06 julio, 2013

TESIS CRISTIANAS NEOTESTAMENTARIAS


El cristianismo neotestamentario no aspira a ningún poder terrenal; a ningún poder político; a ninguna
transformación social programada. Es un cristianismo con un liderazgo no-jerárquico; la autoridad es más bien carismática, de dones reconocidos por la asamblea. Bien es verdad que más tarde comienza un intento de implantar funciones institucionales dentro de las iglesias o asambleas (las epístolas tardías a Timoteo).

El cristianismo neotestamentario delega la conversión a una decisión libre individual, personal; no a una conversión por coacción política-religiosa o por convención social, o por tradición familiar. La relación individuo y Dios es clara y absoluta. La iglesia o asamblea es importante pero secundaria. La iglesia no salva a nadie, es por la libre decisión individual como se accede a la fe cristiana.

El cristianismo neotestamentario, ve la historia como algo pasajero, algo circunstancial que ha de desaparecer y ser sustituido por un Reino de Dios definitivo y absoluto. Por tanto, el cristiano ha de vivir la historia como un escenario donde ha de situarse con la moral correcta y con la mejor disposición y entrega hacia su prójimo y hasta sus más enconados enemigos. Los evangelios llegan a instaurar una moral imperativa del desprendimiento radical. Hasta la misma ropa se ha de dar si se lo piden sus enemigos. Hasta la pasividad absolutamente resignada en caso de provocación, de palizas, de bofetones, etc. Como ésto es una moral imposible en este mundo esto se ha suavizado mucho a lo largo del mismo Nuevo Testamento. Hay ricos que se convierten y siguen conservando sus esclavos y mansiones (y mujeres), aunque se supone que dan generosas limosnas.

Es evidente que el primer mensaje de Jesús era fuertemente apocalíptico y de ahí esa moral radical de puro desprendimiento pues el reino está cerca, tan cerca que “no pasará esta generación antes de que llegue su venida.” Qué importaba la ropa que uno llevaba o las riquezas que hubiese acumulado, o las bofetadas que se podrían haber llevado por parte de los enemigos; lo importante era que eso ya no tenía valor alguno en comparación con la realidad que habría de venir. Pero esa premonición no se llegó a cumplir y esa moral radical dejaba de tener valor ante las realidades a largo plazo de un mundo que no desaparecía.

El cristianismo neotestamentario no era monolítico, ni partía de una única interpretación de los hechos y vida
de Jesús. Había facciones, había lucha por el poder interno, había diferencias que el mismo Nuevo Testamento como canon posterior implantado por una iglesia más evolucionada y tardía, no logra neutralizar en su selección de textos. Sí hay una cosa que era común: la fe acontecía como milagro y como gracia por parte de Dios a todo aquel que la aceptaba. No era una fe razonada, ni científicamente demostrada; era una fe-milagro que acontecía de un modo subjetivo que se confundía con el modo subjetivo de la comunidad y más con el "modo subjuntivo" del lider carismático de turno. Todo intento posterior de adecuar la fe a la razón o a la ciencia o a la marcha de la historia es el intento de un cristianismo que ya goza de fuerte poder político e intenta mantenerlo o intenta recodificarse en un mundo cambiante. No es la razón la que salva, sino el milagro.

(Algunos relatos recientes publicados en El Atrio pasan a  http://nesalem-wwwrelatos.blogspot.com.es/)

5 comentarios:

  1. Pero esa imagen de paz beata o beatífica del Sermón de la Montaña choca con esa trasfondo de justicia implacable que ha de caer sobre el malo. Choca con la ira de "indignado" de un Jesús que no duda en coger un látigo y usar la violencia contra los cambistas del Templo. Tras la paz de Jesús parece que se esconde un "esperad y veréis la que os va a caer" contra esos enemigos que se mofan o se ríen de él, o le persiguen. Hay venganza contenida que se desatará contra el malo de modo implacable e inexorable: hay fuego que quemará, hay plagas horribles para un futuro o final de la Historia. En definitiva, hay una amenaza de pura violencia para todos aquellos que rechazan el evangelio.

