Siguiendo la lógica del mito paulino Dios hecho hombre es el hombre concreto que vive en carne y hueso y sufre, se alegra; vive la carne con sus debilidades, y camina hacia la muerte a través de la crucifixión. De no ser así no tiene sentido que Dios se haya encarnado en el hombre concreto, material, histórico; pecador, contingente. Es decir: si Dios se encarna en un ser humano para ser un Superman con poderes sobrenaturales y no un hombre que siente y padece las tentaciones de la carne, el sexo con las mujeres; las pasiones negativas o creativas, las equivocaciones y los aciertos; entonces esa encarnación no tiene sentido. Jesús, como hombre, tuvo que haber sido un judío de su época; con sus anhelos religiosos y su pasión particular mesiánica-nacionalista. Tuvo que haberse enamorado alguna vez, desear cosas impuras; haberse dejado llevar por arrebatos; pero también un hombre con virtudes, aciertos y creatividad. Dios entonces se encarnó en Jesús como se está encarnando diariamente e infinitamente a cada instante como hombre/mujer. Jesús vivió su Calvario, su crucifixión hasta la muerte; pero después de la muerte surge el Cristo de la resurrección y la victoria. Nosotros vivimos como hombres y mujeres nuestro calvario, nuestra crucifixión, para luego; después de nuestra muerte resucitar en el Cristo victorioso. Pero esto es algo más importante: es una crucifixión y resurrección diaria e infinita en cada instante. En cada momento de nuestra vida ya se está dando esta crucifixión/resurrección de un modo infinito y eterno.
Esta podría ser la clave de la experiencia paulina. Los evangelios trataron de representar un Jesús-divinizado (recordad que los evangelios como relatos son relativamente tardíos y escritos cuando ya existe una teología sobre Jesús); pero esa fue su equivocación: Jesús tuvo que haber sido representado como el hombre que era, como un hombre de carne y hueso de su época. Pablo así lo debió de entender, pues es notorio que a Pablo no le interesa apenas la vida del hombre Jesús (quizás para evadir un problema toelógico); pero sí lo que este hombre crucificado significó para reavivar su poderoso mito de Dios que se encarna como hombre para morir, vencer a la muerte y resucitar y así modelar un arquetipo eterno que todos los hombres y mujeres encarnamos en todo momento. La fe, entonces, es la revelación de este milagro. El evangelio es este milagro.
31 marzo, 2010
30 marzo, 2010
LA RESURRECCIÓN CRISTIANA
Me hacen esta pregunta en relación a mi anterior escrito sobre Pablo. La hago extensiva a los lectores de este Atrio.
Nesalem
15:13 Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó.
15:14 Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.
15:15 Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan.
¿esta afirmación de Pablo es lenguaje mítico o es una afirmación histórica?
Históricamente la epístola (1ª Corintios) es un hecho y está demostrado que ha sido escrita por Pablo. Pero la resurrección de los muertos no es un hecho comprobable históricamente. Lo empíricamente demostrable es que los muertos no resucitan saliendo de sus tumbas de un modo visible y comprobable por testigos presentes que puedan levantar acta de tales acontecimientos, de ahí que las narrativas evangélicas sobre la resurrección sean tan confusas y contradictorias. Ni tampoco resucitan de otras maneras visiblemente objetivas y palpables. Eso ha sido así en la antigüedad y en el presente. Otra cosa es la resurrección como tema teológico. O sea, la resurrección como tema de fe y es sabido que a la fe no se llega por hechos empíricos, ni por demostraciones racionales; a la fe se llega por la conversión. El ordenador en el que estoy escribiendo es real y palpable. Si ahora entra otra persona en mi despacho verá el mismo ordenador y si entran mil personas de diferentes culturas o creencias, el ordenador sigue estando ahí: tan objetivo y palpable como al principio. No es así con la fe. Yo no puedo mostrar mi fe de una manera materialmente objetiva, visible por un acto de voluntad. Es decir, yo no puedo decir a mi gato: “¡Vuela gato!” y el gato por el poder de mi fe va y se pone a volar. Imposible y absurdo. Mi fe es una experiencia subjetiva. Esto quiere decir que participa de los mismos elementos de representación que mi imaginación. Yo, con mi imaginación, puedo crear mundos de ficción, puedo inventar personas o personajes que cobran vida; puedo recrear el mundo de una manera insólita a través de la música o un cuadro. Pero esos personajes no son reales, no tienen existencia física; esos mundos transmutados no son reales: sólo existen como representación y solo tienen el potencial de ser comprendidos por otra mente humana capaz de conectar o de despertar a la misma experiencia (aunque en sus propios términos). La resurrección de los muertos existe a ese nivel de la fe, o de la imaginación, si se quiere.
Pero que la fe no pueda ser demostrada como algo objetivo al modo en que lo es mi ordenador o ese árbol de ahí enfrente, no quiere decir que no tenga una vida propia, una energía propia en la mente del creyente. La conversión cristiana implica necesariamente un cambio de perspectiva y de vida. Implica así mismo una interpretación de la realidad histórica y objetiva que es diferente a otras: la musulmana, la budista, la atea, etcétera. Y, muy importante, implica también una conducta y un modo de actuar en el mundo distinto a otras prácticas o modos de actuar. Pero hay algo que es universalmente válido para todas las representaciones subjetivas: ninguna puede hacer que ese árbol que tengo enfrente se transforme en gato o este ordenador mío se convierta en una nave espacial. Ninguna tiene el poder de transgredir las leyes físicas que rigen el universo y la resurrección física y palpable de un cadáver que sale de la tumba es un imposible comprobable de forma absoluta. Aunque sí es posible bajo el poder de la imaginación y sobre todo de la imaginación encendida por el poder de la fe.
Efectivamente, la fe cristiana sería absurda y no tendría sentido si no creyéramos en la resurrección de los muertos, pero esa resurrección de los muertos no es algo que sea dado física y objetivamente como llevamos siglos comprobándolo. No es así como funciona la fe. Dejaría de ser fe si así fuese y pasaría a ser hecho real ante el cual habría que obedecer o aceptar de forma absoluta como el árbol que veo por la ventana. Las realidades espirituales tienen su propio lenguaje: el lenguaje teológico-mítico, la historia sagrada como representación visual y sensual de los arquetipos míticos que ordenan la experiencia de la fe. El Jesús humano, el judío Jesús que pretendió ser el Mesías o que anunciaba el Mesías; murió ajusticiado en la cruz y así había de ser: total abandono a la muerte, la muerte física con todas sus consecuencias: corrupción, gusanos, etcétera. Pero la muerte física no es la muerte espiritual: la fe nos revela que esa muerte física no es donde acaba todo, que este cuerpo físico puede ser transformado y transmutado por medio de la fe y con ello descubrir la eternidad e infinitud en la que ya estamos inmersos aunque no despiertos. La muerte física es la puerta definitiva a otras dimensiones espirituales y eso, por necesidad, está siempre presente en la mente de los creyentes. Es una representación imaginativa firme y absoluta, no un circo o espectáculo de magos sacando cadáveres de las tumbas o jugando con las supersticiones de la gente. En ese sentido histórico y objetivo no hay resurrección. El Cristo resucitado de Pablo es algo que se ve con el poder de la gracia y la fe. Quien no posee esa gracia y esa fe nunca podrá creer en la resurrección.
Es así que una interpretación positivista o “materialista” de la resurrección obedece más a un espíritu pseudo-científico que a la realidad de la fe. Muchos protestantes fundamentalistas caen, paradójicamente, en esta postura; que no es la de Pablo a mi entender si leemos Romanos 6:4: “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” Este es lenguaje mítico-teológico, no demostrativo de verdades objetivas.
Nesalem
15:13 Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó.
15:14 Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.
15:15 Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan.
¿esta afirmación de Pablo es lenguaje mítico o es una afirmación histórica?
Históricamente la epístola (1ª Corintios) es un hecho y está demostrado que ha sido escrita por Pablo. Pero la resurrección de los muertos no es un hecho comprobable históricamente. Lo empíricamente demostrable es que los muertos no resucitan saliendo de sus tumbas de un modo visible y comprobable por testigos presentes que puedan levantar acta de tales acontecimientos, de ahí que las narrativas evangélicas sobre la resurrección sean tan confusas y contradictorias. Ni tampoco resucitan de otras maneras visiblemente objetivas y palpables. Eso ha sido así en la antigüedad y en el presente. Otra cosa es la resurrección como tema teológico. O sea, la resurrección como tema de fe y es sabido que a la fe no se llega por hechos empíricos, ni por demostraciones racionales; a la fe se llega por la conversión. El ordenador en el que estoy escribiendo es real y palpable. Si ahora entra otra persona en mi despacho verá el mismo ordenador y si entran mil personas de diferentes culturas o creencias, el ordenador sigue estando ahí: tan objetivo y palpable como al principio. No es así con la fe. Yo no puedo mostrar mi fe de una manera materialmente objetiva, visible por un acto de voluntad. Es decir, yo no puedo decir a mi gato: “¡Vuela gato!” y el gato por el poder de mi fe va y se pone a volar. Imposible y absurdo. Mi fe es una experiencia subjetiva. Esto quiere decir que participa de los mismos elementos de representación que mi imaginación. Yo, con mi imaginación, puedo crear mundos de ficción, puedo inventar personas o personajes que cobran vida; puedo recrear el mundo de una manera insólita a través de la música o un cuadro. Pero esos personajes no son reales, no tienen existencia física; esos mundos transmutados no son reales: sólo existen como representación y solo tienen el potencial de ser comprendidos por otra mente humana capaz de conectar o de despertar a la misma experiencia (aunque en sus propios términos). La resurrección de los muertos existe a ese nivel de la fe, o de la imaginación, si se quiere.
Pero que la fe no pueda ser demostrada como algo objetivo al modo en que lo es mi ordenador o ese árbol de ahí enfrente, no quiere decir que no tenga una vida propia, una energía propia en la mente del creyente. La conversión cristiana implica necesariamente un cambio de perspectiva y de vida. Implica así mismo una interpretación de la realidad histórica y objetiva que es diferente a otras: la musulmana, la budista, la atea, etcétera. Y, muy importante, implica también una conducta y un modo de actuar en el mundo distinto a otras prácticas o modos de actuar. Pero hay algo que es universalmente válido para todas las representaciones subjetivas: ninguna puede hacer que ese árbol que tengo enfrente se transforme en gato o este ordenador mío se convierta en una nave espacial. Ninguna tiene el poder de transgredir las leyes físicas que rigen el universo y la resurrección física y palpable de un cadáver que sale de la tumba es un imposible comprobable de forma absoluta. Aunque sí es posible bajo el poder de la imaginación y sobre todo de la imaginación encendida por el poder de la fe.
Efectivamente, la fe cristiana sería absurda y no tendría sentido si no creyéramos en la resurrección de los muertos, pero esa resurrección de los muertos no es algo que sea dado física y objetivamente como llevamos siglos comprobándolo. No es así como funciona la fe. Dejaría de ser fe si así fuese y pasaría a ser hecho real ante el cual habría que obedecer o aceptar de forma absoluta como el árbol que veo por la ventana. Las realidades espirituales tienen su propio lenguaje: el lenguaje teológico-mítico, la historia sagrada como representación visual y sensual de los arquetipos míticos que ordenan la experiencia de la fe. El Jesús humano, el judío Jesús que pretendió ser el Mesías o que anunciaba el Mesías; murió ajusticiado en la cruz y así había de ser: total abandono a la muerte, la muerte física con todas sus consecuencias: corrupción, gusanos, etcétera. Pero la muerte física no es la muerte espiritual: la fe nos revela que esa muerte física no es donde acaba todo, que este cuerpo físico puede ser transformado y transmutado por medio de la fe y con ello descubrir la eternidad e infinitud en la que ya estamos inmersos aunque no despiertos. La muerte física es la puerta definitiva a otras dimensiones espirituales y eso, por necesidad, está siempre presente en la mente de los creyentes. Es una representación imaginativa firme y absoluta, no un circo o espectáculo de magos sacando cadáveres de las tumbas o jugando con las supersticiones de la gente. En ese sentido histórico y objetivo no hay resurrección. El Cristo resucitado de Pablo es algo que se ve con el poder de la gracia y la fe. Quien no posee esa gracia y esa fe nunca podrá creer en la resurrección.
Es así que una interpretación positivista o “materialista” de la resurrección obedece más a un espíritu pseudo-científico que a la realidad de la fe. Muchos protestantes fundamentalistas caen, paradójicamente, en esta postura; que no es la de Pablo a mi entender si leemos Romanos 6:4: “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” Este es lenguaje mítico-teológico, no demostrativo de verdades objetivas.
EL ARQUETIPO MÍTICO CRISTIANO
La figura del Mesías judío fue mitificada por Pablo en la figura del Cristo. Pablo tuvo la gran idea-revelación de entender la salvación del hombre en lenguaje mítico. Todo ello ocurrió en un lugar mítico y eterno. Se da todos los días y en toda circunstancia en nuestra experiencia y en nuestra historia. El sacrificio de Cristo y toda la trama de salvación son arquetipos cósmicos ocurridos en una realidad mítica y eterna. Es un error creer en hechos literales como si los relatos de los evangelios correspondieran a una realidad histórica material y empírica. Los antiguos no concebían la historia tal como nosotros la entendemos ahora. Ellos no diferenciaban mucho lo que era un hecho real y el mito tratándose de figuras como Jesús o Moisés, por ejemplo. La historia se mitificaba y el mito se hacía historia de una forma natural.
La Redención del Hijo de Dios hecho hombre cobra mucha más fuerza cuando se eleva a la categoría de arquetipo mítico cósmico que abarca toda la experiencia del ser humano. Pablo así lo entendió y es por eso que el recibe su propia revelación del Cristo mítico, no del Jesús humano. Y él construye un arquetipo fuerte y poderoso que llega a las entrañas y vísceras espirituales del hombre. Pablo no es el tipo religioso que funda una religión con normas y rituales; Pablo es el hombre que vive una gran experiencia y la trata de comunicar al mundo.
Pecan los protestantes fundamentalistas de idolatría bíblica reduciendo el texto a una literalidad absurda e insostenible más propia del positivismo decimonónico que de los tiempos de Pablo. El cristianismo cobra fuerza extraordinaria cuando el mito, el logos, se encarna en nuestras vidas de una manera infinita y eterna.
La Redención del Hijo de Dios hecho hombre cobra mucha más fuerza cuando se eleva a la categoría de arquetipo mítico cósmico que abarca toda la experiencia del ser humano. Pablo así lo entendió y es por eso que el recibe su propia revelación del Cristo mítico, no del Jesús humano. Y él construye un arquetipo fuerte y poderoso que llega a las entrañas y vísceras espirituales del hombre. Pablo no es el tipo religioso que funda una religión con normas y rituales; Pablo es el hombre que vive una gran experiencia y la trata de comunicar al mundo.
Pecan los protestantes fundamentalistas de idolatría bíblica reduciendo el texto a una literalidad absurda e insostenible más propia del positivismo decimonónico que de los tiempos de Pablo. El cristianismo cobra fuerza extraordinaria cuando el mito, el logos, se encarna en nuestras vidas de una manera infinita y eterna.
29 marzo, 2010
SPINOZA ONE MORE TIME
Leí a Spinoza en la cama y antes de caer dormido medité sobre la sustancia, los atributos y los modos. Quedé disuelto en la infinita inmanencia de la sustancia y me dormí como flotando en una balsa de aceite de oliva. Al día siguiente desperté y os aseguro que el mundo seguía igual.
EL GRAN DÍA DE ABRAXAS
“El Gran Día de Jah habrá de llegar y los elegidos disfrutarán de su venganza. El gran libro del Apocalipsis es una Gran Venganza sistemática. Ríos de sangre recorren el Planeta para encontrar otros ríos con más sangre todavía. Los ángeles exterminadores no dan abasto cortando, aplastando, quemando cuerpos humanos que tratan de huir, de arrepentirse; pero que cuando hay un resquicio de paz o se les da mil años de prueba más; vuelven a sus andadas. Es decir: tornan a explotar, a matar, a perseguir a los débiles; a eliminar al pueblo escogido, a fundar y elevar al poder Nuevas Grandes Rameras o Bestias con Cuernos Horribles. El Apocalipsis limpia el planeta de humanos impíos y deja solamente al Resto Fiel, a la minoría que no se arrodilla ante la Bestia. Y luego aparece la Jerusalén espiritual sobre la Tierra limpia: un nuevo cielo y una nueva Tierra con el Mesías gobernando con una rama de olivo.
“Y los elegidos tendrán su huertita y sus prados verdes con leones que retozan con las ovejitas y los niños cantan y juegan al corro la patata y las mamás hablan sentadas en el prado mientras los papás juegan al fútbol o construyen casitas de madera de bricolaje y todos son felices y obedientes al Señor Jah”.
Pero en mi libro de Abraxas hay otra historia. El Gran Día de Abraxas es el Gran Desapego y la Gran Resurrección. Su revelación está escrita en letras doradas.
Yo, Trukamon ipso Tradewrt, he hablado.
“Y los elegidos tendrán su huertita y sus prados verdes con leones que retozan con las ovejitas y los niños cantan y juegan al corro la patata y las mamás hablan sentadas en el prado mientras los papás juegan al fútbol o construyen casitas de madera de bricolaje y todos son felices y obedientes al Señor Jah”.
Pero en mi libro de Abraxas hay otra historia. El Gran Día de Abraxas es el Gran Desapego y la Gran Resurrección. Su revelación está escrita en letras doradas.
Yo, Trukamon ipso Tradewrt, he hablado.
GLOUMAGHRTON Y LOS MERKLAPARTIANOS
Gloumaghrton que era un nerklapartiano de verdad. Hablaba poco y trabajaba lo más disciplinadamente posible. No juzgaba a nadie por sus ideas o valores; y, menos, por su palabrería tan vana como hueca. Tan solo juzgaba los hechos, lo que cada uno hacía con honradez y dignidad. Eso era lo que contaba. Era fiel defensor de una sociedad civil libre de las garras ideológicas de cualquier ideología política salvadora o interferencias religiosas; para él sólo contaba la acción humana digna, honrada y laboriosa. Lo demás era vanidad de vanidades: huera palabrería.
Era un fiel devoto de su iglesia merklapartiana y creía que las naciones prosperaban cuando sus ciudadanos se agrupaban en comunidades o asociaciones civiles o religiosas independientes. Era en las comunidades pequeñas donde se forjaba el individualismo más firme y laborioso y los merklapartianos procuraban instalar esa fuerza espiritual a sus miembros. Gloumaghrton leía a diario su Libro Sagrado y lo meditaba en silencio mientras su vida transcurría tan austera como laboriosamente productiva.
Ni que decir tiene que los merklapartianos como Gloumaghrton empezaron a ser objeto de burla, odiados, silenciados o denunciados por la simple razón de que su forma de vida les hacía ser más prósperos, más cultos, más educados; y aquello sí que era insoportable en aquella extraña región de un país tan parlanchín.
Era un fiel devoto de su iglesia merklapartiana y creía que las naciones prosperaban cuando sus ciudadanos se agrupaban en comunidades o asociaciones civiles o religiosas independientes. Era en las comunidades pequeñas donde se forjaba el individualismo más firme y laborioso y los merklapartianos procuraban instalar esa fuerza espiritual a sus miembros. Gloumaghrton leía a diario su Libro Sagrado y lo meditaba en silencio mientras su vida transcurría tan austera como laboriosamente productiva.
Ni que decir tiene que los merklapartianos como Gloumaghrton empezaron a ser objeto de burla, odiados, silenciados o denunciados por la simple razón de que su forma de vida les hacía ser más prósperos, más cultos, más educados; y aquello sí que era insoportable en aquella extraña región de un país tan parlanchín.
EN EL PAÍS DE HUMARGHOM
En aquella región de Humarghom la gente solía hablar mucho y teorizar sobre todo. Era una región llena de problemas y estancamiento económico. Los jóvenes tenían que emigrar porque los trabajos que había en Humarghom eran muy pocos y mal pagados. Sus políticos eran ineficaces y corruptos, pero salían votados una y otra vez por la misma gente que solía hablar mucho y teorizar sobre todo.
Para Hjyurwert injo Lopbhaqw aquella región tenía alma de esclava y profesaba una ciega obediencia a la mediocridad. Rascabas un poco en la conciencia de la gente y solo veías esclavos y siervos cagados de miedo y respetuosos con las autoridades corruptas. Eso sí, de boca para afuera todos eran unos ilustrados abanderados del progreso, de los derechos humanos, de la solidaridad más generosa. Todos pretendían estar al día y lo peor de todo: de estar de vuelta hasta de la misma Historia. Cuando se contrastaban y comparaban con la próspera nación de Sumarkan ellos eran mucho mejores, tenían un alma mucho más madura y civilizada que los sumarkanos. Según los humarghones los sumarkanos eran terriblemente individualistas, competitivos, agresivos y militaristas; mientras que ellos eran generosos, solidarios, cálidos, humanistas; maduros, civilizados y progresistas; sobre todo progresistas, palabra mágica donde la hubiera.
Hjyurwert injo Lopbhaqw se dio cuenta hasta que punto puede llegar la miseria humana. La región de Humarghom se desangraba día a día mientras que sus políticos, sindicalistas, burócratas y empresarios corruptos vivían a costa del heraldo público, de impuestos avasalladores, de subvenciones y ayudas sin merecimiento alguno. La humanista región de Humarghom era cada vez más pobre, mientras que los odiados ciudadanos materialistas e individualistas de Sumarkan prosperaban, solucionaban sus problemas, sus universidades eran las mejores; eran ellos los que inventaban, los que innovaban y todos los ciudadanos ambiciosos y con ganas de mejorar intentaban emigrar a Sumarkan cuando podían.
Hjyurwert injo Lopbhaqw se dio cuenta que la necedad humana no tiene límites. Así que un tanto amargado por su destino en la Tierra se puso a leer libros de sabiduría y lejanía imaginativa hasta que El Gran Día de Abraxas llegara de una vez.
Para Hjyurwert injo Lopbhaqw aquella región tenía alma de esclava y profesaba una ciega obediencia a la mediocridad. Rascabas un poco en la conciencia de la gente y solo veías esclavos y siervos cagados de miedo y respetuosos con las autoridades corruptas. Eso sí, de boca para afuera todos eran unos ilustrados abanderados del progreso, de los derechos humanos, de la solidaridad más generosa. Todos pretendían estar al día y lo peor de todo: de estar de vuelta hasta de la misma Historia. Cuando se contrastaban y comparaban con la próspera nación de Sumarkan ellos eran mucho mejores, tenían un alma mucho más madura y civilizada que los sumarkanos. Según los humarghones los sumarkanos eran terriblemente individualistas, competitivos, agresivos y militaristas; mientras que ellos eran generosos, solidarios, cálidos, humanistas; maduros, civilizados y progresistas; sobre todo progresistas, palabra mágica donde la hubiera.
Hjyurwert injo Lopbhaqw se dio cuenta hasta que punto puede llegar la miseria humana. La región de Humarghom se desangraba día a día mientras que sus políticos, sindicalistas, burócratas y empresarios corruptos vivían a costa del heraldo público, de impuestos avasalladores, de subvenciones y ayudas sin merecimiento alguno. La humanista región de Humarghom era cada vez más pobre, mientras que los odiados ciudadanos materialistas e individualistas de Sumarkan prosperaban, solucionaban sus problemas, sus universidades eran las mejores; eran ellos los que inventaban, los que innovaban y todos los ciudadanos ambiciosos y con ganas de mejorar intentaban emigrar a Sumarkan cuando podían.
