24 febrero, 2010

CAMINOS

Hay muchos caminos y senderos que indican diferentes puertas. Hay que tener una idea de por que puerta se quiere entrar. Pablo, el fundador del cristianismo, eligió la puerta de su propia visión; de su propia creación imaginativa llamada Cristo o Jesucristo. Con furia abandonó al Jesús judío reducido a una ejecución más en la cruz y a unos seguidores condenados al olvido con el transcurso del tiempo, y creo a su Divinidad: Jesucristo. Un producto de sus visiones y obsesiones. Y luego fue capaz de forzar su verdad al mundo circundante y hasta la misma Roma se doblegó a su Cristo. Pablo rompió con el racionalismo judío y sus instituciones, para anunciar al mundo su subjetividad como verdad. Su propia subjetividad tan plena de ángeles y demonios; de cielo y tierra, de espíritu y carne; de Dios y el Príncipe de las Tinieblas. Turbulencias personales de una conciencia obsesivamente movediza. Vivió su verdad con fanatismo e ímpetu de absoluta certeza. Y también de oportunismo.

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