26 abril, 2013

EL INAGOTABLE DEBATE DE LA CIENCIA Y LA RELIGIÓN

Hace ya un par de siglos que el cristianismo, tanto católico como protestante, sufre la incursión de la investigación científica e histórica en los textos canónicos que forman la Biblia. Durante muchos siglos la Biblia fue un libro sagrado incuestionable, fuente de las grandes verdades de la fe cristiana. Sin embargo, a partir de la Ilustración; y sobre todo a lo largo de los siglos XIX y XX, los textos sagrados han de enfrentarse, no sólo al radical cuestionamiento de su supuesta historicidad, sino también a la evidencia de que la formación del canon de las mismas Escrituras, obedeció a una llamada al orden con el objeto de acabar con las múltiples interpretaciones que se iban produciendo dentro del cristianismo más temprano. No obstante en esta época de posmodernidad muchos creyentes han aprendido a dialogar con la ciencia y a valorar las innumerables ventajas que el conocimiento científico ha producido en los últimos siglos; todo ello a pesar de que otros siguen resintiendo que la ciencia se arrogue el derecho a cuestionar verdades que, según ellos, sólo desde la fe pueden ser comprendidas. Por otra parte hay ciertas individualidades dentro del mundo de la ciencia y la divulgación científica; o también dentro del llamado pensamiento laico, que han hecho de la ciencia y la crítica un arma ya no sólo a favor de la necesaria separación de iglesia y Estado en los países democráticos, sino también un arma de abierta lucha contra las creencias religiosas, entendidas estas como residuos de superstición y atraso que impiden el libre progreso de la humanidad.

Hoy día, en democracia, son muchas las personas que optan libremente por la fe como una opción personal. La fe, en este caso, es una experiencia subjetiva sujeta a sus propias razones y a sus inevitables peticiones de principio; que puede enmarcarse dentro de una religión concreta, o no necesariamente. Por otro lado la ciencia es la producción de conocimiento basada en evidencias empíricas y razonamiento lógico. Pienso que cualquier intento por parte de la fe por adecuarse a la ciencia ha de fallar inevitablemente, o incluso llegar a ser objeto de un obvio ridículo. Es un error por parte de los cristianos, por ejemplo, negar la falta de evidencia empírica o pruebas históricas paralelas que verifiquen lo que los evangelios canónicos dicen. Es difícil evitar un enfoque de sentido común a través del cual los evangelios responden más a las necesidades teológicas de un tiempo concreto, que a hechos históricos objetivos sobre Jesús. Una investigación del Nuevo Testamento basada en la fe nunca resultará en evidencias científicas. Es imposible por definición,
además de ser un error. Demos a la ciencia lo que pertenece a la ciencia, y demos a la fe lo que pertenece a la fe. No hay necesidad de intentar lo imposible. Desde la fe se puede fácilmente comprender a la ciencia (investigación histórica-crítica textual), y del mismo modo se puede entender el por qué desde la ciencia no se puede comprender la fe. Es una pérdida de tiempo intentar justificar la fe con la razón científica.
La ciencia parte de una epistemología efectiva en cuanto a resultados visibles y comprobables. La religión, cómo metafísica que es, posee infinitas maneras de interpretar el por qué de esta vida, universo, etc. Al no tener referentes objetivamente comprobables, pues la mente humana se siente libre de crear mitos, relatos, doctrinas, que respondan a diferentes modos de existir. Podría haber tantas religiones como obras de arte. Pero tengamos en cuenta que cada idea original es una exploración más en este misterioso universo que puede dar lugar a nuevas experiencias; como también cada horror extremo que el hombre pueda producir es también una prueba de hasta dónde puede llegar la maldad y la crueldad del ser humano. ¿Puede la ciencia realizarse en un vacío metafísico que la haga inmune a cualquier valor o sentido ético-moral? Es evidente que no es así y los horrores con colaboración de algunos científicos han sido vienen siendo también parte de la historia reciente. Todos los humanos hemos de pasar conscientemente o inconscientemente por el gran dilema de la decisión metafísica adecuada.
Las religiones pueden llevarnos a cotas de experiencias creativas, imaginativas, sublimes; pero también poseen el potencial de la maldad, de la ciega y cruel intransigencia a que aspira la locura de algunos de sus dioses. Las religiones pueden darnos seguridad, y equilibrio ante las incertidumbres y desasosiegos de la vida; pero también nos pueden encerrar en un miedo patológico y culpabilidad permanentes. En realidad toda metafísica aspira a un absoluto donde poder descansar el alma. Pero el alma jamás descansa mientras sea parte del devenir. Y el  devenir es siempre lo inesperado, lo imprevisible; pero por suerte también, lo inagotable. 

