19 septiembre, 2010
LA FE DE LOS PROTESTANTES QUE YO CONOZCO
Los protestantes que yo conozco a nivel local, de Asturias, creen que la Biblia es la palabra de Dios y que el texto sagrado cuando se lee con sinceridad y abiertos de corazón, pues nos enseña la palabra de Dios tal como Él quiere que sea trasmitida a los hombres. Entonces, se supone, que cualquiera; al margen de su condición social, nivel de formación, clase social, etc., pues puede llegar a la verdad revelada. La verdad revelada fundamental es que Cristo vino al mundo para salvarnos de nuestros pecados a través de la muerte en la cruz. Esa verdad fundamental está, según nuestros protestantes, al alcance de todo lector y, si es analfabeto, al alcance del oyente. Es decir, el texto revela una verdad objetiva al margen de posibles interpretaciones. La Biblia, bien leída, revela verdades objetivas que se pueden ir desgajando de nuestros posibles prejuicios, o mala lectura, o tergiversaciones, o errores de interpretación. Diciéndolo de otra manera: el texto posee la verdad absoluta sobre la vida, el mundo, los hombres y el destino futuro de todas las cosas. En la Biblia es Dios quien habla al hombre y le revela lo que debe de saber para salvarse del pecado y conseguir una vida eterna en el cielo. Y lo que Dios dice es verdad absoluta.
Si así fuera esa verdad se impondría como se imponen las verdades matemáticas o físicas: la evidencia de los hechos o de los experimentos o del texto cuando se lee, sería imposible de refutar por su claridad objetiva irreducible a cualquier capricho de interpretación. Dos y dos son cuatro y punto. La tierra gira alrededor del sol y no al revés, etcétera. Podríamos entonces decir que la salvación de Cristo es por gracia y no por obras y si es por gracia lo es por decisión divina, no por mérito humano alguno, pero una vez que nos metemos en la lectura de un texto tan complejo y tan lejano en la historia; y, en muchos aspectos, tan alejado también de nuestra moderna manera de pensar, ineludiblemente estamos entrando en el problema de la interpretación. Pero no solo eso, la complejidad de la Biblia, estriba también en la colección de textos que recoge a través de un largo período de tiempo que podría alcanza mil años de la antigüedad. El estudio bíblico serio requiere conocimientos del hebreo, griego y arameo, también una muy afinada perspectiva histórica, no hablemos ya de investigación arqueológica y de reconstrucción de las sociedades de la época. El estudio bíblico enfocado en función de obtener un conocimiento lo más objetivo posible, requiere disciplina académica y la mayor imparcialidad científica posible. Entonces que la salvación sea por gracia y no por méritos o decisión individual, no está tan claro. Pablo pretende decir eso, pero en otros textos del Nuevo Testamento no parece que todos estaban de acuerdo con tal verdad. Y el mismo Pablo, a veces, parece decir otra cosa. Las cartas de Pablo no se escriben en un vacío, sino en respuesta a problemas de doctrina concretos que iban surgiendo en sus congregaciones; y, situarse en ese contexto ya requiere fina sensibilidad histórica.
Lo que trato de hacer ver es que si hablamos de un texto que ha de revelar objetividad, verdades puras y objetivas sobre temas tan trascendentales para la vida humana; entonces nos metemos en el terreno de la investigación científica y racional: los textos bíblicos acaban siendo lo más objetivos posible después de ardua y sesuda investigación.
