicarlo, a diferentes grupos humanos, revisable, discutible y siempre dependiendo de la subjetividad de cada uno. Ni más ni menos que como los demás conceptos de la lengua.
ResponderEliminarCuetu
Buen trabajo Sr. Cuetu. Este blog le debe mucho.
ResponderEliminarCon todo lo dicho anteriormente en este epígrafe, ya podemos resumir y elaborar un artículo definitivo:
ResponderEliminar¿QUÉ ES UNA NACIÓN?
1 Nunca se ha detectado una discontinuidad entre la territorialidad que manifiestan los mamíferos primates y la territorialidad que manifiestan los humanos; la segunda se nos aparece, desde la más remota prehistoria, como una extensión natural de la primera. Es decir, siempre se observa que los humanos han vivido en grupos numerosos, controlando y ocupando una superfície de tierra que constituye su espacio vital y de la cual extraen sus medios de subsistencia. Nunca se ha observado que los humanos vivieran en la forma de individuos (o familias nucleares) separados y sin relación entre sí y sin ninguna vinculación con ningún territorio. Y ello ha sucedido así persistentemente hasta nuestros días, sin que haya sido observada ninguna discontinuidad. Puede afirmarse, pues, que los humanos no hemos perdido en ningún momento de la historia ese instinto o institución territorial que (como otras instituciones importantes) nos viene de los primates, sino que la hemos transformado de manera que hoy en día aparece bajo la forma de naciones. La razón de ser de la nación no hay que buscarla, pues, en una voluntad política fundacional o un acto racional equivalente, ni en un producto de la evolución de la historia, sino en los más básicos instintos que compartimos con los primates y otros animales.
2 Una nación es un grupo numeroso de gente, que ocupa un territorio extenso que consideran propio, unida por lazos emocionales basados en la consaguinidad étnica, la conciencia y memoria de una historia común como grupo, el uso cotidiano de una lengua común, las costumbres comunes y unas creencias o religión; cierta manera común de comportarse y de hacer las cosas de la vida; un sentimiento y una conciencia de pertenencia, identificación y de fidelidad al grupo, que no excluye la crítica o la discrepancia; un instinto territorial que llega incluso a la utilización de la guerra como medio de defensa cuando el territorio es invadido por grupos humanos ajenos a la nación. En resumen, una nación es un grupo humano con un conjunto de rasgos indentitarios que lo diferencian de otros grupos, y que ocupa un territorio propio.
3. El alcance e importancia identificativa de los rasgos mencionados puede ser diferente de unos grupos nacionales a otros. En una nación, la lengua y la cultura pueden ser los rasgos más importantes y definitorios, mientras que en otra lo será la religión o las costumbres. Por otro lado, la importancia y la distribución de unos rasgos nacionales determinados puede no ser homogenea a lo largo de todo el territorio de la nación, de tal manera que, por esta causa, podrían determinarse regiones internas dentro de una misma nación. En algunos casos, podría suscitarse la cuestión de si, en una determinada región, sus rasgos diferenciales tienen suficiente entidad e importancia como para que se pueda hablar de una nación diferente.
4 Las relaciones de fuerza entre las naciones a lo largo de la historia, han conducido a situaciones políticas muy diferentes. Algunas naciones han conseguido la soberanía o independencia política, que es la situación en la cual ninguna otra nación tiene potestad para imponerles leyes o dictados. Una nación soberana o independiente se rige sólo por sus propias leyes, y es libre de aceptar o no las dependencias, alianzas o tratados internacionales que desee. El poder de una nación soberana es ejercido por su estado: conjunto de instituciones civiles o militares que gobiernan sobre los hombres y el territorio. Las formas de estado y de gobierno pueden ser muy variadas entre las diferentes naciones. Los límites territoriales de la nación soberana suelen ser claros, reconocidos y respetados por las otras naciones. Una nación soberana e independiente es reconocida como tal por el resto de las naciones.
