Es un remolino del que no se sale. Es un remolino infernal.
Muchos entran en este círculo y el apego es tan grande que no pueden vivir
fuera de él. Su esencia es maligna y esclaviza. Quien
entra en ese profundo círculo ya está predispuesto a someterse a su tiranía y es atrapado
con facilidad.
Hay salidas fuera del círculo, pero quien cae en él tratará
de cerrarlas. Se le pueden señalar las vías de escape, pero ellos negarán que existan
tales salidas. Aun viéndolas, negarán la posibilidad de tales puertas al exterior. Razonarán
su esclavitud. La lógica llegará a ser impecablemente infernal.
"No hay salida," te dirán. "Es imposible la salida. Y aunque
esa salida nos conduzca a otra cosa,"--te dicen-- "nosotros ya no somos el tipo de personas
que podamos salir del remolino; no va con nuestra naturaleza pasar por esa puerta. Vuestro
mundo puede llegar a ser el verdadero infierno para nosotros. Dejadnos vivir dentro del círculo profundo.
Nuestra esclavitud es nuestra forma de vida. Preferible la tiranía a vivir una
libertad incierta y arriesgada." Así hablan.
Puede que se les enseñe otras salidas. Modalidades
diferentes de salida. Pero ya es inútil. El círculo infernal se ha cerrado de
un modo definitivo. Dentro, ellos, ya se sienten parte del infierno. Se
abandonan al infierno con total indolencia y complacencia.
Oí sus voces que decían: “Mejor ser eternos cobardes dentro
de esta turbulencia infernal en esta eterna tiranía; que el riesgo a una libertad tan incierta.”
Luego fue el silencio.
Luego fue el silencio.
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