Todo aquello que queda fuera de la razón es el mundo de las emociones, de las sensaciones, de lo ignoto, de los sueños, de las nostalgias, de los recuerdos, de los miedos, de las alegrías, de los placeres estéticos, de la creación imaginativa, etc…
Y, mientras, exista esa dimensión humana fuera de la jurisdicción de la razón y de la ciencia, habrá arte, habrá misticismo, habrá metafísica, habrá gnosticismos, y habrá religión.
Por eso falla el ateismo que trata de atacar o neutralizar la religión con la lógica y la razón.
Mientras haya dimensiones inabarcables para la razón siempre habrá religión, misticismos, gnosticismos, metafísica, arte, poesía, grandes sinfonías, etc.
Y es necesario que así sea.
Ahora bien. El error de mucha religión es pretender superponerse a la ciencia o la razón. Es decir: dar el carácter de objetividad a sus doctrinas y creencias obviando la necesaria imposibilidad de llegar a tal pura transparencia. De ahí el peligro del fanatismo y dogmatismo. No hace falta repasar la historia de crímenes en nombre de Dios. Así mismo, el error de mucho cienticifista (que no muchos científicos, ni la ciencia en sí), es querer degradar toda experiencia religiosa al terreno de lo falso, de lo supersticioso, de lo intolerante, etc. El cientificismo entonces se convierte en un dogmático reduccionismo. Peligroso y asesino en ocasiones: véase el marxismo-leninismo-estalinismo en la Unión Soviética, Corea del Norte, China. Véase la Alemania nazi con sus experimentos "científicos" y su degradación de toda creencia cristiana con ajusticiamientos incluidos.
Por eso no solo hay que temer los fundamentalismos, los integrismos, los literalismos islámicos, cristianos, etc.; sino también la militancia atea cientificista cuya tentación más inmediata podría ser hacer del creyente religioso un ser mentalmente enfermo, un neurótico, un psicótico, etc. Y entonces empezarían los tratamientos médicos, los lavados de cerebro, los campos de reeducación, etc.
Por eso no solo hay que temer los fundamentalismos, los integrismos, los literalismos islámicos, cristianos, etc.; sino también la militancia atea cientificista cuya tentación más inmediata podría ser hacer del creyente religioso un ser mentalmente enfermo, un neurótico, un psicótico, etc. Y entonces empezarían los tratamientos médicos, los lavados de cerebro, los campos de reeducación, etc.
Por tanto, cada cosa en su sitio y el respeto mutuo.
Amén.
La Unión Soviética y las dictaduras de izquierda, más que en la razón y en los hechos comprobados, creo que se basaban en un misticismo e idealismo (creación imaginativa y mitológica de paraísos perdidos) del hombre nuevo que había de nacer. En cuanto al régimen nazi, no hace falta recordar su radical irracionalidad, y cuánto apelaba al misticismo de la raza aria y a los antiguos mitos guerreros germánicos, además del cristianismo; no olvidemos que Hitler se definía como cristiano católico. Era una ciencia práctica, una tecnología, subordinada a la irracionalidad, y no al conocimiento. Pero todo esto es secundario. Ni Ud. ni yo estamos por imponer ninguna creencia a nadie. Y en cuanto a campos de reeducación atea o lavados de cerebro ateos, ya me dirá Ud. donde existieron alguna vez.
ResponderEliminarCreo que Ud. está en la línea de la religión como creación enteramente humana, sin pretensiones de verdad objectiva. Es decir, que los enunciados de su religión no pretenderían hacer afirmaciones dogmáticas sobre el Universo y su estructura, sinó sólo sobre su interior personal. Corríjame si no es así.
Aunque no lo tengo claro, porque parece que a veces hace Ud. afirmaciones sobre el Universo y sus cosas; por ejemplo, a veces me da la impresión de que cree Ud. que existe un Dios personal al estilo del cristianismo, que ese Dios habló de alguna manera a ciertos hombres, o que existen almas, o que la persona va a vivir después de la muerte. ¿Es cierto que afirma Ud. estas cosas, o es imaginación mía?