(Publicado en La Nueva España de Gijón el 15-5-13)

21 comentarios:

  1. Pero la Ciencia llega a decir que algo que afirma la Fe no es posible, y más en una religión como la cristiana, que se basa en hechos que afirma son reales, en una época concreta y con testigos.
    El conflicto es inevitable.
    Por otra parte hay multitud de fes y de ciencias, y además todas ellas van variando con el tiempo.
    Fe y Ciencia tienen dos campos de acción distintos pero con intersecciones ineludibles.

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  2. Sí, así es. Al creyente le queda todavía la esperanza de postergar para un día futuro de plena revelación la necesaria verdad de sus escrituras. Hasta que eso no ocurra la ciencia o la investigación hitórica seguirá su curso, y la fe seguirá el suyo asumiendo las Escrituras como autoevidentes a pesar de su aparente irracionalidad. Otra vía es la desmitificación, pero eso ys es el comienzo de un riesgo mayor: la fe como humanismo avanzado, sin mundo sobrenatural.

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  3. El pretendido conflicto entre fe y ciencia no existe, es fruto más bien de una desazón por parte de los creyentes religiosos. La ciencia no tienen ningún conflicto con la fe, ya que desde la ciencia se considera (con razón) que la fe es algo tan ajeno a su quehacer como el arte o la poesía. La preocupación viene de los creyentes religiosos, y eso se debe a que, históricamente, la ciencia se fue asentando como un método fiable de conocer la realidad del mundo y del cosmos, algo que pretendía la religión, pero por medios míticos. Digamos que desde el terreno de la religión se percibió la ciencia como un intruso, y de ahí todo ese pretendido conflicto que no existe más que para los creyentes religiosos. La religión no interfiere en la ciencia (porque no puede), pero la ciencia sí interfiere (sin pretenderlo) en la religión, porque le "usurpa" verdades.

    El que cree, cree; y el que verifica, verifica. Son actividades distintas, todas ellas respetables.

    Konstantínos

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  4. La desazón surge, como muy bien dice el Sr. Konstantinos, en los creyentes, no en la ciencia. Y surge por una razón: porque quieren hacer de su fe una forma de conocimiento. Y esto es imposible. La religión se basa siempre en el engaño, en la mentira pura y simple. El pueblo llano cree en la rigurosa realidad histórica de Jesús y de lo que se dice en los Evangelios. No se imagina que una institución tan sabia y tan antigua como es la Iglesia Católica Romana esté ahí para engañarlos. El pueblo tiene fe, sale en los pasos de Semana Santa y, crea mucho o poco o nada en los curas, confia en la Iglesia y en que ésta no le engaña. Eso es la fe. Sencillamente, es confiar en una institución que les infunde respeto. Lo mismo que los musulmanes o protestantes: tienen fe en sus libros sagrados y en quienes los interpretan, y no pueden ni siquiera imaginar que les estén engañando. Esto es la fe, una forma de autoengaño inconsciente (en algunos, consciente), y no una forma de conocimiento de nada.

    Cuetu

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  5. Y conviene diferenciar la fe religiosa de otras cosas, como el arte. Porque las obras de arte no reclaman una evaluación en el eje veritativo o epistémico, sino solamente en el eje estético. No tiene sentido preguntar: Las obras de Picasso ¿son verdad? o ¿És verdad la Catedral de Burgos? Sí que tendría sentido, en cambio, preguntar: Las obras de Picasso o la Catedral de Burgos, ¿son obras bellas? En cambio, los artículos de la fe religiosa reclaman una valoración epistémica. La pregunta por su verdad tiene completo sentido: ¿Es cierto que Dios se encarnó en su hijo unigénito para salvar al género humano? ¿Es cierto que Mahoma es el Profeta preferido de Alá? Los creyentes pretenden que estas afirmaciones son verdaderas, y que conocerlas y aceptarlas es una forma de conocimiento del Universo y sus leyes. Un conocimiento de suma importancia. Es aquí, pues, donde la manera de actuar propia de la ciencia, su maner de contrastar, establecer y comprobar las verdades, resulta infinitamente superior a los métodos de comprobación de la fe religiosa, que en casi todos los casos, brillan por su ausencia. Ambos pretenden validar enunciados sobre la Naturaleza o el Universo y sus leyes, pero los métodos de validación de la religión son inaceptables por una mente racional.

