Quise escribir sobre el carbón y los mineros asturianos, pero me
deprimía el tema y lo abandoné. Luego intenté escribir sobre Bankia, pero me
entró una angustia mortal y lo dejé para poner música heavy metal a todo
volumen. Entonces me vino una idea curiosa que surgía de la teología cristiana
temprana. Para muchos, muchísimos, la teología es un conocimiento inútil que no
merece la pena perder el tiempo con ello; pero para gente como yo que tantas
veces anhelamos meternos en las laberínticas elucubraciones religiosas y
espirituales; la teología es un oasis de aguas frescas y cristalinas en medio
de este jodido mundo de unidimensionalidad materialista y atea. Ante la seca
frivolidad, o la tendenciosidad viciosamente cínica de muchas cosas que nos
rodean; entonces he ahí la teología para viajar, para volar con alas hacia lo
alto. También las alocadas y atrevidas herejías con sus reduccionismos
fantásticos nos ayudan a vivir en este mundo con cierto sentido del humor.
Luego viene el látigo de la ortodoxia teológica, y; a base de apologéticas sin
fin e implacable poder político, todo se intenta que vuelva a ese imposible redil de equilibrio y rectitud.
Fino sentido del humor. Refinado sentido del humor.
Esa idea curiosa que me surgió mientras me atizaban las
orejas los sones del heavy metal de Man-O-War en volumen 20, era el tema de la
figura de Jesús y su posterior divinización. Ya sabéis que en los albores del
cristianismo temprano había tanta confusión sobre la figura de Jesús como hay ahora,
(hablo desde la crítica histórica, no desde la fe). Así que me vinieron a la
memoria los intentos de divinización de la figura de Jesús que ya surgieron en
los mismos judíos nazarenos, antes de ser llamados cristianos; y que pronto se plasmaron en los evangelios sinópticos, para
culminar el asunto en el evangelio de Juan. La figura de Jesús se puede situar
en un espectro que va desde el Jesús histórico: un profeta judío apocalíptico,
hasta el Jesús cien por cien divinizado de los docetistas (y más tarde de los
gnósticos). Ya sabéis que la postura ortodoxa del Jesús de las dos substancias
de Dios y Hombre que luego derivó en la Trinidad, se constituyó en el Concilio
de Nicea en el año 325 D.C. Aun así el arrianismo, que seguía creyendo en la
inferioridad de Jesús respecto a Dios, siguió dando guerra por mucho tiempo
después.
La divinización de Jesús (hablo desde la crítica histórica,
no desde la fe), se puede entender como el intento de desplazar al Jesús judío,
comprendido desde un paradigma judío-mesiánico de la historia sagrada de la
Tanak o Antiguo Testamento; hacia paradigmas universales greco-romanos donde el exclusivismo judío y
su Dios celoso constituían un problema para la expansión de un cristianismo que
buscaba su aceptación entre los gentiles de la Pax Romana. Es así cómo esta
transubstanciación de Jesús en divinidad logra así mismo modificar, crear un “diálogo”
interno dentro del Jehová severo, celoso y exclusivista de la Tanak. Es así, cómo entonces, un Jesús elevado a substancia divina deja
de ser figura exclusivamente histórica judía, asunto judío, para convertirse en
un Dios que ha de amar a todos (judíos, griegos, romanos, etc) por igual; a
toda la humanidad sin distinciones étnicas o nacionales; o sea, una figura
espiritualizada, sublimada que abarca a todo el cosmos.
Hubo posturas heréticas muy radicales que llevaron el asunto del
Cristo-Dios al absoluto. Hemos de recordar que Si Jesús era Dios, entonces era
imposible que fuera hombre; y, por lo tanto no era verdad que el Jesús de los
evangelios fuese hombre: su forma humana no era más que apariencia; algo así
como un fantasma. Quien había muerto clavado en la cruz era un fantasma
también. El verdadero Cristo-Jesús estaba viendo desde su dimensión divina cómo
torturaban y crucificaban a un fantasma y, algunos escritos docéticos como el
evangelio apócrifo de Pedro, nos dicen que Jesús estaba en la cruz sin sufrir
un ápice, hasta que Dios se lo llevó al cielo. Otros, como el hereje Basílides,
decían que a la hora de ser crucificado Jesús, José de Arimatea se ofreció
voluntario para llevar la cruz. Jesús, entonces, transmutó la apariencia de
José de Arimatea por la suya y viceversa: José de Arimatea adquirió la de
Jesús. Entonces los romanos crucificaron a José de Arimatea mientras Jesús se
reía viendo cómo los romanos eran engañados!
Es curioso, este mundo es muy curioso mire donde se mire.
Si Jesús se reía por engañar a los romanos, me gustaría saber cuál sería la expresión del crucificado. Veo que al final te ha traicionado el subconsciente y has vuelto a lo de Bankia: uno que se ríe, otros que son engañados y otros que son crucificados.
ResponderEliminarEfectivamente. Qué gran putada la del José de Arimatea-Jesús crucificado viendo al Jesús-Arimatea riéndose burlonamente y zorramente del pobre y voluntarioso hombre. ¡Qué putada!
EliminarSí. Muy buena observación la tuya. Creo que di la vuelta en círculo para llegar al principio con un ejemplo de terrible crueldad gnóstica. Bankia, quien debía de ser crucificada, se transmuta en Juan Español y Bankia pasa a ser Juan Español riéndose a carcajadas de todos los españoles allí crucificados en forma de Bankia.
Ilustra mucho la vida española actual.
Gracias Último de Filipinas.
Un saludo