Naturalmente, tiene Ud. todo el derecho del mundo a afirmar o creer en la existencia de lo que Ud. quiera. No seré yo quien se lo discuta.
Yo, por ejemplo, podría conjeturar que (a falta de explicación científica aceptada) creo o me parece que la energía oscura del Universo es, en realidad, la fuerza de gravitación ya conocida, pero que actua desde el otro lado del tiempo. Y podría explicar por qué conjeturo lo que conjeturo, sin ninguna pretensión de estar realmente en lo cierto, sólo por juego. Supongo que Ud, de la misma manera, si su imaginación le lleva a conjeturar que puede existir un ser tal como Dios podría explicar en qué tipo de indicios se basa. Digo yo. Y si no seria hablar por hablar, imponer a los demás un respeto a su visión de las cosas sólo por el hecho de que Ud. se lo imagina y siente que es así, sin dar ninguna explicación o indicio de por qué es así. Cuando pretendemos que otros den por buena nuestra visión de las cosas sin pedirnos ninguna explicación, ¿cómo se llama eso?
Bueno, espero su respuesta sobre qué tipo de afirmaciones haría Ud. en materia de religión. ¿Qué cree Ud. realmente, Sr. Nesalem?
Runand
La Unión Soviética utilizó el ateismo como ideología oficial y la ciencia (además del marxismo-leninismo) como parte de esa ideología. A la gente religiosa se la reeducaba en el ateismo ya que la religión era cosa de débiles mentales y reaccionarios. http://en.wikipedia.org/wiki/Persecution_of_Christians_in_the_Soviet_Union
ResponderEliminarLos nazis utilizaron la ciencia para sus experimentos y sus investigaciones. http://scienceblogs.com/insolence/2008/12/was_nazi_science_good_science.php. La ciencia es una herramienta utilizable por cualquier régimen político. No tiene ideología. Es lo que se puede llamar razón instrumental. Otra cosa son los científicos y su ética particular que les hace ser de una manera u otra.
¿Qué cree Ud. realmente, Sr. Nesalem?
Es curioso. Me veo sentado en un banquillo o expuesto ante un jurado que me ha de evaluar.
¿Qué cree usted realmente Nesalem?
Difícil pregunta. ¿En qué crees Nesalem?
Es verdad ¿En qué creo? Creer es ese estado psicológico en que un individuo se adhiere a una verdad.
Todo lo que escribo es ese camino hacia la verdad. Un día creo que ya he alcanzado esa verdad, pero no es cierto: hay muchas cosas más que no he considerado, que no he leído, que no he sentido o experimentado todavía. Entonces no es que renuncie a mi experiencia o a mi “creencia” anterior, pero es que esa creencia me ha llevado a pensar otras cosas y he tenido que ponerla entre paréntesis, para explorar esas otras cosas que a su vez me pueden llevar a otras y entonces es todo una aventura, un continuo caminar. Luego vuelvo y reconsidero lo anterior y lo veo de otra forma sin dejar de negarlo o excluirlo, pero si situado en más perspectivas que lo enriquecen.
Digamos que mi creencia es todo un proceso, todo un caminar, toda una aventura.
La ciencia me gusta y a veces leo libros de buena divulgación. Pero la ciencia no apaga la sed de la inquietud. Hay otras muchas inquietudes que requieren otros conocimientos quizás más especulativos, más intuitivos, más en línea con la imaginación o con la estética y entonces me gusta bañarme también en ellos. No hay nada de malo en dar rienda suelta a los anhelos místicos, metafísicos, gnósticos, cristianos, etc.. Hay que explorar, hay que arriesgarse.
Creer en Dios es difícil. Más difícil de lo que pensaba en otras épocas. Pero es un deseo que persiste, una fuerza que atrae; una entrañable sensación. Es algo que jamás se agota. Lo vivo más como un don que como una obsesión. Es algo creativo, no destructivo. Más como una suerte que como una desgracia.
Creer en Dios es ese estado psicológico en que yo, Nesalem, me adhiero a una verdad que me rehúye, para volver a aparecer de nuevo con más fuerza creativa.