10 mayo, 2011

HAY QUE ANALIZAR MEJOR EL ASUNTO DE LA FE

Hay cosas que caen por su propio peso. Si yo pienso que todo lo existente está sometido a un siempre-ya que ya es pasado en el mismo momento que trato de hacerlo transparente a mi mente, sabiendo también que mi mente es también ese siempre-ya que nunca es lugar transparente a un sí mismo; pues entonces no hay posibilidad de ningún conocimiento real. No hay posibilidad de verdad transparente alguna porque las leyes naturales que hoy funcionan, nadie está absolutamente seguro que mañana funcionarán. O que mañana existirá. O que el próximo minuto vaya a existir, etc. También existe la posibilidad de que por mucha iteración (repeticiones) que se produzca en los fenómenos, ello no nos da pie para considerarlo ley universal: o referente objetivo. Podría resultar todo una ilusión por muy material que nos parezca el pisar con los pies en tierra firme. Podría resultar todo un mundo fantasmagórico: una “cosa” siempre-ya imposible de definir. Un sueño. Una pesadilla. Todo ello porque sí. Un sin sentido como “fundamento”, por muchos sentidos que le queramos dar.

El ateo se ve abocado a ese agujero negro de absoluto escepticismo. Nada en el fondo tiene sentido, y nada en el fondo merece la pena ser apreciado; todo lo que la ciencia descubre es asombrosamente delirante. Está ahí y nos hace llegar a Marte y nos cura la infección mortal y entendemos el mecanismo de la hormiga, y vivimos con calefacción y aire acondicionado, pero la muerte es el fin y las angustias nos persiguen de todas maneras y hay miedos y desengaños y alguna felicidad efímera con pastillas para dormir. Pero todo acaba con la muerte y la muerte está ahí en cualquier momento. Desde que nacemos hasta que morimos vivimos una increíble e inexplicable alucinación, como diría Ciorán con su sinceridad atea de carbonero rumano.

El judeo-cristiano cree que hay objetividad y verdad y significado porque hay Dios. Dios es quien produce verdad, objetividad y significado. El mundo está sustentado en él y él produce el mundo en cada instante. Hay posibilidad de leyes universales porque hay un ente metafísico que las produce y las sustenta: Dios. Hay conocimiento real porque Dios es el garante de ello. Hay posibilidad de alcanzar tal conocimiento por medio de la razón y el espíritu en nosotros que nos corrobora esa razón como verdad. Es tanto como decir que hay una esencia en nosotros que nos permite estar en la materia, pero al mismo tiempo elevarnos por encima de ella y limitarla. Hay algo en la conciencia que es de este mundo y no lo es al mismo tiempo.

Y Dios es revelación y fe en esa revelación. Y la fe es como un milagro que actúa en la conciencia, en ese espíritu dentro de la conciencia que es y no es de este mundo material. El hombre es capaz de trascender, al mismo tiempo que no es capaz de desprenderse de la dimensión material. La fe una vez que surge y se posee, ya nunca jamás puede desaparecer (mi calvinismo es innegable). El garante de la fe es el mismo Dios, no las contingencias humanas. Entonces el judeo-cristiano, posee la clave de esta existencia que se ha de vivir como realidad que se sustenta en Dios y por lo tanto es real, es un mundo para el hombre; un hábitat natural nuestro que podemos investigar, disfrutar, etc.. Pero siguiendo unas normas morales, unas leyes universales que son reales.

Los judeo-cristianos no vivimos alucinaciones, ni escepticismos descabellados, ni delirios estrambóticos; ni relativismos enloquecedores. Lo nuestro es tan real como el pisotón que estoy dando en el suelo, es el trabajo en vida real, es la fe como dato objetivo y absoluto dentro de mi subjetividad.  

1 comentario:

  1. Mejor con la gracia y con la razón. Fe, en cuanto a su naturaleza, es una gracia que recibimos de Dios. En cuanto a su contenido, consiste en creer, sin sombra de duda, todo lo que enseña la Santa Madre Iglesia.

    La Santa Inquisición era, obviamente, una obra de la Fe y de la Caridad.


    L.

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