5) Históricamente, la soberanía de la nación era ejercida y ostentada por los reyes y otros soberanos. A partir de las revoluciones inglesa y americana, la soberanía de las diferentes naciones pasa progresivamente a ser ejercida y ostentada por el conjunto de miembros de la nación: el pueblo soberano.
ResponderEliminar6) Otras naciones no tienen soberanía ni independencia. Su territorio nacional y sus gentes están bajo la soberanía y potestad de otra nación más fuerte, o repartido entre varias. Algunas han perdido, incluso, uno o más de los rasgos identitarios caracterizadores expuestos en el punto 2, por ejemplo, la lengua común, o la memoria histórica, la religión, o incluso ya no ocupan un territorio que puedan llamar propio. Sin tener independencia ni soberanía, en el seno de estas naciones pueden surgir movimientos políticos que las reclamen (movimientos justamente llamados nacionalistas), mientras que otras naciones parecen aceptar su subordinación sin discrepancia aparente. En este sentido, se observa un amplio espectro de situaciones posibles, desde la enérgica reclamación de independencia por una gran mayoría de miembros de la nación, hasta la pasividad total y la aceptación aparente de su subordinación.
7) Existen reinos o estados que ejercen soberanía sobre más de una nación. Por regla general, hay una nación de las que forman el reino o estado que es políticamente, económicamente o militarmente hegemónica, y que controla el estado en mucha mayor medida que el resto. En estos casos, hablando con propiedad, la nación soberana sería sólo la nación hegemónica, mientras que las otras, que bien pudiéramos llamar naciones sometidas, carecerían de soberanía en la práctica. En esta situación, no obstante, pueden darse diferentes grados y dinámicas de hegemonía-subordinación entre las naciones que constituyen el estado. Recíprocamente, existen también naciones que se extienden por dos o más reinos o estados; una nación de estas características podría ser nación hegemónica en uno o más de esos estados, o bien no serlo en ninguno.
8) .Recíprocamente, se han dado casos históricos (o se pueden encontrar en la actualidad) de territorios soberanos o regionales diferentes que están en proceso de evolución separada y diferenciación progresiva, aunque los habitantes de todos ellos poseen en común suficientes características definitorias de las que se mencionan en el punto 2, incluyendo una conciencia identitaria común. En tal caso, dichos territorios y sus habitantes pueden verse como fragmentos de una única nación, puede considerarse que los rasgos que los unen son más importantes que los que los separan y podría pasarse a reivindicar políticamente la unificación o reunificación de esos territorios. En esto puede haber también, naturalmente, diferentes grados y dinámicas, desde reunificaciones conseguidas hasta indiferencia total a la evolución por separado y diferenciación progresiva. Este hecho es también independiente de que los territorios o fragmentos en cuestión sean soberanos (con estado) o no lo sean.
9) Las naciones no son eternas. Históricamente, se ha observado que pueden surgir naciones nuevas y pueden morir naciones existentes. El nacimiento de una nueva nación suele producirse cuando una parte de la población de una nación emigra a distancia considerable del territorio nacional inicial, o cuando una potencia o unas circunstancias particulares imponen una separación radical entre las partes del territorio nacional inicial. Esta separación geográfica o política puede ir cambiando las características internas de cada grupo mencionadas en el punto 2, o puede hacer que, aun no cambiando mucho, los rasgos que separan a ambas comunidades sean percibidos como más importantes que los que las unen; de esta manera, en un proceso de muchos años o secular de evolución y diferenciación, lo que era en principio una nación son ahora dos o varias naciones diferentes. Este hecho es independiente de que las naciones en cuestión sean soberanas e independientes o no lo sean
