03 noviembre, 2010

MESIANISMO FEMINISTA

El otro día leía unas declaraciones de una actora de cine o teatro que entre otras cosas decía que los hombres y las mujeres éramos mundos incompatibles y que alguna vez, por pura coincidencia, las cosas podían salir bien en la pareja. En la entrevista de esta mujer, cuyo nombre no recuerdo, se dejaba ver que el problema para ella era el hombre con su egoísmo, y otros defectos inherentes al hombre por ser hombre y que no tienen remedio. Digo defectos porque hay una moda ideológica que nos quiere hacer ver que ser mujer implica así mismo la mayor receptividad a valores como la paz, el diálogo, la compasión, o, la solidaridad. Y, según esta ideología, el mundo del hombre nos ha llevado a guerras, a la explotación de la naturaleza, a la competitividad; la racionalidad. Es hora, dicen ellos y ellas (hay muchos hombres metidos en esta ideología), que el hombre dé paso a un mundo de la mujer más sensible, más comprensivo con el otro, más abierto a las emociones y los afectos. Para esta actriz el hombre en sí es algo que tira para atrás pero que por razones biológicas o sociales hay que tratar y convivir con él, aunque todo iría mejor si las mujeres pudieran prescindir de la convivencia con el macho humano. Cosa casi imposible al mismo tiempo, reconocía.

Viene a ser el discurso machista pero invertido.

No hay derecho, dirían muchas mujeres, que las mujeres hayamos estado siempre bajo vigilancia tutelar del hombre, en un mundo gobernado por valores masculinos; que además tengamos una biología que nos complica más la vida y cosas por el estilo. Esto hace que muchas mujeres resientan hasta la misma naturaleza que ha hecho posible la diferencia de sexos o géneros. Es como si hubiese una injusticia, ya no sólo social o cultural; sino también biológica que hace de la mujer un ser más dependiente, más vulnerable. De ahí que haya discursos feministas o simplemente posturas de profundo resentimiento contra la misma naturaleza por ser la causante de esta injusticia.

En un mundo donde muchas mujeres ya tienen la posibilidad de independizarse, de ser autónomas con su vida; queda sin embargo la diferenciación sexual y sus inevitables condicionantes. Si fuera posible— piensan muchas feministas— hacer de la biología un discurso ideológico más sustentado por el machismo patriarcal, entonces posiblemente cambiarían las cosas y se produciría una igualdad total. Si el hombre dejase de ser hombre y la mujer mujer, entonces pasaríamos a definir otro tipo de individuo o persona donde los referentes biológicos de macho-hembra (la animalidad), dejarían de condicionarnos y posiblemente la convivencia entre individuos sin género específico sería mucho más dentro del diálogo, de la solidaridad, de la atención a las emociones, etc.. O sea: los odiosos valores masculinos quedarían eliminados y otro mundo sería quizás posible.

Quizás sea este el fondo ideológico de la actriz de la entrevista: los hombres y las mujeres somos incompatibles, pero si lo masculino desapareciera entonces el mundo sería mejor para todos. El mundo a imagen y semejanza de la mujer, se entiende.

3 comentarios:

  1. No cabe duda que somos diferentes y complicados, pero eso no se soluciona negando la vida misma.

    K.

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  2. La existencia de sexos es uno de los problemas más graves de la vida. Fuente de multitud de problemas, conflictos, pérdida enorme de tiempo, frustraciones, vidas amargadas, suicidios... Y no tiene solución. Démosle las vueltas que queramos, que no hay nada que hacer. ¿Aspectos positivos? Alguno habrá, no digo que no.

    Runandros

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  3. Es la leche. ¡Vaya mundo!: todo hay que lucharlo a brazo partido.

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