26 febrero, 2010

SALTER CITY

Volvía a Salter City después de mucho tiempo vagando por las praderas del oeste y trabajando como vaquero. Cuando llegó al pueblo unos muchachotes comenzaron a insultarle llamándole vaquero de mierda. Curt era pequeño de estatura y delgaducho, pero su carne era dura como la de un cabrón salvaje. Los chavalotes lo veían debilucho y volvían a insultarle para divertirse. Él los miró detenidamente sin dejar de trotar y dejó caer un salivazo. Los muchachotes le volvieron a tirar piedras, pero Curt siguió su camino sin hacer caso. Al llegar a la Main Street vio que había demasiada gente ociosa holgazaneando por el pueblo. Unos jugaban al pocker en la misma calle recostados sobre las paredes de madera de las casas. Otros piropeaban a las mujeres no importaba si eran casadas o solteras. Aún otros se dedicaban a pelearse por dinero a la vista de todos. Curt se dio cuenta que Salter City estaba podrido. Aquel pueblo no era el que había dejado tiempo atrás. Entonces la gente trabajaba duro y había mucha honestidad entre todos. Los muchachotes iban a la escuela del Reverendo Murphy y los ya mayorzotes ayudaban en los ranchos o los almacenes. No había tiempo para holgazanear. ¿Qué había pasado?
Timothy Delton se lo contó.
Había habido elecciones para alcalde y las había ganado el tramposo de Henry “Twister Finger” Adams. Una vez ya en el cargo Twisted Finger nombró a Renter Dawer como sheriff del condado. Renter era un indecente pendejo que ya había matado, robado y violado más de la cuenta. Pero Renter era la mano derecha de Twisted Finger, su puto matón y lameculos. Pronto la corrupción y la maldad fue carcomiendo Salter City de tal modo que ya nadie sabía qué estaba bien y qué estaba mal. Hasta los muchachotes insultaban y perdían el respeto a los más ancianos. Los adulterios y la vida licenciosa hacían del pueblo una puñetera cloaca. Todo el mundo desconfiaba de todo el mundo y Curt se dio cuenta de que aquello estaba perdido.
No intentó nada. Ni siquiera entró en el saloon a beber su merecido trago. Simplemente escupió de nuevo y se fue cabalgando en busca de otro pueblo.

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