    Cuetu

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  6. "¿Es cierto que D-os se encarnó en su hijo unigénito para salvar el género humano?".

    Buena pregunta.

    Le voy a relatar un mito gnóstico. Hay muchos mitos gnósticos y este es otro más.

    D-os como misterio a desentrañar a través de un intenso placer estético que busca en las profundidades del universo esa Inteligencia Incomprensible. Ahí mismo en esa materia. Un D-ós que es una Mismidad que acaba rompiendo en sí mismo para dar luz a su creación y todo brota DENTRO DE SÍ MISMO. Todo rompe dentro de sí mismo y se fragmenta y se aliena dentro de sí. Se pierde. Un D-os roto, confuso, y una creación abortada que experimenta violencias indescriptibles y se ve supeditada a leyes que la coartan, que la hacen terriblemente infeliz en ese caos racionalizado.

    Hay necesidad de recomposición, de reconstrucción, de poner todo en su sitio. Un DEMIURGO quiere reconstruir el universo, pero está loco y lo que produce son mundos desquiciados. Trata de imitar la copia de la Mismidad, pero lo que hace es fabricar un engendro de sufrimiento perverso. Ese Demiurgo ni tan siquiera sabe quien es.

    Parece ser que en otras dimensiones del universo hay otro DD-osss que se da cuenta de lo que ha pasado con su hermano. D-os creía que era el único en su mismidad y que su mismidad ERA el universo y después de sí era la nada o el vacío.

    Pero se había equivocado. Había otro DD-osss fuera de él y había observado desde las profundidades cataclísmicas de la zona del Universo Krassckop cómo su hermano D-ós se desintegraba en su OMNIPOTENTE NARCISISMO y su cuerpo espiritual se fragmentaba en materia pesada y torpe. En tejidos biológicos paranoicos que buscan su propia perfección envueltos en intensas psicosis y avanzando a una nada que nunca les abandona.

    Pero DDD-osss le envía un redentor. Su Hijo Unigénito. Viene al cosmos de D-os y comienza la obra salvadora del género humano y toda la maldita creación.

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  7. Pero el Hijo Unigénito de DDD-osss sabe a donde viene. Sabe que ha de ser astuto como una serpiente y pacífico como una paloma. Los hombres pueden destruirle de una y mil maneras. No pueden soportar su presencia. No pueden reflejarse en él porque se sienten horribles, tremendamente deformados. Cuando le miran sienten una perversa envidia, No pueden soportar que sea bueno e inocente de VERDAD. Que sea noble y quiera a la gente de verdad y la logra comprender en ese fuero interno tan dañado. Ese Hijo Unigénito de DDD-osss viene de otro universo y trae la Luz en medio de las oscuridades y tinieblas. Pero también intenta recomponer las chispas de luz que han quedado atrapadas en la materia después de la catástrofe de D-os y poco a poco logra ir llamando a esas chispas que pueden oir su voz y además cuando miran le pueden ver y reconocer. Las chispas están atrapadas en algunas criaturas humanas y poco a poco van despertando y ...

    Puede usted seguir si lo desea Sr. Cuetu

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  8. Je je... bonito relato, Sr. Vital de Andrés. Ahora bien, usted mismo lo presenta como "mito". No tiene, por lo tanto, pretensión de verdad universal y absoluta. Debe juzgarse, pues, sólo en el eje estético, como objeto literario más o menos bello, más o menos sugerente. Cosa muy diferente a los artículos de fe de las religiones, que se presentan como verdades "científicas", como verdades absolutas, con graves penas, además, en el otro pero también en este mundo, para aquellos que las nieguen.

