22 noviembre, 2012

SWEDENBORG: UNA VISIÓN DEL MUNDO NO APTA PARA TODOS LOS PÚBLICOS


Emmanuel Swedenborg (1688-1772) fue uno de esos personajes curiosos de la historia que abrió vistas al mundo de la imaginación del más allá. Hombre culto, con estudios de ingeniero e investigador en varios campos del saber, de repente a una edad ya madura; comienza a descubrir y a anotar aquellas dimensiones invisibles para el ojo de la calle, pero que él decía ver y percibir como si estuviera viajando por otro país del globo. A partir de Swedenborg el más allá adquiere una vida propia que no es más que la continuación de la vida terrestre, pero en otros planos de ascenso o descenso hacia los Cielos o a los Infiernos. Su ética y moral son inmanentes al libre espíritu y libre albedrío de la persona que se va perfeccionando o degradando a medida que avanza o retrocede en una proyección infinita espiritual. Ridiculizado por unos pero maestro de otros como Edgar Allan Poe, William Blake, Henry James (padre) y Emerson; su voluminosa obra tiene como base fundamental la “ley de las correspondencias” bien explicada por Colleen McDannell y Bernhard Lang en su muy entretenida y documentada “Heaven. A History.” (Hay traducción al español de Altea, Taurus, Alfaguara. Madrid 2001).

En nuestra vida cotidiana y fortuita respondemos al mundo como si las cosas se compusieran sólo de su apariencia y no tuvieran relación con nosotros, que las percibimos; un árbol o una planta poseen “arbolidad” o “plantalidad” independientemente de nuestra percepción. Nuestro estado psicológico o moral no puede alterar la apariencia de la planta o del árbol porque un árbol es sólo un árbol y carece de toda otra dimensión. Para Swedenborg, sin embargo, “La naturaleza fue creada con el único propósito de albergar lo espiritual. Existe en el mundo material una dimensión muchísimo más profunda de lo que podía revelar una simple mirada; bajo las apariencias se esconde una realidad espiritual. La materia no está alienada o separada del espíritu, sino que es esencialmente uno con él.” Swedenborg mantenía que “la totalidad del mundo natural se corresponde con el mundo espiritual no de forma general, sino en todos sus detalles”. Para cada elemento del del mundo natural o material existía un homólogo espiritual. “El Cielo está conectado con la tierra por medio de correspondencias”. /. El desarrollado sentido de la analogía de Swedenborg le permitió ver en las cosas corrientes realidades más elevadas y construir así un puente desde el mundo terrenal al plano de existencia divino../.
./. El mundo sensible del Cielo refleja directamente la condición espiritual de sus habitantes. todo lo que existe en el otro mundo representa la "afección" de algún espíritu o ángel. De esta forma, los temas celestiales y espirituales no son ya ideas puramente abstractas y teóricas, sino que están albergadas y revestidas de una existencia sensible, lo que les hace parecerse mucho a las formas que se encuentren en el mundo natural de la tierra.

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