10) La muerte de una nación puede producirse por la eliminación física de todos sus miembros; pero generalmente se produce por asimilación. Cuando una nación está sometida a la soberanía de otra, puede suceder que los miembros de la nación sometida se vayan asimilando, progresivamente y en un proceso secular, a los miembros de la nación dominante. Las características nacionales mencionadas en el punto 2 irían desapareciendo progresivamente en la nación sometida, y siendo substituídos por los rasgos de la nación dominante, de manera que, al final del proceso, ya no existiría sino una única nación. En la actualidad, entre las naciones sometidas, podemos observar diferentes grados y dinámicas de este proceso de asimilación, desde naciones que han llegado ya a la asimilación y desaparición total hasta otras en las que el proceso no ha hecho más que iniciarse; desde las que resisten políticamente a la asimilación, con mayor o menor fortuna, hasta las que se resignan con actitud pasiva
ResponderEliminar11) De los puntos anteriores se desprende claramente el significado y alcance de los términos nación, estado y región. Quedan por comentar algunas designaciones alternativas usuales. Pueblo: Es un término ambiguo, y puede ser necesario cuando queremos hablar con ambigüedad, sin definirnos sobre si tal grupo humano es o no es una nación, región u otra cosa. Etnia: Es un eufemismo para evitar hablar de raza. Si prescindimos de las diferencias físicas, sería un sinónimo de nación, pero sólo para aplicar a naciones sometidas, puesto que no se suele hablar de etnias para referirse a las grandes naciones del mundo actual. Tribu: Cuando una nación la percibimos muy reducida en miembros y con un nivel de vida muy primitivo, de manera que vemos poco viable que pueda llegar nunca a ser una nación moderna y normal como el resto. País: En la práctica actual, es sinónimo de estado soberano.
12) En teoría, cualquier grupo de gente que se reivindique como nación y luche políticamente por esta idea podrá devenir nación; no haría falta poseer rasgos identitarios. Pero en la práctica, sólo sucede que la reivindicación nacionalista va ligada a la posesión de ciertas características identitarias de las mencionadas en el punto 2. La razón de esta coincidencia es que los rasgos identitarios proveen a la gente de una conciencia de diferencia acusada, y que esta conciencia se expande hasta abarcar la experiencia política de todo el grupo humano.
Casi hubiese sido mejor explicar aquello que, en colectivos humanos, no son nación o no están comprehendidos dentro del conjunto o definición de nación.
ResponderEliminarBuen trabajo.
Da la impresión de que toda la realidad humana ha quedado comprendida en tal definición y entonces el concepto de nación queda como el único concepto "no nacionalizable", pues no se puede "nacionalicionar" a sí mismo. Como el fuego es fuego por la razón de que no se puede quemar a sí mismo; o el agua es agua porque no se puede mojar a sí misma.
ResponderEliminarNo sé por qué interpreta Ud., Sr. Nesalem, que "toda la realidad humana ha quedado comprendida en tal definición". A mí no me lo parece ni de lejos. La nación es una cosa más entre miles de asuntos humanos, y si en este epígrafe me he centrado en esta cuestión no quiere decir que yo crea que no existan en el mundo miles de cuestiones más, tan importantes o más. Ahora bien, la humanidad, llevada de su instinto o de su razón, ha decidido organizarse en estados, basados en las naciones, y esto es un hecho incontrovertible. No hay ni un metro cuadrado de superfície terrestre que no esté bajo una u otra soberanía. Así es la realidad y así funciona, pero esto no quiere decir que todo deba someterse al concepto de nación, ni muchísimo menos.
ResponderEliminarCuetu
¿Colectivos humanos que no sean naciones? Hay muchos y muy variados: iglesias de todas clases, clubs de ajedrez o colombófilos, escuelas, facultades universitarias, Greenpeace, bandas juveniles, colectivos de gays y lesbianas, sindicatos, empresas, sociedades de labradores, bandas de traficantes, el chulo y sus putas, etc. etc. Algunos son internacionales, otros internos a las naciones. Pero ninguno de ellos es una nación en sí.
ResponderEliminarCuetu
Veamos como algunos casos concretos se ajustan a la definicion.
ResponderEliminarLos judíos perdieron su territorio nacional y su lengua. Sus rasgos identitarios principales serían, pues, la religión y las costumbres, además de cierta consanguinidad de tipo étnico. Ahora bien, la tendencia de las naciones a la territorialidad se manifiesta en su búsqueda incesante de un retorno a su tierra ancestral, conseguida en el siglo XIX. Pero también se manifestó en la tendencia a agruparse en barrios propios de las ciudades medievales, las juderías. Y hay que suponer que tal agrupamiento no respondía solamente a coerción de las autoridades cristianas.
