Para seguir con el tema de abajo empezaremos con un par de preguntas sobre el el yo (self) y los “yoes” (selves) y el modo de conocerlos. ¿Existe algún punto de objetividad desde donde analizar el self? ¿Existe alguna esencia del self que pueda llegar a ser transparente? La primera pregunta podría responderse: todo conocimiento objetivo del self ha de ser analizado desde otro self o selves. Imposible hacerlo desde dentro en primera persona, porque desde dentro es imposible verse como objeto y por lo tanto toda una constelación de factores determinantes del self, quedan sin ser comprendidos. O sea, ser comprendidos desde otra óptica que implicaría una tercera persona o self. Pero si esa tercera persona es otra persona, o sea, un self humano; la óptica desde donde se analiza el self-objeto, sigue estando condicionada a las perspectivas subjetivas de otros selves. Y entonces vamos a la segunda pregunta del principio y trataremos de ver la complejidad del tema. ¿Existe esa transparencia? La respuesta, obviamente, es no. Todo lo que podemos observar de cualquier self o selves es a nivel fenoménico, o sea, fenómenos que acontecen en tiempo y espacio. El medio de expresión del self es el lenguaje, tanto escrito como hablado. Incluimos así mismo el lenguaje artístico en sus diferentes modalidades expresivas: música, pintura; también gestos, amagos, etc.). , etc. No hay posibilidad de ver en toda su transparencia una esencia propia del self. Todo lo que podemos ver y analizar de otro self, es algo ya siempre condicionado por los otros selves que lo analizan, o sea, desde la perspectiva fenoménica de los otros selves; nunca desde las esencias transparentes y objetivas de los otros. Al self solo lo podemos conocer por sus actos, por sus expresiones, por sus relaciones con los otros; nunca por su esencia. Pero ¿podría existir un self o alma como esencia, realidad y transparencia?
Un self visto desde dentro se puede desdoblar para ser observado por otro self que se sitúa como juez; pero ambos selves se pueden ver desde otro tercero que puede juzgar a los dos, etc. Todo ello dentro de una normalidad psíquica, no hablemos de los desdobles patológicos que actúan como personalidades diferentes. El self está forzado a ser un estratega siempre que se relaciona con los demás, con la realidad, con el mundo. Como no hay pura transparencia entre los selves, la relación entre selves es siempre una relación estratégica o funcional. Es decir: si estoy hablando con A sé que he de situarme en ciertas coordenadas de comunicación que no es necesario utilizar con B. B requiere otro modo de situación o estrategia comunicativa. Pero este necesario juego de estrategias es para todo: situaciones, grupos, familia, colectivos, etc. Es desde diferentes puntos relacionales cómo juzgamos a los demás y en función de intereses concretos. ¿Podemos situarnos en una moral universal unívoca desde donde juzgarnos y juzgar a los demás? La moral religiosa así lo afirma. La moral revelada es nuestro garante de juicio moral objetivo. Queda por demostrar la objetividad de tal revelación. Los códigos civiles o penales se basan en las convenciones o referentes cada cual en función de cada país o cultura. ¿Existe un denominador común universal?
Luego nos queda la investigación científica del asiento biológico de toda conciencia y de todo self. La neurología espera llegar a importantes descubrimientos sobre el origen de la conciencia y del self a través del estudio del cerebro y su funcionamiento. Todos sabemos de cómo se están aislando y comprobando minuciosamente el comportamiento de las neuronas, de las redes nerviosas, de las glándulas, de los hemisferios derecho e izquierdo y su relación con el lenguaje, las emociones, el espacio y tiempo, la memoria, código genético, etc.. Pero este conocimiento siempre será en tercera persona, aplicando una metodología científica que podría llegar a controlar la conciencia de las personas de acuerdo a programas de conducta consideradas normales y equilibradas y objetivas. ¿Pero puede ser así? Imposible si no somos capaces de descubrir en nosotros mismos tal esencia u objetividad que actúe como referente de una Normalidad unívoca e incondicionada. La neurología nos ayudaría a controlar conciencias patológicas, pero nunca a ver y comprender la conciencia y el self en sí, como cosa en sí.