Hjyurwert injo Lopbhaqw se dio cuenta que la necedad humana no tiene límites. Así que un tanto amargado por su destino en la Tierra se puso a leer libros de sabiduría y lejanía imaginativa hasta que El Gran Día de Abraxas llegara de una vez.
27 marzo, 2010
EL SUEÑO GNÓSTICO
El gnóstico tenía las claves para vivir con la mayor libertad posible. Su libertad era el casi absoluto desapego de este mundo que creía haber conquistado. Sabía que ya no pertenecía este mundo a pesar de tener que vivir en él con el viejo y andrajoso vestido de la carne. Pero su chispa divina estaba en lo profundo de su corazón y esa chispa era indestructible. Nadie podía apagarla, y nadie podía poseerla. Ese era su poder.
El gnóstico vivía aparentemente como todos los demás, pero en lo profundo de su ser había un desprecio radical hacia toda forma de existencia terrenal. Todo lo que era habría de morir en el inevitable tránsito en el tiempo y todo lo que habría de morir no merecía seria consideración. Lo que no era más que un soplo en un cosmos infinito no merecía la pena ser tomado en cuenta, y, menos sufrir por ello. La realidad era otra. La realidad era Abraxas y el reino de Abraxas era la luz, el origen de la luz; de los recuerdos más profundos, de las nostalgias más liberadoras. El gnóstico era hijo de la luz y la luz era eterna e indestructible. La chispa del gnóstico era un trozo de esa luz habitando en lo profundo de su ser; era su ser real. Por eso la visión del gnóstico era siempre transformadora y mágica. Si el mundo material y aparente estaba tejido de pesadillas y sufrimientos; el gnóstico veía transmutación y creatividad sin fin.
El gnóstico poseía el secreto del universo. Su vida era tan solo una travesía a través del universo material. Vivo en medio de la nada que pretende ser algo: el mundo del Demiurgo.
El gnóstico vivía aparentemente como todos los demás, pero en lo profundo de su ser había un desprecio radical hacia toda forma de existencia terrenal. Todo lo que era habría de morir en el inevitable tránsito en el tiempo y todo lo que habría de morir no merecía seria consideración. Lo que no era más que un soplo en un cosmos infinito no merecía la pena ser tomado en cuenta, y, menos sufrir por ello. La realidad era otra. La realidad era Abraxas y el reino de Abraxas era la luz, el origen de la luz; de los recuerdos más profundos, de las nostalgias más liberadoras. El gnóstico era hijo de la luz y la luz era eterna e indestructible. La chispa del gnóstico era un trozo de esa luz habitando en lo profundo de su ser; era su ser real. Por eso la visión del gnóstico era siempre transformadora y mágica. Si el mundo material y aparente estaba tejido de pesadillas y sufrimientos; el gnóstico veía transmutación y creatividad sin fin.
El gnóstico poseía el secreto del universo. Su vida era tan solo una travesía a través del universo material. Vivo en medio de la nada que pretende ser algo: el mundo del Demiurgo.
UN SIMIO LLAMADO HCBSTWER IBO MKOPASKTYUK
Un día me desperté con la conciencia de ser un animal. Era un puñetero mamífero homínido luchando por mi supervivencia en un mundo hostil. Era un animal gregario sometido a un orden social de la horda humana. Tenía mis hembras y mis hembras tenían sus machos y era una sorpresa terrible descubrir tu animalidad. Cuando salté de la cama y me miré al espejo vi mi cara de simio claramente. Quise gritar y aullar como un salvaje y echar a correr por las calles con mis genitales al aire para hacer ver que era un macho humano con gana de preñar hembras en celo. Me retuve. Abrí la ventana y vi a los humanos vestidos y civilizados caminando en orden y hablando tranquilamente sin demostrar pasiones biológicas descabelladas. Luego vi la pureza espiritual que irradiaba de una pareja de misioneros mormones con sus trajes y sus corbatas y sus cuerpos pulidos y aseados. Más tarde observé la belleza de una mujer que iba con su carrito de la compra. Aparecieron unos niños cantando una canción infantil y parecían criaturas salidas del mismo Dios.
Tenía que bañarme y vestirme y recuperar mi humanidad. Había sido un mal sueño, una pesadilla sin sentido. Yo era Hcbstwer ibo Mkopastyuk, nacido en Vsaercbop y con 40 años de existencia. Debería de recuperar mi humanidad cuanto antes saliendo a la calle, tomando un café en la cafetería de la esquina; hablando con mis vecinos con cordialidad. No cabe duda que una vez más habría de demostrar ser un buen humano civilizado.
Tenía que bañarme y vestirme y recuperar mi humanidad. Había sido un mal sueño, una pesadilla sin sentido. Yo era Hcbstwer ibo Mkopastyuk, nacido en Vsaercbop y con 40 años de existencia. Debería de recuperar mi humanidad cuanto antes saliendo a la calle, tomando un café en la cafetería de la esquina; hablando con mis vecinos con cordialidad. No cabe duda que una vez más habría de demostrar ser un buen humano civilizado.
26 marzo, 2010
EL EX-ALUMNO
Desde muy temprano me di cuenta que yo no quería estudiar. La vida en un instituto me parecía una esclavitud y una servidumbre. Yo no quería estudiar y cuanto más me forzaren más me negaba a ello y más lo odiaba. Odiaba a los profesores menos al de gimnasia; y, a otro que nos contaba su vida y nos aprobaba a todos sin prácticamente hacer nada. Hacía todo lo que podía para que me echasen de clase y del instituto, pero como era menor de edad estaba obligado a estar allí perdiendo el tiempo 6 horas diarias sin más cosas que hacer que dar la lata todo lo que podía; provocar a los profes, hablar, jugar y romper lo que podía. No había manera de que me echasen. Incluso había salido una perversa ley que hacía imposible que un profesor te echara del aula y así cuanto más le provocabas a aquel infeliz menos podía hacer él o ella para quitarte de delante. No podían los profes echarte, con lo cual aquello resultaba insoportable y mi agresividad se tornaba más malévola. Hacía lo posible por joder las clases y lo único que sacaba era que la profesora se amargara, llamara a mis padres o a la psicologa de turno. Lo de la psicóloga era el recoñeo. Ya sabía cómo contarle mi rollo de chico sufriente, de víctima pasiva a tantas injusticias familiares y sociales; y normalmente el psicólogo te hacía caso o te diagnosticaba cualquier parida y te ponían a escribir tests y mientras duraban los tests pues te librabas de alguna clase o aprovechabas para ir a la cafetería a tomar algo diciendo que te había mandado el psicólogo o psicóloga. Todo menos echarte del instituto de una puñetera vez. Mis padres no podían conmigo y entonces intentaban justificar su total carencia de autoridad echando la culpa a los profes y los profes a los padres y yo me recoñeaba de todos.
Fue todo un calvario y a más de un profe le amargué la vida y la existencia con gusto, después de todo para eso les pagaban: para hacer el paripé de que enseñaban y salvo cuantro listorros que sin ir al instituto hubieran estudiado igual porque se lo pedía el cuerpo, los demás vagueábamos lo que podíamos sin que nadie te hiciera nada, sin que te pudieran dar una hostia o mandarte a algún cuarto los ratones a pagar el precio de tus diabluras. Así no valía. Hubiera sido mejor que los malos estudiantes como yo hubiésemos tenido que arriesgar algo, recibir algún castigo serio para que nuestras malignas acciones y sabotajes adquirieran cierta dignidad; pero no el Estado nos mimaba para hacernos padecer el aburrimiento más perverso y anodino jamás experimentado por adolescente alguno. Era todo una mierda.
Así que cuando tuve 16 años di un corte de manga cósmico al instituto y empecé a encauzar la vida a mi modo y manera y a asumir mis errores como míos y así llegar a ser lo que el cuerpo me pidiera. Aquellos fueron años perdidos para siempre.
Fue todo un calvario y a más de un profe le amargué la vida y la existencia con gusto, después de todo para eso les pagaban: para hacer el paripé de que enseñaban y salvo cuantro listorros que sin ir al instituto hubieran estudiado igual porque se lo pedía el cuerpo, los demás vagueábamos lo que podíamos sin que nadie te hiciera nada, sin que te pudieran dar una hostia o mandarte a algún cuarto los ratones a pagar el precio de tus diabluras. Así no valía. Hubiera sido mejor que los malos estudiantes como yo hubiésemos tenido que arriesgar algo, recibir algún castigo serio para que nuestras malignas acciones y sabotajes adquirieran cierta dignidad; pero no el Estado nos mimaba para hacernos padecer el aburrimiento más perverso y anodino jamás experimentado por adolescente alguno. Era todo una mierda.
Así que cuando tuve 16 años di un corte de manga cósmico al instituto y empecé a encauzar la vida a mi modo y manera y a asumir mis errores como míos y así llegar a ser lo que el cuerpo me pidiera. Aquellos fueron años perdidos para siempre.
EL EX-PROFESOR
El profesor de instituto se dio cuenta que su trabajo era una puñetera servidumbre y esclavitud y entonces decidió abandonar la profesión metiéndose en un restaurante local a freír hamburguesas. Ganaba muy poco, pero había logrado recuperar su dignidad y cierta alegría. Ya tendría tiempo de reconducir su vida por otros derroteros más satisfactorios económicamente hablando. Cosa que ocurrió más pronto de lo que había pensado.
Cuando le hablaban o le recordaban su anterior profesión de profesor de instituto prefería no decir nada. Si le insistían respondía: “Mira, yo me di cuenta que aquello para mí era una esclavitud y una servidumbre miserable y decidí mandarlo a tomar por el saco. Ahora vivo mucho mejor”.
Cuando le hablaban o le recordaban su anterior profesión de profesor de instituto prefería no decir nada. Si le insistían respondía: “Mira, yo me di cuenta que aquello para mí era una esclavitud y una servidumbre miserable y decidí mandarlo a tomar por el saco. Ahora vivo mucho mejor”.
25 marzo, 2010
LA HISTORIA DE GFASARETA ERKA LOPUYT
En la región de Turasamnert en el país de los Zswlp había muchos bosques de castañales, pero nadie se preocupaba de ellos y nadie cosechaba las castañas salvo para venderlas de mala manera en las plazas públicas de Mhgcbvzx. Efectivamente, cuatro viejecitas algo chochas se dedicaban a vender durante el invierno el producto asado en cucuruchos de papel de periódico a los transeúntes aburridos.
Gfsareta erka Lopuyt tenía 85 años y caminaba muy mal por el lumbago que padecía. La pobre Gfsareta vivía con unos hijos que la descuidaban y la dejaban sola la mayor parte del tiempo y hasta hablaban de llevarla a un médico para diagnosticarle alguna enfermedad de la cabeza y así mandarla a una residencia para el resto de sus días. Pero ese día Gfasareta pensó en las castañas y en las viejecitas y se dijo para sí: “¿Por qué no vender castañas en la calle y por lo menos saco algo de provecho y trato con la gente?” Al día siguiente fue a arreglar los papeles para conseguir un permiso y todo llevaba mucho tiempo y tenía que sobornar a los funcionarios municipales con billetes verdes con el escudo del Rey Vladermalotew VI. Cuando lo consiguió compró un caseto y una perola con gas butano al bazar de los asiáticos The-Lu.
Gfasareta empezó a vender castañas con gracia y se veía rejuvenecer y se daba cuenta que tenía arte y que ganaba más dinero que las demás viejecitas. Pronto se dio cuenta que las castañas tenían mercado a nivel del Reino y se empeñó en aumentar el negocio comprando castañales a los parásitos y mezquinos campesinos de Turasamnert. Para ello empleó a dos jóvenes emprendedores que sabían lo que Gfasareta quería y cuál era su visión de las cosas. Pronto la venta de castañas dejó de ser el casetuco del cruce de las calles Mnhu y Dfreat para instalarse en un gran edificio de oficinas del centro de la ciudad de Mhgcbvzx. Luego vino la compra de grandes almacenes y la empresa Castañas Gfsareta erka Lopuyt y Cía empezó a crecer y a cotizar en bolsa. Gfsereta se logró introducir en los mercados internacionales de las grandes naciones y como las castañas de Turasamnert eran de buena calidad, la expansión fue atroz. La empresa tuvo que hacerse multinacional y la fama de nuestra viejita de 85 años que ahora tenía 88 y estaba en la flor de su vejez, se extendía por todo el planeta.
Tan sólo sus hijos y nueras seguían despreciando a Gfasareta y, de ser por ellas; seguirían en su empeño de meterla en una residencia para dementes seniles. Tampoco los miserables y parásitos campesinos fuertemente subvencionados de Turasamnert sabían apreciar el empeño capitalista de la viejita y trataban de sabotearla como podían declarándole los sindicatos huelgas extrañas que Gfasareta supo combatir con valentía. Menos aun los políticos de la región sabían apreciar aquellas ambiciones e iniciativas de la viejecita y entonces trataban de ganársela con engaños y trampas de cuatreros, que era el estilo al que estaban acostumbrados. Pero Gfasareta supo darles aire sin más y darles la patada como si fueran perros vagabundos llenos de piojos.
Gfasareta murió a los 110 años en el esplendor de su empresa. A su entierro acudieron dignatarios y empresarios de todo el planeta y hasta el mismo emperador Sdjkutrwe XXI del reino de Bgtdcn la elogió con lsus mejores palabras.
Gfsareta erka Lopuyt tenía 85 años y caminaba muy mal por el lumbago que padecía. La pobre Gfsareta vivía con unos hijos que la descuidaban y la dejaban sola la mayor parte del tiempo y hasta hablaban de llevarla a un médico para diagnosticarle alguna enfermedad de la cabeza y así mandarla a una residencia para el resto de sus días. Pero ese día Gfasareta pensó en las castañas y en las viejecitas y se dijo para sí: “¿Por qué no vender castañas en la calle y por lo menos saco algo de provecho y trato con la gente?” Al día siguiente fue a arreglar los papeles para conseguir un permiso y todo llevaba mucho tiempo y tenía que sobornar a los funcionarios municipales con billetes verdes con el escudo del Rey Vladermalotew VI. Cuando lo consiguió compró un caseto y una perola con gas butano al bazar de los asiáticos The-Lu.
Gfasareta empezó a vender castañas con gracia y se veía rejuvenecer y se daba cuenta que tenía arte y que ganaba más dinero que las demás viejecitas. Pronto se dio cuenta que las castañas tenían mercado a nivel del Reino y se empeñó en aumentar el negocio comprando castañales a los parásitos y mezquinos campesinos de Turasamnert. Para ello empleó a dos jóvenes emprendedores que sabían lo que Gfasareta quería y cuál era su visión de las cosas. Pronto la venta de castañas dejó de ser el casetuco del cruce de las calles Mnhu y Dfreat para instalarse en un gran edificio de oficinas del centro de la ciudad de Mhgcbvzx. Luego vino la compra de grandes almacenes y la empresa Castañas Gfsareta erka Lopuyt y Cía empezó a crecer y a cotizar en bolsa. Gfsereta se logró introducir en los mercados internacionales de las grandes naciones y como las castañas de Turasamnert eran de buena calidad, la expansión fue atroz. La empresa tuvo que hacerse multinacional y la fama de nuestra viejita de 85 años que ahora tenía 88 y estaba en la flor de su vejez, se extendía por todo el planeta.
Tan sólo sus hijos y nueras seguían despreciando a Gfasareta y, de ser por ellas; seguirían en su empeño de meterla en una residencia para dementes seniles. Tampoco los miserables y parásitos campesinos fuertemente subvencionados de Turasamnert sabían apreciar el empeño capitalista de la viejita y trataban de sabotearla como podían declarándole los sindicatos huelgas extrañas que Gfasareta supo combatir con valentía. Menos aun los políticos de la región sabían apreciar aquellas ambiciones e iniciativas de la viejecita y entonces trataban de ganársela con engaños y trampas de cuatreros, que era el estilo al que estaban acostumbrados. Pero Gfasareta supo darles aire sin más y darles la patada como si fueran perros vagabundos llenos de piojos.
Gfasareta murió a los 110 años en el esplendor de su empresa. A su entierro acudieron dignatarios y empresarios de todo el planeta y hasta el mismo emperador Sdjkutrwe XXI del reino de Bgtdcn la elogió con lsus mejores palabras.
UN CRIMINAL EN POTENCIA
Kurjamurjah ibo Kolak era un criminal en potencia. Un día cuando estaba recostado sobre un prado verde de un parque de la ciudad, después de muchos meses de lluvia, frío y nubes grises; un bicho le empezó a picar la pantorrilla. Intentó Kurjamurjah deshacerse del bicho, pero no era capaz a localizarle después de intensa búsqueda. Más tarde empezó el insecto a roerle el brazo de tal manera que le empezaron a salir sarpullidos. Volvió a mirara a ver dónde estaba el bichejo, pero no había manera de cazarle. Más tarde empezó a descubrir que el cuello se le llenaba de ronchas y que el bicho seguía descomponiendo su cuerpo a pedacitos y con ligeras dosis de veneno. Entonces Kurjamurjah sacó un espejo de bolsillo que llevaba en el chaleco y vio cómo el bicho le mordía un lado del cuello con demencial apetito. En ese momento, y; calculando bien el golpe, el Señor Kolak le dio tal manotazo que lo estrujó contra la piel formando una masa sanguinolenta.
Se dio cuenta del intenso placer que sentía tras limpiarse el cuello y volver a recostarse a gusto en el prado. Pero un pensamiento le empezó a obsesionar: “¿A cuántas personas dañinas, malignas y malévolas que se han interpuesto en mi camino royéndome las vísceras, les hubiera hecho esto mismo que he hecho al bicho repugnante y hubiese sentido el mismo placer o más?”
Era evidente que Kurjamurjah ibo Kolak era un criminal en potencia.
Se dio cuenta del intenso placer que sentía tras limpiarse el cuello y volver a recostarse a gusto en el prado. Pero un pensamiento le empezó a obsesionar: “¿A cuántas personas dañinas, malignas y malévolas que se han interpuesto en mi camino royéndome las vísceras, les hubiera hecho esto mismo que he hecho al bicho repugnante y hubiese sentido el mismo placer o más?”
Era evidente que Kurjamurjah ibo Kolak era un criminal en potencia.
24 marzo, 2010
TARKAMAN
Tarkamán de Trewurtopé trabaja en una fábrica de botones para chaquetas. Lleva trabajando en esa fábrica 75 años y no quiere retirarse. Tiene 89 años pero dice que no podría vivir sin fabricar botones de chaquetas de caballero. Dice y amenaza que si deja de fabricar los botones se muere de pena y angustia. Los jefes le han hecho un rincón especial para que Tarkamán siga haciendo botones que luego, por estar un poco pasados de moda y algo torcidos, tiran al contenedor de basura. Ayer estuve viendo el rincón de Tarkamán, que es vecino mío, y quedé un tanto sorprendido con lo que vi. Había una máquina de vapor con muchos piñones, poleas y manómetros y Tarkamán era feliz dándole a un pedal que hacía funcionar un émbolo hidráulico que al mismo tiempo aplastaba un molde de hierro forjado y así salían botones de forma lenta y pausada. Toda la fábrica fabricaba botones de chaquetas de caballero a alta velocidad y con un solo operario que dirigía el proceso con un programa de ordenador, pero Tarkamán seguirá fabricando sus botones hasta que le quede un único suspiro de vida.
UN PASEO
Ayer cuando salía a dar mi paseo diario me di cuenta que la gente solo caminaba en una dirección. Todos caminaban en dirección contraria a la mía. Seguí caminando y todo el mundo seguía caminando en dirección contraria a la mía. Qué raro, pensaba yo. Luego me fui al Paseo del Mar y no había nadie. Me extrañó, porque normalmente a esa hora todo el mundo está paseando por el Paseo del Mar, pero no paseaba nadie y yo estaba solo caminando mirando las olas. Más tarde cansado y abrumado por la soledad del paseo me fui a casa. Poco a poco me fui encontrando con la gente y de nuevo todos caminaban en dirección contraria a la mía pero dando dos pasos rápidos y uno lento y así todo el mundo. Dos pasos rápidos y uno lento. Qué raro, pensaba yo. Una viejecita también procuraba dar dos pasos rápidos y uno lento. La ciudad se ha vuelto loca, pensaba yo. No conseguía entender nada de lo que estaba pasando aunque todo estaba en absoluto orden y la gente muy correcta y callada. Como no entendía lo que estaba pasando me fui a casa, hice un güevo frito, y me fui a la cama.
TODAVÍA OTRO DÍA MÁS
Matydfret Kolsderbn tenía una teoría muy particular sobre la vida. Decía que todo era producto de la economía y de la historia. Gjudvfraw Cvxsdrt decía que todo era debido a la mecánica cuántica y las cuerdas. Mekartwqita ifo Jhczxmlp nos aseguraba que nada existe sin el pensamiento y que todo era pensamiento e ideas y que la vida era todo choque de pensamientos sin más referente que ellos mismos. Mbgtrsd Opertyus sostenía con mucha vehemencia que sólo el Dios Jhgstrechsetruyts era el creador de la tierra y del mismo universo y que todo se debía a su clemencia y misericordia. Luego, cuando ya no quedaba más cerveza negra, Sylbnaseria Iko no propuso aceptar y creer que no existía nada y que todo era una ilusión óptica y mental. Cuando acabó aquella tertulia me fui a casa, freí un güevo, me lo comí con un poco de aceite de oliva sobre la yema; y, me fui a la cama.
OTRO DÍA MÁS
Ayer vi a Klorpty Mklorte y me contó los problemas que había en su trabajo. Luego vi a Dfrweityop Waszcert y me contó sus problemas familiares, todos ellos de difícil solución. Más tarde me tropecé con Vespatkaina Vfrewter y me contó los problemas y conflictos que había en su partido político y las malas relaciones con sus hombres de turno. Hacía las 8 de la tarde tropecé con Jhtyure Ghurmsti y me contó los problemas de su sinagoga y los líos insolubles con las personas. Luego ya, cuando me dirigía a casa, me llamó Hjuytcfanina Oprtsade que venía del hospital y me contó lo grave que estaba su suegra y las complicaciones de salud a que estaba sometida y los líos de papeles con los seguros de coche después del accidente. Por fin llegué a casa, freí un güevo, y me metí en la cama.
LA ESTUPIDEZ
La estupidez no es simplemente decir algo falso, sino mucho peor, es dar una interpretación mediocre de algo verdadero.
Gilles Deleuze.
Gilles Deleuze.
DÍA A DÍA
He conducido el coche hasta casa. Venía del centro de la ciudad. Di un paseo aburrido, miré la cara de las personas y me aburrían inmensamente. Tomé un café en un viejo café y me aburrí leyendo los problemas diarios de un mundo conflictivo. Cuando cansé volví al garaje, pague mi peaje y me volví por las calles y avenidas de siempre. Nada nuevo bajo el sol pero todo va cambiando imperceptiblemente. Los semáforos siempre tan mecánicos. Llegué al garaje de casa y cené un huevo frito y me metí en la cama.
23 marzo, 2010
OTRO JUBILADO ¡MARCHANDO!
