27 febrero, 2022

EL NO A LA GUERRA Y NO TODAS LAS OPINIONES MERECEN RESPETO

No a la guerra. ¿Qué guerra? Todas. ¿Estás seguro? Sí. ¿Entonces la guerra de la resistencia de los vietnamitas también es condenable? Bueno... ¿Y la guerra de los partisanos de la resistencia a Hitler también la condenamos? Bueno... ¿Y la guerras anticoloniales? ¿Y la guerra ocasional en Israel? Bueno... Quizás ese "no a la guerra" en abstracto en este momento quiera decir también "no a la guerra defensiva de los ucranianos contra Rusia", ¿sí? No entiendo nada, o quizás lo entiendo todo. La


ideología no muere. La izquierda que antes era crítica contra determinadas guerras y las nombraba y defendía otras, resulta que ahora no puede nombrar la guerra, ni a los agresores ni agredidos. Lo cual es beneficiar a Rusia y a Putin. Es quizás la manera menos obscena de apoyar a Putin. Bueno, entonces no estamos hablando de la postura budista o cristiana pacifista de paz incondicional, sino de la defensa disimulada, cínica e hipocritona de la guerra de Putin contra el mundo, al cual ha amenzado con "consecuencias nunca vividas en la historia", o sea, la guerra nuclear. Me pongo a temblar cuando veo ese "no a la guerra" en algunas concentraciones, que incluso va seguido de "No a la OTAN", pero nunca "No a Putin". Creo que Maquiavelo ya lo dijo todo en su día. Vale todo aquello que te sostenga en el poder: el engaño, la violencia, la simulación. Lo importante es mantener el poder.

Hoy día se habla mucho de respetar la opinión de los demás. "Yo no estoy de acuerdo, pero respeto tu opinión" se dice como una muestra de liberalidad y amor a la democracia y al diálogo. En realidad esto no es así exactamente, si alguien dice que 2+2=5, le diré que no es verdad y que no respeto su mentira. O sea, respeto su persona, no le voy a insultar por ello o humillar o pegar palos delante de todos, pero sí le diré con toda la amabilidad posible  que su opinión no es respetable, que no es verdad, que corrija tal juicio equivocado por su salud mental. Bueno, alguien diría, en caso de verdades axiomáticas o juicios analíticos como el caso de 2+2=4, al no ser materia opinable pues sí, usted tiene razón. No se puede respetar tal aserto o juicio en un diálogo o debate. Pero si son cosas opinables como la política, la moral, la religión, los valores estéticos de una obra de arte, pues entramos en un terreno variable, impreciso, subjetivo y el respeto a las ideas ajenas, por muy ridículas o nefastas que nos parezcan han de ser


respetadas por amor a la convivencia y al respeto que merece tal opinión por muy equivocada que le parezca. Pero ¿es éso así? ¿Respetamos de forma neutral todas las opiniones que nos llegan al oído con liberalidad de santo democrático? Creo que no. La frase "no estoy de acuerdo, pero respeto su opinión", no creo que se refiera al respeto a la opinión per se, como opinión que me puede resultar ridícula, obscena, o fruto de la más pura ignorancia y petulancia. Se refiere a que defiendo la libertad para que usted pueda expresar cualquier opinión sin que venga la policía a detenerle o torturarle por haber expresado tal opinión. Es algo diferente. En los sistemas democráticos ese respeto del opinante a opinar lo que le dé la gana está asegurado y grantizado, aunque la opinión per se solo se puede respetar si sigue una razón o lógica apropiada, o demuestre unas evidencias inegables o nos pueda crear una incognita que nos haga pensar en lo dicho. Respetamos la libertad de expresar toda opinión, pero hay opiniones que por su naturaleza no pueden ser aceptadas o respetadas. Todos lo sabemos.

