¿Puede el cristianismo reavivar sus poderosos símbolos divinos y hacernos despertar a nuevas intensidades; a nuevas reconquistas de una materia espiritualizada; a una nueva resurrección de la carne?
¿Puede el cristianismo recrear nuestra existencia con nuevas afectividades sublimes o demoníacas y así presentar nuevas batallas a este mundo agotado en sus corrosivas realidades y esquizoides comunidades virtuales?
¿Puede el cristianismo reconstruir una nueva máquina de guerra que movilice cuerpos y almas al servicio de un Cristo ardoroso, nómada; conquistador de desiertos y montañas heladas?
¿Puede el cristianismo impulsar una nueva reterritorialización del mundo que avive las conciencias a nuevas esperanzas, a nuevas conquistas morales; a nuevos desafíos con mirada cósmica que se pierda en un infinito plano de trascendencia?
¿Está agotado el cristianismo?
¿Se une el cristianismo al mundo para así disolverse como tal en su y certificar definitivamente su acta de defunción?
¿Puede el cristianismo reconstruir una nueva máquina de guerra?
Muy pesimista debo ser; pero a mi me parece, Sr. Nesalem, que el cristianismo no puede hacer nada de lo que Ud. dice. Todo eso de Cristo, etc. moviliza a los que moviliza y que Ud. y yo sabemos (y los moviliza como los moviliza), y ya no moviliza a nadie más. No parece un llamamiento muy atrayente.
ResponderEliminarRunand
Pues el fenómeno pentecostal es digno de tenerse en cuenta fuera de Europa. Hay conversiones por centenas de miles.
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