El calvinismo llevado a su máxima expresión nos conduce a una práctica cristiana basada en la más pura transparencia posible de vivir la realidad. El iconoclastismo calvinista en su radical rechazo a toda idolatría y representación divina, implica también el rechazo de todo devaneo mental que busca encontrar salvación y referentes en los fantasmas de nuestra subjetividad. El Antiguo Testamento era claro al respecto: el Más Allá o el mundo de las interioridades es un territorio cenagoso, enfermizo, resbaladizo; creador de inútiles y agotadoras fantasías. Solo la práctica de la Torah era real. D-ós es la solidez de la acción, de la realidad que palpamos; de las leyes universales que rigen y regulan el universo.
El mensaje de la cruz significa la culminación de la Torah en ese desapego absoluto de todo fantasma, de toda beatería, de toda especulación teológica para resucitar a una absoluta predisposición a vivir la vida en su plena externalidad, en la plena acción consciente de que no hay que engañar a nadie ni engañarse. No hay que robar a nadie ni dejarse robar, no solo en lo material, sino también de nuestro potencial de acción y creatividad. No hay que mentir en nuestra vida con los demás, ni con nosotros mismos creyendo fabulaciones ideologías o religiosas, creadas por otros para arrebatarnos nuestra afectividad y utilizarla a su favor o en función de frustrantes quimeras que solo generan al final un sufrimiento añadido.
Es el amor a lo palpable, a lo que se ve, a lo que se puede demostrar o si no es posible demostrarlo pues ser humildes y reconocer nuestra ignorancia ante el misterio. Esa sinceridad radical nos lleva a la admiración por las ciencias, por el pensamiento racional. Pero también a la valoración del arte como territorio donde se pueden plasmar nuestras fantasías, nuestras elucubraciones fantasmales, nuestras percepciones de lo cualitativamente bello, sublime, misterioso; extraño, complejo, feo, diabólico. O también la posibilidad de reflejar a los demás, dar a la luz a la gente ese mundo de continuas afectividades, desplazamientos en múltiples direcciones: decepciones, sufrimientos; experiencias de plenitud y riqueza.
El trasfondo de las Escrituras es la condenación de toda idolatría y no hay peor idolatría que alimentar fantasmas, falsas ilusiones, la mórbida tendencia a dejarnos engañar por todas esas representaciones imaginativas que intentan poseernos; arrebatar nuestras energías en función de sumisiones políticas, religiosas, de círculos viciosos de más esclavitud. La fe es la fe en el D-os vivo, el D-ós que nos ofrece la realidad como territorio único de vida con sentido: trabajo, sentido moral de lo que hacemos, valoración de la transparencia racional por un lado y, la libre voluntad creativa artística por otro.
Creo que es posible ser Calvinista...con muchos peros.
ResponderEliminarKousinski
El caso es que si conoces a los fieles de una iglesia calvinista, no ves mucha diferencia de los que pertenecen a una iglesia arminiana.
ResponderEliminarCreo que a veces disquisiciones como la predestinación, la posibilidad de perder la salvación, etc., quedan al margen de la feligresía, a la que preocupan más otros asuntos.
Siempre quedan restos que saben sacar las mejores cualidades y verdades que contiene, como una semilla revolucionaria, el calvinismo.
ResponderEliminarHay una fuerzo y potencialidad latente en el calvinismo, poco comprendida por muchos reformados o presbiterianos, lanzados ya, hace mucho tiempo, a la respetable labor de ser aceptados a la plena normalidad de las iglesias conformistas.
Como ateo ya muy encallecido que soy, Sr. Nesalem, me cuesta mucho seguirle el curso de estos sus pensamientos. Veo el mundo, la ciencia, el arte y todo eso, como lo ve Ud., pero no veo que haya ningun Ser supremo, Creador del Universo. Un misterio sí que es, por qué existe todo esto; pero más allá no se puede honradamente ir, creo yo, no habiendo ningún indicio ni prueba de ese postulado Ser. A no ser que Ud. llame D-ós a "la realidad como territorio úico de vida con sentido". ¿"Deus sive Natura" spinoziano?