Caso parecido serían los gitanos. Perdido su territorio, su lengua y su religión ancestral, quedarían solamente como rasgos identitarios las costumbres y la consanguinidad étnica. También, como los judíos, manifiestan cierta territorialidad en la tendencia a agruparse en barrios o BLOQUES propios dentgro de los barrios. Y este agrupamiento no responde solamente a coerción de las autoridades payas.
Cuetu
Las ciudades-estado de la antigüedad helénica corresponden al caso descrito en el punto 8, que incluye también casos como la Italia o la Alemania del siglo XIX, anteriores a la unificación.
ResponderEliminarLas nuevas naciones que surgen en Norteamérica en el siglo XVIII y en Sudamérica en el XIX, corresponden a casos descritos en el punto 9. Pero estos nuevos estados de América, que incluyen en su interior naciones o tribus indígenas, corresponden al caso descrito en el punto 7. Este punto describe también estados como España, Francia, el Reino Unido o el Imperio Romano. El punto 7 describe un tipo de estado muy común.
Asturias, Andalucía o Aragón responderían a la descripción del punto 3. Cataluña (o los países catalanes) y Escocia, así como el Kurdistán o el Tibet, responderían a la descripción del punto 6.
Y así sucesivamente. Pregunta: ¿hay casos en la realidad actual o histórica que no puedan encajarse en los puntos de la definición? Quizá sí. Reto: encuéntrense.
Cuetu
Dice el Sr. Cuetu:
ResponderEliminar¿Colectivos humanos que no sean naciones? Hay muchos y muy variados: iglesias de todas clases, clubs de ajedrez o colombófilos, escuelas, facultades universitarias, Greenpeace, bandas juveniles, colectivos de gays y lesbianas, sindicatos, empresas, sociedades de labradores, bandas de traficantes, el chulo y sus putas, etc. etc. Algunos son internacionales, otros internos a las naciones. Pero ninguno de ellos es una nación en sí.
Y más tarde dice el Sr. Cuetu:
Pregunta: ¿hay casos en la realidad actual o histórica que no puedan encajarse en los puntos de la definición? Quizá sí. Reto: encuéntrense.
Nesalem dice:
Todo lo mencionado en la primer mención del Sr. Cuetu queda integrado en el concepto de nación pues no puede existir "realidad actual o histórica que no pueda encajarse en los puntos de la definición". Un ajedrecista es, antes de ser ajedrecista, un americano o un búlgaro o un suizo. No hay clubs ajedrecistas que se muevan en ningún vacío histórico, y; por tanto, todo club ajedrecista está ya penetrado y condicionado por el concepto de nación y nacionalismo. Los torneos internacionales de ajedrez tienen todos un matiz nacionalista. La puesta en escena de cualquier campeonato de ajedrez tiene en cuenta la nacionalidad de los comeptidores.
Los congresos de iglesias o las concentraciones católicas en El Vaticano van marcadas por las banderas de los diferentes países. "País" es curioso "países", "país".
Y así todo.
Resumiendo: Su concepto de nación abarca toda realidad. Nada se escapa en ÚLTIMA INSTANCIA, tan sólo el mismo concepto que no se puede abarcar a sí mismo.
He de seguir en otro momento con el concepto de nación que usted desarrolla. Me está estimulando un montón de reflexiones críticas sobre el concepto de nación tal como usted lo expone. ¿Cómo definiríamos "política"? Nada se escaparía a la política. "¿Economía? Nada se escaparía a la economía. "Todo es economía", me decía uno no hace mucho tiempo. ¿"Poder"? Nada se escapa a las relaciones de poder según algunos filósofos. ¿"Sexo?" nada se escapa al sexo según muchos. "¿Ser?" Nada se escapa al ser, etc, etc, etc...
