17 junio, 2011

NUNCA TE FÍES DE AQUEL QUE TE NIEGA LA POSIBILIDAD DE RAZONAR LAS COSAS

Hace tiempo cuando estaba de liberado sindical en un sindicato “asambleario” de la región, me asombraba de lo mucho que sabían algunos en las asambleas y lo torpe que yo y otros éramos comprendiendo los asuntos sindicales. Aquello me parecía algo esotérico, algo que requería unas claves de interpretación difíciles. Preguntaba a veces por aquellos secretos tácticos, aquellas “luchas” tan enrevesadas de analizar, aquellas estrategias tan ambiguas, etc, y, las respuestas que recibía eran más ambiguas todavía, cuando no se me miraba con esa mirada de “tío, que no te enteras”. Yo quería analizar las cosas siguiendo un razonamiento ordenado; clarificar de forma comprensible y con palabras o conceptos nítidos. No había manera. Pedir razón y razonamiento a aquella gente era como si los insultaras. La lucha sindical seguía unos códigos adquiridos a través de años, un lenguaje propio acumulado después de luchas y conflictos internos; pero lo peculiar de aquella situación es que sólo algunos; los más veteranos y avezados animales políticos “sabían” realmente lo que se traían entre manos. Las asambleas eran todo un simple montaje para legitimar lo que ya estaba previsto en otros círculos más cerrados.

Fue una experiencia nefasta para mí, porque en aquel entonces todavía era muy ingenuo y todavía estaba contaminado con muchas mentiras ideológicas, además de creer que el mundo podía cambiar a un socialismo sano, etc. Mi “iniciación” a mi liberación sindical fue brutalmente traumática. Creía que las cosas se me iban a explicar paso a paso, con ayuda amable, con cierta comprensión progresista solidaria, etc. Totalmente equivocado. Las cosas se hacían por que sí y si no sabías de qué iba pues jódete y aprende, o eres tonto del culo y entonces haz fotocopias o lleva carteles a tal instituto, etc. El ambiente era como de un club de conocidos que ya se conocían de hacía muchos años; que incluso habían compartido estudios y “luchas” con sus rivales, en ese momento directores socialistas o cargos políticos; contra los cuales, y por razones de paripé político, había que enfrentarse, reivindicarles, etc. Aguanté un año como pude, pero mi mayor satisfacción fue renunciar a tal “liberación”, cuanto antes. Prefería mil veces los problemas de aula e instituto que no aquello que me resultaba tan absurdo como vomitivo para mi cuerpo y mente.

Más adelante reflexioné sobre aquella experiencia y saqué mis conclusiones. Una de ellas, la más fundamental, es que no hay razón alguna de por qué un sindicalista o político, no ha de explicar con razones de peso cualquier tema, estrategia, teoría o lo que sea. Quien no te quiere explicar las cosas, con claridad, con razones fundamentadas que dan satisfacción porque es VERDAD demostrada y objetiva posible; desconfía de él o ella automáticamente. Quien no te quiere aclarar las cosas, máxime cuando se supone estás en el mismo bote que ellos, piensa que las razones son: A) la persona de marras no te clarifica porque parte de una ideología o creencia que ya da por supuesta; y que ella en la vida jamás razonó o se cuestionó. Es decir: es cuestión de fe y obediencia. B) la persona de marras no quiere que sepas lo que realmente se piensa, al margen de la retórica o discurso utilizado cara al público. Es decir, no quiere que sepas de manera clara y descarada que hay que mentir por obligación. Y si no lo sabes, es que eres un pardillo infeliz que no deberías estar en un sindicato democrático y asambleario o en política en general.

En resumen: por muy “valientes” o decididos que sean algunos líderes sindicales o políticos en su retórica, en su discurso; o en sus actuaciones aparentemente sobresalientes; no te fíes nunca si no hay razones de peso para justificar tales posturas. Para mi satisfacción he comprobado de forma personal, que mucha de esta gente cuando hablas con ellos de tú a tú, no razonan, no saben dialogar un tema. Rehúyen el razonamiento de las cosas como del demonio y nunca te dan pie para ello. Parten de dogmas, de doctrina, de teorías obtusas y ambiguas que niegan más que aclaran, la realidad de las cosas y el sentido común. Como personas suelen ser unos auténticos petardos cargados de ignorancia. No todos. Ojo. Los hay serios y honestos también.

1 comentario:

  1. Yo tuve que dejar lo de liberado sindical cuando me di cuenta de que más a menudo lo conveniente estaba más de acuerdo con lo que sostenían los jefes que mi propio sindicato.

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