Mucha gente que cree en Dios no se atreve a expresarlo en público o cuando está hablando con otra persona en un bar sobre teología o Dios y nota que se puede oír por quien está o están al lado se inhiben bajando la voz como si estuvieran hablando de su vida más privada o prohibida.
El ambiente de indiferencia religiosa, ateismo, agnosticismo, pasotismo, o cientifismo ideológico agresivo, etc; ha hecho posible que las personas que creen en Dios se sientan en minoría, desplazadas, cuando no con complejo de ser tildadas de neuróticas, débiles mentales, beatonas, hipocritones; frustrados sexuales, etc..
Es fácil detectar que las personas religiosas, con la excepción de las autoridades católicas o ciertos curas con proyección social, debaten poco o nada en foros públicos; se tienden a refugiar en sus iglesias y en su ámbito privado donde se pueden sentir a gusto con los suyos. La vida pública cada vez ridiculiza más o considera la religión como cosa superada, o cuentos para niños; o absoluta indiferencia sin clave alguna con que poder entender el fenómeno religioso. Se asocia fácilmente religión con fanatismo, con los crímenes de la humanidad, con la Inquisición, con la intolerancia, con la obediencia servil a sectas, con ideas absurdas indemostrables propias de “colgaos”, etc.
Comentando con algunos profesores católicos que dan religión en los colegios, sobre el por qué no enseñaban la historia sagrada de la Biblia, o doctrina católica sobre los dogmas, etc., me dicen que si hacen eso que entonces perderían a sus alumnos, se aburrirían, y algunos padres estarían en desacuerdo. Entonces los profes de religión se dedican más a enseñar “ética” maja, sociología guay, sexualidad sana, o proyectos solidarios. Ya sé que en una democracia la religión por definición no ha de estar en el ámbito público que pertenece a todos; y, el país más religiosos del mundo: EEUU, lleva a cabo esta separación con rigor; pero es la muestra de hasta que punto la religión se ha vuelto gueto en Europa.
En definitiva, hemos pasado de la arrogancia absolutista del nacional-catolicismo de siglos, a la máxima postura de indiferencia o ridiculización de la religión. Son nuevos tiempos de libertad de pensamiento y es bueno que la gente decida y elija lo que más les convenga. Pero es también la época en que muchas personas religiosas en Europa (salvando las excepciones de las bolsas de poder social y político religioso aun existentes), lo son por propia elección, por propia búsqueda, por necesidad de sentido en la vida. Conozco creyentes que han dejado atrás su ateismo o agnosticismo para creer en Dios; gente muy inteligente que se ha hastiado de vivir la “hipocresía” de los que se dicen fuera de todo prejuicio pero que siguen creyendo en dogmas políticos, ideológicos, científicos, como si fueran sustitutos de religión; con fe de carboneros.
Es hora, yo creo, de que la gente que cree en Dios lo diga en su momento con la cabeza alta, con dignidad, con coherencia, etc. Son nuevos tiempos de nueva reflexión, de nuevas experiencias y subjetividades que ya nada tienen que ver con siglos pasados o guerras civiles todavía palpitantes en algunas mentes.
A mi hija le han llegado a enseñar en religión la mitología maya con todo tipo de detalles y profundidad.
ResponderEliminarHa tenido que hacer un trabajo sobre el Corán y llevar fotos del Dalaí Lama.
Bueno, no confundamos. Una cosa es que existan posturas retroprogres que confunden el tocino con la velocidad (al respecto de la religión), y otra cosa es que los creyentes en Dios tengan que salir de un armario donde nunca estuvieron, ya que no existe tal armario.
ResponderEliminarKonstantínos
(Si puede, Sr. Konstantinos, lea antes mi comentario en respuesta al Sr. Cuetu, en el epígrafe de arriba; reflexionando sobre le prejuicio ante el catalán).
ResponderEliminarPues todo depende en qué grupo o contexto exponga usted sus ideas. Si usted cree en Dios y está rodeado de gente que rechaza la idea de Dios y la religión de un modo visceral; pues se sentirá el garbanzo negro de ese grupo o contexto y optará por callar para no resultar ser objeto de refuerzo de grupo mayoritario.
Sí, por el contrario, en ese grupo o contexto hay más gente que cree también en Dios, pues la cosa se equilibraría y se podría entablar hasta un diálogo razonable, y productivo, donde las dos partes se vean compartiendo experiencias.
Ocurriría lo mismo si el argumento se planteara al revés. Si el grupo o contexto mayoritario cree en Dios y hay uno que no cree; pues los creyentes atacarían al garbanzo negro y se reforzarían entre ellos. Pero si en ese grupo hay más ateos, entonces la cosa se suavizaría y hasta se podría llegar a un diálogo productivo por ambas partes. Yo esto lo he observado muchas veces.
(Asumimos que la gente de grupo o contexto no son cafres violentos, fanáticos sanguíneos, o gente malvada.)
Yo creo que ahora en España se dan más probabilidades de que los grupos o contextos sean mayoritariamente anti-Dios o anti-religiosos. Quizás me explique mejor así.