11 abril, 2010

ESE FUE EL PASEO DE AYER

Fuimos a dar una vuelta por las afueras de la ciudad en un día radiante de primavera. Las afueras de nuestra ciudad son especialmente privilegiadas en cuanto a paisaje. Sales en poco tiempo del asfalto y el hormigón y te pones a caminar en poco tiempo por caminos que cruzan prados, arboledas, riachuelos, arroyos. Al mismo tiempo vas viendo las colinas circundantes, las caserías que todavía pueblan los valles; las montañas a lo lejos y que en un día claro se hacen humildemente majestuosas. Es un caminar tranquilo que intenta olvidar o poner entre paréntesis la rutina del trabajo o el agobio de las obligaciones diarias. Si dispones de cierta sensibilidad descubrirás que todavía puedes recrear el mundo a tu manera, en función de tu imaginación; y lo saborearás como un secreto propio de tu alma. El camino puede verse como un flujo de formas y colores que van representando, no exactamente recuerdos; sino manifestaciones de algo primigenio o primordial que sigue ahí en un eterno presente. De repente nos damos cuenta que somos parte de algo que nos reclama y nos de señal de su existencia aunque solo sea por momentos. Podemos ver la vegetación en una infinita gama de sombras, colores y disposiciones. Podemos incluso introducirnos en un tiempo y espacio que nos reduce a una mirada inocente aventurera y exploradora de mundos que se esconden y retuercen sin jamás poder definirlos o apropiárnoslos. La mirada al cielo a través de las frondosas ramas de un árbol puede ser también la mirada que se difumina y disemina en una multitud inagotable de luces y sombras que nos pueden arrebatar todo pensamiento para dejarnos desnudos ante lo eternamente inmediato.

Ese fue el paseo de ayer.

2 comentarios:

  1. Cada uno en este mundo cruel vive en función de su situación personal y de sus parámetros personales de todas clases. No hay nada de uno que sea válido para otro, ni común con el otro. Nunca hay, pues, nunca puede haber, comprensión real de los actos o vidas ajenos. Por más esfuerzos que Vd. haga, ese paseo es suyo, personal e intransferible; nunca podrá ser realmente comunicado a otro.

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