Me levanto y plancho la camisa en calzoncillos. Luego voy a la habitación y me visto. Miro por la ventana y el tiempo es áspero y gris. Hago un café y me pongo a leer un libro. Sólo en casa de baja por un par de meses y disfrutando de mi libertad. El menisco reparado y después de las vacaciones, vuelta al instituto. Tan sólo me quedan un par de meses y veinte días, luego viene la jubilación y en julio viaje a Israel por nueve días. Qué bien se vive cuando uno se levanta por la mañana y dice: “El día es todo mío”. Entonces leo un libro, escucho música y si canso voy a tomar un café al bar de la esquina y leo el periódico. Luego voy a caminar por la ciudad o por los alrededores verdes de caminos y caleyas entregándome a mis ensoñaciones, mientras en las fábricas trabajan y en los institutos enseñan. Mundos de conflictos entre las personas. Cualquier cosa que uno haga tiene el siempre el potencial de herir susceptibilidades, de hacer que alguno se sienta aludido; o también de caer bien en aquellos que coincidan con tus gustos y afectos. Cuando uno se jubila uno también se aleja del mundanal ruido social y siente la paz de ser dueño de uno mismo. Luego los 70 y con suerte los 80. O, en cualquier momento, la patata rompe o se pasa por ese tiempo maldito de hospital que es umbral de la muerte y paff.
Posiblemente haya algo más allá. Los calvinistas deberíamos de estar absolutamente seguro de ello.
Posiblemente haya algo más allá. Los calvinistas deberíamos de estar absolutamente seguro de ello.
OTRA VEZ SPINOZA
Spinoza nos habla de una sola sustancia infinita. Todo lo demás son atributos de la sustancia. Los atributos son infinitos pero nosotros sólo podemos conocer dos: la extensión y el pensamiento: que son dos modos de existir, no dos dimensiones diferentes. La extensión corresponde a los cuerpos y el pensamiento al alma. Los humanos somos modos de existir no seres con sustancia. Con el cuerpo experimentamos acción y pasión a través de los afectos. El alma piensa esos afectos del cuerpo a nivel de representación. Cada cuerpo tiene una potencia concreta que depende de la composición de relaciones que efectúa en su devenir. Hay composiciones o ensamblajes destructivos y otros afines. Los ensamblajes destructivos devienen en tristeza y merma de la potencialidad del cuerpo y el alma. Los ensamblajes o composiciones afines devienen en alegría y acciones creativas. Todo ello sucede en Dios, en la sustancia; todo lo que ocurre ocurre en Dios y nada hay fuera de él; no puede haber exterioridad, ni dentro y afuera de Dios; ni mal, ni bien. Dios es un plano de inmanencia infinita y nosotros las personas somos modos de esa inmanencia: energías que circulan en mayor o menor intensidad. Nuestro yo es un conjunto de relaciones precisas y fijas que me constituyen, etc.
22 marzo, 2010
MERCUL
Habían venido a la puerta de mi casa dos figuras humanas tapadas con una especie de hábito monjil con capucha. Eran las nueve de la mañana y no tenía sentido ver gente así visitando pisos. Cuando abrí me dijeron que venían de parte de el Emperador Cushan de las tierras de Mercul, y que estaban reclutando gente para formar una organización secreta. Lo decían con voz trémula y sin mostrar sus rostros. Yo les dije que ese no era momento de visitar gente con tales propuestas, ya que hasta me habían levantado de la cama y yo era un pobre trabajador divorciado y solo, sin derecho a ver mis hijos, muy necesitado de descanso; y que por favor me dejaran en paz.
Pero en ese momento uno de ellos me entregó una medalla con una grabación que me recordaba algo, ¡ALGO! Sí, aquel símbolo se había aparecido en mi sueño de esa misma noche! Ellos estaban aquí, ELLOS! Y eran reales.
No dude un segundo en coger mis cosas y abandonar el planeta tierra para siempre. El Reino de Mercul existía. Y así abandoné mi puñetera soledad y miseria.
Pero en ese momento uno de ellos me entregó una medalla con una grabación que me recordaba algo, ¡ALGO! Sí, aquel símbolo se había aparecido en mi sueño de esa misma noche! Ellos estaban aquí, ELLOS! Y eran reales.
No dude un segundo en coger mis cosas y abandonar el planeta tierra para siempre. El Reino de Mercul existía. Y así abandoné mi puñetera soledad y miseria.
Secta
Logré meterme en la secta ultrasecreta de los X-L Klwq. Esta gente conspira para acabar con el Universo. Creen que el universo es un ente cabrón que hace de los humanos un trozo de mierda insignificante. Entonces ellos han organizado una terrible secta ultrasecreta para luchar y conspirar contra el mismísimo universo. Acabar con la Naturaleza, destruir el Mundo, forzar al Sol a apagarse; llegar algún día al centro de la galaxia y apagarla para que deje de dar palpitaciones. Desde que estoy en esta secta respiro feliz, me encuentro bien, tengo sentido y objetivo en la vida. ¡¡¡¡Hay algo por lo que luchar!!!
LA VIEJA
Supimos que había sido una vieja de 90 años quien se había dedicado a robar cuentas corrientes a través de Intergrill. La vieja zorra era una experta en cambiar los números de cuenta y desplazarlos a su cuenta de Suiza. Ya sabíamos que era multimillonaria y que todo aquel dinero iría para un partido político cuyo programa era la regeneración genética de la Humanidad. Lo sabíamos porque, yo, Tamwert de Grferwt, había investigado el delito por mi cuenta y riesgo. La policía de mi país se dedicaba a cuidar viejecitas en sus casas o a fundar ONG’s para defender a ciegos gay. Una vez que tuve la información la llevé a mi organización ultrasecreta, la PorW00#. Ellos eliminarían a la vieja ladrona y desviarían el dinero a nuestra cuenta privada. Ahora ya tenemos la financiación necesaria para llevar nuestro proyecto XZ-LOP a cabo. Je, je, je!!! Gracias a esa vieja precoz y ladrona.
ALGUNAS PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE EL GNOSTICISMO
¿Qué es el gnosticismo?
El gnosticismo es una modalidad de vivir o de existir. El gnóstico vive la vida como si el mundo fuese una pesadilla, una cárcel de la que hay que salir. Los mitos gnósticos nos hablan de cómo este mundo fue creado por un demiurgo malvado y loco y entonces el mal es la esencia del planeta y de sus criaturas. Es una forma de entender la vida muy pesismista.
¿Hay salida de esta cárcel?
Sí. El gnóstico es un dualista. Si bien el mal reside en nuestra materia y condiciona nuestra conciencia, sin embargo los seres humanos llevamos una chispa divina dentro que nos hace ser también partícipes del mundo espiritual. Lo que pasa que esta chispa está normalmente adormecida, olvidada, escondida y no se revela al hombre. El mundo material nos impide ver la chispa dentro de nosotros, pero si empezamos a ser consciente de ella y la dejamos brillar en nuestra vida, entonces podemos experimentar una resurrección espiritual que nos cambia.
¿Cómo se manifiesta el gnosticismo?
Aparecen como sectas e iglesias heterodoxas dentro del cristianismo. Tienen nombres raros y comparten una libertad de interpretación y producción de mitos que sin embargo inciden en lo mismo: la radical alienación del ser humano en la materia y su despertar a su esencia espiritual. Estos movimientos subvierten la interpretación de la Biblia y entonces Jehová pasa a ser el dios malo o demiurgo que crea leyes que nos esclavizan, pero que luego Cristo en el Nuevo Testamento es el enviado del dios bueno que viene a despertar la chispa divina en nosotros y así salvarnos. La religión gnóstica más extendida fue el maniqueísmo.
¿Hay algo de platonismo en ese dualismo?
Sí, es evidente que es un neoplatonismo muy pesimista revestido de mitos inspirados en la Biblia y en otras tradiciones del esoterismo egipcio, griego, persa y quizás el hinduismo. El gnosticismo utiliza todo tipo de ropaje místico para explicar esta radical alienación del hombre con la materia, con el mundo.
¿Sobrevive el gnosticismo hoy día?
Desde luego. También se manifiesta de muchas maneras. Ya no sólo hablamos de las sectas gnósticas modernas que pululan por ahí, o de religiones tipo los mormones de fuerte contenido gnóstico; pero también la masonería comparte ese gusto por lo gnóstico y sus misterios. Ahora bien, hay actitudes gnósticas en mucho existencialismo, en mucha literatura y arte moderno, en mucha ideología política. Todos aquellos que nos hablan de la terrible alienación que vivimos y los abrumadores poderes que nos alienan y explotan; no dejan de seguir esta corriente, pues esta gente también nos hablan de un ser humano dormido a la verdad o la realidad que es su potencial de libertad, pero que está adormecido. Mucha literatura de fantasía histórica que vemos en las librerías sobre los Templarios, los Iluminati, el Santo Grial, la fraternidad Rosacruz, etc..nos lleva a la fantasía liberadora gnóstica: todo se reduce a una Gran Conspiración o conspiraciones que controlan el mundo de forma perversa, pero hay una chispa liberadora por ahí en forma de texto oculto, clave de interpretación, etc..
¿Hay gnosticismo político?
Sí esto tiene versiones políticas: la Nueva Izquierda y algunos progresismos bebieron de libros como El “Hombre Dimensional” de Marcuse, la “Dialectica Negativa” de Adorno, donde hay mucho componente gnóstico ya que el demiurgo es la sociedad tecnocrática-capitalista- y la chispa es la dimensión estética o erótica que se libera en ciertas minorías contraculturales. Mucho progresismo o conservadurismo actual ve el mundo en estos parámetros. Hay que fijarse cómo muchos movimientos, principalmente de izquierdas, basan sus políticas partiendo del supuesto de una bondad humana reprimida y alienada en un mundo artificial, de poder abrumador impuesto por unos pocos que actúan como demiurgos. Hay movimientos fascistas de tipo gnóstico también.
Obras de contenido gnóstico moderno:
Filósofos: Emile Ciorán, Schopenhauer, Nietzsche, Marcuse, Adorno, Jung, Tolkien
Escritores: Kafka, Thomas Bernhard, Gustav Meyrink, Harold Bloom, Dan Brown, Herman Hesse, Anatole France, William Blake, Alan Moore, Thomas Mann,
Películas: Matrix, Dark City, The Island, The Lord of the Ring , Harry Potter
Video Juegos //
Heavy Metal rock // La Nueva Era //
El gnosticismo es una modalidad de vivir o de existir. El gnóstico vive la vida como si el mundo fuese una pesadilla, una cárcel de la que hay que salir. Los mitos gnósticos nos hablan de cómo este mundo fue creado por un demiurgo malvado y loco y entonces el mal es la esencia del planeta y de sus criaturas. Es una forma de entender la vida muy pesismista.
¿Hay salida de esta cárcel?
Sí. El gnóstico es un dualista. Si bien el mal reside en nuestra materia y condiciona nuestra conciencia, sin embargo los seres humanos llevamos una chispa divina dentro que nos hace ser también partícipes del mundo espiritual. Lo que pasa que esta chispa está normalmente adormecida, olvidada, escondida y no se revela al hombre. El mundo material nos impide ver la chispa dentro de nosotros, pero si empezamos a ser consciente de ella y la dejamos brillar en nuestra vida, entonces podemos experimentar una resurrección espiritual que nos cambia.
¿Cómo se manifiesta el gnosticismo?
Aparecen como sectas e iglesias heterodoxas dentro del cristianismo. Tienen nombres raros y comparten una libertad de interpretación y producción de mitos que sin embargo inciden en lo mismo: la radical alienación del ser humano en la materia y su despertar a su esencia espiritual. Estos movimientos subvierten la interpretación de la Biblia y entonces Jehová pasa a ser el dios malo o demiurgo que crea leyes que nos esclavizan, pero que luego Cristo en el Nuevo Testamento es el enviado del dios bueno que viene a despertar la chispa divina en nosotros y así salvarnos. La religión gnóstica más extendida fue el maniqueísmo.
¿Hay algo de platonismo en ese dualismo?
Sí, es evidente que es un neoplatonismo muy pesimista revestido de mitos inspirados en la Biblia y en otras tradiciones del esoterismo egipcio, griego, persa y quizás el hinduismo. El gnosticismo utiliza todo tipo de ropaje místico para explicar esta radical alienación del hombre con la materia, con el mundo.
¿Sobrevive el gnosticismo hoy día?
Desde luego. También se manifiesta de muchas maneras. Ya no sólo hablamos de las sectas gnósticas modernas que pululan por ahí, o de religiones tipo los mormones de fuerte contenido gnóstico; pero también la masonería comparte ese gusto por lo gnóstico y sus misterios. Ahora bien, hay actitudes gnósticas en mucho existencialismo, en mucha literatura y arte moderno, en mucha ideología política. Todos aquellos que nos hablan de la terrible alienación que vivimos y los abrumadores poderes que nos alienan y explotan; no dejan de seguir esta corriente, pues esta gente también nos hablan de un ser humano dormido a la verdad o la realidad que es su potencial de libertad, pero que está adormecido. Mucha literatura de fantasía histórica que vemos en las librerías sobre los Templarios, los Iluminati, el Santo Grial, la fraternidad Rosacruz, etc..nos lleva a la fantasía liberadora gnóstica: todo se reduce a una Gran Conspiración o conspiraciones que controlan el mundo de forma perversa, pero hay una chispa liberadora por ahí en forma de texto oculto, clave de interpretación, etc..
¿Hay gnosticismo político?
Sí esto tiene versiones políticas: la Nueva Izquierda y algunos progresismos bebieron de libros como El “Hombre Dimensional” de Marcuse, la “Dialectica Negativa” de Adorno, donde hay mucho componente gnóstico ya que el demiurgo es la sociedad tecnocrática-capitalista- y la chispa es la dimensión estética o erótica que se libera en ciertas minorías contraculturales. Mucho progresismo o conservadurismo actual ve el mundo en estos parámetros. Hay que fijarse cómo muchos movimientos, principalmente de izquierdas, basan sus políticas partiendo del supuesto de una bondad humana reprimida y alienada en un mundo artificial, de poder abrumador impuesto por unos pocos que actúan como demiurgos. Hay movimientos fascistas de tipo gnóstico también.
Obras de contenido gnóstico moderno:
Filósofos: Emile Ciorán, Schopenhauer, Nietzsche, Marcuse, Adorno, Jung, Tolkien
Escritores: Kafka, Thomas Bernhard, Gustav Meyrink, Harold Bloom, Dan Brown, Herman Hesse, Anatole France, William Blake, Alan Moore, Thomas Mann,
Películas: Matrix, Dark City, The Island, The Lord of the Ring , Harry Potter
Video Juegos //
Heavy Metal rock // La Nueva Era //
EL PROFESOR
El profesor llegó a la clase y se puso a explicar. Unos cuantos alumnos se empezaron a reír de él. El profesor paró y dijo que necesitaba silencio. El grupo de alumnos siguió riéndose de él. Pero el profesor repitió que necesitaba silencio para seguir su clase. Los mismos alumnos siguieron riéndose de él. Uno se levantó y dijo:
—Parece que usted se toma en serio su profesión señor profe. Si quiere enseñar váyase a otro instituto. Aquí venimos a pasárnoslo bien
El profesor volvió a repetir que necesitaba silencio para dar la clase. Ahora fue la mofa general.
El profesor entonces salió al pasillo y entró con un paquete muy largo. Del paquete fue sacando una enorme estaca. Los alumnos quedaron en silencio. El profesor entonces se acercó al grupo de animales y comenzó a dar estacazos a diestro y siniestro. Los animales salieron de la clase corriendo y amenazando con denunciarlo a la comunidad educativa, al jefe de estudios, al director, al consejo escolar, a la alcaldesa, al Grupo Solidario Conservacionista de los Derechos de la Humanidad y del Muchacho Traumatizado.
El profesor sabía que era su fin.
Entonces se fue al despacho del director. Llamó dos veces, toc, toc.
Entró.
Sacó la botella de gasolina y se roció entero.
El director se quedó blanco. Afuera ya se oía la manifestación de alumnos agredidos por profesor fascista-violento.
El profesor prendió la cerilla y se convirtió en antorcha.
Los alumnos entraron a empellones sedientos de justicia contra el fascismo y la violencia y vieron al profesor ardiendo.
No pasó nada en aquel país de cabrones. Todo siguió como estaba.
—Parece que usted se toma en serio su profesión señor profe. Si quiere enseñar váyase a otro instituto. Aquí venimos a pasárnoslo bien
El profesor volvió a repetir que necesitaba silencio para dar la clase. Ahora fue la mofa general.
El profesor entonces salió al pasillo y entró con un paquete muy largo. Del paquete fue sacando una enorme estaca. Los alumnos quedaron en silencio. El profesor entonces se acercó al grupo de animales y comenzó a dar estacazos a diestro y siniestro. Los animales salieron de la clase corriendo y amenazando con denunciarlo a la comunidad educativa, al jefe de estudios, al director, al consejo escolar, a la alcaldesa, al Grupo Solidario Conservacionista de los Derechos de la Humanidad y del Muchacho Traumatizado.
El profesor sabía que era su fin.
Entonces se fue al despacho del director. Llamó dos veces, toc, toc.
Entró.
Sacó la botella de gasolina y se roció entero.
El director se quedó blanco. Afuera ya se oía la manifestación de alumnos agredidos por profesor fascista-violento.
El profesor prendió la cerilla y se convirtió en antorcha.
Los alumnos entraron a empellones sedientos de justicia contra el fascismo y la violencia y vieron al profesor ardiendo.
No pasó nada en aquel país de cabrones. Todo siguió como estaba.
PROHIBIDO FUMAR
Llegó a la taberna y vio que había un gran letrero que decía: PROHIBIDO FUMAR. Pidió un vaso de vino y se puso a ver la TV. Dos boxeadores se pegaban de lo lindo. Uno de ellos estaba grogui. De repente se dio cuenta que una persona a su lado se ponía a fumar. Se quedó un poco pensativo y siguió mirando la TV. Pronto otro personaje a su derecha se ponía también a fumar. El tabernero ni se inmutaba. Tranquilo como la madre que lo parió. Pero el letrero ahora parecía un mural: PROHIBIDO FUMAR decía. Pronto empezó a toser. Su asma se descompuso como un volcán en erupción. Coj, coj, coj y coj. Nadie se inmutaba. Todos tranquilos menos él que estaba echando el demonio fuera.
—Es el humo—dijo en voz alta.
— ¿El humo? —, respondió el tabernero. —Déjeme abrir un poco la ventana— y dicho esto abrió un ventanón enorme que daba a un patio inmundo lleno de basura.
—Oiga—dijo nuestro hombre exasperado, —¿No está prohibido fumar en esta taberna?
— ¿Lo dice por el letrero? —dijo el tabernero. —Eso es porque nos obligan, pero no se tomará usted en serio este letrero, ¿verdad?
—Coj, coj, coj, coj, cojojónatch!!! —replicó el asma. Luego nuestro hombre respondió:
—Y si me cago en la puta madre que te parió a ti y a estos dos hijos de puta que tengo al lado ¿no les importará verdad?
Y nuestro hombre acabó tirado entre la basura de aquel patio inmundo tosiendo como un desesperado. No había nada que hacer en un país de cabrones como aquel.
Aquella noche la taberna quemó de arriba a bajo. Nadie más supo de nuestro asmático personaje.
—Es el humo—dijo en voz alta.
— ¿El humo? —, respondió el tabernero. —Déjeme abrir un poco la ventana— y dicho esto abrió un ventanón enorme que daba a un patio inmundo lleno de basura.
—Oiga—dijo nuestro hombre exasperado, —¿No está prohibido fumar en esta taberna?
— ¿Lo dice por el letrero? —dijo el tabernero. —Eso es porque nos obligan, pero no se tomará usted en serio este letrero, ¿verdad?
—Coj, coj, coj, coj, cojojónatch!!! —replicó el asma. Luego nuestro hombre respondió:
—Y si me cago en la puta madre que te parió a ti y a estos dos hijos de puta que tengo al lado ¿no les importará verdad?
Y nuestro hombre acabó tirado entre la basura de aquel patio inmundo tosiendo como un desesperado. No había nada que hacer en un país de cabrones como aquel.
Aquella noche la taberna quemó de arriba a bajo. Nadie más supo de nuestro asmático personaje.
LA CASA
Iba paseando por un camino alejado
El día era gris y parecía que pronto se pondría a lloviznar
A veces me tropezaba con casas cercadas por una valla
O también una cerca de varilla de hierro
Protegiendo un césped o un pequeño jardín
Con perro guardián ladrador
Pero al acabar una curva vi una casa que me llamó la atención
Parecía un lugar ya conocido
Un hogar por el que ya había pasado
Un prado por donde yo había jugado
Un interior que podía en este momento imaginar
Estábamos todos en la cocina
Mi madre, mi padre y mis hermanos
El fogón estaba encendido con carbón
Y a través de la ventana se veían las montañas lejanas
El ambiente olía a cocido
Y a patatas fritas con huevo
Todos teníamos algo que contar sobre aquella mesa
Algo sobre el mundo exterior
Sobre el trabajo, sobre la escuela
La tienda del pueblo o la iglesia
Sobre la política o nuestros pareceres sobre la gente conocida
Conversación compartida, a veces pequeña discusión
Pero aquello era nuestro refugio en un mundo difícil
Mis padres eran humanos pero sagrados
Como dos columnas que sostenían una familia
A toda costa y a cualquier precio
Imposible pensar que esas columnas podrían agrietarse
O romper por un capricho personal
Nuestra familia era un núcleo de calor y de vínculo de sangre
Luego estaban nuestras habitaciones
Nuestros libros, nuestros sueños personales
Nuestros anhelos, nuestro futuro imaginario
Nuestras mañanas de domingo
Cuando amanecía y todo el frescor del paisaje era nuestro
Así fui imaginando la casa
En mi paseo solitario.
Así fui reconstruyendo las escenas, las paredes y los cuadros
Los muebles, las alfombras, las cortinas
Hasta que de repente me di cuenta
Que en la casa real había alguien
Alguien que miraba a través de la ventana
Con una mirada desconfiada y furtiva
Yo seguí caminando a paso lento
Prestando ahora atención al deterioro de la casa
El abandono, la decadencia de sus muros
La hierva salvaje y el descuido
Podía imaginarme un interior desaliñado
Iluminado por coloridas ráfagas de luz televisiva
La soledad no compartida de cualquier alma descompuesta
Por una vida de desengaños, traiciones y tragedias
Todo había sido posible en aquella casa
Y los ojos que todavía me espiaban
Podían ser los de cualquier alma del pasado
Aun viva, aun desencarnada, aun desencajada
Buscando el calor de una olvidada cocina
O las vibraciones espectrales de una pasada familia
Aligeré el paso y miré hacia la niebla que cubría las montañas
Cortinaje de vapor que cerraba la visión de las estrellas
Mis dos ojos terrestres limitados, a ver lo que sólo es posible verse
Pero un alma capaz de trasformar la nostalgia en fuego eterno.
El día era gris y parecía que pronto se pondría a lloviznar
A veces me tropezaba con casas cercadas por una valla
O también una cerca de varilla de hierro
Protegiendo un césped o un pequeño jardín
Con perro guardián ladrador
Pero al acabar una curva vi una casa que me llamó la atención
Parecía un lugar ya conocido
Un hogar por el que ya había pasado
Un prado por donde yo había jugado
Un interior que podía en este momento imaginar
Estábamos todos en la cocina
Mi madre, mi padre y mis hermanos
El fogón estaba encendido con carbón
Y a través de la ventana se veían las montañas lejanas
El ambiente olía a cocido
Y a patatas fritas con huevo
Todos teníamos algo que contar sobre aquella mesa
Algo sobre el mundo exterior
Sobre el trabajo, sobre la escuela
La tienda del pueblo o la iglesia
Sobre la política o nuestros pareceres sobre la gente conocida
Conversación compartida, a veces pequeña discusión
Pero aquello era nuestro refugio en un mundo difícil
Mis padres eran humanos pero sagrados
Como dos columnas que sostenían una familia
A toda costa y a cualquier precio
Imposible pensar que esas columnas podrían agrietarse
O romper por un capricho personal
Nuestra familia era un núcleo de calor y de vínculo de sangre
Luego estaban nuestras habitaciones
Nuestros libros, nuestros sueños personales
Nuestros anhelos, nuestro futuro imaginario
Nuestras mañanas de domingo
Cuando amanecía y todo el frescor del paisaje era nuestro
Así fui imaginando la casa
En mi paseo solitario.