    Cuetu

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  9. La ciencia es una forma de conocimiento de la realidad del Universo. El problema ciencia-fe surge porque la fe reclama para sí el ser también una forma de conocimiento del Universo, una forma superior incluso a la ciencia. Emite unos enunciados, y pretende que esos enunciados sean aceptados como verdaderos. Pero en vez de demostrarlos racionalmente mediante el método científico, cosa que no hace porque es tarea imposible, opta por emitir amenazas contra aquellos que no crean. Amenazas para después de la muerte, pero también, en algunas religiones, amenazas que se cumplirán en este mundo cruel. Tal es la diferencia radical e insalvable entre ciencia y fe.

    Cuetu

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  10. ¿Cómo se puede justificar la razón a sí misma? ¿Cómo se puede ver el ojo a sí mismo? ¿Cómo se puede quemar el fuego a sí mismo? ¿Cómo se puede "sujetar" (con sujeto) la conciencia a sí misma?

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  11. Las verdades cristianas son verdades en un sentido metafísico-religioso a través de la fe. No son verdades científicas. Luego, hay muchas maneras de interpretar esas verdades metafísicas-religiosas o verdades de fe que dan lugar a experiencias de todo tipo. Experiencias sublimes (Bach, Handel, Murillo, la Divina Comedia, etc, etc) de estabilidad emocional, de seguridad en la vida, de esperanza post-mortem, etc.. O experiencias horribles de culpabilidad, de miedo, de sometimiento masoca, de sadismo cínico-inquisitorial, de matarife; etc, etc..

    Unos se conforman con seguir la inercia de las doctrinas mal aprendidas y otros se enzarzan con elucubraciones placenteras a través de la teología. La teología puede ser bella. Unos son proselitistas con fanatismo y otros viven la religión como experiencia profunda en el día a día sin decir nada.

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  12. Aguda pregunta, Sr. Vital de Andrés. "¿Cómo se puede justificar la razón a sí misma?" Porque si no se puede justificar la razón, la ciencia, que se basa en la razón, queda sin base. Entonces, lo mismo da creer en la ciencia como creer en la astrología. O en la homeopatía, o en la parapsicología, o en la adivinación del futuro, o en la telequinesia, o en la teología, en en el espiritismo... Todo es cuestión de lo que uno quiera creer, porque nada hay que justifique a la razón.

    Cuetu

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  13. Sr. Cuetu, eran preguntas curiosas. Quizás no tengan interés alguno depués de todo.

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  14. LA "FUERZA" DE LA RAZÓN Y LA RAZÓN DE LA FUERZA.

    Cuando hablabamos por aquí abajo de si era posible definir y caracterizar lo que era una nación, me llamó la atención una de sus respuestas finales. Que más o menos venía a decir que si Ud., o cualquier otra persona, no se sentía parte de ninguna nación, y que eso de la nación le importaba un carajo, no había ni definición ni racionalidad posible que le pudiera "obligar" a sentirse miembro de ninguna nación. Que esos instintos "tan fuertes" como el instinto territorial humano no le afectaban a Ud., porque Ud. no se siente nada territorial en absoluto.

    Bien, no se trata de negar esas afirmaciones suyas, por supuesto. Ud. se debe conocer a sí mismo lo suficiente para hacerlas. Sin embargo, me llamó la atención esa postura suya porque, por lo que voy observando, para Ud. la razón és como un método o una manera de obligarle Ud. a creer o a ser o a hacer cosas que Ud. no quiere. Percibe Ud. los razonamientos como una fuerza dirigida contra Ud. con la pretensión de "obligarle" a aceptar algo. Y, naturlamente, ante tamaña coacción, Ud. se rebela.

    Naturalmente, las naciones existen y son parte importante y fundamental en la organización de la humanidad, de su vida política, cultural, económica, etc. Nos guste o no nos guste, el mundo está dividido en naciones y esto es una realidad incuestionable. En mi escrito sobre la nación, sólo pretendía describir y caracterizar este tipo de realidad humana, ver si podemos definir qué es y cómo funciona la realidad "nación" dentro de la humanidad. En modo alguno se me pasó nunca por la cabeza que esa definición-caracterización debía servir para obligar a nadie a formar parte de esta o aquella nación, o a sentir instinto territorial a aquella persona que afirma no tener este instinto.

    De todos modos, observe que la cuestión territorial es crucial y fundamental en la vida de las naciones. Puede que Ud. no sienta ese instinto, pero pruebe Ud. a tocar una frontera de la nación más misèrrima del mundo, a ver qué pasa. Cada nación, como colectividad organizada, defiende y mantiene sus fronteras como cosas sagradas. Y eso es un instinto incuestionable, no hay ningún motivo puramente racional para hacerlo. Es un hecho que afecta a las naciones como grupo, aunque haya individuos que sean indiferentes a ello.

