Vattimo en su último libro “Adiós a la verdad” dice que ni la filosofía, ni la política, ni nada de nada se puede ya sustentar en principios metafísicos o valores universales. Esta situación nos deja en un vacío de verdad que es básico, según este pensador italiano, para ahondar en la democracia. Si no hay principios verdaderos que imponer como verdad, ni objetividad alguna a la que someterse, entonces surge una apertura radical al “otro”, al tercer mundo, a las minorías, al sujeto que hasta ahora considerábamos en situación de inferioridad respecto a la cultura universal que por definición era la Occidental. A partir de ahora nuestro discurso occidental pierde su hegemonía y legitimidad para dar paso a otras voces, a otras maneras de entender el mundo, etc. Otras maneras de vivir la sexualidad, otras maneras de entender la familia que no sean las patriarcales; o sea, esta ruptura con la metafísica de la verdad nos abre horizontes democráticos creativos, etc.
La objeción que yo planteo a este tipo de pensamiento débil es su idealismo. No veo por qué la apertura al “otro” ha de resultar por necesidad en riqueza creativa o una extensión de la democracia. El “otro” podrá o no coincidir con nuestra manera occidental de entender la democracia y los derechos humanos o la libertad religiosa; pero es muy probable que ese “otro” rechace nuestros valores para tratar de imponer los suyos y eso sería lo más normal del mundo, lo más realista, lo más humano. Hablar del "otro" es muy complejo y complicado. El "otro" puede optar desde la interpretación literal del Corán hasta la justificación del canibalismo, pasando por la dominación de la mujer en todos los aspectos de vida familiar y social; la poligamia, etc. No hablemos ya de democracia, sociedad civil, preeminencia de la autoridad tribal o estatal sobre el individuo. Ese “otro” habrá que entenderlo en su existir concreto en relación con nosotros y entonces sopesar si conviene o no conviene aceptar sus formas de vida más allá de la comida o la vestimenta o el idioma que usan. Un diálogo entre culturas radicalmente diferentes puede ser un absurdo, aunque quizás podría darse una experiencia basada en una convivencia concreta de barrio, en el trabajo, o en proyectos sociales comunes. Es a esos niveles donde yo veo posible una aproximación entre culturas, pero aun así es complicado y no precisamente porque Occidente sea el malo de la película; sino también en la dificultad de las minorías para ajustarse a un mundo que no entienden y que en muchos casos ven como inmoral, individualista, deshumanizado.
También veo cierta irresponsabilidad en este pensamiento deconstructivista. Se habla de libertades y derechos sin fin, pero se atienen poco a las consecuencias que muchas de estas supuestas libertades pueden acarrear. ¿Ha de negociar un profesor de instituto continuos consensos con sus alumnos para poder enseñar “democráticamente” y no ser tachado de “facha” o de autoritario? ¿No sería una locura? ¿Ha de negociar un empresario continua y permanentemente la producción de una fábrica o lo que se ha de hacer en una oficina administrativa? ¿Es bueno un “matrimonio” homosexual con hijos adoptados para la estabilidad psicológica y madurez de los chiquillos? Mucha gente no lo tiene tan claro y no porque sean unos carcas homófobos y fascistas (¡vaya coartada ideológica para degradar al contrario!); sino porque hay hechos biológicos o naturales que no se pueden reducir por arte de magia a valores histórico-sociales. Vattimo niega los factores biológicos a naturales por considerarlos simplemente productos sociales, pero yo no lo tengo tan claro y si mi postura es tachada de ideológica, la de él también podría ser así. Cosa que él jamás reconocería.
Tampoco entiendo porque el “terrorismo cultural imperialista occidental” es peor que el de los “otros”, el cual Vattimo comprende como fundamentalismo o terrorismo defensivo contra la omnipotencia de Occidente. Ni tampoco estoy de acuerdo en que el mercado sea una tiranía que podemos sustituir por otras alternativas no lucrativas, etc.. Pienso, que el mercado al ser un intercambio de equivalencias, puede regirse y cuantificarse de un modo matemático. En mi opinión el mercado sigue una leyes de equivalencia objetivas, otra cosa son las interferencias políticas, las complejidades que se dan en una economía moderna, o, como Vattimo y muchos otros: la misma negación de su existencia objetiva, lo cual lleva a economías de bloqueo y empobrecimiento en nombre de la bondad antiautoritaria. Por descontado que este filósofo italiano no nos dice nada sobre las alternaticvas que se guarda para superar la economía de mercado.
Vattimo dice cosas que nos hacen pensar. Es verdad que los principios metafísicos en que se basaron los valores de Occidente están en seria crisis. También es verdad que la principios cognitivos de la ciencia moderna son más difíciles de justificar a niveles de física cuantica. En cuanto a la religión, ya en otro epígrafe mío hablaba de la posibilidad de que la mayoría de los supuestos creyentes que van a las iglesias o sinagogas viven una religión de ficción más que una fe transparentemente. Vattimo dice más o menos lo mismo y proclama un cristianismo [él es católico (?)], que ha de tener en cuenta solo la caridad y la apertura al “otro” en detrimento de credos, dogmas, teologías, escrituras o revelación. Todo esto último sobra, dice él. Pero yo me pregunto si el "otro", mi vecino, mi compañero de trabajo, el inmigrante, la mujer, el travestido, el miembro de la secta X; van a interpretar siempre mi caridad como tema de diálogo y comprensión. Vattimo como todos los optimistas irredentos nos quiere poner las gafas verdes para ver siempre hierba, donde también hay cardos, ortigas, y maleza.