Así fui reconstruyendo las escenas, las paredes y los cuadros
Los muebles, las alfombras, las cortinas
Hasta que de repente me di cuenta
Que en la casa real había alguien
Alguien que miraba a través de la ventana
Con una mirada desconfiada y furtiva
Yo seguí caminando a paso lento
Prestando ahora atención al deterioro de la casa
El abandono, la decadencia de sus muros
La hierva salvaje y el descuido
Podía imaginarme un interior desaliñado
Iluminado por coloridas ráfagas de luz televisiva
La soledad no compartida de cualquier alma descompuesta
Por una vida de desengaños, traiciones y tragedias
Todo había sido posible en aquella casa
Y los ojos que todavía me espiaban
Podían ser los de cualquier alma del pasado
Aun viva, aun desencarnada, aun desencajada
Buscando el calor de una olvidada cocina
O las vibraciones espectrales de una pasada familia
Aligeré el paso y miré hacia la niebla que cubría las montañas
Cortinaje de vapor que cerraba la visión de las estrellas
Mis dos ojos terrestres limitados, a ver lo que sólo es posible verse
Pero un alma capaz de trasformar la nostalgia en fuego eterno.
LA TABERNA
Llegaste a aquella solitaria taberna
Cuando el viento soplaba con fuerza y la lluvia te azotaba el rostro
Cerraste la puerta y sentiste de repente el calor de aquella chimenea
El viejo tabernero se te había quedado mirando
Y siete marineros te dirigieron la mirada.
Era una noche dura, de tiempo crudo y oscuridad casi absoluta
Pero lograste divisar la luz de la farola de la vieja taberna
Asentada en un promontorio mirando hacia un mar embravecido
El tabernero te ofreció una jarra de cerveza caliente
Mientras tratabas de mirar hacia el mar a través del cristal de un ventanuco
Lo siete marineros hablaban en voz alta de sus viajes a tierras lejanas
Y el viejo tabernero les miraba complacido
El local estaba adornado con grandes peces disecados
O barcos veleros hechos a mano, timones, farolas y candiles.
Cuerdas y redes. Aperos marineros: el lenguaje del océano
La cerveza te hizo entrar en un calor agradable y pronto sentiste
La sensación de querer hablar y compartir con aquella gente extraña.
La turbulencia del tiempo se dejaba oír desde dentro,
Los rugidos del mar, el viento, el agua y el frío.
De pronto una señora muy anciana salió por una puerta estrecha
Quizás la puerta de la cocina
Su caminar era lento pero firme
Y en ese momento te vio
Y creyó reconocerte. Su mirada casi te atraviesa. Los ojos que reconocen
Hacen resucitar el alma. Te levantaste de la mesa y no supiste qué hacer
“Has venido, has vuelto” dijo la mujer
Y tú quisiste sentarte de nuevo o retornar hacia la tempestad de frío y viento
“Jonathan, dale otra cerveza caliente” dijo la mujer con voz sonora y grave
Y el tabernero se le acercó de nuevo con otra jarra
“¿Quién eres que has hecho despertar a la anciana Mistrelle?”
“Señor, me he olvidado de quien soy. Vengo de un viaje muy largo
“Jamás he visto a esa mujer” respondiste con miedo e incertidumbre
Pero la vieja te siguió mirando con ojos de angustia
Ojos cubiertos de lágrimas, mirada de tristeza.
“Es él, ha llegado. Por fin ha llegado, Algún día tenía que llegar”
Repitió con voz temblorosa. Y fue en ese momento
Cuando efectivamente la reconocí.
El encuentro de dos miradas muy lejanas que se vuelven a prender
Mi mente se tornó en un calidoscopio de imágenes que se construían
Y luego se deshacían para volver a rehacerse.
Sin darme cuenta la anciana estaba ya sentada en mi mesa
Para ver el horror de mi rostro marcado por las grietas de la muerte
Y mí mirada oscura, de ojos sin pupilas.
Cuando el viento soplaba con fuerza y la lluvia te azotaba el rostro
Cerraste la puerta y sentiste de repente el calor de aquella chimenea
El viejo tabernero se te había quedado mirando
Y siete marineros te dirigieron la mirada.
Era una noche dura, de tiempo crudo y oscuridad casi absoluta
Pero lograste divisar la luz de la farola de la vieja taberna
Asentada en un promontorio mirando hacia un mar embravecido
El tabernero te ofreció una jarra de cerveza caliente
Mientras tratabas de mirar hacia el mar a través del cristal de un ventanuco
Lo siete marineros hablaban en voz alta de sus viajes a tierras lejanas
Y el viejo tabernero les miraba complacido
El local estaba adornado con grandes peces disecados
O barcos veleros hechos a mano, timones, farolas y candiles.
Cuerdas y redes. Aperos marineros: el lenguaje del océano
La cerveza te hizo entrar en un calor agradable y pronto sentiste
La sensación de querer hablar y compartir con aquella gente extraña.
La turbulencia del tiempo se dejaba oír desde dentro,
Los rugidos del mar, el viento, el agua y el frío.
De pronto una señora muy anciana salió por una puerta estrecha
Quizás la puerta de la cocina
Su caminar era lento pero firme
Y en ese momento te vio
Y creyó reconocerte. Su mirada casi te atraviesa. Los ojos que reconocen
Hacen resucitar el alma. Te levantaste de la mesa y no supiste qué hacer
“Has venido, has vuelto” dijo la mujer
Y tú quisiste sentarte de nuevo o retornar hacia la tempestad de frío y viento
“Jonathan, dale otra cerveza caliente” dijo la mujer con voz sonora y grave
Y el tabernero se le acercó de nuevo con otra jarra
“¿Quién eres que has hecho despertar a la anciana Mistrelle?”
“Señor, me he olvidado de quien soy. Vengo de un viaje muy largo
“Jamás he visto a esa mujer” respondiste con miedo e incertidumbre
Pero la vieja te siguió mirando con ojos de angustia
Ojos cubiertos de lágrimas, mirada de tristeza.
“Es él, ha llegado. Por fin ha llegado, Algún día tenía que llegar”
Repitió con voz temblorosa. Y fue en ese momento
Cuando efectivamente la reconocí.
El encuentro de dos miradas muy lejanas que se vuelven a prender
Mi mente se tornó en un calidoscopio de imágenes que se construían
Y luego se deshacían para volver a rehacerse.
Sin darme cuenta la anciana estaba ya sentada en mi mesa
Para ver el horror de mi rostro marcado por las grietas de la muerte
Y mí mirada oscura, de ojos sin pupilas.
LA SENCILLA VERDAD
Aquel día fuimos a visitar a unos amigos que vivían en Kenton
Ella era una maestra de escuela y él un electricista
Su casita de madera estaba un poco a las afueras del pueblo
Era como un pequeño rancho rodeado de prados y huerta
Y las gallinas pululaban a su aire alrededor de la casa
Ella era pequeña de estatura y cara más bien redonda
Sus ojos inspiraban confianza y amabilidad.
Era la mirada de tranquilidad consigo mismo. Y él,
Cuando llegó y entró en el salón, vimos que era un hombre de mediana estatura
Y constitución fuerte. Cuando hablaba y saludaba
La impresión era de ser un hombre transparente. Quizás la nobleza
Era lo que más resaltaba en él.
Pronto nos pusimos a comer
Y él dirigió la oración al Señor
Los dos eran fieles creyentes de la Iglesia del Nazareno
Toda su conversación tenía como trasfondo el agradecimiento a su Dios
Por aquellos trabajos, por los alimentos, por la casita, por las gallinas
Y la huerta.
Parecían una pareja sencilla y firme en sus propósitos
Fuertes en sus creencias.
Fue una cena agradable y la sensación
De que hay gente sincera y honesta en este mundo. No había
Pretensión. El sentido no se desplazaba de sus palabras.
Amantes de su país, de su Jesús (Yisas), de sus valores firmes
Un matrimonio para siempre. Por lo menos esa era la fuerte impresión.
Cuando salimos de la casita de madera ya era de noche y la luna texana estaba llena
Daline, entonces, me habló de su amiga
A quien siempre había apreciado por su sencillez y bondad
Yo me quedé muy pensativo
Mi mundo era en parte aquel, pero no acababa de aceptarlo
Nadando como estaba en la confusión de tantas ideas y vanas esperanzas
Cuando la verdad era tan sencilla.
Ella era una maestra de escuela y él un electricista
Su casita de madera estaba un poco a las afueras del pueblo
Era como un pequeño rancho rodeado de prados y huerta
Y las gallinas pululaban a su aire alrededor de la casa
Ella era pequeña de estatura y cara más bien redonda
Sus ojos inspiraban confianza y amabilidad.
Era la mirada de tranquilidad consigo mismo. Y él,
Cuando llegó y entró en el salón, vimos que era un hombre de mediana estatura
Y constitución fuerte. Cuando hablaba y saludaba
La impresión era de ser un hombre transparente. Quizás la nobleza
Era lo que más resaltaba en él.
Pronto nos pusimos a comer
Y él dirigió la oración al Señor
Los dos eran fieles creyentes de la Iglesia del Nazareno
Toda su conversación tenía como trasfondo el agradecimiento a su Dios
Por aquellos trabajos, por los alimentos, por la casita, por las gallinas
Y la huerta.
Parecían una pareja sencilla y firme en sus propósitos
Fuertes en sus creencias.
Fue una cena agradable y la sensación
De que hay gente sincera y honesta en este mundo. No había
Pretensión. El sentido no se desplazaba de sus palabras.
Amantes de su país, de su Jesús (Yisas), de sus valores firmes
Un matrimonio para siempre. Por lo menos esa era la fuerte impresión.
Cuando salimos de la casita de madera ya era de noche y la luna texana estaba llena
Daline, entonces, me habló de su amiga
A quien siempre había apreciado por su sencillez y bondad
Yo me quedé muy pensativo
Mi mundo era en parte aquel, pero no acababa de aceptarlo
Nadando como estaba en la confusión de tantas ideas y vanas esperanzas
Cuando la verdad era tan sencilla.
LA AVENTURA PERDIDA
Piedra clara, roca oscura, fulgor de luz
La voz viene desde el bosque
Alguien llama sin palabras
El coche se aleja por la carretera entre la niebla
Nadie sabe quién es quién
Y la soledad del viento se acentúa
Ha roto la pared, peor no hay nada más allá
Ha disparado la flecha y se ha perdido en la nube
No podemos seguir caminando por las cumbres de las montañas
La niebla nos puede cubrir
Siente miedo, terror y pánico
Hay sequedad gris en los labios
Hay un sendero que baja sin rastro
Abre cualquier puerta en cualquier sitio
Darás al mismo lugar
Y así comienza la aventura perdida
La voz viene desde el bosque
Alguien llama sin palabras
El coche se aleja por la carretera entre la niebla
Nadie sabe quién es quién
Y la soledad del viento se acentúa
Ha roto la pared, peor no hay nada más allá
Ha disparado la flecha y se ha perdido en la nube
No podemos seguir caminando por las cumbres de las montañas
La niebla nos puede cubrir
Siente miedo, terror y pánico
Hay sequedad gris en los labios
Hay un sendero que baja sin rastro
Abre cualquier puerta en cualquier sitio
Darás al mismo lugar
Y así comienza la aventura perdida
GEORGETOWN
Georgetown está a la orilla del Potomac. Es un barrio de Washington que conserva un estilo de arquitectura propio de una ciudad de clase media inglesa. Las casas son de un solo piso, quizás algunas dos; pero todas ellas tienen esas contraventanas de hojas plegables típicas inglesas y la hoja de ventana es del tipo guillotina. En comparación con las ventanas españolas estas son más estrechas, lo mismo las puertas de entrada. Son casas de ladrillo rojo que siguen el trazado europeo y por lo tanto están pegadas unas a otras con su típico jardín frontal. Georgetown es un barrio caro. Posee los restaurantes y las tiendas más exquisitas de Washington, y también las mejores librerías. Era a la librería Garfield & Novel, quizás la más completa, a donde solía ir para después, una vez revisadas las nuevas adquisiciones, deámbular por las calles y perderme un poco en las evocaciones que Georgetown me producía. Cada lugar que he visitado me produce unas evocaciones especiales, quizás unas vibraciones que producen efectos espirituales. Georgetown siempre me llevaba a un mundo que como siempre ya había visto o vivido o percibido en alguna parte. Es posible que la percepción conectara con alguna vivencia infantil temprana, puede ser. Pero era un mundo que podía recrear con claves de interpretación visual y sensorial muy alejadas de la normalidad, de la rutina; aunque en Washington mi rutina quedó en suspense durante los tres años que viví allí.
Y entonces podía imaginarme a los vecinos de otra época salir de sus casas y hablar entre ellos y yo viendo aquellas escenas con una perspectiva infantil; como un niño que luego habría de seguir jugando por las calles para luego meterse en su casa con sus padres y hermanos. ¿Qué casa y qué padres? Me podía ver jugando por allí con otros amigos saltando aquella valla o subiéndome al árbol del jardín de la viuda Cuthbertson. Podía entonces imaginarme las fronteras del barrio que indicaban el más allá a donde debía de salir algún día. Cuando veía las iglesias bautista o presbiteriana o episcopaliana, entonces yo entraba a los templos vestido con traje y corbata acompañado de toda la familia y allí estaba el reverendo Norton con su sermón y a su mujer Martha al órgano dispuesta ya a tocar el himno número 124. Después sería la comida en el comedor de ventana doble con la vista al jardín de los Mathews. Mi padre hablaba inglés y contaba sus anecdotas de sobremesa. Mi madre callaba manteniendo una serenidad que conjugaba con la discreta decoración de la casa. Los hermanos tenían todos sus historias de barrio o escuela que contar. Miro al cielo y la luminosidad pertenece a una tonalidad distinta a la de Texas o Asturias. Esa tonalidad es el secreto de la vivencia que entonces y ahora percibo. Es la música que envuelve la experiencia y que nadie salvo yo puede sentir y comprender. Esa es la profundidad del espíritu que en cada uno se manifiesta de diferentes maneras. Hasta una planta o un papel que se arrastra con el viento por el asfalto se ve encubierto por esa tonalidad misteriosa. Es esa tonalidad la que me ha llevado a explorar las religiones, el misticismo, la literatura extraña. Y es esa tonalidad la que me ha mantenido siempre al margen de todo dogmatismo, toda encerrona ideológica o religiosa; porque en el fondo de la vida de cada uno hay una voz profunda más allá de las fronteras de los barrios, de los países, de las montañas más altas, del horizonte del mar; del espacio oscuro de la noche, o de los sueños, que nos llama o nos habla con nuestro nombre propio.
Esa voz. Esa voz suave que parece comprender la totalidad de lo que somos, pero que se sumerge cuando la rutina o los conflictos imponen su opacidad. Sigo caminando por Georgetown y ahora veo el pequeño taller abandonado. Veo coches de otra época entrar y salir y allí está Bill Levison con su ropa de trabajo y un gorro de visera cubriendo la cabeza. Bill se mueve en todas direcciones buscando una llave. Los mecánicos están metidos en fosas o con la cabeza sumergida entre las entrañas de un motor. Afuera llueve. Enfrente del taller está la escuela. Bill habla con un cliente y de repente su vista se queda fija en mí. ¿Quién soy para él? Debo de ser alguien que él ya conoce. Y entonces recuerdo a Bill Levison tomando su cerveza y bromeando con mi padre en el porche de su casa cuando las cosas le iban vien y Tony y Rose jugueteaban conmigo enfrente de la casa. Bill era un hombre bueno que tenía pocas ambiciones. Que siempre mostraba generosidad con todos y nosotros los chiquillos sabíamos que era bueno y nos inspiraba tranquilidad y confianza. Pero un día Bill no volvió a casa. Un elevador de coches falló y Bill quedó aplastado bajo el coche. Había sido un descuido de un aprendiz nuevo. Un accidente. Un suceso que cambió la vida de la calle Jefferson. El funeral se celebró en la vieja sinagoga de la esquina y pronto se fue disolviendo la familia. Su mujer Esther se llevó a Tony y Rose para Nueva York y aquella casa quedó cerrada por mucho tiempo. Pero el recuerdo de Bill Davison quedó en la casa. El espíritu de Bill deámbulaba por la casa. Y yo veía a Bill sentado en el porche con su cerveza y le contaba todo lo que iba sucediendo en el barrio. Bill era siempre bueno y comprendía y nunca dejaba de sonreir. Luego el tiempo fue pasando y Georgetown fue alejándose hasta perderse en la memoria. Pero ahora era capaz de recordar y de ver y la tonalidad me inundaba y daba rienda suelta a mí imaginación.
Georgetown. Mis paseos por Georgetown se convirtieron en un ritual del que no podía prescindir y sin el cual la vida en Washington no hubiere tenido el extraño color que tuvo. La extraña música lejana. La voz y su llamada íntima.
Y entonces podía imaginarme a los vecinos de otra época salir de sus casas y hablar entre ellos y yo viendo aquellas escenas con una perspectiva infantil; como un niño que luego habría de seguir jugando por las calles para luego meterse en su casa con sus padres y hermanos. ¿Qué casa y qué padres? Me podía ver jugando por allí con otros amigos saltando aquella valla o subiéndome al árbol del jardín de la viuda Cuthbertson. Podía entonces imaginarme las fronteras del barrio que indicaban el más allá a donde debía de salir algún día. Cuando veía las iglesias bautista o presbiteriana o episcopaliana, entonces yo entraba a los templos vestido con traje y corbata acompañado de toda la familia y allí estaba el reverendo Norton con su sermón y a su mujer Martha al órgano dispuesta ya a tocar el himno número 124. Después sería la comida en el comedor de ventana doble con la vista al jardín de los Mathews. Mi padre hablaba inglés y contaba sus anecdotas de sobremesa. Mi madre callaba manteniendo una serenidad que conjugaba con la discreta decoración de la casa. Los hermanos tenían todos sus historias de barrio o escuela que contar. Miro al cielo y la luminosidad pertenece a una tonalidad distinta a la de Texas o Asturias. Esa tonalidad es el secreto de la vivencia que entonces y ahora percibo. Es la música que envuelve la experiencia y que nadie salvo yo puede sentir y comprender. Esa es la profundidad del espíritu que en cada uno se manifiesta de diferentes maneras. Hasta una planta o un papel que se arrastra con el viento por el asfalto se ve encubierto por esa tonalidad misteriosa. Es esa tonalidad la que me ha llevado a explorar las religiones, el misticismo, la literatura extraña. Y es esa tonalidad la que me ha mantenido siempre al margen de todo dogmatismo, toda encerrona ideológica o religiosa; porque en el fondo de la vida de cada uno hay una voz profunda más allá de las fronteras de los barrios, de los países, de las montañas más altas, del horizonte del mar; del espacio oscuro de la noche, o de los sueños, que nos llama o nos habla con nuestro nombre propio.
Esa voz. Esa voz suave que parece comprender la totalidad de lo que somos, pero que se sumerge cuando la rutina o los conflictos imponen su opacidad. Sigo caminando por Georgetown y ahora veo el pequeño taller abandonado. Veo coches de otra época entrar y salir y allí está Bill Levison con su ropa de trabajo y un gorro de visera cubriendo la cabeza. Bill se mueve en todas direcciones buscando una llave. Los mecánicos están metidos en fosas o con la cabeza sumergida entre las entrañas de un motor. Afuera llueve. Enfrente del taller está la escuela. Bill habla con un cliente y de repente su vista se queda fija en mí. ¿Quién soy para él? Debo de ser alguien que él ya conoce. Y entonces recuerdo a Bill Levison tomando su cerveza y bromeando con mi padre en el porche de su casa cuando las cosas le iban vien y Tony y Rose jugueteaban conmigo enfrente de la casa. Bill era un hombre bueno que tenía pocas ambiciones. Que siempre mostraba generosidad con todos y nosotros los chiquillos sabíamos que era bueno y nos inspiraba tranquilidad y confianza. Pero un día Bill no volvió a casa. Un elevador de coches falló y Bill quedó aplastado bajo el coche. Había sido un descuido de un aprendiz nuevo. Un accidente. Un suceso que cambió la vida de la calle Jefferson. El funeral se celebró en la vieja sinagoga de la esquina y pronto se fue disolviendo la familia. Su mujer Esther se llevó a Tony y Rose para Nueva York y aquella casa quedó cerrada por mucho tiempo. Pero el recuerdo de Bill Davison quedó en la casa. El espíritu de Bill deámbulaba por la casa. Y yo veía a Bill sentado en el porche con su cerveza y le contaba todo lo que iba sucediendo en el barrio. Bill era siempre bueno y comprendía y nunca dejaba de sonreir. Luego el tiempo fue pasando y Georgetown fue alejándose hasta perderse en la memoria. Pero ahora era capaz de recordar y de ver y la tonalidad me inundaba y daba rienda suelta a mí imaginación.
Georgetown. Mis paseos por Georgetown se convirtieron en un ritual del que no podía prescindir y sin el cual la vida en Washington no hubiere tenido el extraño color que tuvo. La extraña música lejana. La voz y su llamada íntima.
EN EL BANCO DE LOS ACUSADOS
Fuimos aquel día Manolo y yo a una iglesia negra. Cogimos el coche y nos metimos en el gueto negro del East Austin. El gueto estaba al otro lado de la autopista 35. Era una mañana soleda de primavera. No recuerdo la razón de porqué tuvo que ser aquella iglesia y no otra. Pero aparcamos el coche y nos metimos, no con cierta reserva, en la iglesia construída de madera. Era la hora del servicio. Quizás las once. Las mujeres iban ataviadas con sus mejores vestidos, muchas iban tocadas con gorros morados o también negros. Pronto nos dimos cuenta que aquel no era nuestro mundo. Que una cosa era trabajar con algún negro en Sears o topárselo como compañero de clase; o que hubiese coincidido con nosotros por algúna contingencia de la vida; pero otra era de repente verse rodeado por negros en su mundo negro, su sociedad negra.
Una vez dentro nos dimos cuenta que estábamos transgrediendo una costumbre, una norma social; quizás un tabú desconocido para nosotros. Sí, la iglesia era cristiana y allí se hablaría del amor de Cristo y todas esas cosas, pero en el mismo momento que pretendíamos sentarnos en los bancos traseros, una mano amistosa nos invitó a sentarnos, oh horror, en un banco lateral mísmamente mirando al estrado del pastor o predicador; pero de tal manera que también quedábamos a la vista y exposición de toda la congregación. La situación resultaba un tanto extraña y embarazosa. Nos dimos cuenta que éramos los únicos blancos en un mundo negro. Ver a toda una congregación de raza negra mirando a unos blancos, no exactamente anglosajones, pero al fin y al cabo blancos; resultaba inquietante.
