Los protestantes decimos: la persona se salva por la fe. No las obras, sino la fe. Obras, esfuerzo humano, se opone a fe. Fe es Gracia, concesión, dádiva. Obras implica mérito, ganancia, merecimiento, recompensa. Pero ¿cómo ejercemos fe? Para que esa fe no sea producto de las obras, o de esfuerzo alguno por nuestra parte; o no surja de ningún lugar en nuestro cuerpo y mente; es evidente que la fe ha de provenir de Dios mismo. Es decir: un creyente de verdad ha de recibir su fe como un milagro que le viene concedido por gracia. Si dice que la fe la ejerce él, como acto de su libre albedrío para conseguir esa gracia, entonces entramos en una contradicción. El acto que surge de su libre albedrío no deja de ser un acto suyo, un “esfuerzo” suyo; una decisión libre y voluntaria condicionada a su voluntad. Por lo tanto esa fe es debido a sus obras, a su esfuerzo de voluntad. La fe entonces es por obras.
Si la fe es un milagro que Dios concede por su gracia al margen de las obras o méritos humanos, entonces la fe la concede Dios a quien quiere por su libre Decisión y Voluntad. Dios elige a quien quiere para salvarse, para concederle la fe y la gracia. Y Dios rechaza a quien quiere para recibir tal salvación. Entramos ineludiblemente en el asunto de la predestinación. Es inevitable.
Pero si entramos en el asunto de la predestinación, entonces esa salvación está condicionada y garantizada por Dios, no por mérito alguno, ni obra alguna del creyente. El creyente vive por la gracia y por la fe, pero este estado de gracia implica más cosas. Veamos. Si yo estoy ya salvo y nadie me puede arrebatar tal salvación porque no depende de mí, entonces mi vida, mis obras como fruto de esa fe, han de ser siempre perdonadas por Dios que jamás las ha de tener en cuenta (cruz de Cristo). Yo no puedo caminar en santidad o perfección por mis méritos, pues ya no tienen validez alguna; yo tampoco puedo pedir nada desde mi conciencia humana. Toda mi vida depende de la Gracia que Dios me concede.
Y ahora llegamos a lo duro del tema: si la gracia de Dios gobierna mi vida de forma incondicional, entonces mi vida habría de ser perfecta, la “carne” debería de estar controlada, nada de miedos, de inseguridades, de tentaciones. Porque si sigue siendo así, si el creyente sigue estando sometido a las debilidades y contingencias humanas, entonces ¿qué sentido tiene esa gracia? ¿Qué fruto es el de esa fe que todavía está sometida a las tentaciones y debilidades? Estaríamos todavía bajo la condición de pecado, el pecado reina y tiene potestad a juzgar por esos miedos y tentaciones y debilidades.
Como la realidad dice y muestra a todas horas que el creyente sigue estando bajo el “poder de la carne”, uno se pregunta si esa Gracia y Fe divina existen de verdad o son solo producto de nuestra imaginación y todo ello es un cuento. Si esa Gracia y Fe fueran una realidad entonces no habría posibilidad de miedos, ni debilidad alguna. Sería una existencia absolutamente inmanente y de presente absoluto. Pero no es así. Amigos protestantes, ¿Cómo solucionamos este dilema?
Más todavía: si la salvación es por obras entonces hay que quitar a Pablo de la Biblia. Pero en la Biblia no hay explicación clara sobre esto.
ResponderEliminarPero aun más: Si en estado de gracia, pues todo lo que haga está bien. Antinomismo. Muchos gnósticos vivían así su experiencia de gracia.
Perfección protestante: he de pedir más Espíritu para santificarme, pero entonces si pedimos más espíritu es que el Espíritu inicial no supo completar ese proceso o se le olvidó. Vuelta a pedir. Pero si pido es que yo tengo que tomar la iniciativa de mi perfección y entonces es mi mérito.
Hay algo que falla. Pero falla por alguna Razón importante.
Caso arminiano:
ResponderEliminarSi la salvación depende de mi voluntad de aceptarla, entonces la salvación es por obras. Si Jesús murió por toda la humanidad, esa muerte no ha sido muy efectiva, la humanidad, con excepción de unos pocos no tiene en cuenta esa redención y la mayoría la ignora por completo.
Eso quiere decir que la obra de salvación de Jesús está condicionada a la voluntad de las personas, a las obras; entonces no tiene sentido que Jesús viniera al mundo a salvarnos. Con la Ley antigua, la Torá ya era suficiente. Es más Jesús (Dios) quiere salvar a la humanidad, pero no puede, ya que la voluntad humana impide tal redención universal. Dios aparece como impotente ante la Humanidad,
Estos temas hay que retomarlos sin miedo a razonar y a lo que sea.
Nesalem, es un tema largo, aunque no complicado, creo yo. Requiere, no obstante unas cuantas modulaciones o matizaciones si no nos queremos perder. Si leemos la Escritura, y especialmente San Pablo, veremos que su verdadera enseñanza se vislumbra cuando aceptamos las "aparentes" contradiciones como pecado y gracia, Ley y Evangelio, a la vez justo y pecador, escogidos por Dios pero responsables ante Dios etc. La gracia, mientras no nos vayamos a la casa del Padre, implica que mi vida cristiana consiste en hacer morir el viejo hombre y vivificar el nuevo. La Ley de Dios es el instrumento con el que mato al viejo hombre y el Evangelio (buena nueva) es lo que vivifica el nuevo. Así es hasta el día que nos vayamos. Habría que explicar muchas más cosas, pero esto sería un inicio.
