Malvina Enervanal es una
buena amiga que a veces encuentro en el café
del Pimpone y que siempre está leyendo gruesos libros sobre filosofías
extrañas y curiosas sociologías sobre el singular modo de vivir humano. A veces
cuando voy a tomar el café y, sabiendo que yo soy propenso a las elucubraciones
que acaben en una segura certeza existencial; pues me llama a su mesa. Pedí un
café con leche y ella pidió otra cerveza con yema de huevo y dos curasaos.
Entonces me dijo:
Malvina: Mira,
si ese dios monoteísta es tan omnipotente y tan omnisciente y todos esos
atributos que les dais los creyentes, entonces no cabría la posibilidad de nada exterior a él. Lo abarcaría todo de un modo absoluto y nada sería más blasfemo
que oponerle un supuesto libre albedrío de la criatura
humana. Porque de existir un libre albedrío humano eso querría decir que podría
existir un algo externo a Dios que incluso sería capaz de limitarle
y condicionarle y entonces esa supuesta omnipotencia y omnisciencia,
etc., pues se iría a tomar por el saco—perdón por mi irreverencia.

Pero hay más: Pero si eso fuera así, entonces el ser humano,
como ser con libre albedrío, tendría que estar a la par con Dios en
cuanto que también puede trascender todo condicionante de tiempo y espacio a la
hora de hacer una elección moral. En eso consistiría su responsabilidad moral y su
libertad: uno es culpable o inocente en cuanto que uno posee la libre y
absoluta capacidad de discernir entre el bien y el mal. De no ser así no habría
tal libre albedrío y no existiría jamás una razón última que pudiere
imputarle responsabilidad al ser humano: el humano actuaría siempre en
función de múltiples o infinitas concatenaciones de causa y efecto sin
encontrar jamás un espacio libre de tales condicionantes y
entonces tal supuesta responsabilidad moral o ante la ley civil sería nada más
que un “como sí” necesario para poder vivir en sociedad y así poder
condenar o premiar las conductas beneficiosas o perniciosas para la sociedad.
Si nadie fuese culpable de nada sería imposible vivir en sociedad.
Así de simple.
Como el ser humano no es ningún dios y ha de vivir una
absoluta contingencia en tiempo y espacio, declaro al humano no
culpable de nada; absolutamente inocente de cualquier cosa, ya que no
puede ser más que lo que es: un organismo biológico que ha de sobrevivir como
sea en medio de un mundo contradictorio que siempre le exige sufrimiento y
renuncias a sus instintos profundamente egoístas. Y, por tanto, declaro la
existencia de Dios nula: ya que de ser Dios o Alá ese ser tan infinitamente
amoroso y omnipotente el mundo no sería lo que es. Sería imposible.
Y por tanto también declaro que: El mundo es un juego de azar absurdo.
Yo (Eleuterio Picafronte) : Desconcertado me
has, amiga Malvina (tomo un sorbo de café
caliente y sabroso; me gusta hablar con gente atrevida y arriesgada que lleve
la existencia humana a sus últimos límites), y contigo estoy en eso de que
si Dios es omnipotente no puede tener limitación alguna, ni nada externo puede
existir fuera de él. Así creo yo también amiga Malvina.
Todo esto que estamos hablando está dentro de Dios, pues aunque fuésemos
criaturas creadas de la nada, no dejamos de ser criaturas creadas por Dios que
es omnipotente y nada de lo que es y existe se le puede escapar, pues de ser así
entonces sería impotente no omnipotente. En eso estoy de acuerdo contigo
aunque yo si creo en Dios y además creo en un Dios omnipotente. Por
tanto, todo lo que has dicho anteriormente no podrías decirlo si Dios no sustentase
tu voz y tu cuerpo y tu cerebro y tus ideas de manera absoluta. Nada
escapa a Dios. En Dios vivimos y en Dios somos decía Pablo el apóstol. Y así lo
creo yo amiga Malvina.

Nada de lo que existe, con todos sus horrores y todas sus
guerras y hambrunas y hítleres y campos de concentración monstruosos y asesinos
psicópatas y fanatismos y sadismos; pues todo existe necesariamente en Dios.
Como así existe la bondad de mucha gente, la inocencia, la belleza de carácter,
la nobleza; el afán constructivo de muchas personas. Todo, absolutamente todo existe
porque Dios es y está absolutamente presente en todo. Y si tu te rebelas
contra Dios declarándole nulo y declarando la existencia un juego absurdo pues
es porque Dios también declara en ese momento lo mismo que tú dices. Pues si ya
estamos absolutamente en Dios partimos entonces de Cero-en-Dios y
entonces—¡oh sorpresa!—aparecemos como sí fuésemos criaturas libres que podemos elegir
aquello que nos apetezca como si fuéramos absolutamente
libres (otro trago de café, y Malvina se echa otro trago de cerveza con yema
de huevo y mastica un trozo de curasao sin dejar de mirarme). ¿Te das
cuenta Malvina, amiga Malvina, de cómo funciona esto de Dios y Dios
omnipotente, absolutamente omnipotente?
Malvina: Joder, Eleuterio, eres un sofista capullo, pero no
deja de tener su intríngulis eso que dices. Lo pensaré, déjame pensar…..
(continuará)