El culto comenzó. Pero el comienzo era una especie de cantos mezclados con palabras parecidas a gemidos o súplicas de necesaria e intensa ayuda al Dios de la Biblia. Todos cantaban y oraban al mismo tiempo y todos miraban hacia nosotros. Manolo y yo nos mirábamos de vez en cuando tratando de comunicarnos el mismo desconcierto y sorpresa. Nos veíamos como animales expuestos en un zoo, y yo pensaba que de no ser aquello una iglesia, podríamos enfrentarnos quizás a un serio apuro. Concentrarse en lo que iba diciendo el predicador al mismo tiempo que la congregación respondía era imposible, y más imposible sobretodo cuando el mismo predicador comenzó a fijar continuamente su mirada hacia nosotros. “Oh Dios perdona a aquellos que no conocen tu nombre” “ Oh Señor, ellos no saben lo que hacen” “ Oh Señor, traemos nuestros pecados ante ti para que tu sacrificio y tu sangre en la cruz nos límpien para siempre.” “Aleluya, oh Señor” “AAAAlellluya” “Sí, aleeellluyaaa, sí.” Y ahora toda la congregación asentía con más fuerza que nunca sin apear la vista hacia nosotros. Todos, pastor y congregación, no apartaban la vista de nosotros y entonces nuestro mosqueo inicial se iba transformando en un miedo irracional que nuestra condición de universitarios ilustrados y concienciados en ideología de izquierda no lograba apaciguar, racionalizar, comprender. Aquel era definitivamente otro mundo para el que no estábamos preparados. “Aleluya, OHHHH DIOSSSS” “Destruye al diablo, destruye el pecado, OHHH ALLLELUYAA.” Manolo y yo comenzábamos a sudar en frío. Pensábamos en cómo salir de aquel lugar, pero intentar salir de la iglesia en ese precisamente momento sonaba a sacrilegio. Desde luego no era esperado por la congregación, que ahora más que nunca parecía necesitarnos. Éramos su espejo, pero no sabíamos exactamente qué era lo que estábamos reflejando. No sabíamos el sentido que estábamos creando y los efectos o tensiones que involuntariamente y por una puñetera curiosidad llevada a cabo de un modo inconsciente, estábamos produciendo. Queríamos salir. Pero la congregación parecía más y más concentrada en nosotros. Y ahora el pastor movía su dedo hacia nosotros pero su prédica iba dirigida contra nosotros como personas, sino contra un mal o una entidad maligna que también nosotros podríamos vencer. Quizás el pecado, quizás el odio racial. Quizás el deseo de que esa raza blanca ahí sentada por fin en el banquillo de los acusados pudiera escuchar el sentimiento amargo mezclado con un anhelo de amor cristiano imposible, pero no por ello más y más anhelado y deseado. Allí podría estar el hombre de la limpieza de Sears o la cocinera enormemente gorda del hospital Holy Cross; o el mecánico de Southwestern Wheels o el viejo alcoholizado de la calle Seis. Ese era su mundo fuera del hombre blanco y nosotros de alguna manera lo habíamos profanado. Por lo menos habíamos iniciado una extraña ruptura con la normalidad de la ciudad y ahora era sólo cuestión de esperar al final para salir y poder recuperar nuestra compostura de hombres blancos.
Finalizado el último himno y acabada la oración de despedida llegó el final. Recuerdo que un tanto apresurados y respondiendo a algún que otro choque de manos Manolo y yo nos fuímos aproximando a la puerta de salida. Más allá estaba el coche. Y más allá, cruzando la autopista 35, estaba la normalidad blanca a la cual y por narices pertenecíamos y ahora más que nunca queríamos regresar.
Una vez dentro nos dimos cuenta que estábamos transgrediendo una costumbre, una norma social; quizás un tabú desconocido para nosotros. Sí, la iglesia era cristiana y allí se hablaría del amor de Cristo y todas esas cosas, pero en el mismo momento que pretendíamos sentarnos en los bancos traseros, una mano amistosa nos invitó a sentarnos, oh horror, en un banco lateral mísmamente mirando al estrado del pastor o predicador; pero de tal manera que también quedábamos a la vista y exposición de toda la congregación. La situación resultaba un tanto extraña y embarazosa. Nos dimos cuenta que éramos los únicos blancos en un mundo negro. Ver a toda una congregación de raza negra mirando a unos blancos, no exactamente anglosajones, pero al fin y al cabo blancos; resultaba inquietante.
El culto comenzó. Pero el comienzo era una especie de cantos mezclados con palabras parecidas a gemidos o súplicas de necesaria e intensa ayuda al Dios de la Biblia. Todos cantaban y oraban al mismo tiempo y todos miraban hacia nosotros. Manolo y yo nos mirábamos de vez en cuando tratando de comunicarnos el mismo desconcierto y sorpresa. Nos veíamos como animales expuestos en un zoo, y yo pensaba que de no ser aquello una iglesia, podríamos enfrentarnos quizás a un serio apuro. Concentrarse en lo que iba diciendo el predicador al mismo tiempo que la congregación respondía era imposible, y más imposible sobretodo cuando el mismo predicador comenzó a fijar continuamente su mirada hacia nosotros. “Oh Dios perdona a aquellos que no conocen tu nombre” “ Oh Señor, ellos no saben lo que hacen” “ Oh Señor, traemos nuestros pecados ante ti para que tu sacrificio y tu sangre en la cruz nos límpien para siempre.” “Aleluya, oh Señor” “AAAAlellluya” “Sí, aleeellluyaaa, sí.” Y ahora toda la congregación asentía con más fuerza que nunca sin apear la vista hacia nosotros. Todos, pastor y congregación, no apartaban la vista de nosotros y entonces nuestro mosqueo inicial se iba transformando en un miedo irracional que nuestra condición de universitarios ilustrados y concienciados en ideología de izquierda no lograba apaciguar, racionalizar, comprender. Aquel era definitivamente otro mundo para el que no estábamos preparados. “Aleluya, OHHHH DIOSSSS” “Destruye al diablo, destruye el pecado, OHHH ALLLELUYAA.” Manolo y yo comenzábamos a sudar en frío. Pensábamos en cómo salir de aquel lugar, pero intentar salir de la iglesia en ese precisamente momento sonaba a sacrilegio. Desde luego no era esperado por la congregación, que ahora más que nunca parecía necesitarnos. Éramos su espejo, pero no sabíamos exactamente qué era lo que estábamos reflejando. No sabíamos el sentido que estábamos creando y los efectos o tensiones que involuntariamente y por una puñetera curiosidad llevada a cabo de un modo inconsciente, estábamos produciendo. Queríamos salir. Pero la congregación parecía más y más concentrada en nosotros. Y ahora el pastor movía su dedo hacia nosotros pero su prédica iba dirigida contra nosotros como personas, sino contra un mal o una entidad maligna que también nosotros podríamos vencer. Quizás el pecado, quizás el odio racial. Quizás el deseo de que esa raza blanca ahí sentada por fin en el banquillo de los acusados pudiera escuchar el sentimiento amargo mezclado con un anhelo de amor cristiano imposible, pero no por ello más y más anhelado y deseado. Allí podría estar el hombre de la limpieza de Sears o la cocinera enormemente gorda del hospital Holy Cross; o el mecánico de Southwestern Wheels o el viejo alcoholizado de la calle Seis. Ese era su mundo fuera del hombre blanco y nosotros de alguna manera lo habíamos profanado. Por lo menos habíamos iniciado una extraña ruptura con la normalidad de la ciudad y ahora era sólo cuestión de esperar al final para salir y poder recuperar nuestra compostura de hombres blancos.
Finalizado el último himno y acabada la oración de despedida llegó el final. Recuerdo que un tanto apresurados y respondiendo a algún que otro choque de manos Manolo y yo nos fuímos aproximando a la puerta de salida. Más allá estaba el coche. Y más allá, cruzando la autopista 35, estaba la normalidad blanca a la cual y por narices pertenecíamos y ahora más que nunca queríamos regresar.
EL MUNDO QUE NO PUDO SER
Salía de Salt Lake City en dirección al estado de Wyoming. Pronto estába subiendo un puerto de montaña desde donde se iba percibiendo la ciudad a lo largo y a lo ancho. Allá estaba el templo mormón con sus dos torres y todo el complejo religioso que rodea al mismo. La subida era lenta. Las nubes de agosto formában cúmulos a lo lejos. Y de nuevo esa sensación de introducirme en territorios de inmensa soledad e ilimitada expansión hacia todas las direcciones. Era un mundo que en aquel momento apetecía ser potencialmente muchas cosas. La autopista descendía ahora hacia un paraje mesetario, y a lo lejos, se divisaba el último pueblo de Utah con la torre del tabernáculo como señal y guía de su existencia. De repente ví el letrero de la salida hacia el pueblo. Se llamaba Echo. Una corazonada me hizo tomar la salida y dirigirme hacia él. Necesitaba visitar aquel pueblo. Simplemente aparcar el coche y sentarme en cualquier coffe-shop para contemplar las calles vacías de un pueblo solitario. Cuando llegué me di cuenta que había mucha gente trajeada a la salida del tabernáculo mormón. Será una boda, pensaba. Poco a poco fui aparcando cerca de una hamburguesería Dairy-Queen. Noté que seguía haciendo calor a pesar de ser todavía las seis. Me metí en el Dairy Queen y pedí café. Sabía que los mormones no bebían café, pero no veía ninguna prohibición de su venta, y, además estaba claro que había gente que lo bebía a juzgar por la jarra repleta de café fresco que calentaba en la cafetera de filtro automática.
De pronto alguien interrumpió mi tranquilidad. Era un viejo de unos ochenta años que vestía pantalón vaquero y una camisa azul con bordados al estilo de los granjeros de Nuevo México y que además portaba esa especie de botón al cuello que hace de corbata. El viejo pidió sentarse a mi lado, cosa que hizo instantáneamente sin apenas darle mi consentimiento.
“Me llamo Nelson Cordway. ¿Me puedo sentar, verdad? Usted es forastero, ¿verdad?”
“Sí, lo soy. Vengo de Texas” respondí yo un tanto molesto ya que no quería comenzar ninguna conversación. Sólo buscaba mi tranquilidad. Mi encuentro conmigo mismo en un lugar completamente desconocido.
“Pero Ud. No es de la iglesia , ¿verdad?” Insistió él viejo.
“No, efectivamente no lo soy” dije apuntando al café. El viejo entonces sonrió y aspiró la paja de su refresco.
“¿Qué hace aquí? ¿visita a alguién?” dijo moviendo sus ojillos azules vivaraces.
“No, sólo estoy de paso” respondí secamente, haciéndole ver que su presencia comenzaba a resultarme impertinente.
“Verá, ¿ve usted a esa gente en frente del tabernáculo?”
“Sí, claro”
“Pues hoy es un día especial para nosotros. Mi nieto más pequeño se bautiza junto con cinco niños más de su edad. Ya sabe que nosotros, los Santos de los Últimos Días los bautizamos a los ocho años.”
“Pues le felicito, desde luego es un día especial para usted.”
“Oiga”, me dijo él arrimando la cara más de cerca, como si fuese a decirme un secreto “este pueblo tiene sus misterios y sus pecados, como todos los pueblos. ¡Je¡ ¡Je¡¿No habrá alguien que le esté esperando en el pueblo Sr..?”
“Mark Wyttal” respondí yo arrepintiéndome en el acto por seguirle el juego a aquel viejete. “Sr. Cordway,” proseguí queriendo dar el punto final a la conversación. “aquí en este pueblo nadie me conoce, nunca estuve aquí, es la primera vez que lo visito”
“Eso cree usted. Todos los que pasan por aquí dicen lo mismo” respondió el viejo Cordway al tiempo que se levantaba y se proponía a marcharse despidiéndose de mí. “adios Sr. Wyttal, me está esperando la familia y el nieto. Tenga usted mucha suerte” Y se fue. Me extrañaba que no portara un traje para tal acontecimiento, pero los viejos granjeros siempre están a gusto con sus vaqueros u “overalls”; esa especie de funda con pechera y tirantes tan en boga por esos lares.
Seguí sentado unos minutos más hasta que acabé el café con plena satisfación. Luego comencé a caminar por la Main Street del pueblo. Miraba los escaparates con sus tiendas de ropa o algúna oficina del Zion Bank. Luego seguí derecho hasta llegar a una especie de parque con una especie de quiosco para la música. Allí finalizaba el downtown o centro del pueblo. A partir de allí ya eran todo casas con sus jardines y sus garajes y sus porches y sus árboles haciendo sombra a las casas. Todo muy de acuerdo con la estética rural de cualquier pueblo de las llanuras del midwest. Nada diferente. Entonces decidí dar la vuelta y dirigirme al coche para proseguir el viaje. Quería estar en Rowlins, Wyoming, antes de las doce de la noche. Caminaba sin prisa. Me encontraba descansado y con una plena sensación de libertad.
Pronto divisé lo que parecían unas vías de tren que se alejaban hacia las praderas. En realidad eran unas vías muertas de tren que se perdían en la maleza. En otra época eso había tenido que ser una vía que posiblemente acabase en Salt Lake City o quién sabe dónde y porqué razón estaban allí aquellos carriles oxidados y casi enterrados por la hierba. Y si había ferrocarril tenía que haber estación y alguna mina. Sí, quizás alguna mina. Este pueblo tuvo que ser algo más movido, más próspero y grande. Imagínate allí la estación, pensaba yo. Sí, allí estaba la estación con la gente esperando el tren para ir a la capital del estado. Los niños jugando y corriendo, cruzando las vías para desafíar a los mayores. Allí estaría mi madre Emma Kershel con su bolso colgado del hombro y hablando con su amiga Lorena Narkon. Nosotros, yo y mi hermano Max, seguíamos jugando mientras llegaba el tren bufando y silvando en dirección a Salt Lake City: la ciudad del templo. Me acordaba que vivíamos en la calle Washington Este y que mi padre trabajaba en la mina de hierro de la Baltimore Coal Inc. Mi padre llegaba alegre a casa a pesar del cansancio y entonces nos subía a hombros y nos lanzaba al aire a Max y a mí. En la casa de madera había una cocina grande donde mi madre preparaba la cena. En un armario del comedor estaba la vieja radio Telefunken dando noticias o emitiendo viejas canciones. Luego miraba por la ventana y veía las praderas perderse en el horizonte mientras el sol abandonaba en silencio un cielo de nubes enrojecidas. Todo aquello existió. Tuvo que haber existido sino yo no hubiese estado reviviéndolo de aquella manera. Me embargó entonces toda una terrible nostalgia de recuerdos transcurridos en Echo. Como si toda mi infancia hubiese transcurrido en Echo, Utah. Sí, la escuela elemental, los aburridos domingos fríos de invierno en el tabernáculo entre mis padres que me impedían el menor movimiento. Y luego las huidas por las praderas con Max y todos nuestros amigos jugando a la guerra.
Una mano me tocó el hombro. Yo entonces salía del ensueño de una forma un tanto violenta, como si me sacaran de un sueño profundo.
“Mark, ya todo ha desaparecido. El pueblo no es el mismo. Muchos ya han muerto” Quien así hablaba era un hombre pequeño de rasgos indios.
“¿Quién eres?” pregunté yo asustado, bastante nervioso.
“Soy Joe “Coyote” Miller. No te acuerdas de Coyote?”
“¿Coyote? No, no sé nada de Coyote?”
“Mark, recuerda cuando ibas a mi casa allá en Llano Verde donde estaba el estanque y entonces jugabas con nuestros perros ...”
“¿Quién eres? No es posible que pueda recordar mis escapadas a Llano Verde en bicicleta siguiendo el camino que salía del taller de Malcolm.”
“Sí, Mark, te acuérdas todavía bien de todo ello. Acuérdate de mi hermana Salce que la llamábamos Salcita como hablaban los mexicanos”
“Sí, Salcita, claro que me acuerdo de ella. ¿Dónde está Salcita?”
“Salcita vive en California, se casó con un blanco y se fue a L.A.”
“Sí, me acuerdo de todos vosotros, de vuestro ranchito tan solitario en medio de la pradera de Llano Verde; de las veces que íbamos con tu padre a cazar liebres y racunes; y una vez casi me muerde una serpiente de cascabel ... Sí, claro que me acuerdo...”
“Mark”, dijo Coyote con voz meditativa, “es hora de que te vayas. Ya no hay nadie en este pueblo que te recuerde. Ya es otro pueblo. Quizás ni los más viejos han sabido de tu presencia aquí entre nosotros cuando todavía éramos niños y sabíamos soñar.” Entonces noté que la silueta de Coyote se iba desvaneciendo. Quizás mi ensueño había ido demasiado lejos y Coyote no era más que mi torpe imaginación perdida en sus historias. Sí, era hora de irse. A las 12 pm tenía que estar en Rawlins, Wyoming.
De pronto alguien interrumpió mi tranquilidad. Era un viejo de unos ochenta años que vestía pantalón vaquero y una camisa azul con bordados al estilo de los granjeros de Nuevo México y que además portaba esa especie de botón al cuello que hace de corbata. El viejo pidió sentarse a mi lado, cosa que hizo instantáneamente sin apenas darle mi consentimiento.
“Me llamo Nelson Cordway. ¿Me puedo sentar, verdad? Usted es forastero, ¿verdad?”
“Sí, lo soy. Vengo de Texas” respondí yo un tanto molesto ya que no quería comenzar ninguna conversación. Sólo buscaba mi tranquilidad. Mi encuentro conmigo mismo en un lugar completamente desconocido.
“Pero Ud. No es de la iglesia , ¿verdad?” Insistió él viejo.
“No, efectivamente no lo soy” dije apuntando al café. El viejo entonces sonrió y aspiró la paja de su refresco.
“¿Qué hace aquí? ¿visita a alguién?” dijo moviendo sus ojillos azules vivaraces.
“No, sólo estoy de paso” respondí secamente, haciéndole ver que su presencia comenzaba a resultarme impertinente.
“Verá, ¿ve usted a esa gente en frente del tabernáculo?”
“Sí, claro”
“Pues hoy es un día especial para nosotros. Mi nieto más pequeño se bautiza junto con cinco niños más de su edad. Ya sabe que nosotros, los Santos de los Últimos Días los bautizamos a los ocho años.”
“Pues le felicito, desde luego es un día especial para usted.”
“Oiga”, me dijo él arrimando la cara más de cerca, como si fuese a decirme un secreto “este pueblo tiene sus misterios y sus pecados, como todos los pueblos. ¡Je¡ ¡Je¡¿No habrá alguien que le esté esperando en el pueblo Sr..?”
“Mark Wyttal” respondí yo arrepintiéndome en el acto por seguirle el juego a aquel viejete. “Sr. Cordway,” proseguí queriendo dar el punto final a la conversación. “aquí en este pueblo nadie me conoce, nunca estuve aquí, es la primera vez que lo visito”
“Eso cree usted. Todos los que pasan por aquí dicen lo mismo” respondió el viejo Cordway al tiempo que se levantaba y se proponía a marcharse despidiéndose de mí. “adios Sr. Wyttal, me está esperando la familia y el nieto. Tenga usted mucha suerte” Y se fue. Me extrañaba que no portara un traje para tal acontecimiento, pero los viejos granjeros siempre están a gusto con sus vaqueros u “overalls”; esa especie de funda con pechera y tirantes tan en boga por esos lares.
Seguí sentado unos minutos más hasta que acabé el café con plena satisfación. Luego comencé a caminar por la Main Street del pueblo. Miraba los escaparates con sus tiendas de ropa o algúna oficina del Zion Bank. Luego seguí derecho hasta llegar a una especie de parque con una especie de quiosco para la música. Allí finalizaba el downtown o centro del pueblo. A partir de allí ya eran todo casas con sus jardines y sus garajes y sus porches y sus árboles haciendo sombra a las casas. Todo muy de acuerdo con la estética rural de cualquier pueblo de las llanuras del midwest. Nada diferente. Entonces decidí dar la vuelta y dirigirme al coche para proseguir el viaje. Quería estar en Rowlins, Wyoming, antes de las doce de la noche. Caminaba sin prisa. Me encontraba descansado y con una plena sensación de libertad.
Pronto divisé lo que parecían unas vías de tren que se alejaban hacia las praderas. En realidad eran unas vías muertas de tren que se perdían en la maleza. En otra época eso había tenido que ser una vía que posiblemente acabase en Salt Lake City o quién sabe dónde y porqué razón estaban allí aquellos carriles oxidados y casi enterrados por la hierba. Y si había ferrocarril tenía que haber estación y alguna mina. Sí, quizás alguna mina. Este pueblo tuvo que ser algo más movido, más próspero y grande. Imagínate allí la estación, pensaba yo. Sí, allí estaba la estación con la gente esperando el tren para ir a la capital del estado. Los niños jugando y corriendo, cruzando las vías para desafíar a los mayores. Allí estaría mi madre Emma Kershel con su bolso colgado del hombro y hablando con su amiga Lorena Narkon. Nosotros, yo y mi hermano Max, seguíamos jugando mientras llegaba el tren bufando y silvando en dirección a Salt Lake City: la ciudad del templo. Me acordaba que vivíamos en la calle Washington Este y que mi padre trabajaba en la mina de hierro de la Baltimore Coal Inc. Mi padre llegaba alegre a casa a pesar del cansancio y entonces nos subía a hombros y nos lanzaba al aire a Max y a mí. En la casa de madera había una cocina grande donde mi madre preparaba la cena. En un armario del comedor estaba la vieja radio Telefunken dando noticias o emitiendo viejas canciones. Luego miraba por la ventana y veía las praderas perderse en el horizonte mientras el sol abandonaba en silencio un cielo de nubes enrojecidas. Todo aquello existió. Tuvo que haber existido sino yo no hubiese estado reviviéndolo de aquella manera. Me embargó entonces toda una terrible nostalgia de recuerdos transcurridos en Echo. Como si toda mi infancia hubiese transcurrido en Echo, Utah. Sí, la escuela elemental, los aburridos domingos fríos de invierno en el tabernáculo entre mis padres que me impedían el menor movimiento. Y luego las huidas por las praderas con Max y todos nuestros amigos jugando a la guerra.
Una mano me tocó el hombro. Yo entonces salía del ensueño de una forma un tanto violenta, como si me sacaran de un sueño profundo.
“Mark, ya todo ha desaparecido. El pueblo no es el mismo. Muchos ya han muerto” Quien así hablaba era un hombre pequeño de rasgos indios.
“¿Quién eres?” pregunté yo asustado, bastante nervioso.
“Soy Joe “Coyote” Miller. No te acuerdas de Coyote?”
“¿Coyote? No, no sé nada de Coyote?”
“Mark, recuerda cuando ibas a mi casa allá en Llano Verde donde estaba el estanque y entonces jugabas con nuestros perros ...”
“¿Quién eres? No es posible que pueda recordar mis escapadas a Llano Verde en bicicleta siguiendo el camino que salía del taller de Malcolm.”
“Sí, Mark, te acuérdas todavía bien de todo ello. Acuérdate de mi hermana Salce que la llamábamos Salcita como hablaban los mexicanos”
“Sí, Salcita, claro que me acuerdo de ella. ¿Dónde está Salcita?”
“Salcita vive en California, se casó con un blanco y se fue a L.A.”
“Sí, me acuerdo de todos vosotros, de vuestro ranchito tan solitario en medio de la pradera de Llano Verde; de las veces que íbamos con tu padre a cazar liebres y racunes; y una vez casi me muerde una serpiente de cascabel ... Sí, claro que me acuerdo...”
“Mark”, dijo Coyote con voz meditativa, “es hora de que te vayas. Ya no hay nadie en este pueblo que te recuerde. Ya es otro pueblo. Quizás ni los más viejos han sabido de tu presencia aquí entre nosotros cuando todavía éramos niños y sabíamos soñar.” Entonces noté que la silueta de Coyote se iba desvaneciendo. Quizás mi ensueño había ido demasiado lejos y Coyote no era más que mi torpe imaginación perdida en sus historias. Sí, era hora de irse. A las 12 pm tenía que estar en Rawlins, Wyoming.
