16 mayo, 2010

LOS CENTROS Y EXTREMOS DEL ESPECTRO

—¿Y el mal? amigo Rtsbhuop. ¿Cómo ubicas el mal en todo esto que hemos venido hablando?

—El mal es todo aquello que no se ajusta o se escapa a las razones universales. Cuando la vida está desviada, o se ha salido de sus cauces naturales; o se desarrolla ciega o indiferente o incluso conscientemente rebelde a esa razón universal o Dios; entonces el mal toma el mando de todas las esferas de la vida y todo empieza a tomar visos de locura. Locura blanda, fantasía vana, racionalidad desmesurada, apegos ilusorios que nos llevan a frustraciones complicadas; resentimientos que se van acumulando, fanatismos. O locuras serias, duras, fijaciones destructivas; paranoias, drogas apaciguadoras, sectas cerradas; carácter peligrosamente desequilibrado. El mal actúa desde el momento que se pierden las coordenadas razonables de la vida.

—Bien, bien; pero ¿qué es el mal?, ¿es carencia de Razón o de Dios y fruto de la ignorancia o de un desvío, pero sin entidad física o metafísica? o por el contrario ¿es una entidad metafísica en primer lugar, una conciencia o ser que influye y tiene poder sobre los acontecimientos? ¿Qué piensas?, ¿qué dices a eso?

—Pues el hecho de que sea posible esa desviación, ese desencaje, esa pérdida de dirección; da que pensar que el mal es algo que ya está en nosotros. Es otro potencial que anida en nuestros propios tejidos biológicos y en nuestra conciencia. Que nosotros seamos capaces de concebir y ejercer el mal; que podamos desviarnos tan fácil de los caminos razonables y vivir desencajados y al vivir desencajados ya estamos perpetuando el mal, haciendo sufrir a alguien o a nosotros mismos en primer lugar; eso quiere decir que el mal es una realidad que ya nos habita desde el principio. El universo ya ha nacido o ya está siempre presente con esa posibilidad. Entonces el mal tiene origen antes de, o es algo ya, externo a nosotros que busca ejercer su función o desarrollar su potencia independiente y en oposición a las estructuras racionales del universo, a las cuales se opone con furia y sutileza al mismo tiempo.

—Fuerza destructiva. En ocasiones aparentemente constructiva pero destructiva en sus propósitos. Ocurre con muchos movimientos sociales o contraculturales que luego acaban por no tener un anclaje o ensamblaje racional y se pierden en mundos totalmente de ficción, de ensueño tan irracional que se diluye en confusión y pérdida del sentido de la realidad. O los fascismos y microfascismos de la vida diaria. Los delirios totalitarios o la más pura anarquía con sus caprichos de niños compulsivos. Yo a veces, amigo Rtsbhuop, pienso en el ser humano como un espectro que va desde las fijaciones fascistas-comunistas más extremas hasta el anarquismo más perversamente infantil. Pero por suerte, la mayoría de las personas nos movemos en las partes medias del espectro; de alguna manera somos capaces de restablecer un equilibrio y vivir dentro de coordenadas mínimamente destructivas o menos destructivas, o en positivo: más constructivas que destructivas. Las sociedades mantienen cierta estabilidad gracias a esa posibilidad, pero cuando se pierde ese equilibrio entramos en una espiral peligrosa de inestabilidad…

—Me gusta tu metáfora del espectro. Es muy ilustrativa de lo que estoy diciendo. Lo cual centra un poco mejor este tema del mal. Hay también una ley natural establecida en nuestro tejido biológico que nos hace ser intuitivamente conscientes también de lo que está mal, del daño que hacemos. Matar y robar y engañar son valores universales. Lo son aquí, en Oriente y en Occidente. Pero lo hacemos aun siendo conscientes de que está mal. Es decir: somos capaces en toda ocasión de evaluar el bien y el mal, aunque cuanto más nos movemos en la esfera del mal lo acabamos practicando como algo normal. El mal tiene su atractivo y es por eso que se mueve mejor en las dimensiones irracionales, inconscientes; las dimensiones míticas-imaginativas. Se opone al bien como si la Razón Universal profunda fuera una prisión, una rigidez aburrida, una experiencia gris de la vida; y, entonces el mal aparece como elemento desestabilizador, como invitación a un vivir más alegre y fantástico. Pero eso no es más que un espejismo, una vida vivida en función de unas leyes objetivas en la dimensión económica-política, mítico-imaginativa, o moral es una vida segura de sí misma. Una vida con sentido real. Una vida que merece ser luchada por que ya está trascendida. Permanecer en las zonas de equilibrio de tu espectro es necesario y siempre con tendencia a un a un mayor centro posible. Un centro de mayor trascendencia objetiva.

—Pero nos estamos alejando de la pregunta inicial. ¿Es el mal algo consciente de sí mismo, una inteligencia o conciencia que tiene sus propios propósitos en el universo o por lo contrario, no es ser sino carencia de , ignorancia de, desvío del bien, de la Razón, de Dios?

—Amigo Njkvsch, fíjate que nada escapa al dualismo. El budismo zen que pretende ser absolutamente inmanente necesita del satori o nirvana como contraposición o contrapunto de la conciencia no iluminada. El panteísmo de Spinoza que requiere un estado de razón ética que supere de alguna manera el vivir bajo el empuje de las emociones, pues ya está en lucha, en contraposición dualista. Y no sigo con Hegel o con otros derivados. Tu espectro está presente en toda filosofía o ideología o en la pretendida ausencia de ellas. Entonces, si el dualismo es inevitable e ineludible: mal y bien son dos reinos diferentes y contrapuestos. Podrían ser dos seres absolutamente opuestos tipo maniqueísmo, o, dos modalidades de ser dentro del mismo Dios o Razón profunda del universo. Sea uno u otro, yo creo que el mal tiene entidad propia y metafísica cuya razón u origen se nos escapa. Es nuestro deber de una manera u otra ser conscientes de ello y dirigir nuestra vida en la dirección correcta. Para ello tenemos discernimiento, luz que nos ilumina en la dirección correcta.

—Creo que ya es tarde para mí. Dejemos esto ahí. Muy interesante. El próximo día seguiremos. He tomado nota de esta conversación. Hay que seguir reflexionando.

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