Extracto sacado del libro "Nietzsche: biografía de su pensamiento". Rüdiger Safranski. Fábula Tusquets Editores. Barcelona 2004. (P. 229).
El problema de la conciencia, dice Nietzsche, se nos presenta cuando empezamos a comprender en qué medida la mayoría de los procesos de la vida se las componen sin la conciencia. Eso es obvio por lo que se refiere a los procesos vegetativos, animales y fisiológicos. Pero también los actos “espirituales” de voluntad, de recuerdo, e incluso de pensamiento pueden componérselas sin el reflejo y la autorreferencia concomitante; no tendrían por qué comparecer en la conciencia para llevar a cabo el sentido de su realización. Ni siquiera la conciencia tendría por qué hacerse consciente. Su propia duplicación no es estructuralmente necesaria. Formulado brevemente: “La vida entera sería posible sin verse en el espejo, a la manera como, de hecho, también ahora en nosotros la mayor parte de la vida se desarrolla sin tal reflejo. ¿Y para qué entonces la conciencia si en lo fundamental es superflua”? Nietzsche responde: la conciencia es la esfera del entre.
La retícula humana es un sistema de comunicación, y la conciencia es una especie de avasallamiento del individuo por su inclusión en la estructura de comunicación. “En realidad, la conciencia es tan solo una red de enlace entre hombre y hombre”. En esta red de enlace el lenguaje funcionacomo “signo de comunicación”. Naturalmente, hay además otros signos comunicativos, tales como la mirada, los gestos, las cosas configuradas, todo un universo simbólico en el que acontecen las comunicaciones. De ahí deduce Nietzsche “que la conciencia no pertenece propiamente a la existencia individual del hombre, sino, más bien, a lo que en él es comunidad y naturaleza de rebaño”. El individuo apenas podrá “entender” su peculiaridad con ayuda de una conciencia comunitaria. La conciencia no está dada para esto. Es un fenómeno de circulación y no un medio de entenderse a sí mismo; cuando se usa para tal finalidad, no es de extrañar que descarrilemos y dejemos de encontrarnos. Lo inefable, que somos nosotros mismos, cae a través de esa red del lenguaje y de la conciencia, inherentes ambos a la socialización. Todos, escribe Nietzsche, conocemos la experiencia consistente en que, cuando intentamos comprendernos a nosotros mismos, lo que hacemos consciente “siempre es meramente lo que de suyo no es individual”.
Hace dias, Sr. Nesalem, que pienso continuar el tema, pero por ahora montañas de trabajo me lo impiden. Ya sé que el problema del por qué de la consciencia es antiguo; no pretendo ser original, sino solo aportar alguna reflexión al respecto. Continuaré cuando despache este montón que colma mi mesa de trabajo.
ResponderEliminarRunand