UN PUEBLO EN LOS PÁRAMOS DE NIHJIRT
Habíamos parado en un pueblo de los páramos de Nihjirt. Veníamos de la ciudad de Newtert en la costa norte del territorio Swert. Nos dirigíamos a la estación de ferrocarril de Trasghtrow más allá de los páramos. Y después de días de camino en nuestros carromatos tirados por animales, decidimos parar en este pueblo. Estábamos agotados. Acampamos en las afueras sin pedir permiso por el momento ya que el cansancio nos impedía hablar nada con cierta concentración. A la mañana siguiente el sol brillaba y unos niños del pueblo nos miraban con curiosidad. Decidimos dar una vuelta por el pueblo y comprobar los ánimos de sus habitantes. Nosotros, Tilema y yo, decidimos ir por nuestra cuenta; en solitario. Nos dimos pronto cuenta que el pueblo era de trazados sencillos. La mayoría vivía en casas pequeñas rodeadas de jardines o césped. No había cierres o cercas como habíamos observado en otros pueblos o en nuestro propio territorio Swert. Seguimos una calle cualquiera y fuimos a dar a un templo construido de madera, exclusivamente de madera. La puerta estaba abierta y pasamos. Dentro nos sentamos en un banco alargado y contemplamos el espacio interior de aquella iglesia. Todo era sencillo. No había ninguna imagen ni ostentación. Tan sólo un púlpito y una biblia y cristaleras de color azul y rojo. Transparencia y sencillez. La vida del espíritu reducida a lo elemental. Ningún aspaviento metafísico en la forma. Aquella religión invitaba más a la aceptación de lo ordinario, de lo corriente en la vida diaria. No había pretensiones de alcanzar algún imposible. Un atril para leer la Palabra impresa y luego comentarla. Quizás un himno intermedio o una oración espontánea. No parecía haber más.
Salimos del templo y seguimos caminando por una calle que parecía acabar en una pradera. La mañana era templada. Todo invitaba a la calma y al equilibrio. Y allá en aquel jardín vimos unos pequeños pajarillos diminutos tratando de beber en un bebedero de cristal que parecía un frasco o tarro. El jardín estaba muy bien cuidado. Ninguna ostentación. Nada exagerado en las plantas o arbustos allí plantados. Incluso la pareja de ancianos que ahora divisábamos allí sentados en cómodos sillones de mimbre bajo el porche de la casa, no parecían sobresaltarse para nada con nuestra presencia. Es más, ella, la señora, se levantó y vino hacia nosotros manteniendo una sonrisa nada forzada; nada artificial, sino natural y ecuánime, con su mirada azul recorriendo nuestros rostros todavía algo cansados y plenos de curiosidad e incertidumbre. Nos preguntó si veníamos de lejos. Creo que sintió cierta compasión por nosotros y nos hizo pasar a su casa. Su marido preparó café y té y, mientras, la señora nos fue enseñando la casa. Y de nuevo la sencillez bañada por una luz intensa de un sol que iba bañando las praderas lejanas y así mismo las habitaciones de una casa limpia, con muebles más bien funcionales que de adorno superfluo. Una vez servidas las infusiones el marido sacó un pequeño album de fotos y poco a poco nos fue enseñando a sus hijos, a sus nietos, su propio pasado. Pronto supimos que uno de los hijos más queridos había muerto en la guerra de Mastregh cuando los Nutrewt intentaron desplazar a los Nihjirt de sus territorios, pero la valentía y el coraje de estos últimos neutralizó la agresividad incontenible de los Nutrewt llegando a un pacto de no agresión que ya duraba décadas. Aquel hijo muerto vivía y revivía en aquellas dos almas ancianas y las lágrimas saltaron por un momento, para luego pasar rápido a unos nietos que ya eran mayores y ahora vivían lejos, en ciudades y territorios lejanos. Pero allí, en aquellas fotos, los nietos eran todavía niños y la inocencia todavía resplandecía en las miradas: las miradas que confían en la vida y en los mayores que los rodean: juegos y misterios, miedos y calor de protección materna.
Después de ver el album y hablar por algo más de tiempo nos desearon un viaje feliz y una confianza en Dios. Sabían que nuestro futuro estaba aun por resolver, y que nuestra marcha o huída o peregrinación o simplemente nomadismo; era consustancial a nuestro pueblo. La señora nos dio un beso suave y un débil abrazo. Para ellos la vida ya había cumplido su propósito. Tan sólo era custión de esperar sentados en su jardín hasta que las fuerzas se extinguieran como la luz de una puesta de sol invernal.
Tielma y yo nos fuimos con la sensación de que en la vida existe un punto de intimidad y refugio que jamás nadie puede profanar. Tan sólo si nos abren las puertas podemos entrar, pero con cuidado, con delicadeza y dejando las cosas como estan o estaban. Debíamos de volver a nuestro campamento para, una vez repuestos, seguir en dirección a la estación de Trasghtrow.
Salimos del templo y seguimos caminando por una calle que parecía acabar en una pradera. La mañana era templada. Todo invitaba a la calma y al equilibrio. Y allá en aquel jardín vimos unos pequeños pajarillos diminutos tratando de beber en un bebedero de cristal que parecía un frasco o tarro. El jardín estaba muy bien cuidado. Ninguna ostentación. Nada exagerado en las plantas o arbustos allí plantados. Incluso la pareja de ancianos que ahora divisábamos allí sentados en cómodos sillones de mimbre bajo el porche de la casa, no parecían sobresaltarse para nada con nuestra presencia. Es más, ella, la señora, se levantó y vino hacia nosotros manteniendo una sonrisa nada forzada; nada artificial, sino natural y ecuánime, con su mirada azul recorriendo nuestros rostros todavía algo cansados y plenos de curiosidad e incertidumbre. Nos preguntó si veníamos de lejos. Creo que sintió cierta compasión por nosotros y nos hizo pasar a su casa. Su marido preparó café y té y, mientras, la señora nos fue enseñando la casa. Y de nuevo la sencillez bañada por una luz intensa de un sol que iba bañando las praderas lejanas y así mismo las habitaciones de una casa limpia, con muebles más bien funcionales que de adorno superfluo. Una vez servidas las infusiones el marido sacó un pequeño album de fotos y poco a poco nos fue enseñando a sus hijos, a sus nietos, su propio pasado. Pronto supimos que uno de los hijos más queridos había muerto en la guerra de Mastregh cuando los Nutrewt intentaron desplazar a los Nihjirt de sus territorios, pero la valentía y el coraje de estos últimos neutralizó la agresividad incontenible de los Nutrewt llegando a un pacto de no agresión que ya duraba décadas. Aquel hijo muerto vivía y revivía en aquellas dos almas ancianas y las lágrimas saltaron por un momento, para luego pasar rápido a unos nietos que ya eran mayores y ahora vivían lejos, en ciudades y territorios lejanos. Pero allí, en aquellas fotos, los nietos eran todavía niños y la inocencia todavía resplandecía en las miradas: las miradas que confían en la vida y en los mayores que los rodean: juegos y misterios, miedos y calor de protección materna.
Después de ver el album y hablar por algo más de tiempo nos desearon un viaje feliz y una confianza en Dios. Sabían que nuestro futuro estaba aun por resolver, y que nuestra marcha o huída o peregrinación o simplemente nomadismo; era consustancial a nuestro pueblo. La señora nos dio un beso suave y un débil abrazo. Para ellos la vida ya había cumplido su propósito. Tan sólo era custión de esperar sentados en su jardín hasta que las fuerzas se extinguieran como la luz de una puesta de sol invernal.
Tielma y yo nos fuimos con la sensación de que en la vida existe un punto de intimidad y refugio que jamás nadie puede profanar. Tan sólo si nos abren las puertas podemos entrar, pero con cuidado, con delicadeza y dejando las cosas como estan o estaban. Debíamos de volver a nuestro campamento para, una vez repuestos, seguir en dirección a la estación de Trasghtrow.
LA FERIA
Cuando recorríamos la distancia entre la ciudad de Iskght y la estación de Kulmagre en la estepa de Gurtel, fuimos siguiendo el curso del Río Nelvam caminando por sus valles poblados de bosques y fértiles praderas. A veces parábamos en los pueblos y acampábamos en sus afueras mientras descansábamos de tan larga marcha. Eran gente hospitalaria que nos acogía con ese calor que sólo la gente sencilla posee cuando sabe que también nosotros habríamos de compartir algo con ellos. Y con ellos compartíamos nuestras danzas, nuestra comida, nuestro dinero comprandoles víveres y artilugios. Pero siempre llegaba la hora de seguir adelante. Habíamos de coger el tren en Kulmagre para unírnos a los nuestros, a nuestro pueblo milenario y nómada, y partir lejos; a nuevos territorios fuera del peligro que se iba cerniendo sobre nuestra nación eternamente emigrante.
Un día, cuando comenzamos a internarnos en la Gran Estepa de Gurtel y los vientos comenzaban a soplar más gélidos por las noches, descubrimos, ya casi al anochecer, una especie de mancha iluminada en un paraje rodeado de arbustos. A medida que nos íbamos acercando fuimos comprobando que era como una especie de feria: quizás se estaba celebrando una feria en medio de un territorio desolado. Poco a poco nos fuimos acercando y escuchando el sonido de notas musicales mezcladas con el murmullo de voces que trataban de vender o anunciar espectáculos de diversión o misterio. Y ya desde un cerro pudimos ver algo inédito y sorprendente: la feria se celebraba en medio de la más absoluta soledad de paisaje. No sabíamos de la existencia de poblados en más de muchos días de camino en dirección a los valles de kuitrew. Sin embargo sí sabíamos de los nómadas Awertowet que habitaban la estepa cada siete años para luego tornar a sus montañas malditas, según algunos.
Fuimos bajando en silencio y fijándonos en la nítida frontera de luz que parecía contener un espectro flotante de civilización en medio de un territorio hostil a cualquier presencia humana. Al llegar a las cercanías fuimos recibidos por una comitiva de jefes Awertowet que hacía tiempo nos habían vislumbrado. La invitación era la de un pueblo también castigado por las visicitudes de las naciones y los imperios, la de otro pueblo que busca refugio entre las mismas entrañas de la Tierra llegado el momento. Y así fue como entramos a la feria de los Awertowet. Se nos ofreció vino de las riveras del Dertiopj y trozos de cordero asado. La música provenía de una orquesta que tocaba con viejos instrumentos abrillantados por el uso. Muchos bailaban, otros miraban a casetas de madera pintadas de colores chillones donde los payasos o enanos hacían sus piruetas o proclamaban sus chascarrillos en lengua huertw, la lengua de las montañas malditas de Seglon. Había casetas de brujas que vendían sus raices y plantas para curar todo mal o mejorar la vida de desasosiego del nómada de estepa. Muchos muchachos bailaban alrededor de fuegos cogidos de la mano y fromando coros que luego se disolvían y se unían o deshacían otros coros en otros fuegos quizás más grandes o a veces más pequeños. Nosotros comenzábamos a embriagarnos con el ambiente, nos sentíamos a gusto bailando y riendo o escuchando los presagios de las brujas. "¿A dónde van los Lobrweytre, a dónde van siempre huyendo? ¿A dónde vais otra vez? Para vosotros no hay montañas malditas que os protejan y os lanzáis a la ventura de otro tren que quién sabe a dónde os llevará. Quedaos con nosotros y nos repartirenmos la estepa maldita y árida. Todos cabemos para compartir infortunio."
Quienes entraban a sus casetas de misterio decían que veían espectros de un más allá escalofriante. Los Awertowet siempre fueron maestros de la magia, grandes embaucadores del hechizo. Y eran los únicos que podían pretender montar una feria en el más desolado y solitario de los parajes de este planeta. Antes de la madrugada habíamos de salir, antes de que el viento gélido nos congelara bajo los efectos del hechizo de sus vinos. Y así fue que pronto el aire se fue convirtiendo en tormenta y las luces de la feria se fueron apagando, y los muchachos se fueron refugiando en sus carromatos anclados a los árbustos y la música se fue extinguiendo en un silencio profundo tan sólo poseído por el viento del noroeste. Nosotros atamos nuestros carros como ellos lo hacían y esperamos a que el viento descansara. Silencio. Todo silencio. Y en silencio absoluto salimos para la estación de Kulmagre.
Un día, cuando comenzamos a internarnos en la Gran Estepa de Gurtel y los vientos comenzaban a soplar más gélidos por las noches, descubrimos, ya casi al anochecer, una especie de mancha iluminada en un paraje rodeado de arbustos. A medida que nos íbamos acercando fuimos comprobando que era como una especie de feria: quizás se estaba celebrando una feria en medio de un territorio desolado. Poco a poco nos fuimos acercando y escuchando el sonido de notas musicales mezcladas con el murmullo de voces que trataban de vender o anunciar espectáculos de diversión o misterio. Y ya desde un cerro pudimos ver algo inédito y sorprendente: la feria se celebraba en medio de la más absoluta soledad de paisaje. No sabíamos de la existencia de poblados en más de muchos días de camino en dirección a los valles de kuitrew. Sin embargo sí sabíamos de los nómadas Awertowet que habitaban la estepa cada siete años para luego tornar a sus montañas malditas, según algunos.
Fuimos bajando en silencio y fijándonos en la nítida frontera de luz que parecía contener un espectro flotante de civilización en medio de un territorio hostil a cualquier presencia humana. Al llegar a las cercanías fuimos recibidos por una comitiva de jefes Awertowet que hacía tiempo nos habían vislumbrado. La invitación era la de un pueblo también castigado por las visicitudes de las naciones y los imperios, la de otro pueblo que busca refugio entre las mismas entrañas de la Tierra llegado el momento. Y así fue como entramos a la feria de los Awertowet. Se nos ofreció vino de las riveras del Dertiopj y trozos de cordero asado. La música provenía de una orquesta que tocaba con viejos instrumentos abrillantados por el uso. Muchos bailaban, otros miraban a casetas de madera pintadas de colores chillones donde los payasos o enanos hacían sus piruetas o proclamaban sus chascarrillos en lengua huertw, la lengua de las montañas malditas de Seglon. Había casetas de brujas que vendían sus raices y plantas para curar todo mal o mejorar la vida de desasosiego del nómada de estepa. Muchos muchachos bailaban alrededor de fuegos cogidos de la mano y fromando coros que luego se disolvían y se unían o deshacían otros coros en otros fuegos quizás más grandes o a veces más pequeños. Nosotros comenzábamos a embriagarnos con el ambiente, nos sentíamos a gusto bailando y riendo o escuchando los presagios de las brujas. "¿A dónde van los Lobrweytre, a dónde van siempre huyendo? ¿A dónde vais otra vez? Para vosotros no hay montañas malditas que os protejan y os lanzáis a la ventura de otro tren que quién sabe a dónde os llevará. Quedaos con nosotros y nos repartirenmos la estepa maldita y árida. Todos cabemos para compartir infortunio."
Quienes entraban a sus casetas de misterio decían que veían espectros de un más allá escalofriante. Los Awertowet siempre fueron maestros de la magia, grandes embaucadores del hechizo. Y eran los únicos que podían pretender montar una feria en el más desolado y solitario de los parajes de este planeta. Antes de la madrugada habíamos de salir, antes de que el viento gélido nos congelara bajo los efectos del hechizo de sus vinos. Y así fue que pronto el aire se fue convirtiendo en tormenta y las luces de la feria se fueron apagando, y los muchachos se fueron refugiando en sus carromatos anclados a los árbustos y la música se fue extinguiendo en un silencio profundo tan sólo poseído por el viento del noroeste. Nosotros atamos nuestros carros como ellos lo hacían y esperamos a que el viento descansara. Silencio. Todo silencio. Y en silencio absoluto salimos para la estación de Kulmagre.
SANTIAGO, EL HERMANO DE JESÚS
Recientemente se han descubierto los supuestos restos de Santiago, el supuesto apóstol cristiano y hermano de Jesús o Yeshua. Lo que sigue es un pequeño esbozo de lo que, según varios historiadores (Robert Eisenman, A.N Wilson, Sanders y otros), se ha venido descubriendo sobre este personaje tan desconocido como enigmático. Y es que la historia de Santiago, el hermano de Jesús, es también la historia de los comienzos del movimiento mesiánico inspirado en este supuesto carpintero de Galilea. Santiago era el hermano mayor de una família de cinco hermanos entre los que estaba Jesús. No sabemos casi nada de la família de Jesús al margen de lo que nos dicen los evangelios de una forma ya mitificada y adaptada a las teologías de las congregaciones cristianas para las que estaban escritos. Es a través de alguna epístola de Pablo, de Hechos de los Apóstoles y de escritos paralelos tales como los de Josefo y tradiciones patrísticas, como llegamos a conocer más en profundidad esta figura tan paradójicamente relegada a un segundo y tercer plano en el Nuevo Testamento.
Lo que descubrimos es la figura de un líder religioso carismático que heredó la presidencia del movimiento mesiánico judío seguidores de Yeshua o Jesús. Como hermano y heredero del movimiento Santiago nos sorprende entonces su práctica religiosa judía: su escrupulosidad en el cumplimiento de la Torá, su rechazo al establishment del Templo en función de una práctica ritual acompañada de sencillez y compromiso ético con los pobres; y, sobretodo, su rechazo a la ocupación y opresión del imperio gentil romano. Parece ser, que el movimiento milenarista mesiánico de Yeshua, formaba parte de un amplio abanico de grupos conspiradores contra la ocupación gentil-pagana de Israel y su gobierno impuesto de forma directa o indirecta a través de la dinastía herodiana, incluyendo las autoridades religiosas nombradas a dedo. Era todavía la época en que, lo que más tarde llegó a ser la iglesia cristiana, no se reconocía como tal en el movimiento inspirado por Yeshua. Ellos eran judíos que recogían el testigo del judaismo profético para reafirmar los principios éticos que habrían de sustentar la identidad de Israel como pueblo escogido de Yaveh. Y tal elección implicaba, no solamente el enfrentamiento directo con los romanos, sino también el abierto de enfrentamiento con el judaísmo oficial bien avenido con el poder imperial. En realidad eran otra secta judía más.
Santiago es también la figura que en la sombra del Nuevo Testamento se enfrenta a Pablo, el innovador más avanzado del movimiento. A través del texto neotestamentario canonizado en siglos posteriores, contemplamos este enfrentamiento siguiendo la óptica de Pablo y sus seguidores. El Nuevo Testamento es ya claramente cristiano, y como tal, tratará de ocultar todo aquello que vaya en contra de sus principios crístico-paulinos. ¿Qué pasó, entonces? Pues parece ser que Pablo, personaje que conocía bastante bien los entresijos teológicos del judaísmo de la época, además de las tramas políticas que configuraban el territorio palestino; vio en la figura del Jesús crucificado y posiblemente resucitado (al menos en el sentir de sus seguidores) un potencial teológico y mistérico con miras universales. El tarsiota era un hombre de miras cosmopolitas, conocía mucho mejor el Imperio que aquellos y no en vano era ciudadano romano. Era un hombre dispuesto a negociar y claudicar con las leyes y el gobierno romano según se ve en la Epístola a los Romanos. Para Pablo Jesús había de ser elevado a la figura del Cristo; pero el Ungido paulino sufriría cambios adaptados más a una cosmovisión mítica y mistérica con posibilidades de circulación a través del Imperio Romano, ya invadido por un fermento de religiones y sectas sincretistas en competencia unas con otras para acaparar mayor aceptación y reconocimiento. Pero, para poner en circulación la teología crística, o sea, universalizarla, había que desmarcar al Jesús histórico de aquellos condicionantes judíos más difíciles de aceptar por el mundo gentil o mísmamente el sector de los temerosos de Dios o “meketos”, es decir: aquellos gentiles próximos a la sinagoga y a la larga dispuestos a convertirse y formar parte del pueblo de Israel. Pablo, entonces, comienza su asalto no sólo contra el doloroso rito de la circuncisión, sino también contra todas aquellas prácticas ritualistas derivadas de la Torá que pudiesen espantar por su complejidad y sin sentido para el mundo pagano. No es difícil hacer entender que su teología sigue siendo básicamente judía a pesar de tan atrevidas innovaciones: en realidad se trata de otra vuelta más radical a la tuerca del profetismo: se trata de anteponer la esencia espiritual a la apariencia ritual y litúrgica que la contiene y la deforma al mismo tiempo. La circuncisión y las dietas del kosher pierden significado religioso si logramos captar el significado espiritual superior que conllevan. Ya no es la Ley (ley exclusivista que separa en lugar de universalizar) la que salva, sino el sacrificio supremo del Cristo en la Cruz que destila gracia y gracia universal. Todos somos iguales ante Cristo, ante la Gracia Universal: ni judío ni griego sino hijos de Dios en Cristo.
Toda esta teología chocaba frontalmente con la visión radicalmente judía de Santiago y la sinagoga que presidía en Jerusalén. Si el movimiento de Jesús logra extenderse entre la diáspora lo hace no sin ciertos peligros de contaminación pagana o veleidades gnósticas y Pablo parece ser muy consciente del potencial mítico de la figura de Yeshua. El enfrentamiento queda reflejado con cierta contundencia en la epístola a los Gálatas y en los Hechos de los Apóstoles. Es un enfrentamiento (entre la Ley y la Gracia), que parece ganar Santiago, según se desprende en el capítulo 21 de Hechos. Pero otro suceso de mayor y trágica trascendencia cambia las tornas de la secta judía seguidora de Jesús o Yeshua: se trata del aplastamiento romano de la sublevación judía de los años 66-73 e.c. La sinagoga protocristiana de Jerusalén y todo el movimiento que preside Santiago se disuelve, se exilia, o perece a consecuencia de la implacable represión romana que acontece. Quedan, así, las manos libres para todas las sinagogas de influencia paulina convertidas posteriormente en iglesias cristianas en claro proceso de separación del judaísmo. Santiago queda, entonces, relegado a una figura de segundo plano en el canon neotestamentario y el paulismo, ya sin Pablo, se convierte en el cristianismo que en poco tiempo se logra extender por todo el Imperio. El tema, desde luego, queda abierto a la discusión y a una mayor investigación.
Lo que descubrimos es la figura de un líder religioso carismático que heredó la presidencia del movimiento mesiánico judío seguidores de Yeshua o Jesús. Como hermano y heredero del movimiento Santiago nos sorprende entonces su práctica religiosa judía: su escrupulosidad en el cumplimiento de la Torá, su rechazo al establishment del Templo en función de una práctica ritual acompañada de sencillez y compromiso ético con los pobres; y, sobretodo, su rechazo a la ocupación y opresión del imperio gentil romano. Parece ser, que el movimiento milenarista mesiánico de Yeshua, formaba parte de un amplio abanico de grupos conspiradores contra la ocupación gentil-pagana de Israel y su gobierno impuesto de forma directa o indirecta a través de la dinastía herodiana, incluyendo las autoridades religiosas nombradas a dedo. Era todavía la época en que, lo que más tarde llegó a ser la iglesia cristiana, no se reconocía como tal en el movimiento inspirado por Yeshua. Ellos eran judíos que recogían el testigo del judaismo profético para reafirmar los principios éticos que habrían de sustentar la identidad de Israel como pueblo escogido de Yaveh. Y tal elección implicaba, no solamente el enfrentamiento directo con los romanos, sino también el abierto de enfrentamiento con el judaísmo oficial bien avenido con el poder imperial. En realidad eran otra secta judía más.