ResponderEliminarPor cierto, Sr. Nesalem, ¿ha oído Ud. hablar de Don Cupitt, ese pastor anglicano que postula una "religión no realista"? Acepta el cristianismo y todo eso, pero admitiendo que todo es una creación humana. Es un punto de vista muy original (que yo no comparto, claro; para algo soy un ateo empedernido y ya con mucho callo).
[Está en el libro "Lo que piensan los filósofos", de Julian Baggini/Jeremy Stangroom, Ed. Paidós, 2011]
Runand
Corrección de mi primera frase en el comentario anterior:
ResponderEliminar"Como ateo ya muy encallecido que soy, Sr. Nesalem, confieso que me cuesta mucho seguirle en el curso de estos sus pensamientos."
Y, por cierto, ¿conoce Ud. la página "Christian atheism" de la Wikipedia? Mmm... curioso.
ResponderEliminarRunand
Sr. Runand, se le echaba de menos últimamente. Ese libro que menciona hace tiempo que lo compré y está pendiente de lectura. En cuanto a Don Cupitt, yo daría la vuelta al argumento y lo haría ver como la creación de una única Voluntad Libre que no ha de dar cuenta a nada ni a nadie y hace lo que quiere con nosotros y el universo asumiendo, claro está, que todo es para lo que Él entiende es amor y bondad absoluta.
ResponderEliminarEs una visión que incluiría la idea de que ni siquiera hay una necesidad interna a D-ós, que todo lo que hace lo hace por su arbitraria y "caprichosa" Voluntad. Que las presentes leyes del universo lo son hasta el momento que a Él le dé la gana. Y que nuestra existencia está sostenida por esa misma Voluntad y que todo podría ser apagado con un "soplo" en un segundo y he ahí la nada de nuevo....
Al contrario del panteismo spinocista que vive los ensamblajes de los afectos en un todo sin externalidad ni límite posible; D-ós es Voluntad trascendente e inmanente a este universo. D-ós es la Voluntad libre y arbitraria al mismo tiempo que es su propio objeto, su propio mundo con el que misteriosamente para nosotros "juega" y nos hace ser lo que somos al mismo tiempo que hemos de actuar como si dispusiéramos de libre albedrío.
Aggg!!!
Por eso no hay que darle más vueltas a la existencia. Conociendo esta Revelación ya no hay porque hurgar más en la subjetividad de forma neurótica y obsesiva. Ya todo tiene un sentido que sin embargo se nos escapa, pero que es una realidad que rige el universo.
ResponderEliminarSabemos que hay unas leyes universales a las cuales hay que someterse para vivir equilibradamente y lo más felizmente posible. Sabemos que el arte nos ayuda a articular nuestros fantasmas. Sabemos que hay cosas que están bien y mal porque hay una ley moral universal. Muchas formas de vida son equivocadas porque solo conducen a acumular más infelicidad y sufrimiento; otras nos dan la satisfacción de crecer, de estar en lo correcto no importa las modas y lo que hagan los demás.
Lo importante es estar alineado con la Realidad objetiva lo mejor posible. La cosa en sí jamás la conoceremos en este mundo, pero de todas maneras existe, está ahí y es la Voluntad que lo mueve todo de acuerdo a su diseño, a su plan. Todo está ya predestinado y predeterminado en una presencia divina.
Agghhh!!!
Trabajo duro. Trabajar y hacer las cosas lo mejor posible. No engañar a nadie. No mentir. No robar. No vivir de fantasmas (idolatría). Enfocar la vida a lo externo, hacia afuera palpando la realidad en lo posible. Razonando con transparencia (¿qué mejor moral que esa transparencia científica y racional?)
ResponderEliminarTodo ese subjetivismo actual es pura obsesión neurótica; es afectación, sentimentalismo: decadencia. Cuando la conciencia mira demasiado para a dentro buscando su "autenticidad", su "espiritualidad", ahí tenemos el mal, las energías en conflicto tratando de atrapar un mundo interior insano, enfermo.
Occidente está ya infectado con este virus subjetivista. Ya empieza a tener serios problemas para enfrentarse a una realidad externa a sus caprichos.
Pero hay que tener en cuenta que ya está todo predestinado a ser lo que tenga que ser.
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