La imaginación busca conectar con el transfondo, con el final, con la finalidad de las cosas. La imaginación busca los signos que nos conecten con ese trasfondo, con esa trascendencia, con esa finalidad o final de las cosas. Pero los signos son siempre equívocos. Los signos nunca pueden llegar a representar las causas finales de las cosas. Los signos representan las percepciones o afectos que un cuerpo externo ejerce sobre nuestro cuerpo. Pero no las razones por las cuales ese cuerpo externo nos afecta de esa manera. “Hoy hace calor” nos dice cómo el sol afecta nuestro cuerpo, pero no nos dice nada sobre el sol en sí mismo. El calor me resulta fastidioso, este calor es lo que más me agrada de verano, odio el calor, etc. Otro ejemplo: “Dejaste la cama sin hacer”, las razones pueden ser muchas: porque eres un vago, porque te has descuidado involuntariamente, por llevarme la contraria, etc.. Vivimos en este mundo de los signos y los signos no son nunca unívocos, son siempre variables; representan cuerpos o fuerzas externos que actúan sobre nosotros.
En el reino de los signos que es donde normalmente habitamos, nos movemos y pretendemos que esos signos representen las causas finales, las razones últimas y entonces pasamos de los signos indicativos a los signos imperativos: Cuando hablas del sol, ¿en qué sentido lo dices?, cuando me dices que dejé la cama sin hacer ¿en qué sentido me lo estás diciendo? Venga tio o tía, dame explicaciones de tus razones “reales”, de tus intenciones "verdaderas" pero “escondidas”, etc. Más imperativo es cuando ya las elevamos a órdenes que han de ser obedecidas y entonces es la Ley de Dios que dice que has de ser así o asao; son las leyes del "sentido común" o de lo que digan o piensen los demás, la moral establecida o a conveniencia de la ideología practicante; las que dictan lo que has de hacer. Entramos entonces en el mundo de las representaciones; hemos de recurrir en el reino de los signos a las interpretaciones sin fin. Quizás la razón de porqué la vida diaria entre los humanos suele ser un continuo perseguir razones finales que exigen signos y a su vez los signos requieren de más razones finales que expliquen, etc.. O sea, un continuo infierno de representaciones que hacen las relaciones tan difíciles, tan obcecadas, tan “irracionales”.
¿Cómo salir de este reino de los signos en que la mayoría nos movemos y poder llegar a un significado más común, unívoco, donde una frase signifique eso que se dice y no puede haber variabilidad o equivocidad?
Es un tema interesante. Existe esa posibilidad. No es fácil, pero existe y requiere descubrir nuestras afectividades como relaciones que se componen y recomponen; y así encontrar un terreno común, de afectos comunes, que nos saquen de la tristeza y tiranía a que nos somete el reino de los signos; de los cuerpos externos que de continuo ejercen dominio. Nosotros podemos sobreponernos a esos cuerpos externos no en base a llegar a sus razones finales, fatal ilusión; sino en base a navegar en función de nuestras alegrías sin perjuicio de nadie.
Un comentario personal de Nesalem en base a la lectura del libro "En Medio de Spinoza" de Gilles Deleuze. (Buenos Aires. Cactus 2008). Este libro es altamente recomendable ya que se trata de clases en vivo reproducidas de un alto valor aclaratorio y pedagógico sobre Spinoza. Se lee como una novela emocionante.
23 enero, 2012
17 comentarios:
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Loable intención la suya, Sr. Nesalem. Pero creo que también es Ud. víctima de una ilusión. Porque las relaciones personales son conflictivas por naturaleza y por esencia, no por accidente. Vana es la ilusión de que arreglando esto o aquello las cosas mejorarán. Porque la realidad es que nada de lo que hagamos o dejemos de hacer mejorará nada. Si un detalle por ventura se arregla, veinte más vienen a desarreglarlo. Las cosas humanas seguirán siempre su rumbo fatal, hasta que llegue el día de bajar a la tumba.
ResponderEliminarCuetu
Léame de nuevo, con más atención. Por favor.
ResponderEliminarPues vaya, yo creo haberle leído bien. Veo que Ud. dice:
ResponderEliminar"¿Cómo salir de este reino de los signos etc.?
"Es un tema interesante. Existe esa posibilidad. No es fácil, pero existe y requiere descubrir nuestras afectividades como relaciones que se componen y recomponen; y así encontrar un terreno común, de afectos comunes, que nos saquen de la tristeza y tiranía a que nos somete el reino de los signos; de los cuerpos externos que de continuo ejercen dominio. Nosotros podemos sobreponernos a esos cuerpos externos etc."
Pues bien, mi comentario anterior es una contestación a esto. Sencillamente, yo creo que NO EXISTE ESA POSIBILIDAD.
Cuetu
Buen artículo en general. Pero creo que habría que diferenciar, Sr. Nesalem, entre las situaciones en las cuales usamos signos (la lengua u otros sistemas de signos no lingüísticos) de otras situaciones, por ejemplo, el pensamiento, en que no pensamos por medio de signos. Clásico es el pasaje de Einstein en el que afirmaba que, en su pensamiento físico, sus pensamientos no tenían forma lingüística ni de signo alguno, sino que pensaba directamente en/con objetos, espacio y campos de fuerzas.
