23 septiembre, 2010

LA INDEMOSTRABLE FE DE LOS CREYENTES

La confianza da pie a la fe. Yo tengo fe en alguien cuando esa persona cumple, y sé que cumple, por sus actuaciones. Son las actuaciones las que nos hacen ver de modo material, palpable y objetivo que podemos depositar confianza en alguien. Por eso hay que desconfiar de las palabras o de los sentimientos de una persona. Hasta que esa persona no demuestre con sus hechos y actuaciones que es depositaria de confianza, no se puede creer en las intenciones, en las palabras hermosas, en las teorías, en los bellos sentimientos.

Esto viene a cuento con el asunto de la fe. La fe cristiana protestante, que es la que mejor conozco, (aunque también puede ser extensible en cierto modo a toda religión e ideología de libro) se basa en la confianza en Dios. ¿Pero cómo se puede tener confianza en un ser que no es visible ni palpable, que no vemos como persona física actuante en nuestra vida diaria? Dios, en este caso, es más una idea, un concepto que actúa en la mente o subjetividad de la persona. La persona que cree en Dios lo que nos está diciendo es que la idea de Dios rige en su subjetividad, en su alma. No está hablando de algo palpable que todos podamos ver y observar, está hablando de una idea o concepto. El cristiano protestante tiene fe en una idea o concepto que rige su vida. El contenido o predicado de esa idea o concepto se encuentra en la Biblia. Es en el texto escrito de la Biblia, en su narrativa, en su desarrollo teológico, como puede comprender a Dios; dar contenido a su idea o concepto de Dios.

Pero las narraciones y contenidos de la Biblia no siempre son hechos que se puedan demostrar empíricamente. En una palabra, la Biblia no ofrece un contenido objetivo demostrable para todo el mundo. La historia del Edén no es demostrable empíricamente a través de datos u otras narrativas paralelas desde las cuales se pueda evidenciar un hecho acaecido. Es por eso que la fe cristiana protestante se basa en una confianza subjetiva, indemostrable. Se basa en una representación mental o imaginativa sobre unos hechos o narrativas indemostrables de forma objetiva. Sin embargo el creyente protestante si es fundamentalista dará a estas narrativas un valor objetivo y real: es Revelación y la Revelación es real y verdadera por definición. ¿Por qué la Revelación es real y verdadera en ausencia de pruebas empíricas irrefutables que lo demuestren? El creyente podría responder: porque dan sentido a la vida, porque es la mejor explicación existente sobre la condición humana. Porque ofrece la solución al drama de la existencia a través de una fe y una moral positiva. O, porque hace posible la paz y regeneración de muchas personas que depositan fe en ella. También, porque la Biblia forma una comunidad de creyentes, una Iglesia. El protestante liberal estaría de acuerdo que el Edén, por ejemplo, es una narrativa mítica que explica un conflicto psicológico o espiritual profundo que sí es real. Pero seguimos en el plano de la subjetividad. Todo ello es producto de la confianza puesta en un conocimiento subjetivo, no comprobable ni transparente para todo el mundo.

Pero volvamos a la pregunta inicial. ¿Cómo es posible tener confianza en algo que no vemos, en un concepto o idea basada en los contenidos de un libro en su mayor parte empíricamente indemostrable? ¿Cómo podemos tener confianza en Dios? La respuesta entra ineludiblemente dentro del terreno de la fenomenología psíquica. Puedo confiar y creer en Dios por lo que siento, por que mi percepción interna me lo asegura, porque mi voluntad actúa con coherencia y equilibrio, porque gracias a Dios mi vida tiene sentido y además encuentro no solo consuelo, sino también firmeza y valentía ante las desgracias e injusticias de la vida, etcétera. La idea de Dios es capaz de regular mi mente, mi psique; y por tanto es real y efectiva. También hace posible la comunidad de la iglesia en su dimensión solidaria y afectiva. Además la narrativa bíblica tiene una coherencia y racionalidad interna que se puede desplegar en forma de plan divino. Y todo ello produce efectos, actuaciones individuales y sociales reales y palpables. En consecuencia, la confianza, la fe del creyente protestante ha de sufrir necesariamente las consecuencias de una fe sostenida sobre un esfuerzo tanto interpretativo como imaginativo. El texto-revelación es inevitablemente deslizante y sufre con frecuencia desplazamientos de significado, arriesgadas y atrevidas interpretaciones; inesperadas intuiciones o inspiraciones que a veces producen cismas y nuevas iglesias siempre más “puras”, más “cerca” de la verdad divina. A veces la confianza en Dios no siempre es tan segura y surgen las dudas y la pérdida de sentido ante algo que no siempre está presente en nuestra mente y por lo tanto se desdibuja, se borra, se diluye, se desplaza sin control.

Tener confianza en Dios, tener fe en un ente metafísico, no es lo mismo que tener fe en una persona a la que vemos actuar, con la que nos podemos relacionar de forma real y palpable. Demostrar con pruebas palpables y objetivas la existencia de Dios a quienes no participan de esa confianza en el Ser Supremo, puede ser una tarea imposible. La fe, la confianza en Dios, pertenece al misterioso y profundo plano del alma humana. Ocurre y surge sin más explicación que una necesidad imperativa e irresistible.

NESALEM

4 comentarios:

  1. Buena reflexión. Hay poca gente en España que reflexione desde posturas protestantes con este rigor.

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  2. Me da la impresión de que Ud. cree que hay un Dios porque tiene una intuición interior que le impulsa a creer. Dice que la Bíblia es "su contenido o predicado". Y me gustaría preguntarle: ¿en qué sentido cree Ud. que es la Biblia Su predicado? ¿Porque la dictó él? ¿Porque la inspiró a los escritores? ¿Porque en ese libro aparece el sentido de lo sagrado y Ud. lo identifica con esa intuición interior que Ud. tiene? Me gustaría saber cómo relaciona Ud. la Biblia con ese Creador que Ud.está tan seguro que existe; porque una cosa es su intuición interior de ese Ser y otra cosa que se manifieste justamente en la Biblia.

    Debo decirle que yo no creo que haya ningún Dios. No veo ninguna razón de peso para aceptar esa idea, y veo muchas para saber por qué surge entre los humanos. Tampoco tengo yo esa intuición o luz o presencia interior que ni siquiera me insinúe la existencia de ningún ser superior. Y estoy muy contento de no tenerla, créame. Y por muchas razones que sería largo de explicar. ¡Una "intuición" que tienen miles de millones de personas en todo el mundo!

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  3. El comentario anterior:

    Rubèn D. Andrés

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  4. Lea, Sr. Andrés, el artículo de nuevo. Creo que no ha leído bien.

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