Es evidente que cuando los protestantes que yo conozco hablan de objetividad bíblica no se refieren a eso; se refieren a una objetividad doctrinal que supuestamente emana de la Biblia, y que con ayuda divina a través del Espíritu, se acaba revelando al creyente. Entonces ya no es un conocimiento objetivo auto evidente mire por donde se mire y venga de donde venga, ya que no hay posibilidad de negarlo o someterlo a duda. Se trata de una lectura de la Biblia donde ya interviene un elemento subjetivo: tiene que haber una predisposición a creer y tiene que haber una fe en el Más Allá que ha de intervenir en la búsqueda de la verdad. Curiosamente, el buscador de la verdad acaba encontrando la verdad de la iglesia o la denominación a la que ha de pertenecer. Esa verdad a priori de la iglesia X o Y es una verdad doctrinal consensuada por las iglesias cristianas y más tarde protestantes; e, incluso más tarde por la denominación o iglesia particular del momento, sea, metodista, bautista, pentecostal, hermanos de Plymouth, iglesia bíblica independiente, etc. La verdad del creyente que se une a una de estas iglesias ha de ser coincidente con la confesión de fe de dicha iglesia, de no serlo, no tiene sentido pertenecer a dicha congregación. La objetividad en la práctica es una objetividad doctrinal que se acaba aceptando por fe y buena voluntad para que todo marche bien y no haya molestas discrepancias. Las confesiones de fe de estas iglesias están sustentadas en interpretaciones y elaboraciones teológicas que supuestamente gozan de mayor pureza que la de otras iglesias, sobretodo las grandes iglesias: católica, anglicana, luterana, ortodoxa, etc. Los criterios de verdad de los protestantes que yo conozco se basan en una mayor transparencia con el texto sagrado con el cual tratan de coincidir. Pero el texto sagrado curiosamente es reacio a una sola interpretación y las interpretaciones se multiplican dependiendo de quien sea el lector o lectores. El Espíritu suele ser plural en lugar de centrarlo todo en un solo dogma o doctrina. En ausencia de una autoridad centralizada que imponga una interpretación y adaptación única a todas las iglesias, las interpretaciones y las adaptaciones se multiplican en estas iglesias de acuerdo al criterio del más sabio, del más listo o inteligente, del más hábil, o del más oportunista. Por otra parte tengamos en cuenta que aun
habiendo una autoridad centralizada, la interpretación de una iglesia X, va a diferir de la iglesia Y.
Todo ello nos indica que las iglesias protestantes que yo conozco, en este caso, se mueven en el terreno de la subjetividad humana. La pretendida verdad objetiva y absoluta que dicen haber encontrado en la Biblia, no es tal cosa: es una interpretación subjetiva más o menos consensuada que se impone al texto para que este justifique las creencias que por fe se han de aceptar. Es una verdad subjetiva que se sustenta por la fe y la fe, en ausencia de verdades palpables bien razonadas o empíricamente demostrables, es un ejercicio de imaginación capaz de movilizar afectos y energías de manera efectiva. Una estructura doctrinal o teológica es también capaz de movilizar la facultad de la razón y la lógica por los caminos tortuosos de unos textos que pueden ser ordenados, yuxtapuestos, interpretados en función de su literalidad o simbolismo; y así crear significado que nos ha de ayudar a vivir en función de una verdad divina y trascendente.
Los protestantes que yo conozco tratan de vivir esa vida de fe basada en las Escrituras. Comparten sus experiencias en sus cultos y predican la verdad de Cristo al mundo. Creen que están salvos por la muerte de Cristo en la cruz y, que yo sepa, suelen ser gente responsable y con una idea clara de lo que está bien y está mal a grandes rasgos. Tienen sus discrepancias y sus divisiones, pero la fe es más grande que todas esas piquillas y todo va hacia delante.
4 comentarios:
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REFLEXIONES EN TORNO A LA EXPERIENCIA DE FE PROTESTANTE
U na experiencia subjetiva es algo inacesible a otras mentes. Lo que ocurre en el alma de las personas es un mundo en sí mismo refractario...
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LA VERDAD.- La verdad es que si te has acogido a un trabajo de 8 a 5 de la tarde esa es la verdad de tu vida en cuanto a tiempo de trabajo y...
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A veces uno lee cartas al Director como estas. En España recurrimos más al pretexto moral-piadoso que al riesgo. El riesgo nos da pavor. ...
Tiene Ud razón, Sr. Nesalem, en eso de que la interpretación de lo que realmente dice la Biblia no es cosa tan sencilla, y que se requiere un montón de conocimimentos filológicos, històricos, etc. para meterse en esos textos. Pero entonces, por todos los demonios, vamos a tener que dar la razón a la Iglesia Católica. Me explico. Cuando conversa Ud. con un católico militante y le arguye Ud. que la Biblia dice esto o aquello, siempre contestan: "¿Y quién es Ud. para interpretar la Biblia? ¿Qué autoridad tiene para ello?" Que la Biblia hay que saber leerla, y de nada vale que Ud sea filólogo o historiador; será Ud un lego ignorante y pretencioso. Que la interpretación correspondería a la Santa Iglesia y a sus doctores, que estan especialmente preparados para eso y que, además, tienen la delegación divina para interpretar Su palabra. Tienen lo que ellos llaman "magisterio divino". Entonces, Sr. Nesalem, ¿habrá que dar la razón a los católicos y admitir que nadie, sino es la Santa y Maestra Iglesia, está preparado para decirnos lo que dice realmente la Biblia?