ResponderEliminarDifiero de Ud. en que yo creo que nos movemos, fundamentalmente, en un universo de objetos y afectos percibidos o sentidos directamente; que, contra opinión muy generalizada, nuestro pensamiento no es, en principio, ni lingüístico ni de signos, sino de evocación de imágenes y afectos; que los signos sólo son instrumentos para comunicarnos y, en ocasiones, para pensar.
Cuetu
Yo no veo, Sr. Nesalem, por qué los signos no puedan representar las "razones por la cual ese cuerpo externo nos afecta de esa manera". Todo consistiría en formular lingüisticamente las explicaciones adecuadas.
ResponderEliminar"Los signos son siempre equívocos", dice Ud; bueno, puede que sí. Pero yo no creo en ese pretendido poder malévolo de autoengaño que Ud. les atribuye, y que se desprende de todo su escrito. En realidad, me parece que muy poca gente se deja engañar por los signos, en el sentido de tomar los signos por realidades. Creo que todo el mundo sabe diferenciar los signos de un sistema de sus referentes en el mundo real.
Por otro lado, en la investigación científica teórica, la utilización de los signos matemáticos (representativos, en el fondo, de una realidad física) según sus leyes formales puede llevar a descubrimientos o visiones totalmente innovadoras. Por tanto, los signos, en determinadas ocasiones, pueden contribuir al desvelamiento de causas o explicaciones profundas, y no al engaño.
Cuetu
¿"La cama sin hacer"? Puede darse una explicación; si la otra persona pide más aclaraciones, pueden darse todas las necesarias, y no creo que eso origine un proceso sin fin.
ResponderEliminarTodo depende de que la otra persona crea o no crea en su sinceridad. Pero eso ya forma parte del problema global de las relaciones interpersonales, problema esencialmente insoluble para todos los humanos, como ya indiqué en mi primer comentario.
Mi manera de pensar sobre el mundo humano es radicalmente pesimista. En realidad, estoy pensando en escribir una colección de infinitos aforismos pesimistas.
Cuetu
Cuetu: Pero creo que habría que diferenciar, Sr. Nesalem, entre las situaciones en las cuales usamos signos (la lengua u otros sistemas de signos no lingüísticos) de otras situaciones, por ejemplo, el pensamiento, en que no pensamos por medio de signos. Clásico es el pasaje de Einstein en el que afirmaba que, en su pensamiento físico, sus pensamientos no tenían forma lingüística ni de signo alguno, sino que pensaba directamente en/con objetos, espacio y campos de fuerzas.
ResponderEliminarNesalem: ¿Con qué/Cómo se representa un pensamiento físico? ¿Existe la posibilidad de alcanzar puras abstracciones sin mediación o relación con otra cosa? ¿Existen objetos, espacios y campos de fuerza, que puedan ser representados fuera de la experiencia, de toda relación con otras cosas; y fuera del tiempo y el espacio? Esto es algo que me intriga.
Cuetu: Creo que todo el mundo sabe diferenciar los signos de un sistema de sus referentes en el mundo real
Nesalem: Es curioso, de ser así todo el mundo viviría en un mundo de significados unívocos, sin posibilidad de error comunicativo alguno.
Cuetu: Por tanto, los signos, en determinadas ocasiones, pueden contribuir al desvelamiento de causas o explicaciones profundas, y no al engaño
Nesalem: Efectivamente, en determinadas ocasiones y bajo el dominio de un sistema simbólico matemático. Aun así los paradigmas no dejan de transformarse y entrar en crisis, para dar lugar a otros paradigmas más productivos y reveladores. No obstante a nivel de existencia diaria no es así. Los signos están siempre sometidos a interpretación. A buen rollo entre personas, buena interpretación. A mal rollo mala. Todo depende de la efectividad investida en la relación.
Cuetu: Pero eso ya forma parte del problema global de las relaciones interpersonales, problema esencialmente insoluble para todos los humanos.
Remito a lo anterior: si hay buen rollo las explicaciones serán las mínimas; no depende de razón última alguna en sí, sino del buen rollo, de la buen afinidad. Si hay mal rollo pues la petición de signos será inagotable. Solución: Evitar meterse en malos rollos o romper con los malos rollos destructivos en que uno se haya metido.
Las señales en nombre de la razón y el sentido común tampoco parecen tener fin en su búsqueda de causas finales.
ResponderEliminarSr. Nesalem, muchas veces pensamos utilizando palabras, es decir, signos. Por ejemplo, cuando yo esta tarde andaba por rudas montañas y me puse a pensar en la contestación que le daría a Ud. Mi pensamiento tenía, en su mayoría, forma de palabras.
ResponderEliminarIntente Ud. ahora pensar en un cuadro conocido, por ejemplo, en "Las Meninas". Puede imaginarse sin dificultad el conjunto del cuadro, con más o menos detalle según su conocimiento del mismo. Seguro que no ha necesitado palabras para esto.
