Nadie recuerda de dónde vino. Es un dato absoluto que nadie recuerda de dónde vino antes de nacer (A). Es un dato absoluto que nadie sabe qué hay después de la muerte (B). Me gustan los absolutos. Vivimos entre dos absolutos. Pero hay otro absoluto. Entre el absoluto de antes de nacer y el absoluto de después de la muerte está el absoluto de vivir (C). Es otra verdad absoluta que vivimos, estamos vivos. Ya son tres absolutos que se pueden confirmar. Pero el hecho de que podamos confirmar los tres absolutos es también un absoluto (D). Ya son cuatro. Los absolutos son los límites de nuestra existencia; de nuestra conciencia y sentidos. Pero son pensables. Los podemos pensar como absolutos. Podemos ponernos ante ellos con el pensamiento y nombrarlos: muerte, nacimiento. Son como puertas. Una se abre y la otra se cierra. En medio queda la vida. Pero si sabemos colocarnos en perspectiva y ver los tres absolutos de nacimiento, vida y muerte; el cuarto absoluto trasciende a los tres. Pero ese cuarto absoluto es en apariencia una regresión infinita de lugares en que podemos ir trascendiendo (A,B,C) D, pero también {(A,B,C)D}F; y así mismo [{A,B;C)}F] G y así aparentemente ad infinitum. Ese cuarto absoluto es un vértigo de espejos aparentemente superpuestos ad infinitum. No obstante el hecho que desde cualquier lugar de la regresión (A,B,C) permanecen como absolutos; indica que esa regresión aparentemente ad infinitum no es infinita. No nos perdemos en el absurdo. Hay un principio que nos sitúa de forma absoluta. Este cuarto absoluto ha trascendido a los tres. Aparece en nuestra conciencia, y podemos definirle como el lugar desde donde percibimos el nacimiento, la vida y la muerte. Pero nada más. ¿Nada más?
¿Nada más?
El cuarto absoluto ¿Es el cuarto absoluto el único absoluto del que podemos en realidad hablar como Absoluto? ¿Quedaría todo reducido a ese único Absoluto que es el que da vida y razón de los otros tres? Un único Absoluto. Sin ese absoluto no hay universo. No habría nada. Si ese absoluto “gira” sobre sí mismo y “mira” fuera de sí, no habría nada que mirar. Absoluto silencio. La nada absoluta.
Pero la conciencia sin ese Absoluto nunca podría llegar a ser consciente de sí misma. Los animales carecen de ese Absoluto. Podemos decir que ese Absoluto se produce en el cerebro desarrollado del homínido. ¿Sí? ¿De verdad? No será el Absoluto quien hace posible al cerebro como ente biológico pensante? ¿Cómo puede la contingencia (material, biológica) trascenderse a sí misma y comprenderse como Absoluto? Y Absoluto es Perfección, Infinito, Eternidad, Vacío, Nada. La materia vive la inmanencia absoluta y la inmanencia absoluta no permite ningún tipo de trascendencia que no sea la trascendencia de quien supera una etapa en el tiempo. Los doce años trascienden a los siete. No habría posibilidad de verse a sí misma en el Absoluto y como Absoluto. Ese nivel de Trascendencia no pertenece a la materia, a lo contingente. El ser humano posee algo que no es de este mundo. Algo que le ha sido dado.
¿Quién coño somos? (Continua en el epígrafe de arriba).
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