Nos queda por analizar el asunto de Runand sobre el sufrimiento psíquico producto del desgarre del self, del permanente desasosiego, de las frustraciones entre anhelos y realidad, etc. Sería la fricción entre lo ideal y lo fenoménico. Interesante tema. Me meteré en ello, pero si hay alguna idea por ahí echadrme un cable.
Nos queda por analizar el asunto de Runand sobre el sufrimiento psíquico producto del desgarre del self, del permanente desasosiego, de las frustraciones entre anhelos y realidad, etc. Sería la fricción entre lo ideal y lo fenoménico. Interesante tema. Me meteré en ello, pero si hay alguna idea por ahí echadrme un cable.
Sr. Nesalem, permítame que discrepe de su siguiente afirmación: "Todo conocimiento objetivo del self ha de ser analizado desde otro self o selves. Imposible hacerlo desde dentro en primera persona, porque desde dentro es imposible verse como objeto".
ResponderEliminarY discrepo porque creo que el conocimiento del yo, de cómo es la propia consciencia, de qué clase de cosa es PERCIBIR y SENTIR, es perfectamente y trivialmente posible por medio de LA INTROSPECCION. Y SÓLO por la introspección. Siempre desconfié de los planteamientos bahavioristas, tanto en lingüística como en psicología, porque me parecen excesivamente artificiosos y puritanos. Bien estuvieron en su día como reacción a tanto subjetivismo psicologista, pero nada más.
La perplejidad que yo expreso en mis comentarios anteriores es sobre LA FUNCIÓN de la consciencia, y no sobre la posibilidad de conocerla (como es su caso), puesto que por introspección la conocemos, creo yo, de manera suficiente. Sabemos en primera persona qué es percibir, qué es un dolor, qué es un placer, qué es una emoción, y créame: no puede existir mejor manera de conocer esas cosas que experimentarlas. Ya podrían a Ud. explicarle toda la base físico-química, electromagnética, biológica de esas sensaciones: mientras no las experimente no sabrá en absoluto qué son.
Mi perplejidad proviene de preguntarme. ¿Para qué la consciencia? ¿Qué función biológica viene a desempeñar? De la misma manera que conocemos la función biológica del corazón, los riñones, la testosterona o la dopamina. El PAPEL que desempeñan en el funcionamiento del organismo vivo. ¿Cual es la razón de que tengamos que experimentarlo todo sintiéndolo, más bien que no sentir ni experimentar nada, siendo organismos automáticos? Si lo experimentamos todo, debe ser por alguna necesidad evolutiva, pero no alcanzo yo a ver esa necesidad. Un "cerebro electrónico" (je je) funciona como organismo, y no experimenta nada. No tiene consciencia. ¿Por qué nosotros no podríamos ser seres así? ¿Cual es la razón de tener que SUFRIRLO todo, y si no no vale?
El comentario anterior: runand
ResponderEliminarSra. Roxana, noto en su escrito que tiene Ud. conocimientos sobre informática e inteligencia artificial, ya que sus razonamientos los veo con cierto aire de profesionalidad y muy consistentes en líneas generales. No obstante, me agradaría fijarme en su siguiente afirmación:
ResponderEliminar"Si algo falla y tenemos consciencia hay dos opciones
a) persistir en el error
b) buscar otra alternativa, esto solo se puede hacer si hay una consciencia, es decir podemos reescribir el codigo, el proceso. Para ello hay que ser consciente de que HAY un proceso".
Pues bien, ya me permitirá que discrepe, en principio, de su razonamiento, porque yo no acabo de ver que para que una mente haga ese "cálculo" le sea necesario tener (auto)consciencia. Me explico:
Yo encuentro que la vida de un organismo consiste en el hecho de que, en todo momento, se abren ante él dos o más caminos, todos ellos malos. El arte de vivir del organismo en cuestión consiste en encontrar el menos malo para su supervivencia. Por ejemplo, un organismo EXPERIMENTA hambre: tiene por lo menos tres caminos: 1. Ponerse a buscar comida utilizando todos sus medios de detección y mapas del mundo 2. Dejarse morir de hambre. 3. Ir y tirarse por un barranco. 4. Etc. Todas las alternativas son malas, pero parece que la menos mala para la mayoría de organismos sería ponerse a trabajar, que también es malo, y a veces muy malo!