ResponderEliminarRubèn D. Andrés
Bueno, el centralismo de la iglesia católica es también doctrinario. Pero sí es verdad que quien lee la Biblia con sentido común puede ver que no existe culto a los santos ni a las vírgenes, que las iglesias eran autónomas y vivían en una especie de federación. Que no existía sucesión papal ni episcopal y que las discusiones doctrinales se ventilaban de una manera más libre y existía variedad interpretativa. Que no había confesión auricular ni celibato: al revés: se aconseja al obispo (superintendente) tener una sola mujer (?)
ResponderEliminarEn eso el protestantismo tipo hermanos de Plymouth tiene razón, pero luego se cae en la idolatría del texto, su literalidad y de ahí que este tipo de iglesias vivan siempre en una inseguridad organizativa e interpretativa. Quizás sea mejor eso.
Otro mérito es que los Hermanos de Plymouth no tienen una teología política que deseen aplicar a nadie. La vida se vive en función de un peregrinaje en esta tierra hasta que se pase a mejor vida. El hombre no tiene solución y es inútil pretender cambiar el mundo. Confórmate con ser decente en tu vida diaria y eso ya es mucho.
"Leer la Biblia con sentido común". Perdone, Sr. Nesalem, pero me parece una frase que denota mucha ingenuidad. Una cosa es el sentido común de Ud. o mío, pongamos por caso, y otra muy diferente el sentido común de un señor Obispo, que verá y le demostrará mil justificaciones, para él y los suyos infinitamente válidas, de todo eso que Ud. dice: del culto a la Virgen y los santos, del mandato del centralismo papal, de la sucesión papal y de mil cosas más. ¿Y cómo demostramos que el sentido común de Su Eminencia es mejor o peor que el suyo? Para sus fieles, será palabra de Dios, y la suya y la mía serán pedorretas de personas extraviadas. Además, para la Iglesia Católica, la fuente del saber i la Revelación no es solamente la Bíblia; están también los Santos Padres, la Tradición Santa, las encíclicas "infalibes" de los papas y quizás alguna cosilla más. Naturalmente, con el mismo o más poder de Revelación que la Bíblia; o si no, dígame Ud. por qué no.
ResponderEliminarPero no iba mi comentario por aquí. Evidentemente que no tiene Ud. que convencerme de que la doctrina católica es un disparate. Yo solamente le decía que si empezamos a decir que para leer e interpretar la Bíblia hay que ser doctor en muchas disciplinas, estamos negando la posibilidad de que la gente común la lea, precisamente, con "sentido común". Por eso la Iglesia prohibió durante siglos la traducción de la Bíblia a las lenguas vulgares, por eso no tolera a sus fieles que intepreten por su cuenta. El "libre examen" es cosa de protestantes.
En mi opinión, la Bíblia es un libro que admite infinitas interpretaciones en infinidad de temas. En un libro extensísimo y variopinto, procedente de múltiples autores y múltiples etapas històricas es normal que se pueda encontrar de todo; una doctrina moral y su coantraria; un precepto y diez que lo contradicen. Supongo que Ud. no ignora que hay en las librerías excelentes libros, escritos por ateos, donde se demuestra el caos moral y conceptual que se desprende de la Bíblia, el batiburrillo inmenso y variopinto que hay en su interior; la contradicción entre los Evangelios, cuando no el fraude flagrante para demostrar que se cumplen "profecías", y mil miserias más.
No quiero decir con todo esto que la Bíblia no tenga ningún valor; pero su valor sería, para mí, meramente literario. Como libro en el cual fundamentar una moral, sería un desastre. Su protagonista, el Yahvé ese, demuestra ser un criminal de tomo y lomo: sádico, genocida asesino, vengativo, mala persona a no poder más. Lea Ud. los libros donde se recolectan esos pasajes especialmente sádicos. NO. De ninguna manera puede mantenerse que de ahí salga ninguna "moral", sinó es la moral de los asesinos y sádicos celosos, tipo Saddam Hussein.
Sr. Andrés,
ResponderEliminarLe remito a mi epígrafe "La indemostrable fe del creyente". Por cierto, hay lectores de este blog que están interesados en este tema pero no se mojan con sus opiniones. Sería interesante oir otras opiniones al respecto.
Nesalem