Es muy difícil encontrar esas personas que nos comprendan en nuestros propios términos para luego dialogar, compartir o discutir. Eso no es lo normal. Lo normal es encontrar personas que siempre nos quieran invadir, convencer, colonizar, conquistar, apropiar, poseer, imponer sus ideas, valores, ideología o proyecciones sobre nosotros. Eso es lo normal. Y por eso no se pregunta, no se indaga, no se siente curiosidad alguna por saber qué es lo que realmente pensamos antes de hablar o discutir; sino que ya se asume con certeza, a veces, con absoluta certeza; o se ejerce desconfianza inicial sobre lo que decimos y entonces lo colocamos en un a priorístico paréntesis, para luego automáticamente o sibilinamente atacarlo, desecharlo, ridiculizarlo, etc.
Somos, no cabe duda, animales de presa, y, también somos seres humanos; como no.
Somos, no cabe duda, animales de presa, y, también somos seres humanos; como no.
Esa es la tendencia del animal humano. La disimulamos con mil disfraces, pero se nos ve la cola. Por eso creo que necesitamos a Dios como suprema autoridad.
ResponderEliminarTodos partimos, Sr. Nesalem, de una posición previa al entrar en un diálogo. Una posición que puede ir desde la convicción absoluta hasta la creencia o idea vaga y superficial. Pero en un diálogo autèntico hay que estar dispuesto a cambiar de opinión en función del valor de los argumentos de los otros. Hay que suponer buena fe en los demás, y hay que notar que los otros estén dispuestos a cambiar de opinión, que sea una persona que no se identifique con sus pensamientos. Es decir, que una cosa es él y otra cosa las nubes prescindibles que conforman su pensamiento. Se da en pocas personas, pero supongo que debe haber alguna que entre en diálogo dispuesto a lo que venga. Yo creo que soy de esos, ejem.
ResponderEliminarRunand
El problema es que, en la mayoría de la gente, el defender lo que piensan es una cuestión de "honor". Y ya sabemos, Sr. Nesalem, que "el honor", "la honra", es una característica y valor supremo común a todos los primitivos. Poca gente hay que no considere que pierde su honor al perder su pensamiento. Y esto sucede también en el "civilizado" Occidente, porque la mayoría de nuestros conciudadanos tienen una mente primitiva. El hecho de tener criterios fuertes y defenderlos con valor es apreciado como una característica de "virilidad", y ser derrotado en un diálogo es equivalente a perder su virilidad. Para un político significa la ruina, también en el Occcidente civilizado. Cuando tendría que ser al revés; la persona más valiosa tendría que ser la que es capaz de apreciar las razones de peso y ceder ante ellas cuando sea el caso.
ResponderEliminarRunand
Má o meno como usté dise, Sr. Runand.
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