24 febrero, 2010

El tren

Era la hora de irnos. La ciudad estaba desolada. No había nadie por las calles. Sabíamos que había una invasión de horrores invisibles. La gente empezaba a pensar en las cosas invisibles. Pero ya era tarde. Dios existiría o no existiría, pero lo cierto era que los demonios si existían y nos estaban aterrorizando. Se nos aparecían en forma de horrorosas alucinaciones que no hacían beber alcohol y tomar más drogas para paliar el miedo al más allá. Había que irse.

Yo cogí mi microbús y fui buscando a mis amigos barrio por barrio. Había que salir de la ciudad y luego llegar al encuentro con las fuerzas del bien.

Cogí a Mertán, a Butrewq, a Melsera, a la Familia Optresd, a la familia Bghtfdr; y a Njklhc y Mkorasa.

Salimos de la ciudad como rayos. Allá quedaba la televisión con sus programas de mierda, el fútbol carroñero, la política corrupta con sus politicastros odiosos; los institutos con su mala educación putrefacta; la sexualidad descojonada en forma de un plasma orgásmico inclasificable. Ahí estaban los millones de cretinos mentales haciendo daño y maldades perniciosas, ahí quedaban TODOS…

Y nosotros nos íbamos en nuestro microbús muy temprano, para luego coger el tren misteriosos a través de montañas y tundras solitarias al encuentro del Bien.

II


El tren nos llevaba a través de desiertos. No paraba casi nunca. Teníamos sed, pero tanta era la gana de abandonar el mundo y las ciudades y sus poblaciones que aguantamos hasta llegar al oasis Tgdfht. Allí bebimos y todos estábamos contentos. Teníamos otros mundos que explorar y nos prometimos que seríamos siempre nómadas y exploradores. Nunca sedentarios. Seríamos una tribu siempre en movimiento. Siempre con nuestro tren llevándonos a sitios nuevos, parajes nuevos, mundos nuevos, cosmos nuevos, universos nuevos, religiones nuevas, personas nuevas, animales nuevos y diferentes. Luego galaxias y profundidades estelares. Nada nos pararía. Éramos al fin libres. No teníamos que ver la Tele, ni escuchar Cadena Ser o la COPE, ni ver a la Belén esa de marras en ese programa del marica de turno, ni oír a Zapatero, ni ver a Rajoy, ni saber nada de la Comunidad Europea…..

Libres en nuestro tren viajando por nuevas dimensiones, viendo y viviendo los enigmas de la vida…

Libres viajando en el tren…

III

Cuando llegamos al planeta Nkjhgdoytu el tren paró en medio de un valle verde innombrable. Bajamos y nos pusimos a comer manzanas que crecían por todas partes. Luego bebimos agua clara de los manantiales frescos. A lo lejos veíamos un pueblo y fuimos para allá. Eran todos buena gente que nos dio de comer buen jamón de Jabatumk y chorizo de Leondert. El vino era excelente. Luego todos nos pusimos a cantar con las gentes del pueblo que no sabían lo que era una enfermedad, ni trabajar por obligación, ni llevarse mal con nadie, ni se engañaban con políticas tramposas y ellos se quedaron muy sorprendidos cuando les contamos telepáticamente de dónde veníamos.

Ah!!! ― Dijeron ellos― Eso es el Infierno del que nos hablaba el mago Bgcsdre. ¡¡Qué horror!! ¿Cómo habéis podido vivir ahí en ese planeta maldito? Bebed más vino y bailar. Y era evidente la compasión que sentían por nosotros.

Y seguimos bailando y estábamos tan contentos que caímos todos rendidos y nos dormimos.

Al día siguiente era un sol resplandeciente y un cielo azul nítido como nítidas eran las conciencias de aquella buena gente del pueblo de Kjdñopi. Cogimos de nuevo el tren y seguimos por el planeta Nkjhgdoytu. Íbamos viendo por las ventanillas animales que se reían y jugaban al corro la patata. Luego vimos miles de niños corriendo por prados y jugando sin parar. Más tarde era otro pueblo con músicos tocando mientras todo el pueblo comían juntos en grandes mesas redondas y cantaban al mismo tiempo. Joder!!! Esta gente vive bien de narices y sin políticos, ni filósofos, ni televisión, ni ordenador de los tolanos….

Y seguíamos en el tren.


Nesalem-ok

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