08 septiembre, 2010

CRISTIANISMO FOFO


Jesús era compasivo y abierto al perdón, pero intolerante con todos aquellos que no se avenían a la verdad que él predicaba. La religión para él, la religión judía, era el total sometimiento a la ley, aunque interpretada al modo apocalíptico y fariseo. En oposición a saduceos la muerte no era el fin de la vida sino que había resurrección de los muertos. La ley era inflexible con algunas conductas tales como el adulterio y por lo tanto el mero hecho de desear una mujer con la vista ya era adulterio con todas sus mortales consecuencias espirituales. El pecado contra el espíritu no tenía perdón alguno. Los pecadores irían al Gehenna y sufrirían el fuego eterno de llanto y crujir de dientes. Los librecambistas del Templo que facilitaban el cambio de moneda pagana por moneda interna libre de idolatría, fueron azotados por Jesús con ira y sentido de justicia. Algo harían y eso debía de ser que sisaban más de la cuenta a costa del prójimo. Los fariseos eran condenados como sepulcros blanqueados, sayones hipócritas que engañaban al pueblo diciendo eso de “te obligo a hacer aquello que no hago.” El juicio final y el fin del mundo se anuncia como un acontecimiento violento en extremo y castigo sin piedad para los pecadores que han ofendido a Dios y a su Profeta y no han obedecido la ley y sus preceptos y el amor al prójimo y a los pobres de la tierra de Israel. Bien es verdad que hay frases tiernas de amor en el Jesús de los evangelios. Que hay un evangelio de Juan místico y mistérico con frases de compasión extrema, de cordero manso, amoroso y compasivo, sacrificado por la redención del mundo, pero tras ese amor trasluce y resplandece la justicia que luego Apocalipsis nos muestra con todo su terror cósmico. Cristo aparece como un general guerrero que venga a los justos y a los muertos en su nombre. No se ama al enemigo bajo ningún concepto sino que se le castiga en grado sumo.

El cristianismo podría ser una religión con garra, con músculo, con sentido de la verdad absoluta sin complejo alguno. Aun las epístolas de Pablo nos muestran un cristianismo ambicioso, misionero, conversionista, proselitista; con todo el mundo por delante y un imperio a conquistar con mansedumbre y la sangre de Cristo crucificado. Y lo logró, aunque para ello se tuvo que desfigurar y adaptar y pasar de ser una federación de iglesias independientes y autónomas a convertirse en un poder político invencible, celoso de la verdad, implacable con las desviaciones y herejías. Al poder espiritual se unió el poder temporal y la Iglesia era temida, respetada, defendida, y financiada por todo el mundo, por la cuenta que les tenía.

Hoy día el cristianismo se ha vuelto fofo, confuso, dividido, tolerante o extremista; pero con un poder ya muy debilitado, indefenso ante las verdades científicas, debilucho respecto a otras religiones como el Islam, ante el cual prefiere el diálogo y el amor y la bajada de pantalones en lugar de sacar las garras de Cristo y darle por todos los sitios por usurpador de las revelaciones bíblicas para adaptarlas a las ambiciones políticas de Mahoma. Pero no. Ha desaparecido ese orgullo y amor propio del Jesús evangélico o del Pablo misionero. No hablemos ya del Jehová del Antiguo Testamento que no olvidemos sigue siendo el Padre. Las grandes iglesias pierden aceite con diálogo amoroso para todo el mundo, con elasticidad de bragas de nylon para con todos: ateos, marxistas, budistas, amor a los pobres en abstracto y denuncia vana de las riquezas al mismo tiempo que se disfruta de ellas. Las iglesias se van quedando vacías y los seminarios cuentan sus alumnos con los dedos. El Cristo severo con las desviaciones y afirmador de su punto de vista incuestionablemente e inegociablemente divino, pasa ser un Cristo posmoderno de teología fofa y abierta hasta las cachas. Un Cristo socialdemócrata progre de humanismo comprensivo con todos y todas. El Cristo guerrero, triunfante y justiciero del Apocalipsis pasa a ser un objeto abstracto que representa las libertades democráticas, el multiculturalismo, el ecumenismo, el diálogo con todo quisqui.

Pero la gente común no quiere eso. La gente común de la calle quiere la religión fuerte, exigente, disciplinaria, exclusivista, de identidad dura. Quizás las sectas más extremas tengan mucho mayor futuro que las grandes iglesias fofas. Lo blando acaba siendo despreciado y echado de lado. Lo duro al final se impone una vez el hastío y el vacío de Occidente se agote sin remedio.

3 comentarios:

  1. No hace falta, Sr. Nesalem, acudir a ese Jesús, que nadie sabe cómo pensaba, si es que realmente existió, cosa hoy por hoy dudosa. Con remontarnos a hace nada más que 70 u 80 años, el cristianismo en Europa estaba muy lejos de mostrar la cara fofa, amable, benévola y tolerante de hoy. Era realmente un cristianismo duro, inclemente, exigente con el fiel, con castigos implacables, ataque al infiel o al ateo, y reprobación social extrema de los pecadores de determinados pecados. Pero todo cambió. La gente que vive confortablemente, que estudia y lee algo, que ve la TV, que vive una libertad social y sexual sin precedentes, no está dispuesta a aceptar una religión opresiva y dura. Por eso el cristianismo tuvo que "aggiornarsi" o morir; por eso vino el Vaticano II.

    Por eso el Islam creo que no tiene ninguna posibilidad en nuestra sociedad, si no es entre gentes marginales y resentidas que buscan una "originalidad" contra el común de la sociedad.

    Sin embargo, creo que el peligro de que el Islam llegue a imponerse es bien real, y que la famosa Eurabia puede llegar a ser una realidad. No porque la gente se muera por aceptar el Islam, sino porque una gente como los musulmanes, con esa determinación ciega que les lleva a sacrificar la vida propia y la de otros por su fe, con esa impenetrabilidad contra cualquier argumentación racional, ya que la razón nada vale si no es para confirmar lo que dice el Coràn, creo que tiene muchas posibilidades de vencer. Precisamente en Occidente triunfa la gente con firme determinación, tenecidad, astucia política, etc. Y los musulmanes tienen todo eso: fuerza moral, determinación, astucia política y manipulación de masas... Sólo les falla la fuerza militar, pero no la necesitarían si empiezan a triunfar políticamente en Occidente. Y yo creo que son bien capaces de ocupar parcelas crecientes de poder político haciendo uso de la democracia occidental. Y coaccionando a la población por la fuerza y la amenaza. No hacen falta muchos atentados para mantener a la población occidental dominada y atemorizada. El miedo guarda la viña, y eso vemos que ya está sucediendo en Europa en nuestros días. ¿Quién es el guapo que se atreva a criticar, y no digamos a ridiculizar, públicamente a Mahoma?

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  2. El poder musulmán se va consiguiendo con eficacia el día que la población europea comience a convertirse. Yo creo que eso es posible. Los nihilismos, por muy cómodos que sean, son a la larga insoportables. El islam es una religión dura, globalizante, con músculo e intransigente. Son los mejores ingredientes para una masa fofa que empieza a cansar y busca algo con más adrenalina y riesgo.

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