Todo cambia. Todo cambia. El futuro es impredecible. Las ideas se agotan y han de surgir otras nuevas que se agotan cada vez más deprisa. Una vez que todo se ha relativizado en un sentimentalismo cursi ya no hay lugar donde sujetarse. Un mundo gobernado por sentimentalistas cursis acaba en un feudalismo sádico-fascista.
Luego entrarán en escena los bárbaros.
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