Santiago es también la figura que en la sombra del Nuevo Testamento se enfrenta a Pablo, el innovador más avanzado del movimiento. A través del texto neotestamentario canonizado en siglos posteriores, contemplamos este enfrentamiento siguiendo la óptica de Pablo y sus seguidores. El Nuevo Testamento es ya claramente cristiano, y como tal, tratará de ocultar todo aquello que vaya en contra de sus principios crístico-paulinos. ¿Qué pasó, entonces? Pues parece ser que Pablo, personaje que conocía bastante bien los entresijos teológicos del judaísmo de la época, además de las tramas políticas que configuraban el territorio palestino; vio en la figura del Jesús crucificado y posiblemente resucitado (al menos en el sentir de sus seguidores) un potencial teológico y mistérico con miras universales. El tarsiota era un hombre de miras cosmopolitas, conocía mucho mejor el Imperio que aquellos y no en vano era ciudadano romano. Era un hombre dispuesto a negociar y claudicar con las leyes y el gobierno romano según se ve en la Epístola a los Romanos. Para Pablo Jesús había de ser elevado a la figura del Cristo; pero el Ungido paulino sufriría cambios adaptados más a una cosmovisión mítica y mistérica con posibilidades de circulación a través del Imperio Romano, ya invadido por un fermento de religiones y sectas sincretistas en competencia unas con otras para acaparar mayor aceptación y reconocimiento. Pero, para poner en circulación la teología crística, o sea, universalizarla, había que desmarcar al Jesús histórico de aquellos condicionantes judíos más difíciles de aceptar por el mundo gentil o mísmamente el sector de los temerosos de Dios o “meketos”, es decir: aquellos gentiles próximos a la sinagoga y a la larga dispuestos a convertirse y formar parte del pueblo de Israel. Pablo, entonces, comienza su asalto no sólo contra el doloroso rito de la circuncisión, sino también contra todas aquellas prácticas ritualistas derivadas de la Torá que pudiesen espantar por su complejidad y sin sentido para el mundo pagano. No es difícil hacer entender que su teología sigue siendo básicamente judía a pesar de tan atrevidas innovaciones: en realidad se trata de otra vuelta más radical a la tuerca del profetismo: se trata de anteponer la esencia espiritual a la apariencia ritual y litúrgica que la contiene y la deforma al mismo tiempo. La circuncisión y las dietas del kosher pierden significado religioso si logramos captar el significado espiritual superior que conllevan. Ya no es la Ley (ley exclusivista que separa en lugar de universalizar) la que salva, sino el sacrificio supremo del Cristo en la Cruz que destila gracia y gracia universal. Todos somos iguales ante Cristo, ante la Gracia Universal: ni judío ni griego sino hijos de Dios en Cristo.
Toda esta teología chocaba frontalmente con la visión radicalmente judía de Santiago y la sinagoga que presidía en Jerusalén. Si el movimiento de Jesús logra extenderse entre la diáspora lo hace no sin ciertos peligros de contaminación pagana o veleidades gnósticas y Pablo parece ser muy consciente del potencial mítico de la figura de Yeshua. El enfrentamiento queda reflejado con cierta contundencia en la epístola a los Gálatas y en los Hechos de los Apóstoles. Es un enfrentamiento (entre la Ley y la Gracia), que parece ganar Santiago, según se desprende en el capítulo 21 de Hechos. Pero otro suceso de mayor y trágica trascendencia cambia las tornas de la secta judía seguidora de Jesús o Yeshua: se trata del aplastamiento romano de la sublevación judía de los años 66-73 e.c. La sinagoga protocristiana de Jerusalén y todo el movimiento que preside Santiago se disuelve, se exilia, o perece a consecuencia de la implacable represión romana que acontece. Quedan, así, las manos libres para todas las sinagogas de influencia paulina convertidas posteriormente en iglesias cristianas en claro proceso de separación del judaísmo. Santiago queda, entonces, relegado a una figura de segundo plano en el canon neotestamentario y el paulismo, ya sin Pablo, se convierte en el cristianismo que en poco tiempo se logra extender por todo el Imperio. El tema, desde luego, queda abierto a la discusión y a una mayor investigación.
APUNTES CRÍTICOS SOBRE MARXISMU
Toi d’alcuerdu colo que diz Cuetu. Y toi d’alcuerdu contigo en que ún ye marxista o non marxista por elección personal e individual. D’alcuerdu a la elección qu’ún fai (por razones esistenciales podríamos decir) pues les coses vense con un prisma u otru. Lo que pasa que la realidá pon a ún a prueba y les coses que teníen validez nun momento de la vida dexen de teneles n’otru. A min pasóme col marxismu. Col tiempo daste cuenta qu’aquello que te paecía tan racional y tan lóxico y tan necesario, dexa de selo. Yo dime cuenta que lo que falla nel marxismo fundamentalmente ye lo qu’espera del ser humanu. Espera qu’el ser humanu seya racional y solidariu y faga una sociedá llibre d’opresiones y explotaciones. Esi optimismo fonderu del marxismo ye propiu del sieglu XIX cuando tovía se veía la posibilidá racional y romántica d’un ser humanu nuevu que camudara la Hestoria. Pero llueu daste cuenta que el ser humanu ye munches coses más qu’un ser racional. Ye tou un espectro de posibilidaes, pero lo que domina n’él ye más l’egoismu, l’interés personal; vencer mieos, dexáse llevar por obsesiones, proyectar deseos n’utopies o falses esperances, etc. Eso ye lo que más predomina y domina nel ser humanu. Y, con esti ser humanu real, ye imposible cualquier utopía o idealismo. Hai qu’abstraer muncho del ser humanu pa crear un proyectu idealista del tipu que seya.
Y eso foi lo que pasó col marxismo. Abstrae del ser humanu lo que-y convien. Abstrae de la realidá to a quello que-y estorba pa que’l modelu encaxe. Y los motivos son nobles y buenos: non se pue tar paráu viendo mases de xente sometíes a una explotación brutal nes fábriques y mines, etc.. Hai que correxilo, hai que comprender esa realidá pa camudala y que l’home seya más feliz. Y El Capital parte d’esa realidá y d’esa posibilidá. L’análisis del valor queda reducío al trabayu y l’acumulación de capital a la plusvalía. Ehí ta la clave. Ye una cuestión mecánica y obxetiva. A partir d’ehí construyes tou un proyectu políticu “racional” y “científicu” de lliberación del home. Ellabores categorías y conceptos que van emanando d’una forma aparentemente lóxica y perprestosa. Algunos puen ser ricos en cuanto qu’espliquen coses en clave de dialéctica qu’antes nadie prestare atención: mou de producción esclavista, feudal, capitalista, y; llueu por negación de la negación: el socialismo y el comunismo. La razón del sofrimientu humanu ya se pue comprender nel mou de produción capitalista y entós vese l’alienación proletaria que produz aquello que lleu pasa a ser valor de cambiu (en contraste col ideal valor d’usu) y lu deshumaniza hasta el mou de que la so fuerza de trabayu ye ella una mesma mercancía, etc..Y entós si la burguesía “desterritorizó” el mou de producción feudal (como diría Deleuze) y impuso baxo un determinismo dialécticu, el so código de producción (mou de producción, testu económicu, xurídicu, nueva legalidá, nueva recodificación de la realidá), pues el proletariáu va facer lo mesmo cola burguesía y crear el socialismo/comunismo. El esquema ye perprestósu. Tan perprestosa como yera la dialéctica de Hegel nel so día. Too encaxaba. Too yera tan racional como universalmente abarcable y aplicable. El marxismo tien éxito como ideología de lliberación y revolución porque el so atractivu ye inmensu nuna época histórica de cambios, optimismo y posibilidaes. ¿Quién se podía resistir a ella?
Pero llueu ye la realidá la que va desmintiendo el esquema. El devenir hestóricu ye muncho más complexu y suele despreciar la dialéctica racionalista. El valor nun ye sólo el trabayu acumulaú na mercancía. Por poner un exemplu sencillu: una botella vinu de Marqués de Sicilia pue tener les mesmes hores de trabayu acumuláu qu’un vinu peleón, pero factores subjetivos de tastu, imaxen, exquisitez, etc..faen qu’un vinu tenga más valor qu’otru. Una película bona que a ti te gusta pue tener el mesmu trabayu acumuláu d’otra mala que non te gusta, pero tu y miles como tú elexís la que vos gusta añadiendo valor a la primera. En fin, el valor lleva consigo elementos subjetivos impredecibles que´l mercáu llueu va regulando. Efectivamente, el ser humanu ye continxente, e impredecible. Y esa realidá continente e impredecible ye la que fai qu’el marxismo fracase y derive en los socialismos reales de ineficacia económica, de represión brutal y asesinatos en masa; per un llau, pero per otru en nueves escueles y sectes que tratarán d’apañar lo inapagable de la mesma manera que’l cristianismo busca la iglesia verdadera que se desvía por “errores” y coses pol estilu. Que hoy día el marxismo siga teniendo encantu después de lo esperimentao y los desengaños y les sectes y les teorizaciones ridícules de xente como Negri, prueba lo necesitaos que tamos de significáu, de aliviar tensiones intelectuales y pruyimientos idealistas. La realidá ye lo que ye y en la mesma vida diaria vemos los egoísmos de compañeros de trabayu, la irracionalidá en que se mueve (y nos movemos) muncha xente porque somos lo que somos. La historia camuda, pero nuncamuda d’alcuerdu a los esquemes que nos facemos. La historia ye más un devenir que una dialéctica teleolóxica.
Entós les categorías marxistes de mou de producción, de valor, d’alienación, de infraestructura y superestructura; tan ya superaos nel sentíu de que, o queden obsoletos por inservibles, o, per otru llau recodifiquense con otros usos diferentes a les orixinales. Mou de producción capitalista pue seguir teniendo un usu estendíu y aceptáu güei, pero el conceptu en sí ya nun lleva la carga dialéctica del marxismo clásicu. ¿Quier decir esto que hai qu’abandonar la preocupación por facer la sociedá más digna y más decente y llibre pa toos? Non. Yo creo que lo que hai qu’abandonar son les teoríes falses, idealizaes y totalizantes sol ser humanu y la realidá. Y el marxismo ye una d’elles.
Y eso foi lo que pasó col marxismo. Abstrae del ser humanu lo que-y convien. Abstrae de la realidá to a quello que-y estorba pa que’l modelu encaxe. Y los motivos son nobles y buenos: non se pue tar paráu viendo mases de xente sometíes a una explotación brutal nes fábriques y mines, etc.. Hai que correxilo, hai que comprender esa realidá pa camudala y que l’home seya más feliz. Y El Capital parte d’esa realidá y d’esa posibilidá. L’análisis del valor queda reducío al trabayu y l’acumulación de capital a la plusvalía. Ehí ta la clave. Ye una cuestión mecánica y obxetiva. A partir d’ehí construyes tou un proyectu políticu “racional” y “científicu” de lliberación del home. Ellabores categorías y conceptos que van emanando d’una forma aparentemente lóxica y perprestosa. Algunos puen ser ricos en cuanto qu’espliquen coses en clave de dialéctica qu’antes nadie prestare atención: mou de producción esclavista, feudal, capitalista, y; llueu por negación de la negación: el socialismo y el comunismo. La razón del sofrimientu humanu ya se pue comprender nel mou de produción capitalista y entós vese l’alienación proletaria que produz aquello que lleu pasa a ser valor de cambiu (en contraste col ideal valor d’usu) y lu deshumaniza hasta el mou de que la so fuerza de trabayu ye ella una mesma mercancía, etc..Y entós si la burguesía “desterritorizó” el mou de producción feudal (como diría Deleuze) y impuso baxo un determinismo dialécticu, el so código de producción (mou de producción, testu económicu, xurídicu, nueva legalidá, nueva recodificación de la realidá), pues el proletariáu va facer lo mesmo cola burguesía y crear el socialismo/comunismo. El esquema ye perprestósu. Tan perprestosa como yera la dialéctica de Hegel nel so día. Too encaxaba. Too yera tan racional como universalmente abarcable y aplicable. El marxismo tien éxito como ideología de lliberación y revolución porque el so atractivu ye inmensu nuna época histórica de cambios, optimismo y posibilidaes. ¿Quién se podía resistir a ella?
Pero llueu ye la realidá la que va desmintiendo el esquema. El devenir hestóricu ye muncho más complexu y suele despreciar la dialéctica racionalista. El valor nun ye sólo el trabayu acumulaú na mercancía. Por poner un exemplu sencillu: una botella vinu de Marqués de Sicilia pue tener les mesmes hores de trabayu acumuláu qu’un vinu peleón, pero factores subjetivos de tastu, imaxen, exquisitez, etc..faen qu’un vinu tenga más valor qu’otru. Una película bona que a ti te gusta pue tener el mesmu trabayu acumuláu d’otra mala que non te gusta, pero tu y miles como tú elexís la que vos gusta añadiendo valor a la primera. En fin, el valor lleva consigo elementos subjetivos impredecibles que´l mercáu llueu va regulando. Efectivamente, el ser humanu ye continxente, e impredecible. Y esa realidá continente e impredecible ye la que fai qu’el marxismo fracase y derive en los socialismos reales de ineficacia económica, de represión brutal y asesinatos en masa; per un llau, pero per otru en nueves escueles y sectes que tratarán d’apañar lo inapagable de la mesma manera que’l cristianismo busca la iglesia verdadera que se desvía por “errores” y coses pol estilu. Que hoy día el marxismo siga teniendo encantu después de lo esperimentao y los desengaños y les sectes y les teorizaciones ridícules de xente como Negri, prueba lo necesitaos que tamos de significáu, de aliviar tensiones intelectuales y pruyimientos idealistas. La realidá ye lo que ye y en la mesma vida diaria vemos los egoísmos de compañeros de trabayu, la irracionalidá en que se mueve (y nos movemos) muncha xente porque somos lo que somos. La historia camuda, pero nuncamuda d’alcuerdu a los esquemes que nos facemos. La historia ye más un devenir que una dialéctica teleolóxica.
Entós les categorías marxistes de mou de producción, de valor, d’alienación, de infraestructura y superestructura; tan ya superaos nel sentíu de que, o queden obsoletos por inservibles, o, per otru llau recodifiquense con otros usos diferentes a les orixinales. Mou de producción capitalista pue seguir teniendo un usu estendíu y aceptáu güei, pero el conceptu en sí ya nun lleva la carga dialéctica del marxismo clásicu. ¿Quier decir esto que hai qu’abandonar la preocupación por facer la sociedá más digna y más decente y llibre pa toos? Non. Yo creo que lo que hai qu’abandonar son les teoríes falses, idealizaes y totalizantes sol ser humanu y la realidá. Y el marxismo ye una d’elles.
HUME
Hume yera empiricista. Creía que'l conocimientu qu'adquirimos ye a traviés de los sentíos y que la mente lo que fai ye reflexar y ellaborar esos datos que la esperiencia provee. Pa Hume la realida ye lo que los sentíos proveen y pelo tantu nun hai neguna llei natural o universal que organice u ordene la realidá. En términos idealistes diríamos que la realidá ye sólo apariencia y esperiencia continxente.
Pa Hume nun hai un "yo" dende'l cual organizar nada de mou obxetivu. El "yo" ye un reflexu mental que d'un mou asociativu (asociación d'idees) y per efectu de los datos que recibe de fuera, pues produz conocimientu. Pero ye un conocimientu empíricu, non obxetivu. La razón de ser aceutáu ye por convención, por acuerdu.
Hume yera escépticu. Non hai verdaes absolutes y ye imposible tal empresa. Tampoco creyía en lleis obxetives del universu.
Kant apostó por dar al conocimientu una base y xostificación real. Con Hume ta d'alcuerdu que la realidá ahí afuera que podamos conocer ta filtrada polos sentidos. Nun hai obxetividá nin cosa-en-sí que podamos conocer. pero a diferencia de Hume cree que la mente posee unes funciones a priori que faen posible conocimientu válidu y obxetivu en tiempu y espaciu. Eses categoríes a priori ya daes en la mente son el tiempu y el espaciu. Lamente al recibir datos vía esperiencia ya aplica les categoríes de tiempu y espaciu y pelo tantu el conocimientu pue organizase en función de causa y efeutu o estensión.
Kant ye agnósticu nel sentíu de que sí ye verdá que hay conocimientu válidu y universal, pero que la cosa-en-sí, la Realidá nouménica (opuesta a realidá fenoménica)ye imposible de conocer.
Amén
(Nun cobro poles clases)
Pa Hume nun hai un "yo" dende'l cual organizar nada de mou obxetivu. El "yo" ye un reflexu mental que d'un mou asociativu (asociación d'idees) y per efectu de los datos que recibe de fuera, pues produz conocimientu. Pero ye un conocimientu empíricu, non obxetivu. La razón de ser aceutáu ye por convención, por acuerdu.
Hume yera escépticu. Non hai verdaes absolutes y ye imposible tal empresa. Tampoco creyía en lleis obxetives del universu.
Kant apostó por dar al conocimientu una base y xostificación real. Con Hume ta d'alcuerdu que la realidá ahí afuera que podamos conocer ta filtrada polos sentidos. Nun hai obxetividá nin cosa-en-sí que podamos conocer. pero a diferencia de Hume cree que la mente posee unes funciones a priori que faen posible conocimientu válidu y obxetivu en tiempu y espaciu. Eses categoríes a priori ya daes en la mente son el tiempu y el espaciu. Lamente al recibir datos vía esperiencia ya aplica les categoríes de tiempu y espaciu y pelo tantu el conocimientu pue organizase en función de causa y efeutu o estensión.
Kant ye agnósticu nel sentíu de que sí ye verdá que hay conocimientu válidu y universal, pero que la cosa-en-sí, la Realidá nouménica (opuesta a realidá fenoménica)ye imposible de conocer.
Amén
(Nun cobro poles clases)
ESTA PERRA VIDA
Son les ocho menos cinco y tengo que tar a les ocho na esquina pa que me coga el coche de un compañeru y dir a Corvera. Ya llegué tarde otru día y paecío-y mal al rapaz que siempre ye puntual y repunante. ¿Por qué llegare tarde? Pues porque se m'escaeciere la carpeta de los papeles y exámenes y un discu CD cola canción que diba a enseñar, etc. ¿Y por qué m'olvidé de la carpeta? Pues porque había correxío exámenes dende las 6:30 de la mañana y preparao daqué que nun preparare porque el día anterior yá taba agotáu y fuere pala cama más temprano con idea de madrugar más ceo y ansí acabar. Pero llueu daste cuenta que los pantalones tan ensin planchar y la camisa. Busques ente la ropa llavao que ta ensin colocar porque nun hai tiempu y porque si coloques la ropa nun metes los platos nel llavaplatos y queden toos amontonaos. Y bien ye verdá que la guaja podía ayudar y facélo, pero eso quier decir que la habría que forzar y llueu escándalos y chantaxes y el gastu d'enerxía podría ser descorazonador y al final los pas pierden o bien por agotamientu o bien por que castigar hoi día ye siempre mui problemático y la sociedá nun ta por "castigar a los chicos con quienes hai que negociar y razonar" pero que un buen morrazu también hubiese bueno en otra época, pero esta ye una época de blandura humanista onde la maldá humana y l'astucia tienen tamién el campu llibre con más cinismu y crueldá refinada. Al final prefieres meter los platos y pensar que a la guaja yá-y vendrá'l so día d'enfrentase a los problemas con rabia y cara perru, pero la ropa queda ehí ensin colocar y ensin planchar. Robbie enseña pola mañana y pela tarde y a vegades tien que dar ponencies los fines de selmana y preparales. O seya: tamos afogaos de trabayu.
Llego a la esquina y el coche yá ta llegando. Hoy llegué bien, pero toi cansáu de caminar a marches forzaes cola bolsa costáu cargada de llibros y la carpeta. El meniscu de la rodiella resiéntese y ¡joder! yá tengo casi 52 años p'andar ansí corriendo pola cai. La espalda téngola recargada y les llumbares tan dures como piedres según la masaxista a onde voi a sesiones. Pero entós yo pensaba que mañana a lo meyor tendría más tiempu pa descansar y ver alguna película o lleer tranquilín o escuchar música. Non. Al día siguiente tengo cita cola dentista pa poner una corona n'una muela. Son casi dos hores ellí aguantando esmeril y molesties y afogamientos col agua qu'entra pol gargüelu. Salgo del dentista y tengo que dir pal Hospital de Covadonga allá arriba en El Coto pa facer rehabilitación de un codu que recalqué porque una nueche d'eses d'insomniu por que nun sabes por qué nun tas durmiendo debío a lo meyor a que pienses nes clases tan cabrones que tienes, y entós a les tres de la mañana taba sentáu nel sofá del comedor y siento un ruidu estrepitósu. Será la basura, pensaba yo. Pero el ruidu seguía y yera un ruidu estremecedor y entós abro la puerta y siento un ruidu atronador que vien d'abaxo. Enciendo la lluz del soportal y n'esi momentu llega l'ascensor y ábrense les puertes y ta oscuro y caen goterones d'agua y yo pienso que paez una velea de terror o quiciás toi allucinando. Entós garro les escaleres y decido con ciertu mieu ver qué redios ye lo que ta pasando. Sigo, baxo y llego al portal y ¡¡mecagonross!!: salía agua como un torrente por el armariu los contadores d'agua. El portal tou inundáu y saliendo agua a la cai y baxando al garaxe y aquello yera tan siniestro como absurdo. Les tres y algo de la mañana y yo sólu y naide despertaba magar el ruidu atronador y pensando ¡redios! que bien duerme la xente!! que nun despierten ni pa dios!!
Ansí que fui a llamar al jefe portal, pero dábame non sé qué llamar a la xente a eses hores. ¡Joder! qué pensarán y vaya sustu y a lo meyor ye que yo toi allucinando con to esto. Llamé al timbre y naide salía. Torné al portal a ver cómo diba la cosa del agua y CAGONLABIRSCHA, nun despertaba naide de los primeros o nun queríen despertar y responsabilizase de lo que taba pasando. Subo otra vegada y doime cuenta que'l ascensor sube y baxa y ábrense les puertes nel primeru y l'agua cayendo pol ascensor y l'ascensor a oscures y yera como si un demoniu lu tuviera moviendo. Torno a llamar al xefe portal y espero. Nun sal. Agora pico a la puerta y yá sale él la muyer y la fía y hasta un nietu tou asustáu y toos en faldeta asustaos y yo toi en pijama que ye un pijama ridículu cola bragueta que casi se ve'l merucu soi mires atentu. Y entós esplicoi al vecín tou asustáu lo que pasa y entós él pon una bata guapa y curiosa que yo quiero comprara cuantayá pero que nun m'alcuerdo y nun tengo tiempu y tampoco ye tan importante o eso creyía yo hasta esti momentu en que me doi cuenta que sí lo pue ser. Y entós el vecín cola so bata y yo col pijama grandón y de mal gustu y probe y descuidáu y desbraguetáu sígolu y yá abaxo hai otros vercinos con bates curioses y yo entós al baxar los escalones finales pues resbalé y peguéme un hostiazu y apoyé mal col codu y recalquelu anque nun sentía na n'esi momentu a les poques selmanes empecé a sentir dolor y dime cuenta que daqué quedare mal. Ansí que llueu tuve que dir a llamar a los bomberos y el vecín-xefe portal pues entró a casa tamién y la casa taba fecha una gocha con ropa interior per equí y per allá y la mesa con platos de güevu seco los vasos de lleche y vino y los zapatos per ehí tiraos y los gatos zumbando. Qué rabia!!! Qué rabia esa ruptura de la intimidá!!! Y los bomberos nun queríen venir y faciéndose de rogar y pidiendo datos y llueu llamamos a la policía municipal y llueu otra vez a los bomberos otru vecín col mio teléfonu y el pijamón miu miserable y la braguetona medio abierta porque nun sijetaba bien..y la casa sucia y .....