Pasemos ahora a una situación dinámica, en vez de estática. Imagínese un choque frontal de dos trenes, con los vagones plegándose en acordeón, etc. O imagínese una roca que cae sobre un tablón en palanca, que por el otro extermo impulsa hacia arriba un objeto hasta una altura grande y después cae. O un tren llegando a la estación, frenando, bajando los viajeros, etc. Seguro que puede imaginarse todo esto, con el dinamismo implicado, sin necesidad de acudir a signo alguno.
En realidad, las palabras (signos) no acuden a la mente en ninguno de estos casos, o lo hacen muy limitadamente. De hecho, habría cosas, por ejemplo prendas de vestir antiguas en "Las Meninas", de las cuales ignoraríamos hasta el nombre.
Para transmitir esos pensamientos a otros sí que necesitamos los signos, concretamente, signos lingüísticos. Es decir, tendríamos que hacer el TRABAJO ADICIONAL de seleccionar qué partes de esos pensamientos queremos transmitir y transformarlos en palabras y frases. Aquí, al comunicar, sí que son imprescindibles los signos.
El SIGNO es una cosa que está, por convenio mutuo, en lugar de otra, representándola. Generalmente forma parte de SISTEMAS de signos, basados en una CODIFICACIÓN CONVENCIONAL. Es arbitrario, y no tiene por qué mantener ninguna semejanza con el referente representado. Cosa que no ocurre con los ICONOS, que mantienen una semejanza formal, o con los INDICIOS, que tienen una relación de contigüidad con la cosa representada.
De manera que cuando percibimos el signo se evoca en nosotros la cosa. Cuando percibimos la señal de tráfico, se evoca en nuestra mente la prohibición de circular en ese sentido.
Cuetu
Respecto a su segunda objeción, insisto en que me parece evidente que la mayoría de la gente normal no confunde los signos (ejemplo: palabras o señales) con sus referentes (ejemplo: cosas).
ResponderEliminarOtra cosa es la existencia de la polisemia o la connotación, que hace que el significado de un signo no sea unívoco, sino dependiente del contexto lingüístico o extralingüístico.
O sea, que el hecho de que no se produzca confusión entre signo y cosa, no tiene nada que ver con el hecho de que los significados no son siempre unívocos. Son hechos perfectamente compatibles.
Cuetu
En cuanto a los buenos o malos rollos, de acuerdo con Ud. De todos modos, en mi pesimismo sobre las relaciones humanas, intento hablar con generalidad y objetividad, sin mezclar para nada mi situación personal, que es excelente, gracias. Creo que, en general, Schopenhauer tenía razòn.
ResponderEliminarCuetu
Estamos en dos planos diferentes de pensamiento. Yo partía de la definición Spinoziana del signo, que venía a ser esta:
ResponderEliminarLos signos representan las percepciones o afectos que un cuerpo externo ejerce sobre nuestro cuerpo. Es decir, el signo es la marca de una impresión exterior sobre mi cuerpo. El énfasis es en el afecto/efecto de un cuerpo externo, acontecimiento, cosa, persona, etc, sobre nuestro cuerpo; desligado todo ello de las causas últimas o razones que producen esa impresión.
Spinoza no está hablando de signos lingüísticos, sino de afecciones que nos producen alegría o tristeza y, como, descubrir las relaciones que producen tales afecciones para así dejar de ser agentes pasivos de las emociones. Spinoza no parte de dualidad sujeto/objeto, sino de pura inmanencia donde sujeto y objeto coexisten en mutua relación inmanente. Hay cuerpos que no nos convienen y nos hacen acumular tristeza; y hay otros que nos refuerzan la alegría. De ahí la ética de Spinoza basada en esta ontología del ser absolutamente inmanente.
Este tema es largo, pero muy interesante. De hecho yo leí este libro como una novela de emoción. No conocía la riqueza de pensamiento de Spinoza y hasta donde podía llegar. Es un libro este de Deleuze altamente recomendable; y, de importante valor filosófico. Interesante la concepción espacial que tenían los pensadores del siglo XVII y cómo luego, con Kant, se introduce el tiempo en el sujeto. Hoy día se vuelev a retomar a Spinoza en diferentes campos: matemáticas, física, estudio de la mente (Antonio Damasio), etc.
En realidad mi intención era llamar la atención sobre estas formas de pensar que están ahí y merecen una mayor atención. Es, crear, cierta sensibilidad hacia otras lecturas que nos desplacen un poco de la forma clásica de pensar.
Nada más, nada más. Hay mucha tela que cortar con Spinoza.
Voy a ver si lo consigo y lo leo. Ha conseguido intrigarme.
ResponderEliminarCuetu
Le agradezco mucho que haya salido Spinoza a colación. Soy un forofo de este filósofo y he leído este libro que mencionas, Nesalem.
ResponderEliminarLos afectos, las pasiones, vivir en un plano absoluto de inmanencia, huhhhh!!
Era yo
ResponderEliminarK. (No-Kousinsky)
Muy buenooooo!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarGracias, Sex Shop
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