19 mayo, 2011

¿QUÉ APORTAMOS LOS PROTESTANTES A ESTA DESASOSEGADA SOCIEDAD?

Los protestantes españoles podrían anteponer al pensamiento católico-humanista antiliberal y antimercado que en los evangelios Jesús estaba con los pobres pero no estaba a favor de la pobreza. Estar a favor de los pobres, parados, amargados, enfermos crónicos, locos de atar; etc., es luchar para sacarlos de la pobreza. Se les da una limosna en ese momento para que coman un cacho de pan, pero luego se hace lo posible para que salgan de la miseria, para que puedan trabajar con dignidad, para que ordenen su vida de una forma decente y con sentido de las cosas. El evangelio implica dignidad humana. Los judíos de entonces vivían la opresión romana con los colaboracionistas de su mismo pueblo. Había impuestos muy altos, robo por parte del estado imperial y vasallo, al pueblo, etc. Jesús era consciente de todo esto, aunque sabía que la condición humana sufría de un mal mucho más radical: el pecado. La condición de pecador.

Convertirse al evangelio era también convertirse a la Torá purificada y simplificada. Y convertirse a la Torá era recobrar la dignidad material, el trabajo, la decencia individual y social. Muchos protestantes conversionistas hacen continuo énfasis en el nuevo nacimiento, en lo espiritual y los cielos o nueva tierra futura, etc. Bien, no pasa nada (no solo de pan vive el hombre) y es lo más importante, pero se olvidan de que el evangelio tiene una dimensión muy terrestre, muy pragmática, muy de sentido común social y económico. La pobreza no se puede idealizar, ni tampoco idealizar a los pobres miserables como paradigma de nada. La miseria, la escasez, la desgracia, la degradación del hombre; no se desea a nadie, ni se anda por ahí utilizándola para hacer política demagógica o revolucionaria como hace mucho humanismo socialista cristiano. La miseria y la pobreza se solucionan en lo posible con la valoración de la ley universal del mercado. Nada se escapa al intercambio y ese intercambio ha de ser llevado a cabo con la mayor eficacia y respeto por la moral y las leyes. El mercado entonces produce riqueza y puestos de trabajo y logra dignificar la vida de la gente. Los saca de la pobreza y la miseria.

El mercado es realista y pragmático. Se opone a toda interferencia interesada que aspira a la apropiación indebida de la riqueza formando burbujas o cauces falsos que rompan su equilibrio. Y hay mucho interés en que así sea. La condición de pecador del hombre implica la codicia, el robo, el control de la riqueza en función de ficciones ideológicas que, contrariamente a lo que predican, crean todavía más miseria y opresión. Ejemplo: el comunismo y el socialismo en su máxima radicalización. Los protestantes sabemos valorar el mercado porque valoramos el trabajo, las cosas bien hechas, el placer de tratar al otro con dignidad, respeto y educación. Los protestantes somos liberales por instinto. Muchos de nosotros estamos radicalmente a favor de la separación de Iglesia y Estado; nuestras iglesias comparten en nuestro país las inquietudes y necesidades de la sociedad civil. Nos oponemos a las manipulaciones ideológicas con el respeto a la libertada de pensamiento y la libre circulación de las ideas. Nos oponemos a un Estado que trate de coartar la vida civil o gravar a esta de impuestos abusivos o de excesivas e innecesarias burocracias que obstaculicen la vida económica, el progreso social y científico. Y, sobre todo, estamos interesados en fomentar la responsabilidad individual que es la base de toda vida social y política sana.

El evangelio tiene una dimensión económica, política y social que no hemos de obviar. Los protestantes sabemos que vivir el evangelio es decir no a muchas injusticias, a muchos engaños, a muchas actuaciones indignas que se dan a nuestro alrededor. También sabemos que la riqueza no viene del papá Estado, ni de los partidos anquilosados y burocratizados; si no de un trabajo digno con posibilidad de la libre circulación de ideas, de mercancías; y de ilusiones con posibilidad de realizarse. Bien es verdad que el creyente evangélico no es de este mundo, pero en la parte que nos toca vivir en él hay que hacerlo con la mayor oposición al mal y con la alegría de poder vivir en y con la mayor dignidad posible.

7 comentarios:

  1. Gracias por la reflexión.
    Añadiría solo una cuestión mas:
    Debemos reflexionar sobre la "corrupción" del mercado. Aclaro: la desmedida avaricia y ambición por ganar mas. El trabajo debe ser remunerado, y el trabajo bien hecho más, pero no ganar a costa de empobrecer a otro. La trampa del sistema financiero no es "controlarlo" sino desactivar ese agujero negro que atrapa riqueza sin cesar. En Grecia ya no queda casi nada por privatizar... salvo la pobreza, pero esa no la quiere nadie.

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  2. Si el mercado es una ley de intercambio universal ineludible; esa "corrupción" y desmedida avaricia por ganar más, no es más que un desajuste que deforma tal mercado. Para eso está la ética de la Torá. Al mercado no se aproxima uno de cualquier manera y sin medir las consecuencias de una pasión incontrolable.

    En cuanto a Grecia lo único que está pasando es que este país nunca creyó en el mercado, siempre trató de engañar y de escaquerase de las exigencias del mercado. Tuvo la mala suerte de tener un partido comunista y socialista corruptamente fuerte, además de la derechona Karamanlis. Ahora vienen las consecuencias.

    El mercado es una ley de intercambio universal ineludible. Si la obvias o niguneas con corruptelas y corrupciones o ideologías idealistas y ensoñadoras, pues lo has de pagar luego.

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  3. Estoy muy de acuerdo. No obstante al crear un mercado global distorsionamos el mercado completamente y nos saltamos toda la torá, el sentido común y la justicia. No creo en el globalismo. En España, siempre se ha buscado intervenir en el mercado- la derecha, la izquierda, el centro;en el mercado de bienes, de puestos de trabajo, de ideas etc etc. Mercado auténtico y sin manipulación desde luego que sí. Mercado global y único, nunca jamás.

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  4. Lo que tenemos ahora no es mercado. Es mercado corrupto. No es capitalismo. El dinero para los protestantes obtenido mediante el trabajo es señal de ser elegidos. Un fin en si mismo. Pero no un medio para obtener posición, objetos materiales, o para conseguir "otro". Por eso lo que vemos en quienes poseen capital, quienes financian empresas, bancos y estados no es capitalismo pues para ellos es el medio por el cual obtener mas dinero, capital en un circulo vicioso donde se trata de "expropiar" al otro -la competencia, los clientes, el Estado- hasta sumarlo en la ruina. Se presta dinero a quien lo necesita para obtener aún mas, hasta que quien debe no puede pagar nada. Ha sido su esclavo y ahora se le da la libertad para que muera en el desierto.

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  5. Pues más confusión, sin duda... je, je.

    Católico L.

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  6. Aclaro: lo que busca un protestante en el mercado es una verdad de otro indole que la económica. No es poder, ostentación, control... es una verdad mas allá de esos parámetros.
    Por eso una contribución protestante a la economía actual tiene que ver con esa verdad. Si esa búsqueda se diluye situandose en un plano economico material entonces el protestantismo está en oscuridad y será un elemento mas de ese mercado corrupto.

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  7. Pues yo creo que un protestante ha de estar en el mercado porque nadie está fuera del mercado. Otra cosa es cómo uno actúa en el mercado. Si actúa como un delincuente o como una persona honesta. El protestante ha de ser honesto por necesidad e imperativo categórico.

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