Mucha política se ha convertido en un juego profesionalizado de poder y perpetuación del mismo dentro de un ya admitido y bastante generalizado cinismo de quienes saben que en realidad ya hay muy poco por qué luchar salvo hacer aquello evidente y fingir que se está haciendo siempre más de lo que se hace. Uno es socialista como puede ser del Madrid o el Barcelona y lo importante es que gane mi equipo y los míos y si el socialismo significó alguna vez algo de poesía o romanticismo y movimiento obrero en función de un nuevo mundo de necesidades cubiertas y poco o nulo trabajo; ahora ya sólo es una máquina de ganar elecciones al coste que sea, como sea y en nombre del bien.
Y si del PP pues lo mismo solo que con otras siglas y otros colores, pero en esencia lo mismo con algunas necesarias variantes de guión. Mucha clase política se ha constituido en una casta privilegiada que vive bien a costa de nuestros impuestos y que hace lo posible y lo increíble para justificar su sueldo y su profesión; suelen mentir, suelen corromperse, suelen tomarnos el pelo, algunos dicen alguna media verdad, algún que otro puede ser honrado pero suele dimitir pronto o es silenciado; y, por lo general son buenos actores aunque malos declamadores. El resto de los mortales delegamos por necesidad y lealtad democrática en tales señores o señoras y, mientras no pasemos hambre, nos da igual. Mejor ser gobernados y vampirizados (sin dolor) que tener que preocuparnos por mandarles a tomar por el culo y luego vengan otros que pueden resultar peor o mejor. Mejor vivir en los laureles democráticos que no estar en guerra contra el poder o sufrir salvíficas e higiénicas dictaduras del silencio; o, anarquismos turbulentos y asesinos.
Y si del PP pues lo mismo solo que con otras siglas y otros colores, pero en esencia lo mismo con algunas necesarias variantes de guión. Mucha clase política se ha constituido en una casta privilegiada que vive bien a costa de nuestros impuestos y que hace lo posible y lo increíble para justificar su sueldo y su profesión; suelen mentir, suelen corromperse, suelen tomarnos el pelo, algunos dicen alguna media verdad, algún que otro puede ser honrado pero suele dimitir pronto o es silenciado; y, por lo general son buenos actores aunque malos declamadores. El resto de los mortales delegamos por necesidad y lealtad democrática en tales señores o señoras y, mientras no pasemos hambre, nos da igual. Mejor ser gobernados y vampirizados (sin dolor) que tener que preocuparnos por mandarles a tomar por el culo y luego vengan otros que pueden resultar peor o mejor. Mejor vivir en los laureles democráticos que no estar en guerra contra el poder o sufrir salvíficas e higiénicas dictaduras del silencio; o, anarquismos turbulentos y asesinos.
Algún día o en algún momento vendrá algo que nos haga salir en masa a la calle en nombre de lo inimaginable, lo innombrable y sin etiqueta alguna. Pero siempre va a ser otra modalidad de poder y control más o menos light o hard. Recordemos nuestra básica e inestable naturaleza humana tan razonable y equilibrada cuando podemos o nos interesa y tan irracional la mayoría de las veces. Nuestros miedos existenciales, nuestras proyecciones personales; nuestro desasosiego sin fin con fases delirantes. La política somos nosotros.
Amén.
Solo EL HAMBRE puede sacar a la humanidad del estado de ZOMBISMO, y se presenta ( en Africa de momento) en forma de inflacion que afecta cada vez a un porcentaje mayor de subditos. Cuando las perras no alcanzan para dar de comer a los fios....ese es el momento de tirarse a la calle, mientras tanto no les preocupa nada de lo que les hagan.
ResponderEliminarKousinsky