En una revista semanal de esas que divulgan valores “democráticamente” correctos hablaba de cómo los valores cambian y a los niños hay que educarlos de forma diferente porque la sociedad cambia y los padres tienen menos tiempo para dedicarse a ellos; y las formas “autoritarias” están desacreditadas porque hoy día los chavales cuestionan las normas y no son efectivas a menos que se razonen o se les haga ver por qué las normas existen, etc. Luego habla de la necesidad de poner límites a los niños porque tampoco se les debe de dejar hacer lo que quieren; pero negociando con ellos al mismo tiempo y dándoles refuerzo positivo, inculcándoles la tolerancia, etc..
Hay algo en este discurso pedagógico psicológico que me tira para atrás. Hay mucho paternalismo de educador equilibrado, de especialista necesario que nos informa y nos ayuda a la educación del niño y el adolescente. Suelen ser psicólogos “majos” de facciones maduras y sanas y que reflejan un sincero interés clínico y científico por las relaciones de “convivencia”; además de comprensión y amor por la vida y cosas de esas tan aborrecibles y empalagosamente de moda. Esta gente rellena páginas y páginas de revistas populares; de programas de televisión, de radio, etc. Y, a juzgar por los resultados, me parece que las cosas no cambian mucho o nada con tantas hermosas recetas: los chavales en los institutos siguen siendo mayoritariamente mal educados, vagos y arrogantemente indisciplinados. Toda una sociedad buenista lava sus culpas colectivas en la defensa del “menor”, elevado este, a un rango de privilegio rayano en la santidad intocable. Las familias al desvencijarse no soportan el peso de una educación imposible por no disponer ya de tiempo ni tan siquiera de la mínima autoridad para ello. Si un chaval se empeña en hacer lo que se le dice, tiene el 85% de posibilidades de salirse con la suya y lo sabe. Lo sabe ya desde una temprana edad porque se lo han inculcado de alguna manera y porque ve la debilidad de los padres o parejas desvencijadas o una madre sola que no puede con todo, etc.
Las sociedades nunca han sido perfectas. Y la actual todavía menos. El mundo cambia y las nuevas formas de recomponer la sociedad traen más dolores de cabeza, desasosiego y preocupación que equilibrio y tranquilidad. El pasado no era bueno, pero el presente tampoco. Cuando se pone la lupa y se ven las relaciones a nivel de portal, de calle, de barrio, de piso o casa; de escuela o instituto o de trabajo; las cosas son siempre conflictivas. Algunas individualidades son intratables, malas personas; hijos de puta redomados; auténticos perros-vampiros. Con pocos que lo sean ya tenemos distorsiones maquiavélicamente sutiles, roces inevitables, conflictos y violencias tan inútiles como agotadoras e inexplicables muchas veces. El malo, el paranoico; sobretodo el paranoico, es capaz de llevar su ansiedad, miedos y angustias a todo su círculo de actuación. Y esas formas de ser tan patológicas son incurables, nos vienen dadas por la naturaleza de la misma manera que las flores y los verdes campos llenos de lirios. Es inevitable que el fuerte aspire a machacar al débil y aquí no valen leyes que valgan porque dentro de una supuesta sociedad hiperconsciente de la necesidad de acabar con las explotaciones; sus mismos políticos, líderes, psicólogos; educadores sociales, etc. suelen ser vampiros profesionales que necesitan chupar la sangre de los demás para sobrevivir ellos a su modo y semejanza. Todo lo demás es pura retórica de lobos disfrazados de corderos que buscan medrar y competir como el que más pero pretendiendo se buenos y majos y tolerantes.
Resumiendo: el mundo es muy cabrón y su cabronicio es más insidioso y diabólico cuanto más pretende ser majo, equilibrado, tolerante; zapateril o manflorita. Todos a robar en la política, todos a utilizar el poder por el poder; todos a sermonear sin fin; todos a salvar al mundo a través de cada cretinismo personal. Hay raras excepciones, las hay: son los pocos héroes entre los cuales yo no me puedo incluir, pero lo intento de algún modo.
Corolario:- A pesar de todo hay una palabra llamada dignidad y que reclama los mínimos valores universales e incondicionales. El héroe ha de salvar su dignidad por encima de esquemas ideológicos, corruptelas, trampas, mentiras, e hijoputismos de todo tipo.
