12 abril, 2011

EL REVERENDO LLEGA AL MEOLLO DE LA FE

Abría el quinto sobre y con cierta intriga comencé a leer. ¿Adónde le conduciría al Reverendo este giro de reflexión tan en la línea del pensamiento individualista e intimista protestante? Me temía que iba a descarrilar en cualquier momento. Pensaba que en este sobre surgiría la desesperación típica de quien trata de explicar lo inexplicable. Sin embargo fui leyendo y quedé pegado a las palabras. Decía así este quinto escrito...

El anhelo profundo es algo que no desaparece a pesar de mis caprichos pensantes, o de mi errática imaginación. Si ese anhelo de D-ós sigue a pesar de mi humano desasosiego mental, de mis olvidos e inconsciencias; de mis desvaríos charlatanes e irracionalismos por necesidad de vida; entonces ese anhelo es una constante, una fuerza objetiva inerrable que rige mi conciencia. Esto es un descubrimiento importante. Ese anhelo, esa fuerza objetiva, es el nexo entre un yo complejo, complicado; irracional; y, por otro lado D-ós. Ese anhelo es fe; fe firme e inconmovible. Entre D-ós y yo está la fe como mediadora. No es algo que yo haya producido, creado por medio de la razón o de la imaginación; es un hecho que está ahí; que me ha sido dado como referente objetivo en la misma invisibilidad de la conciencia. Por un lado jamás podré conocer mi propia esencia; ni por otro lado, jamás podré conocer la esencia de Dios. Solo manifestaciones de ambas esencias unidas bajo el vínculo objetivo y constante de la fe. Este descubrimiento me hizo saltar de alegría. ¿No era eso revelación en el sentido cristiano?

A D-ós solo se lo podemos conocer a través de lo que él quiera manifestarnos. El lenguaje a través de la palabra es la única posibilidad de comunicación entre dos esencias invisibles. Mi yo, mi alma; y, D-ós se encuentran en la palabra revelada. D-ós “ve” en la invisibilidad de la conciencia y me provee de su palabra de revelación como medio de conocerle. Entonces mi fe, mi anhelo, tiene la palabra-revelación como medio de conocer aquello que D-ós quiere que conozcamos. De esa palabra-revelación manan los valores, los significados, las esperanzas, por las que hemos de encauzar nuestras vidas. De ahí mana, así mismo, la apreciación de lo sagrado, de nuestra vida como “apartada” para D-ós y ofrendada en el “templo” de la existencia.

Esa revelación ocurre o no ocurre. Los artificios mentales se agotan; pierden poder afectivo, y quedan como esqueletos sin vida. Es lo que ocurre con el conocimiento, con las creencias políticas o religiosas, las supersticiones, la propaganda. La fe es inagotable como fuente de significado en nuestras vidas una vez alimentada por la revelación. No procede de nosotros, porque el “nosotros” no tiene consistencia alguna; se mueve en la más pura contingencia. Ha de proceder necesariamente de D-ós, única fuente de permanencia, de consistencia en la invisible dimensión de nuestras conciencias. He ahí el milagro de la fe. 

Es hora de meditar y reflexionar. Sola fide.

3 comentarios:

  1. Encueentro muy acertada la deliberación respecto a la fe, nuestro nexo con Dios. creo que lo único que le falta a la persona que así cree es en vez de dar tántas vueltas ya, pararse y disfrutar del encuentro con su Dios estableciendo una comunicación diaria y permanente con Él y vivir para Su gloria disfrutando de Su compañía.

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  2. Victoria:

    El Reverendo tendría que atender su iglesia, visitar enfermos, ayudar a los necsitados, predicar, etc. Lo curioso del Reverendo es su forma de argumentar la fe que resulta muy convincente. Siendo reformado ahí es donde encuentra la explicación de la "llamada". El comentarista que lo introduce parece también prendado por la palabra del pastor. A mi me parece que el tal Reverendo Clarton Warren era un hombre feliz en su fe eterna e inmutable.

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  3. La verdad pocos creyentes se dedican a reflexionar como el Reverendo. Los creyentes que conozco hablan de Dios y de Cristo y de la Palabra con mucha ligereza. Repiten tópicos como papagayos sin que esos tópicos respondan a una experiencia profunda, meditada, pensada, razonada. Me gusta la fe del Reverendo. Al final llega a exponer algo complejo con claridad racional que todos pueden comprender a un nivel OBJETIVO!! Gracias Reverendo Clarton Warren.

    H.L.

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