ResponderEliminarLo curioso es que "el mundo" es una complejidad INABARCABLE de MULTITUD de factores que hacen que seamos lo que seamos y el factor nación es uno de ellos. Dicho factor estará en función del contexto social e histórico por el que pasa gente concreta en un determinado territorio. De ahí que el concepto de nación tenga un significado mucho más amplificado ahora en Cataluña que en Suecia, por ejemplo.
Pero si vamos al ámbito individual veremos que el factor nación o nacionalidad no es determinante, ni siquiere posee atración afectiva para muchísima gente. Un concepto, por muy objetivo que pretenda ser y abarcar, si no cobra vida en la gente de forma potentemente afectiva, es inoperante. Y ese concepto funcionará siempre dentro de una ideología que lo potencie como movimiento de masas en casos históricos concretos.
El nacionalismo necesita de un concepto potente --a ser posible un concepto que se hunda en las profundidades de la historia y del instinto-- de nación para poder ejercer en un momento concreto su poder político que es lo que realmente importa. De esa forma y en ese contexto de urgencia política, el concepto de nación ha de adquirir, a ser posible, total omnipotencia. Es una necesidad ideológica antes de ser una necesidad meramente antropológica.
Como siempre, en este tipo de definiciones o análisis, los individuos y sus decisiones personales o existenciales han de quedar al márgen. Interesan los colectivos. Son siempre mejor manejables, con menos interferencias y complejidades.
Pero hay más en el tintero a medida que voy leyendo esta gran definición.
Si yo u otros dijéramos que nos importa un carajo ser españoles o italianos o cualquier nacionalidad; y que nuestro "instinto primate" de territorialidad se extiende nada más que a nuestra vivienda por obvias razones; y, que lo que realmente nos importa es ser individuos de la forma que nos dé la gana. O que nuestras "territorialidades" van por la música o la buena literatura o la ciencia o el paseo diario por la ciudad o alguna ocasional mujer/hombre; y, que llegado el caso podríamos vivir en París, en Vancouver o en Kenia...
ResponderEliminar... Pues de acuerdo a esa definición de arriba de nación, nosotros quedamos fuera de forma voluntaria y ya no nos define ese concepto. Además somos ya grupos de bastante gente que nos vemos así y no hay punto de esa monumental definición que nos englobe.
En caso de guerra entre naciones o luchas políticas de tipo nacionalista pues procuramos emigrar, ignorar, no definirnos nunca en función de ninguna nación. Por tanto como grupo humano disperso e inasimilable quedamos fuera voluntariamente fuera de tal concepto. Simplemente, no nos da la gana de ser nación, ni nacionalistas, ni usamos bandera alguna; y la lengua que hablamos podría ser cualquiera también. Nos consideramos individuos a secas. Las colectividades políticas o antropológicas nos la traen floja.
Desde el momento que esa modalidad de ser humano descrita arriba es posible, entonces la definición de nación de arriba ha de sufrir modificaciones en forma de excepciones. El "instinto primate-territorial" ya sufre tal modificación que resulta irreconocible, por poner un ejemplo; y si un instinto "tan poderoso" puede sufrir tales modificaciones ya no nos puede servir de concepto básico. La base instintiva-biológica queda eliminada a favor de relaciónes de poder organizadas en torno a grupos humanos que comparten formas culturales comunes (sobre todo lingüísticas) y siempre modificables; de tal manera que se pueden producir subjetividades completamente desligadas de las identidades étnicas, nacionales-territoriales, etc.
ResponderEliminarComplicado, muy complicado este tema Sr. Cuetu. Luego está por revisar el uso que usted hace de relaciones de fuerza entre naciones. A mi me parece que las relaciones de fuerza abarcan mucho más que lo meramente étnico-lingüístico. Es mucho más complicado y eso requiere más trabajo y crítica. Creo.
ResponderEliminarNo por ello desmerece su gran esfuero a la hora de sentar base para tal monumental definición. Las definiciones suelen buscar la mayor simplicidad posible, pero a veces es imposible.