20 febrero, 2011

LA CIENCIA TIENE LA ÚLTIMA PALABRA

Se podrían fabricar seres humanos geneticamente condicionados a ser justos, buenos, equilibrados, amantes de la vida sobria, generosos con los demás; incapaces de hacer la guerra, trabajadores disciplinados, pero que al mismo tiempo saben bailar el rock y el mambo y reproducirse con gracia y salero orgásmico. Seres humanos de buen carácter, con una moral a prueba del más exigente presbiteriano; capaces de hacer una excursión con los niños y ser buenos padres de familia. Excelentes profesionales en su campo. Serían también artistas sublimes: grandes músicos y pintores, escritores de gran alcance y profundidad; directores de cine incontaminados de cine español. También grandes profesores de instituto y grandes y obedientes y agradecidos alumnos.

En fin, la ciencia tiene la obligación de hacer este ser humano posible. Entonces desaparecerían las injusticias, el egoísmo perro, la soberbia vil, las envidias asesinas; los orgullos insensatos, la crueldad miserable, los racismos crápulas, las sexualidades insaciablemente famélicas. La ciencia y la neurociencia tienen la obligación de crear tal ser humano con urgencia y cuanto antes.

Y mientras, para los demás que quedamos esperando nuestro fin como ordinarios e imperfectos egoístas humanos, la ciencia y la neurociencia nos debería de proporcionar pastillas para todo. Si tenemos un impulso canalla, deberíamos de tener unas pastillas anti-canallas. Si nos sacude un deseo de invadir Portugal o Cataluña deberíamos de tener pastillas contra la agresión insana. Si vamos abocados a una depresión galopante, la ciencia nos debería de proveer de pastillas absolutamente tranquilizantes para retornar a la visión paradisíaca de las cosas. Al capitalista con ganas de explotar más de la cuenta se le daría una píldora contra los malos instintos; a los depredadores del gasto público y obsesivos acaparadores de impuestos se le daría una tableta de aceite ricino concentrado. Los paranoicos crónicos recibirían pastillas de amor puro para que se pusieran a besar a todo el mundo. Los enfermos de todo tipo: cáncer, gripe, paperas, tifus, sida, jaquecas, y otras; sanarían con la pastilla apropiada.

Reclamamos a la Ciencia el deber de acabar de una y por todas con nuestros defectos, imperfecciones, sufrimientos o delirios de felicidad. Reclamamos a la Ciencia el deber y obligación de crear otros seres humanos a través de la ingeniería genética. De no ser así, entonces nos tornaremos en seres absolutamente irracionales con nuestras ideologías sádico-masoquistas, con nuestras paranoias criminales, con nuestros desquiciados dioses, con nuestras máquinas de guerra infernal; con nuestros infames campos de concentración, etc.
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Instamos a la Ciencia a que nos solucione la existencia de una vez y por todas.

1 comentario:

  1. Je je. Todo llegará, amigo Nesalem, todo llegará. No sea Ud. impaciente. Hay que tener fe a prueba de bomba. Lo malo es que nosotros ya no lo veremos.

    Runand

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