02 febrero, 2022

LOS PROFETAS HEBREOS Y SU SINGULARIDAD. UNA REFLEXIÓN EN TORNO A ABRAHAM JOSHUA HESCHEL Y SU LIBRO "THE PROPHETS"

Había pedido el libro a Amazon hacía tiempo pero nunca había llegado el momento de leerlo. El libro era "The Prophets" de Abraham Joshua Heschel (1907-1972). Un día llegó la hora de su lectura y he de confesar que hay un antes y un después una vez terminada la lectura de tal libro. Mi lectura anterior de los profetas me resultaba bastante confusa, el estilo más bien poético, altamente simbólico, pero sin referencias claras. Téngase en cuenta que para la mente actual, por mucho que se haya leído la Biblia o partes de ella, el estilo arcáico del

Antiguo Testamento nos puede resultar un tanto farragoso en ocasiones, aunque en otras nos delite por su sencillez y forma directa de relatar. Obviamente la época, las preocupaciones, la cultura tan lejana a la nuestra, la acertada traducción que podamos tener entre manos; y, sobre todo la visión del mundo a que nos abren estos textos tan antiguos, nos pueden complicar la lectura si no tenemos la motivación y la paciencia suficientes. En la Biblia lo político, lo moral, lo histórico o lo personal se impregnan de religión, de un sentido fundamental religioso en torno a la complicada relación entre el pueblo de Israel y su Dios Yahveh o Jehová.

Es por eso que el concepto de inspiración va a resultar muy importante para tratar de entender en base a qué tales declaraciones, tales palabras que han salido de Dios o se han registrado como mandatos, leyes, promesas, fundamento de un pacto, profecías, diálogo, condenas, visiones, etc.; ya que tales enunciados reclaman para sí legitimidad, autenticidad, autoridad, por parte del pueblo a quien van dirigidos. No vale cualquier cosa y para ello hay maneras de comprobarlo por medio de acontecimientos, milagros, hechos puntuales; y sobre todo la integridad profética que demuestran los profetas por medio de "así dice Yahveh", seguido de todo un lenguaje poético, metafórico, simbólico que sin duda expresaba la voluntad de Dios para todos aquellos a quien iba dirigida.

Heschel va despejando poco a poco en sus más de seiscientas páginas cuál era la singularidad de los profetas bíblicos que los separaba de otros personajes parecidos de los diferentes sistemas religiosos de otras naciones y pueblos contemporáneos, con sus sacerdotes, bardos, terapeutas, magos, videntes, derviches, o profetas cortesanos. La diferencia fundamental para nuestro rabino estudioso estriba en la forma objetiva con que el


profeta recibía la llamada de Dios. El profeta hebreo no hablaba por medio de un sueño o por medio de una alteración provocada de la conciencia, o al haber recibido una epifanía que se apoderaba de todo su ser de manera total, o un arrebato que hacía disolverse el yo en un trance y entonces la voz de Dios salía directamente usando a su escogido como un médium se ofrece como canal conductor de un mensaje ajeno a su persona y de forma inconsciente. No. Según Heschel el profeta era del todo consciente del mensaje que recibía de una Voz que le llamaba a él como persona, como yo que escucha y es totalmente consciente de lo que está pasando y que incluso sabe las consecuencias que tal proclamación del mensaje le podía provocar. Es una llamada que no absorbe la personalidad del profeta y entonces puede decir, aun temblando de miedo o sintiéndose forzado a hacer lo que no quiere, que "Así dice Yahveh". Al contrario de los falsos profetas o los profetas cortesanos de Asiria o Babilonia o los enunciadores de oráculos griegos, el profeta hebreo ha de denunciar al poder aquello que resulta injusto y opresivo con el pobre, aquello que va contra la política oficial del momento y que puede costarle la vida.

En resumen, Abraham Joshua Heschel, nos hace entender el texto escrito de los profetas con una nueva luz que nos abre significado y una mayor panorámica en aquel mundo pre-exílico y pos-exílico del Israel bíblico.      

LA INCREIBLE PREGUNTA SOBRE DIOS

 Poco a poco vas buscando a Dios y vas agotando sin remedio. Dios es una palabra que no lleva a ningún sitio concreto, solo a infinitas espe...