ResponderEliminarNo tengo problema con la condición de pecador. Somos seres contingentes, incapaces de perfección; seres caídos. Desde esa condición es imposible percibir otro mundo que no sea el nuestro: el mundo de los fenómenos, las ideas, los sentimientos, las emociones; la razón, los razonamientos. Las experiencias humanas en su interioridad e exterioridad. El yo y el otro y su complejidad, etc. Seres que hacemos historia, ciencia, política, religiones, guerras, paz, etc. Todo muy humano. No hay alienígenas que por ahora afloren en este devenir. Tampoco se aparece Dios o Cristo de una forma palpable que nos haga tocar su cuerpo o apariencia material que nuestros sentidos puedan aceptarlo como real, como datos empíricos fuera de toda duda. Todo lo referente a Cristo y Dios se mueve en el mundo de las ideas, de las divagaciones e historias que emanan de textos sagrados. De las interpretaciones de esos textos. Ideas. Hablamos de entes invisibles que cobran vida imaginativa y cuya existencia ideal está corroborada por organizaciones religiosas, curas, sacerdotes, pastores, creyentes, etc.. Pero siguen siendo ideas, entes-mundos subjetivos, entes-mundos imaginarios. Todo lo que se mueve en el mundo de lo etéreo es siempre confuso y necesariamente multi-interpretativo (me invento la palabra). Por eso las religiones, como la ficción que nos podamos inventar, como las fantasías de enanitos o gigantes y demonios y hadas, pues son proyecciones humanas para de alguna manera compensar la desgracia de vivir este mundo que vivimos y darle alguna representación que nos lo haga humanamente aceptable aunque sea a niveles imaginativos o estéticos.
ResponderEliminarDios tiene que ser algo más allá de todo esto. No puede ser ninguna proyección humana. No puede estar definido y circunscrito a textos ambiguos. No puede tener intermediarios que lo interpreten de manera correcta, eso ya resulta sospechoso y además le substrae “poder”. Dios tiene que ser una realidad absolutamente palpable, objetiva, empírica, matemáticamente correcta y al alcance de todo el mundo. Dios es lo que ahora vemos y palpamos, las buenas y malas personas, los horrores, las torturas, los odios; y, las ternuras, el amor, la bondad. Los animales, las plantas, las estrellas el universo infinito, etc…Los sistemas políticos democráticos o dictatoriales, Dios es la ciencia y el científico, las filosofías y el filósofo concreto. Todo eso que vemos y palpamos y vivimos y sufrimos, es Dios. No puede ser de otra manera. Dios es el pecado y la salvación al mismo tiempo. Dios es todo y algo más.
Algo más. Es toda la creación visible e invisible, pero sujeto todo entre paréntesis. Metido todo en un círculo o esfera. Fuera de esa esfera, fuera de ese paréntesis hay un absoluto silencio, una claridad y transparencia absoluta. Una paz infinita e incomprensible. ¿Qué posibilidad tenemos de salir de esa esfera y dar un salto cualitativo que nos sitúe en ese silencio absoluto? Aunque sea por un instante. Puede que a veces más. Eso es Dios. Eso es la fuente y el manantial de todos los valores absolutos. De toda seguridad incombustible. Más allá de la imaginación, más allá de la teología, más allá de los textos canónicos, más allá de toda contingencia. ¿Es posible ese salto? ¿Cómo se da el salto? Es el estado absoluto de gracia lo que nos hace dar el salto.
Nesalem:
ResponderEliminarLo que planteas es un anhelo muy humano, pero me temo que aquí y ahora nos tenemos que conformar con el Dios aparentemente sin poder, sin gloria etc . Quisiéramos que Dios actuara según nuestras presuposiciones. un Dios de gloria, pero nos tenemos que conformar con el Dios como el ha querido manifestarse a nosotros no como nosotros queremos que se manifieste. Dios se nos revela en la cruz, el Dios del pesebre, de la cruz y de la tumba vacía. Tampoco nosotros, humanos, podemos controlar nuestro conocimiento de El, Dios mismo controla cómo hemos de conocerle y decide el cómo. El acceso a Dios también está controlado por El. Dios ha querido salir a nuestro encuentro, según vemos en sus promesas, en su Palabra, en el Bautismo, en la Santa Cena, en el comentario y comunicación de sus Buenas Nuevas.. Nosotros humanos, si queremos conocer y aceder a ese Dios, no nos queda otra que atenernos a su modo de actuar. Si queremos acceder al Dios tenemos que hacerlo en sus términos. Moisés quiso ver a Dios cara a cara y El unicamente le permitió ver su espalda. Nosotros queremos anticipar la parusía viendo ya al SEÑOR triunfante y glorioso , pero nos tenemos que conformar con el SEÑOR muerto y resucitado por nosotros y en nuestro lugar. Mas allá de esto nos encontramos con un fuego que nos quema y nos impide acercarnos a El.
Un abrazo
No hay explicación alguna racional ni irracional del por qué de este universo. La fe es un milagro. Se cree por un milagro.
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