    Tenga en cuenta también que la teritorialidad puede adoptar muchas formas. Por ejemplo, ¿qué le parecería si una invasión islámica llevara un día a hacer de España una república islámica? No me diga Ud. que esta inclusión de España dentro del territorio y las fronteras del Islam le iba a dejar del todo indiferente. Quizá no tomaría Ud. las armas, pero no me diga que negaría su ayuda, aunque sólo fuesen 5 euros, a las fuerzas que lucharían por defender la territorialidad española o europea actual. O que escribiría contra esa invasión, etc. No somos tan indiferentes como parece. Sólo es cuestión de qué entiende cada uno por frontera territorial. Y el hecho de tener un domicilio inviolable, y defender esta inviolabilidad, no lo dude Ud.: es una manifestación clarísima de territorialidad.

    El estudio racional o científico de las cosas no obliga a nada. Por eso me extraña sobremanera esa prevención suya contra la razón, como si fuera un instrumento que los otros utilizan (o pudieran utilizar) para obligarle a Ud. a actuar de manera diferente a su naturaleza libérrima. No es la razón la que obliga a nada; lo que obliga a otros es el poder. Sólo puede obligar el que tiene poder, no el que tiene razón. Puede haber poder con razón, pero también poder sin razón. Puede haber razón sin poder, pero también razón con poder.

    Cuetu

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  15. Cuando los acontecimientos se produzcan cada uno responderá a ellos de acuerdo a su modo de ser.

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  16. Sr. Cuetu:

    Me sorprende enormemente que diga sobre mí lo que usted dice arriba. Además lo entresaca fuera de todo anterior y posterior contexto, fuera de su condicionalidad en algunos casos, fuera del hilo de argumentación del momento. Fuera del tiempo. Lo que estoy viendo es que usted me está caricaturizando (no me reconozco en lo que dice tal como lo dice), con el objeto de tener usted un pretexto para seguir con el tema que yo creo sería mejor dejarlo por un tiempo reposar y luego ya saldrá de nuevo con ideas frescas o nuevos enfoques. Es más, observo que por primera vez se acerca usted a lo que jamás ha hecho en este blog: llevar el tema a la crítica ad hominem. Hasta ahora han sido las ideas lo que nos ha preocupado, no lo que a mi me parece que usted deba de pensar de manera implícita y por lo tanto yo sé lo que usted no parece saber y cosas por el estilo. No es ese mi estilo y jamás lo va a ser en este blog.

    Voy a repetir algo de lo que dije en su momento y juzgue el lector o visitante de este blog si lo que digo es "contra-razón" o todo eso que me atribuye el Sr. Cuetu de lo cual yo no estoy enterado pero él sí, él sabe lo que yo parece ser no soy muy consciente. (Vea el lector también lo que digo en este epígrafe de arriba sobre la ciencia y la razón):

    "Lo curioso es que "el mundo" es una complejidad INABARCABLE de MULTITUD de factores que hacen que seamos lo que seamos y el factor nación es uno de ellos. Dicho factor estará en función del contexto social e histórico por el que pasa gente concreta en un determinado territorio. De ahí que el concepto de nación tenga un significado mucho más amplificado ahora en Cataluña que en Suecia, por ejemplo.

    Pero si vamos al ámbito individual veremos que el factor nación o nacionalidad no es determinante, ni siquiere posee atración afectiva para muchísima gente. Un concepto, por muy objetivo que pretenda ser y abarcar, si no cobra vida en la gente de forma potentemente afectiva, es inoperante. Y ese concepto funcionará siempre dentro de una ideología que lo potencie como movimiento de masas en casos históricos concretos.

    El nacionalismo necesita de un concepto potente --a ser posible un concepto que se hunda en las profundidades de la historia y del instinto-- de nación para poder ejercer en un momento concreto su poder político que es lo que realmente importa. De esa forma y en ese contexto de urgencia política, el concepto de nación ha de adquirir, a ser posible, total omnipotencia. Es una necesidad ideológica antes de ser una necesidad meramente antropológica.

