25 octubre, 2011

EL RACISMO SIGUE PRESENTE EN ESTE PUÑETERO MUNDO

No hace mucho tuve que ver cómo un ciudadano marroquí ya mayor que estaba esperando el autobús en una estación de autobuses madrileña, era ridiculizado e insultado sin motivo alguno por un cernícalo que estaba en la cola delante mía. Aquel hombre solo trataba de saber a dónde iba el autobús y preguntó al subsodicho. El ceporro con acento madrileño empezó a hacer burla de él y a insultar a todos los moros que aparentemente ese pobre hombre representaba. Me dio mucha pena de aquel hombre porque para aquel cretino pasaba a ser una mierda, pura basura humana, así en abstracto; sin haberle conocido de nada. Me di cuenta de nuevo de lo que el racismo significa en su crueldad e inhumanidad. Yo mismo tuve que pasar por ello en EEUU ante alguien que me intentaba discriminar por ser hispanete o españolete y no le gustaba mi acento ni mi despreciable país. Es lo peor con que te puedes encontrar en esta vida. Negarte la humanidad es lo peor que te puede ocurrir como persona,

El racismo sigue siendo una lacra en nuestra sociedad. Juzgar a ciertos grupos humanos por su fisionomía física o color sigue siendo vigente en nuestro avanzado mundo occidental y residualmente cristiano. Cuando a alguien se le juzga en función de esos factores, o sea, como si genéticamente quedara marcado de por vida y además sin posibilidad de llegar a ser humano del todo (ya que algo le falta a pesar suyo), entonces estamos ante el racismo en acción. No hace falta enumerar los horrores del racismo: el Holocausto llevado a cabo por Hitler fue justificado racialmente. Los Hutus en Rwanda mataron a los Tutsis (y a veces viceversa) por considerarlos al mismo nivel de los cerdos o los perros. Hay racismo en todas direcciones. El blanco hacia el negro, pero también viceversa en muchos casos recientes. El negro con el negro, el blanco contra el menos blanco, etc.. El denominador común a todo racismo es: considerar a un grupo humano determinado inferior, por razones raciales o genéticas, a otro. El racismo está considerado dentro del concepto más amplio de xenofobia (odio al extranjero, etc).

Muchas veces se hace necesario criticar ciertas culturas o costumbres por sus aspectos salvajes e inhumanos. Yo, personalmente creo, que hay muchas costumbres dentro de las culturas africanas o asiáticas o en países tercermundistas o en el mismo occidente europeo; que han de ser condenadas en nombre de los derechos humanos, la libertad democrática y mis valores judeo-cristianos. También creo que hay aspectos o practicas o ideas religiosas que merecen nuestra reprobación al margen del grupo humano que las practique, siempre y cuando vayan en contra de la libertad individual. Interesadamente, los grupos humanos o las personas criticadas por razones muy justificadas de crueldad o coacción, suelen recurrir al victimismo y acusan con frecuencia de xenofobia o racismo las críticas que justamente reciben. Yo creo que una cosa es la crítica que se pueda hacer a una determinada costumbre cultural (ejemplo: poligamia, canibalismo, matrimonios forzados, discriminación positiva y negativa, etc), y otra cosa es el racismo que excluye a grupos humanos enteros en función de factores genéticos o raciales.

Juzgar a grupos humanos enteros de esa forma es pura ideología y prejuicio. Obviamos a los individuos, al potencial de toda persona a desarrollarse y ser libre. La ley está para condenar conductas delictivas no para excluir grupos humanos en función de creencias o ideologías xenófobas.

El tema es debatible. ¿Alguna idea?

2 comentarios:

  1. ¿ Y el racismo en el lenguaje?

    - Trabajo de chinos
    - Trabajar como un negro
    - Ser un gitano
    - Ser un judío
    - etc.

    Saludos

    A.M.R.

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  2. Y, por desgracia, el racismo, el odio al otro, es un mal endémico en nuestra querida España. Se pudo ver el fin de semana en algún campo de fútbol, se puee ver en el decálogo de algunos políticos de un signo u otro, en los nacionalismos de todas las tendencias y aquí no pasa nada ni nadie dimite. El antisemetismo lo llevamos en la leche que mamamos. El odio al diferente lo llevamos en nuestros genes culturales y si no, examinen ustedes la obsesión de algunos grupos étnicos españoles con la pureza de sangre durante los siglos XV, XVI y XVII. Yo no veo muchas diferencias entre la "pureza" de raza defendida por Sabino Arana y la pureza de sangre (contra moros y judíos) que obsesionó a nuestros "ancestors" de los citados siglos.
    El racismo en España se transmite por ósmosis y por vía genética.

    Juan Sintierra

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