Pues bien, yo creo que para realizar todo esto no es necesario que el organismo SUFRA O EXPERIMENTE sensaciones agradables ni desagradables. Empezando por la sensación de hambre. No creo que sea estrictamente necesaria. Una bajada en los niveles de nutrientes podría movilizar automáticamente la estructura bioquímica del organismo de manera que el cerebro se vea impulsado a buscar soluciones, sin sufrirlo en primera persona. No creo tampoco que para elegir la solución menos mala se necesite una autoconsciencia que lo sufra todo. Basta con que el ordenador central (cerebro) valore y sopese las tres posibilidades, en función de múltiples condicionantes externos e internos, y escoga la aproximadamente más adecuada bajo el punto de vista del imperativo básico de la supervivencia, inscrita como necesidad ineludible en sus genes. Pero puede ser que falle el "circuito" que hace imperativa la supervivencia: entonces el organismo podría escoger el dejarse morir de hambre o ir hacia el barranco, puesto que su ordenador central, debido al fallo en los circuitos, puede valorar como mejor esta solución.
Mmm... parece que encontramos una dificultad seria. ¿Cómo es posible que valore como "mejor" solución el suicidio? ¿Si no funciona el imperativo absoluto de la supervivencia, ¿en función de qué otros criterios podría escoger como "mejor" el impulso a morir? ¿El criterio de evitar sufrimientos? Pero hemos quedado en que el autómata no experimenta sufirmientos... Mmm...
Runand
Bueno, pensándolo bien, si los circuitos biológicos lo impulsan a acabar con las condiciones de carencia (correspondientes a la sensación de hambre, cuando hay consciencia), puede ser que una forma de acabar con esas condiciones sea dejarse morir o tirarse por el barranco. Hay que acabar con esas condiciones (imperativo); no funcionan bien los circuitos que obligan a sobrevivir; entonces, el dejarse morir o suicidarse puede ser una manera válida de cumplir la orden bioquímica de acabar con las condiciones de carencia. El ordenador central puede escoger de manera automática esa solución.
ResponderEliminarCon todo lo cual, volvemos a la idea de que todo podría funcionar sin existir consciencia, sin experimentar ninguna sensación. Y la pregunta sobrevive. ¿Cual es la FUNCIÓN de la (auto)consciencia?
Runand
Cuando digo “verse como objeto” estoy hablando de ver el self objetivamente, y ver algo objetivamente, implica verlo desde fuera, como ojo externo capaz de ver lo que el objeto en sí no puede ver desde su interioridad. Desde luego que desde nuestra interioridad podemos hacer introspección y lo que usted quiera, pero esa introspección será por necesidad siempre subjetiva. Nunca podrá ser capaz de salirse fuera de sí mismo para contemplar y ver el self en plena transparencia y así descifrar de modo objetivo los muchos factores y condicionantes que hacen posible ese self tal como es.
ResponderEliminarLo segundo trato de explicarlo en mi epígrafe sobre el sufrimiento existencial. Pero usted pregunta el por qué. Es una pregunta que resulta absurda para un ateo. Si respondiéramos “pues porque el sufrimiento y la fricción es el mecanismo de la selección natural para impulsar a los cerebros más desarrollados a estar siempre en lucha por su superación y mayor evolución o expansión…,” pues nos llevaría a otra pregunta: ¿Y por qué el sufrimiento y no otro mecanismo? Y, supongamos que hubiere otro mecanismo no-sufriente, también nos tendríamos que hacer la pregunta de por qué ese mecanismo y no otro. La pregunta nos lleva a un sinsentido. Implicaría una inteligencia superior o trascendente que nos respondiera. Pero eso un ateo monista no lo puede hacer.