    Como siempre, en este tipo de definiciones o análisis, los individuos y sus decisiones personales o existenciales han de quedar al márgen. Interesan los colectivos. Son siempre mejor manejables, con menos interferencias y complejidades."

    Con esto doy por cerrado el tema de la nación. Sinceramente ya hemos dedicado mucho tiempo y espacio a este tema y conviene dejarlo en reposo.

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  17. El cuento que había escrito sobre el espiritista pasa a Los Relatos de Nesalem.

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  18. Y ahora, agobiado y encadenado por la opresiva y la despótica Razón, me retiro a mis fríos aposentos poblados de chinches y ratas nauseabundas. He abierto el ventanuco y afuera una indomable tormenta ruge con fuerza destructiva. Los ejércitos de la Razón y la Ciencia rodean mi triste palacio. Vienen equipados con potentes luces y con brillantes espejos. Poco a poco van entrando sus soldados equipados con sofisticadas maquinas que van destruyendo y disolviendo mi antiquísima fortaleza ya abandonada. Muy pronto estarán aquí en mis mismos aposentos una vez mis escualidos siervos y famélicos esclavos se hayan rendido ante tan formidable ejército. A medida que van entrando la luz va iluminando los lóbregos pasadizos de mi fortaleza. Incluso cuando miro afuera por el ventanuco veo que la tormenta va cediendo a la brillante luz del sol. Creo que me estoy volviendo ciego. Tanta luz es insoportable. Pero ¿qué es lo que oigo? ¡Ah! Mis escuálidos siervos están cantando y mis famélicos esclavos gritan que son libres. ¡¡¡Agghh!! No puedo más, parece que me ahogo ante tanta luz, claridad, libertad, conocimiento. Incluso mi ventanuco es ahora un inmenso ventanal de claridad y transparencia y puedo ver entre las escamas de mi perturbada vista a una humanidad alegre que bailan en corro y se divierten viendo mi fortaleza invadida y ya casi destruida. Agggghhhhh!!!

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  19. Vengo siguiendo este diálogo de Cuetu y el antiguo Nesalem y me resulta interesantísimo. Cuetu es el racionalista que piensa que fuera de la razón y la ciencia no merece la pena buscar verdad o conocimiento alguno. Nesalem o Vital de Andrés piensa que sí, que fuera de la ciencia y la razón hay muchas cosas, muchos mundos que explorar. Cuetu como buen racionalista en el fondo es optimista: se puede llegar a la esencia de las cosas por la vía de la ciencia y de la razón. Nesalem, si no me equivoco, no es que niegue la razón o la haga su opresora y esas cosas que le atribuye Cuetu, sino que (como buen existencialista en el fondo), cree que ese existir en el mundo es mucho más complejo y la religión es un fenómeno humano básicamente irracional pero no deja de existir por el mero hecho de negarle valor o realidad propia. Yo creo que Cuetu no acaba de entender lo que Nesalem o Vital de Andrés entiende como religión. Cuetu se fuerza para que la religión sea eso que los positivistas o marxistas siempre atribuyeron a la religión desde una óptica meramente científica: es mentira, es un engaño, no está demostrado que haya Dios, etc; por tanto la religión es falsa y punto. Pero eso es negarle a la religión su valor existencial ante las incertidumbres radicales de la vida, su valor espiritual con sus modalidades más o menos crudas o civilizadas. Eso es imposible que la razón y la ciencia lo eliminen por mucho que se pongan a ello. Es consustancial al ser humano. Es bueno leer a Kierkegaard o a Dostoyevski sobre este asunto. Se puede luchar contra la religión fanática y cruda, pero no contra la experiencia religiosa en sí que seguirá siendo parte de la humanidad mientras exista.

    También me gusta lo que dice Nesalem o Vital de Andrés sobre el nacionalismo. Cuetu racionaliza hasta lo increible para destilar el concepto de nación, pero Nesalem tiene razón cuando situa ese miesmo concepto bajo parámetros existenciales de realidad concreta de individuos con carne y huesos. Cuetu quiere adecuar el concepto real a la mente humana racional (no deja de ser un idealismo al estilo Hegel), pero Nesalem le recuerda que ya la misma elaboración del concepto de nación tan extremadamente racional obedece a un impulso ideológico, político, de necesidad existencial después de todo.

    Yo les animaría a que siguieran. Es difícil de asistir a blogs tan ilustrados.

    Observador

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