Con una filosofía tan blandurria y escurridiza es imposible vivir en este mundo con cierta cordura. Pero Vattimo y muchos otros están empeñados en imponérnosla como sea. En el fondo ellos son LA VERDAD, y no dudan en imponerla llegado el momento.
PS.- Recuerdo en los Centros de Profesores controlados por la progresía cómo intentaban enseñarnos a "negociar" con los alumnos los temas y contenidos de la asignatura, atribuyendo así los problemas de aula a un mal talente negociador del profesor. Los alumnos, claro está, no hacen más que rebelarse contra un "autoritarismo" y una imposición por parte del profesor y del sistema. Estos progres se han cargado el concepto de autoridad que el sentido común exige en estas instituciones, pero ellos no se hacen cargo de las consecuencias y repersusiones en la salud mental del profesor. Qué se joda el fascista!
Con una filosofía tan blandurria y escurridiza es imposible vivir en este mundo con cierta cordura. Pero Vattimo y muchos otros están empeñados en imponérnosla como sea. En el fondo ellos son LA VERDAD, y no dudan en imponerla llegado el momento.
PS.- Recuerdo en los Centros de Profesores controlados por la progresía cómo intentaban enseñarnos a "negociar" con los alumnos los temas y contenidos de la asignatura, atribuyendo así los problemas de aula a un mal talente negociador del profesor. Los alumnos, claro está, no hacen más que rebelarse contra un "autoritarismo" y una imposición por parte del profesor y del sistema. Estos progres se han cargado el concepto de autoridad que el sentido común exige en estas instituciones, pero ellos no se hacen cargo de las consecuencias y repersusiones en la salud mental del profesor. Qué se joda el fascista!
Muy de acuerdo con sus opiniones.
ResponderEliminarRunand
Vattimo es un progre, progre, de mil pares de narices.
ResponderEliminarK.
Una cosa: el matrimoniu homosexual, ¿consideres que ye un "matrimoniu" ente comines, un sucedaneu de matrimoniu? Yo, la verdá (y dexando a un llau prexuicios d'un llau y d'otru), nun veo razón nenguna pa nun lu considerar un matrimoniu. Si'l matrimoniu ye un contratu de convivencia ente dos persones qu'otorga delles prerrogatives llegales, nun veo por qué una xuntura ente dos tíos o ente dos tíes nun pue ser un matrimoniu.
ResponderEliminarHome, entiendo que los católicos militantes nun consideren eso un matrimoniu, y respétolo. Pero claro, esa entendedera ye pa los católicos.
El tema es demasiado ardua como para despacharlo en un comentario, por lo que me limitaré a dejar constancia de algunas precisiones que creo deben considerarse para hablar del tema:
ResponderEliminar1º.- El matrimonio en su origen y, desde luego para los romanos lo era, es un contrato y no una concepción metafísica.
2º.- El aspecto metafísico es puramente cristiano "los dos se convierten en uno". Pero ello no afecto al concepto civil del matrimonio que siguió siendo un contrato recogido en el Código Civil hasta nuestros días.
3º.- La protección del estado no lo fue nunca a la "pareja", sino a la familia como cédula económica en la que se sustentaba el propio Estado, y a la prole de la familia como única productora posible de miembros para la sociedad. Toda protección al matrimonio parte de lo anterior, y en ello no interviene el amor, sino meros ocnceptos económicos.
4º.- El Estado, puede y debe proteger aquello que redunda en beneficio de la sociedad, el matrimonio tradicional (hombre-mujer) era por tanto una institución protegible, pero el resto de uniones con fines meramente personales: amor, sexo, compañia... no son instituciones a proteger por el Estado. No han de ser perseguidas probablemente, ni tampoco prohibidas, pero jamás han de ser tuteladas de forma específica, más allá de lo que pueda proceder como protección a los derechos individuales de libertad de pensamiento y de conciencia que todo Estado de derecho ha de proteger.
5º.- Las palabras tienen un significado concreto y existen precisamente para evitar confusión. Lo que no debe hacerse pues es llamra matrimonio a lo que no lo es. Una asociación de hombre-hombre, mujer-mujer, podrá tener los fines que se quieran, pero jamás los propios de una familia pue no les es dada la capacidad de procrear y en consecuencia no se pueden, ni se deben, llamar matrimonio. Eso es mero confusionismo, o pero aún, ataque interesado al contrario político.
6º.- Por último diré, que todas unión hombre-mujer, podría ser considerda matrimonio, con independencia del número del miembros del mismo, sempre y cuando sus fines fueran los de formar una vida en común y dentro de los mismos estuviera la protección mutua y la de sus descendientes. Las concepciones metafísicas y religiosas estarían al margen y deberían ser seguidas por cada quien.