Mientras existiera Israel todavía podría la izquierda occidental tener un importante enemigo visible. Pero, ¡cachis en la mar! la paz entre Israel y los palestinos podría ser posible y eso amenazaba con dejar un vacío importante en las mentes de muchos. Por otro lado los zapatistas mexicanos se habían difuminado en la selva de la historia siendo reemplazados por los cada vez más poderosos sicarios de la droga. Quedaba Chávez, Hugo Chávez, pero Chávez resbalaba cada vez más en un histrionismo propio de un fanfarrón irresponsable. Pocos progresistas serios le apoyaban. Quedaba también Irán, pero Irán y su antiamericanismo y antioccidentalismo era simplemente cruel y salvaje. No obstante la izquierda nunca criticaba abiertamente a Irán a

Era extraño. Nadábamos en tierra de nadie. Los problemas cada vez eran más difusos y las alternativas cada vez menos creíbles. Todo estaba cambiando a una velocidad vertiginosa. Todo parecía disolverse en un mar sin sentido. Los movimientos islámicos en nuestros países no atraían más que a unos pocos marginales de la izquierda neurótica, por el momento. China era un monstruo oriental que crecía y adquiría cada vez más poder, pero ese poder era incierto y podía simplemente ser un tremendo bluff económico. Japón dormitaba. África se revolvía en miseria, enfermedades y corrupción. Latinoamérica seguía soñando con sus populismos trasnochados, pero en realidad ya nadie creía en nada.
Eran los tiempos del nihilismo. De la subjetividad confusa. De las tecnologías informatizadas creciendo exponencialmente.
Se estaba cociendo nuestra era. Nuestra insólita era de los 2050
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