19 diciembre, 2010

LA TELE, LERÉ, LERÉ, LERÉ.

No veo la tele casi nunca y cuando me hablan de programas de televisión o hacen referencia a ellos, suelo ser un absoluto analfabeto. No soporto la tele, aun cuando a veces llego a casa cansado y trato de ser como los demás encendiendo la tele para “relajar” viendo algo, no soy capaz de soportarla ni dos minutos. Sé que hay otros programas que quizás merecerían la pena, pero no acierto con ellos en mi breve zaping; o si hay algo que pudiera ser bueno para mí, no es el momento de verlo. Hay veces que miro lo que ven otros. En un bar mientras tomo un café, en casa cuando la mujer mira uno de esos programas que tanto gustan a las mujeres; en familia, etc. Y lo que veo es que la gente que se gana la vida en la tele es ese tipo de gente que procuro siempre poner distancia en la vida real. Son esa gente frivolona, antipática, charlatanes que todo lo saben; maestros en el arte del cuento chino, maleducados que nunca escuchan y no dejan hablar al oponente; pero el oponente tampoco deja hablar cuando arrebata la palabra al otro. Son periodistas del parloteo, del cotilleo; de la charanga, de la superficialidad como método con la mira siempre puesta en el número de audiencia y la audiencia suele exigir carnaza, morbo, simplicidad, ordinariez, y cosas por el estilo. Hay cosas mejores, lo sé: hay noticias, películas, deportes; y mucho más. Pero da la casualidad que además del fútbol omnipotente, lo que casualmente llego a ver son programas de lo arriba descrito.

No quiero ahora teorizar sobre la tele. Cuando pienso en la tele como tema a hablar es como si tuviera que hablar de escaparates de tiendas, de esas revistas que hay en las peluquerías o en las salas de espera de médicos o dentistas. La tele como mundo me resulta sumamente artificial y artificiosa, aburrida, pachanguera, e intrascendente. Hasta Euronews me parece una forma burocratizada y forzadamente insípida de decir las noticias, para no ofender a nadie. Si tuviera que dedicar tiempo a la tele por obligación sería como un terrible castigo que tendría que aguantar, un tiempo miserablemente desperdiciado que hubiere podido aprovechar leyendo mis libros, dando mis paseos, hablando con la gente que aprecio, viendo las películas que yo escojo ver; etc.

La suerte que tengo es que la tele no hay por qué encenderla. Aquellos que dicen que la tele “lava el cerebro” y cosas por el estilo no se dan cuenta que es eso lo que quieren las mayorías, lo que siempre han querido. Programas de debate serio como en su día fue La Clave y que yo veía con gana, se fueron estrangulando hasta hacerlos desaparecer. La mayoría no demanda ese tipo de programas: quiere su entretenimiento, su relax, su evasión, etc. Bueno, pues allá cada uno con su modo de pasar el tiempo, mientras pueda tener la tele apagada y no me fuercen a verla, “no problem”. 

3 comentarios:

  1. Coincido plenamente. Hay algunos canales que se pueden ver, por ejemplo el Canal de Historia (Imagenio), aunque muchos reportajes de historia, si no la mayoría, caen en la superficialidad de masas al estilo americano. También los Discovery, National Geografic, etc. suelen estar bien en algunas cosas, con la consiguiente concesión a la comercialidad. Bastante bueno el canal de Historia de la RAI, que yo cojo en italiano por el satélite.

    Runand

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  2. Es curioso que cuanto más avanza la humanidad y mas formación intelectual tiene,más cosas vacuas imagina y pone a disposición de las masas en los "escaparates" diarios. Si ésto se hiciera hace 100 años dirían los "progres" que era pura incultura y falta de educación pura y dura. Pero no, ésto lo hacen los "listos", los educados en buenas y costosas universidades apoyados por "listillos" que usan para manejarlos como marionetas groseras y soeces.Se creéia que cuando hubiera más educación y libertad de expresión se usarían los medios para educar y fomentar las artes y las letras, pero ¡qué equivocación y desconocimiento del hombre! El corazón del hombre que no ha sido regenerado por Dios su pensamiento es de continuo el mal y sus obras están contaminadas y pervertidas de ahí que todo pasa a ser normal no siéndolo y lo normal y bueno se oculta porque es anticuado y averguüenza. ¿A dónde vamos?
    Victoria

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  3. Victoria. Bienvenida a este blog. Buen comentario y de acuerdo.

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