Al final vinieron los bomberos y too enlleno d'agua y abrieron un rexistru de la cai y cerraron el agua y yeren yá les cuatro y media casi y tolos vecinos en faldeta adecuada y yo fui pa casa y pala cama y Robbie y la neña yá tornaben tamién y la primera clase a les ocho y media con 3º de la ESO y ensín dormir y amargáu y muertu suañu y a correr pa llegar a la esquina a más de mediu kilómetru a les ocho pa que te garren a la hora porque los que vienen nel coche tan orgullosos de llegar temprano y bien y si tu llegues algo tarde pues paez mal facer esperar a la xente y rollos patateros que compliquen muncho les relaciones.
Pues fuere entós al hospital pa facer la rehabilitación y yá yeren les ocho y tou corriendo y sofocáu porque nun tengo coche porque lu tien que llevar Robbie a La Calzada pa enseñar na academia y llueu volver pa enseñar una clas parícular a les nueve. Pero les cleses téngoles ensin preparar y hay exercicios que requieren tiempu y mañana hai que dir una reunión al Xovellanos, al institutu, porque la neña va a Francia a un intercambiu y hay que tar ellí a les cinco y hai que recoyer documentos y hores de llegades y papeles que hai que xestionar: permisu de la policía por ser menor, pasaporte que ta caducáu y que recomienden llevar. La francesa corresponsal llega el llunes y hai que dir a recoyela y llevala all' y p'acá y ye una persona que hai qu'atender y ya nun descanses y ye una preocupación añadida y hai que dir a non se donde y patatín y ya son les nueve y nun tuviste tiempu pala rehabilitación y los platos nun te dio tiempu y nun pudiste dir a tomar la cervecina al bar d'abaxo (fai tiempu que non lo faes) y la camisa de mañana ta ensin planchar y los exercicios mal correxíos y les clases garraes con alfileres pero qu'eso págase llueu na clas porque si tas floxu o inseguru pues los chavales dante como pal zorru y a quién-y espliques el tu problema??
Pero cuando yá creía que diba ser más tranquilo resulta que la selmana presenta horarios de tarde pa reuniones de pre-evaluación y entós el coche y Robbie y taxis y sin tiempu y sin rehabilitación y mañana a la segunda sesión de la dentista y cuándo y cómo. Garro el coche y sin tomar esa siestina restablecedora y con sueñu de mala dixestión y prisa porque voi xustu de tiempu y la mio reunión entama a les cuatro doime cuenta qu'el coche mete ruidu como de dir a escape llibre. Algo pasa col escape. Hai que buscar tiempu pa llevalu al garaxe y amás hai que yá cambia-y l'aceite y el mandu a distancia del garaxe resulta que queda'l botón fiju y la lluz encendía y la puerta ábrese y ciérrase y nun soi quien a que'l botón se salga del agarrote que tien. Rompe. El botón rompe y tengo que salir del coche y usar la llave. Ya voi tarde. Cagonla virgen!!!!!!!!!!!!!!! Y estos mandos valen un gúevu y pedilos ye la de dios porque nun val dir a cualquier sitiu. Tienen un códigu y hai que falar col alministrador, etc..
Dicenme nel garaxe que la avería nun ye del silenciosu sinon del catalizador. "SIéntate" me diz el mecánicu "estos catalizadores son carísimos: salte por 80.000 ptes y hai que pedilu a Valencia y...." Pero esto ocurre el viernes que ye fiesta pa los profes y pensaba dormir la mañanina y lleer y bla, bla. Pero esti vienres ye'l día que Roxana tien que dir pa Francia y hai que llevantase a les siete pa dexala a les ocho nel institutu. Y después de dexala pues ye cuando pienso en llevar el coche al garaxe porque mete munchu ruidu y doi el cante pela cai como si fuese un gamberro de rally y amás toi despeináu porque esti pelu níu siempre fue rebelde y grasientu. Y ye cuando me dicen esto del catalizador. Pero ye que cuando la neña va a subir al autobús resulta que faltaba el permisu de la policía pa salir un menor del pais. Y la profesora responsable pídenos esi papel y Roxana ye la única que nun lu tien y hai cabr´´eu y siéntome como la mierda porque esi papel quedábame tan remotu como la galaxoia Andrómeda pero pa esa profe n'esi momentu yera perimportantísimo porque si paren l'autocar na frontera y piden papeles menudu inconveniente. Quiero marchar. La guaja échame la culpa porque yo tuve na reunión de marres y tolos pas miren pa min y yo quiero que la tierra me trague y marchar lejos, lloñe!!! Al final queda en que tengo que sacar el permisu y mandalu por fax a una profe francesa de Bendillac o la madre que lo parió. Corre que te corre pa casa a buscar el llibru familia pues el carné llévalu la guaja que por ciertu ella sí sabía lo del papel en otres munches reuniones que tuviere y que-y lo recordó la profe pero los rapazos de guei nieguen too y tiren balones fuera porque son lo putos amos del socialismo PSOE demagóxicu y light y apetezme dai un morrazu blasfemu y políticamente muy, pero que muy incorrectu y malváu ante aquellos pas medicos y abogaos y progres de clase media de la paz colos niños y coses paecíes....Pero resulta que Robbie n'esi momentu quier presentame a los pas de nun sñé quien y estos americanos siempre tienen que presentar a xente y decir es mi esposo o esposa y qué bueno y coses ´d'eses y TENGO QUE PONER CARA PERRU agradecñiu y saludar a esi y esa que nun sé quien son y son asturianos y polo xeneral nun se presenta yy.....paso el tragu.
Vamos pa casa a por el llibru familia y llueu quedamos en dir a tomar un chocolate enantes de facer la xestión del permisu. Robbie ta con una ponenecia que tien que dar en Uviéu pola tarde y ta nerviosa. Vamos pa casa y busca que busca el llibru familia. Tou cabreáu busco y abro y cierro caxones y cagome hasta en tolos santos y Robbie esperando abaxo y sube y qué pasa y no encuentro y tu tampoco y esto y equí y allá y al otru llau y garro la llinterna y miro nos ricones siniestros y oscuros de la casa y na. Y torno a mirar na carpeta onde debía tar y no NOOOO!!!!!!!!!!!Pero ye ehí onde siempre meto el Llibru de Famulia... Al cabu de un ratu en que me siento a relxar el cabréu y pensar qu'esti mundu ye una esclavitú ensin fin y el universu una puta mierda y tal, pues dame la corazoná de que tengo que mirar otra vez na carpeta. Y efectivamente taba ellí pero taba tan bien guardáu el llibru dientru otra subcarpeta y subcompartimento de plásticu que nun se vía. Quise pega-i una patá al gatu que taba allí compadeciéndose de min pero dióme pena d'él: él yera un gatu feliz y bien cuidáu y nun tenía culpa de na. Yo yera l'animal. Fui pala comisaría y púnseme a la cola. Pero mientes lleía el periódicu pensaba que quiciás necesitaría una foto de la neña o cualquier documentu que me fadría dar la vuelta. Fui a facer la pregunta'l funcionariu. Usté necesita el carné de la chiquilla. Pero el carné llevólu ella a Francia. Pues no sé va poder hacer ese permiso. Pero es que lo necesita (la xente yá molesta y gruñona). Tenga y rellene este impreso. Adios. Salgo desconsoláu. Cagontal!!! Tiro pal Natahoyo. Tomo un café y relleno l'impresu y oh dioses doime cuenta que metíu nel llibru famulia hai un carné de Roxana de antes de cambiar la s pola x (esto si que ye otra odisea que nun voi contar agora), pero qu'el carné ye actual y caduca el 2005, solo que'l nome nun ye Roxana sinon Rosana y ye un carné comíu polos gatos nos bordes: un carné un tanto cutre y torcíu y picoteáu polos colmillos felinos que nun dexen na ensin arañar o morder.
Fui p'allá y por suerte nun había muncha xente, pero mecagón la virgen!!!! el impresu nun taba bien rellenáu había puesto el numberu de carné d'identidá míu ondel númberu identidá del funcionariu. Yera otru funcionariu y nun tenía el pesar de que me preguntara pero si usté nun tenía el carné de la guaja y agora....presenta esti cachu plásticu mordíu ....Pero taba ellí al llau gueyando con mala lleche....y sellando documentos y mirándome de reojo. Relleno otra vez el impresu y la funcionaria mira y remira y mira el carné vieyu de Roxana y llueu el llibru familia onde'l nome ta cambiáu oficialmente a Roxana y dizme "le falta poner el Beatriz" "sí, ye verdá yo creí que era redundante poner esi segundu nome, déjeme añadirlo" "No. No puede añadir nada noi raspar nada, etc" Otra vez a rellenar el impresu y mientres marcha la funcionaria y acabo y nun vien y el otru mirando y yo nerviosu y por fin vien la funcionaria mira y pon el sellu.
Fue cuando después me dicen lo del catalizador del coche y la broma y entós saliendo del garaje doime cuenta que ellí ta Mari Luz la de la llimpieza que tenía cuantayá de falar con ella por cuestión de la llimpieza el portal y falo y quedamos en qu-y tengo que decí-y cuando son les feches y yo nun sé y tengo que dir al portal a mirar pero ye tarde y tengo que intentar llegar a otru garaxe a ver si me puen soldar el catalizador con soldadura especial pa aguantar ensin pagar 80.000 ptes....y llego pero yá cerraron y a les cuatro tengo sesión de masaxe pa desentumecer les presiones musculares y estreses pue toi con contractures frutu de males postures, falta exerciciu, estress, etc.....
Llego a la esquina y el coche yá ta llegando. Hoy llegué bien, pero toi cansáu de caminar a marches forzaes cola bolsa costáu cargada de llibros y la carpeta. El meniscu de la rodiella resiéntese y ¡joder! yá tengo casi 52 años p'andar ansí corriendo pola cai. La espalda téngola recargada y les llumbares tan dures como piedres según la masaxista a onde voi a sesiones. Pero entós yo pensaba que mañana a lo meyor tendría más tiempu pa descansar y ver alguna película o lleer tranquilín o escuchar música. Non. Al día siguiente tengo cita cola dentista pa poner una corona n'una muela. Son casi dos hores ellí aguantando esmeril y molesties y afogamientos col agua qu'entra pol gargüelu. Salgo del dentista y tengo que dir pal Hospital de Covadonga allá arriba en El Coto pa facer rehabilitación de un codu que recalqué porque una nueche d'eses d'insomniu por que nun sabes por qué nun tas durmiendo debío a lo meyor a que pienses nes clases tan cabrones que tienes, y entós a les tres de la mañana taba sentáu nel sofá del comedor y siento un ruidu estrepitósu. Será la basura, pensaba yo. Pero el ruidu seguía y yera un ruidu estremecedor y entós abro la puerta y siento un ruidu atronador que vien d'abaxo. Enciendo la lluz del soportal y n'esi momentu llega l'ascensor y ábrense les puertes y ta oscuro y caen goterones d'agua y yo pienso que paez una velea de terror o quiciás toi allucinando. Entós garro les escaleres y decido con ciertu mieu ver qué redios ye lo que ta pasando. Sigo, baxo y llego al portal y ¡¡mecagonross!!: salía agua como un torrente por el armariu los contadores d'agua. El portal tou inundáu y saliendo agua a la cai y baxando al garaxe y aquello yera tan siniestro como absurdo. Les tres y algo de la mañana y yo sólu y naide despertaba magar el ruidu atronador y pensando ¡redios! que bien duerme la xente!! que nun despierten ni pa dios!!
Ansí que fui a llamar al jefe portal, pero dábame non sé qué llamar a la xente a eses hores. ¡Joder! qué pensarán y vaya sustu y a lo meyor ye que yo toi allucinando con to esto. Llamé al timbre y naide salía. Torné al portal a ver cómo diba la cosa del agua y CAGONLABIRSCHA, nun despertaba naide de los primeros o nun queríen despertar y responsabilizase de lo que taba pasando. Subo otra vegada y doime cuenta que'l ascensor sube y baxa y ábrense les puertes nel primeru y l'agua cayendo pol ascensor y l'ascensor a oscures y yera como si un demoniu lu tuviera moviendo. Torno a llamar al xefe portal y espero. Nun sal. Agora pico a la puerta y yá sale él la muyer y la fía y hasta un nietu tou asustáu y toos en faldeta asustaos y yo toi en pijama que ye un pijama ridículu cola bragueta que casi se ve'l merucu soi mires atentu. Y entós esplicoi al vecín tou asustáu lo que pasa y entós él pon una bata guapa y curiosa que yo quiero comprara cuantayá pero que nun m'alcuerdo y nun tengo tiempu y tampoco ye tan importante o eso creyía yo hasta esti momentu en que me doi cuenta que sí lo pue ser. Y entós el vecín cola so bata y yo col pijama grandón y de mal gustu y probe y descuidáu y desbraguetáu sígolu y yá abaxo hai otros vercinos con bates curioses y yo entós al baxar los escalones finales pues resbalé y peguéme un hostiazu y apoyé mal col codu y recalquelu anque nun sentía na n'esi momentu a les poques selmanes empecé a sentir dolor y dime cuenta que daqué quedare mal. Ansí que llueu tuve que dir a llamar a los bomberos y el vecín-xefe portal pues entró a casa tamién y la casa taba fecha una gocha con ropa interior per equí y per allá y la mesa con platos de güevu seco los vasos de lleche y vino y los zapatos per ehí tiraos y los gatos zumbando. Qué rabia!!! Qué rabia esa ruptura de la intimidá!!! Y los bomberos nun queríen venir y faciéndose de rogar y pidiendo datos y llueu llamamos a la policía municipal y llueu otra vez a los bomberos otru vecín col mio teléfonu y el pijamón miu miserable y la braguetona medio abierta porque nun sijetaba bien..y la casa sucia y .....
Al final vinieron los bomberos y too enlleno d'agua y abrieron un rexistru de la cai y cerraron el agua y yeren yá les cuatro y media casi y tolos vecinos en faldeta adecuada y yo fui pa casa y pala cama y Robbie y la neña yá tornaben tamién y la primera clase a les ocho y media con 3º de la ESO y ensín dormir y amargáu y muertu suañu y a correr pa llegar a la esquina a más de mediu kilómetru a les ocho pa que te garren a la hora porque los que vienen nel coche tan orgullosos de llegar temprano y bien y si tu llegues algo tarde pues paez mal facer esperar a la xente y rollos patateros que compliquen muncho les relaciones.
Pues fuere entós al hospital pa facer la rehabilitación y yá yeren les ocho y tou corriendo y sofocáu porque nun tengo coche porque lu tien que llevar Robbie a La Calzada pa enseñar na academia y llueu volver pa enseñar una clas parícular a les nueve. Pero les cleses téngoles ensin preparar y hay exercicios que requieren tiempu y mañana hai que dir una reunión al Xovellanos, al institutu, porque la neña va a Francia a un intercambiu y hay que tar ellí a les cinco y hai que recoyer documentos y hores de llegades y papeles que hai que xestionar: permisu de la policía por ser menor, pasaporte que ta caducáu y que recomienden llevar. La francesa corresponsal llega el llunes y hai que dir a recoyela y llevala all' y p'acá y ye una persona que hai qu'atender y ya nun descanses y ye una preocupación añadida y hai que dir a non se donde y patatín y ya son les nueve y nun tuviste tiempu pala rehabilitación y los platos nun te dio tiempu y nun pudiste dir a tomar la cervecina al bar d'abaxo (fai tiempu que non lo faes) y la camisa de mañana ta ensin planchar y los exercicios mal correxíos y les clases garraes con alfileres pero qu'eso págase llueu na clas porque si tas floxu o inseguru pues los chavales dante como pal zorru y a quién-y espliques el tu problema??
Pero cuando yá creía que diba ser más tranquilo resulta que la selmana presenta horarios de tarde pa reuniones de pre-evaluación y entós el coche y Robbie y taxis y sin tiempu y sin rehabilitación y mañana a la segunda sesión de la dentista y cuándo y cómo. Garro el coche y sin tomar esa siestina restablecedora y con sueñu de mala dixestión y prisa porque voi xustu de tiempu y la mio reunión entama a les cuatro doime cuenta qu'el coche mete ruidu como de dir a escape llibre. Algo pasa col escape. Hai que buscar tiempu pa llevalu al garaxe y amás hai que yá cambia-y l'aceite y el mandu a distancia del garaxe resulta que queda'l botón fiju y la lluz encendía y la puerta ábrese y ciérrase y nun soi quien a que'l botón se salga del agarrote que tien. Rompe. El botón rompe y tengo que salir del coche y usar la llave. Ya voi tarde. Cagonla virgen!!!!!!!!!!!!!!! Y estos mandos valen un gúevu y pedilos ye la de dios porque nun val dir a cualquier sitiu. Tienen un códigu y hai que falar col alministrador, etc..
Dicenme nel garaxe que la avería nun ye del silenciosu sinon del catalizador. "SIéntate" me diz el mecánicu "estos catalizadores son carísimos: salte por 80.000 ptes y hai que pedilu a Valencia y...." Pero esto ocurre el viernes que ye fiesta pa los profes y pensaba dormir la mañanina y lleer y bla, bla. Pero esti vienres ye'l día que Roxana tien que dir pa Francia y hai que llevantase a les siete pa dexala a les ocho nel institutu. Y después de dexala pues ye cuando pienso en llevar el coche al garaxe porque mete munchu ruidu y doi el cante pela cai como si fuese un gamberro de rally y amás toi despeináu porque esti pelu níu siempre fue rebelde y grasientu. Y ye cuando me dicen esto del catalizador. Pero ye que cuando la neña va a subir al autobús resulta que faltaba el permisu de la policía pa salir un menor del pais. Y la profesora responsable pídenos esi papel y Roxana ye la única que nun lu tien y hai cabr´´eu y siéntome como la mierda porque esi papel quedábame tan remotu como la galaxoia Andrómeda pero pa esa profe n'esi momentu yera perimportantísimo porque si paren l'autocar na frontera y piden papeles menudu inconveniente. Quiero marchar. La guaja échame la culpa porque yo tuve na reunión de marres y tolos pas miren pa min y yo quiero que la tierra me trague y marchar lejos, lloñe!!! Al final queda en que tengo que sacar el permisu y mandalu por fax a una profe francesa de Bendillac o la madre que lo parió. Corre que te corre pa casa a buscar el llibru familia pues el carné llévalu la guaja que por ciertu ella sí sabía lo del papel en otres munches reuniones que tuviere y que-y lo recordó la profe pero los rapazos de guei nieguen too y tiren balones fuera porque son lo putos amos del socialismo PSOE demagóxicu y light y apetezme dai un morrazu blasfemu y políticamente muy, pero que muy incorrectu y malváu ante aquellos pas medicos y abogaos y progres de clase media de la paz colos niños y coses paecíes....Pero resulta que Robbie n'esi momentu quier presentame a los pas de nun sñé quien y estos americanos siempre tienen que presentar a xente y decir es mi esposo o esposa y qué bueno y coses ´d'eses y TENGO QUE PONER CARA PERRU agradecñiu y saludar a esi y esa que nun sé quien son y son asturianos y polo xeneral nun se presenta yy.....paso el tragu.
Vamos pa casa a por el llibru familia y llueu quedamos en dir a tomar un chocolate enantes de facer la xestión del permisu. Robbie ta con una ponenecia que tien que dar en Uviéu pola tarde y ta nerviosa. Vamos pa casa y busca que busca el llibru familia. Tou cabreáu busco y abro y cierro caxones y cagome hasta en tolos santos y Robbie esperando abaxo y sube y qué pasa y no encuentro y tu tampoco y esto y equí y allá y al otru llau y garro la llinterna y miro nos ricones siniestros y oscuros de la casa y na. Y torno a mirar na carpeta onde debía tar y no NOOOO!!!!!!!!!!!Pero ye ehí onde siempre meto el Llibru de Famulia... Al cabu de un ratu en que me siento a relxar el cabréu y pensar qu'esti mundu ye una esclavitú ensin fin y el universu una puta mierda y tal, pues dame la corazoná de que tengo que mirar otra vez na carpeta. Y efectivamente taba ellí pero taba tan bien guardáu el llibru dientru otra subcarpeta y subcompartimento de plásticu que nun se vía. Quise pega-i una patá al gatu que taba allí compadeciéndose de min pero dióme pena d'él: él yera un gatu feliz y bien cuidáu y nun tenía culpa de na. Yo yera l'animal. Fui pala comisaría y púnseme a la cola. Pero mientes lleía el periódicu pensaba que quiciás necesitaría una foto de la neña o cualquier documentu que me fadría dar la vuelta. Fui a facer la pregunta'l funcionariu. Usté necesita el carné de la chiquilla. Pero el carné llevólu ella a Francia. Pues no sé va poder hacer ese permiso. Pero es que lo necesita (la xente yá molesta y gruñona). Tenga y rellene este impreso. Adios. Salgo desconsoláu. Cagontal!!! Tiro pal Natahoyo. Tomo un café y relleno l'impresu y oh dioses doime cuenta que metíu nel llibru famulia hai un carné de Roxana de antes de cambiar la s pola x (esto si que ye otra odisea que nun voi contar agora), pero qu'el carné ye actual y caduca el 2005, solo que'l nome nun ye Roxana sinon Rosana y ye un carné comíu polos gatos nos bordes: un carné un tanto cutre y torcíu y picoteáu polos colmillos felinos que nun dexen na ensin arañar o morder.
Fui p'allá y por suerte nun había muncha xente, pero mecagón la virgen!!!! el impresu nun taba bien rellenáu había puesto el numberu de carné d'identidá míu ondel númberu identidá del funcionariu. Yera otru funcionariu y nun tenía el pesar de que me preguntara pero si usté nun tenía el carné de la guaja y agora....presenta esti cachu plásticu mordíu ....Pero taba ellí al llau gueyando con mala lleche....y sellando documentos y mirándome de reojo. Relleno otra vez el impresu y la funcionaria mira y remira y mira el carné vieyu de Roxana y llueu el llibru familia onde'l nome ta cambiáu oficialmente a Roxana y dizme "le falta poner el Beatriz" "sí, ye verdá yo creí que era redundante poner esi segundu nome, déjeme añadirlo" "No. No puede añadir nada noi raspar nada, etc" Otra vez a rellenar el impresu y mientres marcha la funcionaria y acabo y nun vien y el otru mirando y yo nerviosu y por fin vien la funcionaria mira y pon el sellu.
Fue cuando después me dicen lo del catalizador del coche y la broma y entós saliendo del garaje doime cuenta que ellí ta Mari Luz la de la llimpieza que tenía cuantayá de falar con ella por cuestión de la llimpieza el portal y falo y quedamos en qu-y tengo que decí-y cuando son les feches y yo nun sé y tengo que dir al portal a mirar pero ye tarde y tengo que intentar llegar a otru garaxe a ver si me puen soldar el catalizador con soldadura especial pa aguantar ensin pagar 80.000 ptes....y llego pero yá cerraron y a les cuatro tengo sesión de masaxe pa desentumecer les presiones musculares y estreses pue toi con contractures frutu de males postures, falta exerciciu, estress, etc.....
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
PERO, ¿QUÉ ÑARICES YE LA VIDA? // BUT WHAT ON EARTH IS LIFE? // PERO ¿QUÉ NARICES ES LA VIDA?
Any moment is as good as another but a moment could be hell and another heavens for the person who lives those moments. Cualquier momento ...
-
Estamos entrando en el lenguaje informático que nos conduce a la realidad virtual desde la cual empezamos a operar para cualquier gestión o ...
-
Any moment is as good as another but a moment could be hell and another heavens for the person who lives those moments. Cualquier momento ...
-
A veces uno lee cartas al Director como estas. En España recurrimos más al pretexto moral-piadoso que al riesgo. El riesgo nos da pavor. ...