Un saludo,
26 abril, 2010
3 comentarios:
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Los lobos estan bajando de la montaña a través de la noche. Lo presiento. Miro hacia arriba de la ladera a través de la ventana de mi débil barraca de plásticos: efectivamente, son enormes, negros, fuertes, con dientes asesinos entre sus fauces rojas! Entre aullidos liquidan en cuatro dentelladas a los perros, que quedan hechos trizas por la nieve. Ahora, seguro, la emprenderán con mi cabaña de delgadas paredes de plástico semitransparente. Plásticos endebles i en muchos lugares desajustados: no les costará mucho. Ya dan vueltas siniestras alrededor de la barraca, rugiendo. Ya empiezan a empujar los plásticos. Pero... ¿qué veo ahora? Hay un agujero en este panel, y a través de él intenta penetrar una rata, una rata negra y enorme, como un conejo, con unos dientes amenazadores! Con un cable utilizado como látigo intento impedir que entre, pero entra, primero una, luego dos, luego incontables ratas! Mientras tanto, los primeros lobos ya han conseguido derribar un gran panel de plástico situado a mi izquierda.
ResponderEliminarLamento decirle que, en mi opinión, su visión del mundo actual la encuentro demasiado negativa. Si me permite decirlo, yo procuraría ver las cosas con un poco más de perspectiva histórica, comparando la placidez, buena alimentación, cultura de masas y libertad de la vida actual com las miserias y horrores de cualquier época histórica pasada. Quizá esos psicólogos de cara amable y madura sean realmente personas amables y con suficiente madurez para comprender la vida y la inmadurez de los demás; quizá tengan un verdadero interés en ayudar. ¿Por qué no? ¿Vamos a decir que no, sólo porque lo hagan por oficio? Quizá esta sociedad de beatos moralistas del PSOE sea mejor en muchos aspectos que, por ejemplo, los años cuarenta de Franco, por no hablar ya del Medievo. Quizá sea preferible soportar estos jovenzuelos desvergonzados, que no son la mayoría ni mucho menos, que no contemplar las masas de adolescentes desnutridos, fanáticos, apaleados y tuberculosos de los años cuarenta, por ejemplo. Quizá estos políticos tolerantes, amables y sermoneadores de moral igualitaria sean preferibles al falangista que a la más mínima le soltaba a Ud. una hostia represiva de no te menees. No sé, la verdad; tampoco yo estoy tan seguro de nada. Ya hace tiempo que dejé el vicio deleznable de juzgar al mundo y a sus habitantes; o de juzgarme a mi mismo, actividad ociosa que no conduce tampoco a nada. El mundo es como es, y la lucidez no sirve absolutamente para nada. No ayuda a vivir. Como dijo aquel filósofo, sólo hay una cosa que ayude a vivir: el tener carácter, un carácter fuerte, dinámico, emprendedor, dominador de todos y de todo y que no se detiene ante ninguna debilidad. Esta gente inhumana vive feliz en este mundo; llegan a gobernar, llegan a vivir 90 y tantos años con serenidad, y no se arrepienten de nada, ni aceptan dentro de su mente ninguna debilidad, ni la corroe ningún remordimiento. Vulgarmente hablando, sólo ayuda a vivir el tener cojones, sea Ud. hombre o mujer. La persona débil, que no tiene cojones, mal lo va a pasar en este mundo. Por más sabia, buena y culta que sea.
ResponderEliminarNo hay nada que lamentar. Tampoco nada que idealizar del pasado. Ni tampoco del presente. Cada momento su horror, su conflicto, o su felicidad. Una visión negativa o positiva da lo mismo, el mundo sigue siendo lo que es, como alguien de arriba dice. Los psicólogos han de psicologizar, esa es su misión. El PSOE fue votado a gobernar. La naturaleza es fascista, según el JUCIO (que no deja de juzgar)del anónimo de arriba que sin embargo dice que no hay que juzgar y que ha dejado de juzgar. Me recuerda a los psicólogos de las fórmulas. La naturaleza es lo que es y en ella nos hemos de situar: con horror, con debilidad, con desasosiego, con "güevos", con astucia de serpiente.
ResponderEliminarHaya cada uno.
Un saluté,
Nesalem