PEPE.-¿Has leído ese epígrafe sobre la Tecnología Cósmica?
PIPA.-Sí, pero me parece una diarrea mental. La gente cuando no quiere enfrentarse a la vida real tal como es, empieza a elucubrar con ideas raras, con cuentos pseudo-filosóficos. Todo eso es pura neurosis que no sirve para vivir, sino para evadirse de la realidad.
PEPE.-Pero qué sería de la vida si no hubiera esa posibilidad de jugar con la imaginación, de buscar un sentido último, de situar las cosas en un esquema, teoría o mito. A mi me gusta leer a la gente que se atreve a especular con la llamada realidad y nos muestra los infinitos dobleces de esa supuesta realidad.
PIPA.-Vamos a ver, podemos hablar de ciencia y entonces pues hablamos de ciencia; podemos hablar de religión o de moral y entonces hablamos de religión y de moral; queremos hablar de economía, pues entonces hablamos de economía. Pero tratar de buscar teorías que engloben de forma gratuita estos tres campos me parece absurdo, una mistificación sin más sentido que eso que tu dices el juego mental o imaginativo. ¡OK! Pero no va en serio.
PEPE.-Bueno. Hay algo que a mi me gusta. Cuando dice que sólo podemos conocer las manifestaciones de las partículas elementales del universo, pero nunca la cosa-en-sí de tales mundos; y, de la misma manera el mercado o la moral de lo que es bueno o malo; me parece muy cierto. Efectivamente, hay una objetividad en esas tres cosas; hay una verdad, hay una realidad; pero no hay posibilidad desde nuestra mente de captarlas, aunque sí es posible captar las manifestaciones de esas tres dimensiones e ir aproximándose hasta cierto punto a su verdad con el método apropiado, el método más transparente y necesario. La verdad exige la moral de la transparencia y de la claridad. No vale mentir o engañar o hacer trampas. Los tres campos de conocimiento o las tres máquinas cósmicas (como él las llama), se necesitan en una especie de engranaje necesario. Cuando no hay transparencia y la mente se pierde en ilusiones políticas, ideológicas o económicas; entonces hay un alejamiento de la verdad. No así el arte. Quizás la religión como arte que es también el territorio de la imaginación. Me gusta, me gusta este tipo de especulación….
PIPA.-Sí, eso es una mezcolanza de platonismo y de kantianismo. Yo soy más spinoziano, más materialista; esa cosa-en-sí, que ese Nesalem dice, sólo alcanzamos a través de su manifestación (el “fenómeno” diría Kant); en realidad lo que existe de verdad es precisamente esa manifestación. Lo de la cosa-en-sí no es más que una mistificación neoplatónica. No hay tal cosa-en-sí. En lugar de llamarlo manifestación de algo, lo mejor es llamarlo la realidad sin trasfondo o profundidad alguna. Fuera ilusiones. No hay unidad trascendente alguna, no hay Dios, ni sustitutos de dioses posibles. En el fondo ese Nesalem de las narices solo aspira a encontrar su D-ós por algún sitio y ese D-ós acaba siendo un fantasma. ¡¡Je, je!!
PEPE.-Pero es curioso que todos aspiramos a una verdad moral, una calificación de lo que esté bien o esta mal. Todos aspiramos a intercambiar nuestras habilidades, nuestras palabras, experiencias de una forma justa que podamos ser comprendidos. Todos aspiramos a trabajar y ser remunerados de forma justa por nuestro trabajo, ideas, etc. Todos aspiramos a intercambiar mercancías de una forma justa y equilibrada, para luego usar nuestra riqueza o beneficio en nuestro provecho o de los demás y, no de una forma caprichosa, sino con criterios morales de lo que está bien o mal. Todos aspiramos a conocer los secretos de la naturaleza, y sacar provecho de ellos, y aspiramos a hacerlo de una forma transparente. Yo sí creo, como Nesalem, que hay una Máquina Cósmica que produce este universo siguiendo pautas de intercambio, aspirando a una verdad moral ineludible…
PIPA.-Bueno. Dejémoslo ahí. Me gusta más leer sobre cómo los bancos nos roban o sobre cosas palpables del día a día que no estas chorradas pseudo-filo-religiosas. Je, je, je…Pura neurosis…
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