    Parece puro resentimiento más que amor. Así viven muchos cristianos su fe: esperando el día de la venganza cuando Dios dará palos a diestro y siniestro a esos enemigos miserables que nos han amargado la vida en esta tierra. Pero eso ya no es ese amor de absoluto desprendimiento hacia el enemigo o el prójimo. Desde el momento que yo sé que a mi enemigo la va a caer una somanta de hostias o que va arder en fuego eterno (o parcial), eso ya no es amor desprendido. La venganza es cuestión de tiempo.

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  2. Otra cosa que me espanta es cuando alguien me predica la unidad de la Humanidad o de la Iglesia. Estar unidos para muchos es creer en lo mismo que ellos creen y como eso es muy difícil de conseguir y como yo no dejo de tener la verdad absoluta, pues entonces sólo el poder puede conseguir tan deseada unidad, unión, todos uno, etc..

    La Iglesia, una modalidad de la iglesia cristiana optó por esa "unidad" histórica y material de la conversión. Palos, torturas y terror para el separatista, el hereje, el pagano, el impío, etc.. (Todo ello sin olvidar lo mucho bueno que también había a pesar de todo).

    La unidad es aquella que se consigue por voluntad propia, porque estoy de acuerdo, porque sintonizo contigo. Toda otra supuesta unidad es terrorismo en potencia. Si disientes te excluyo, te machaco, te ninguneo, te ignoro. O eres conmigo o contra mí. No hay términos medios para este tipo de mentalidad. Pero hay otra manera de conseguir unidad: variedad de unidades y respeto hacia esa variedad de unidades.

    Los cristianos protestantes saben mucho de eso, lo malo es que muchos lo viven con complejo de culpabilidad. El protestantismo ha dado lugar a muchas iglesias y denominaciones y sectas que ofrecen modalidades de práctica del cristianismo. Y tales modalidades responden a diversas interpretaciones y tales interpretaciones forman nuevas comunidades con nuevas disciplinas espirituales. El protestantismo no entiende la Iglesia como unidad material e histórica; sino como unidad "espiritual" en el pleno sentido de la palabra. Con ello deja a Dios quien sea quien decida quién o quién es o no es de la Iglesia Universal Invisible. Un paso importante para acabar con el monopolio del terror de la Unidad Terrenal Incuestionable. Otra cosa son aquellos que como ocurre en algunos condados de USA tratan de imponer al prójimo su dogma, su obsesión, su camisa de fuerza. El evangelio, en este, caso no ha servido para diluir tensiones malignas odios larvados, resentimientos ocultos que esperan su momento. pero ojo esto ocurre con las ideologías políticas o las modas espirituales de la UNIDAD del mundo. Horror!!

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  3. Lo arriba dicho no es la fórmula para un anarquismo romántico imposible. Quien elija una iglesia o una denominación concreta ha de ser consecuente con las normas de organización y credo de tal comunidad o asamblea; caso contrario lo mejor es no entrar o salirse cuanto antes. Nadie obliga. Es tu libertad de elección lo que cuenta. No se puede ser un irresponsable tratando de imponer tu voluntad o rompiendo la unidad de grupo de modo arbitrario y a capricho. Si has decidido ser parte de una denominación o iglesia has de ser parte constructiva y positiva en ella. caso contrario y si ves que las tensiones te superan: salte de ella, pero no envenenes.

    Por eso el protestantismo ha aceptado y promovido la separación de sociedad civil e iglesia (a pesar (todavía) de Lutero y de Calvino), la sociedad civil se rige por principios políticos democráticos, por la ley civil, por las libertades de escoger lo que cada uno desea ser. Al márgen de lo que la iglesia considere verdad.

    El creyente protestante tiene dos dimensiones a tener en cuenta: la sociedad civil donde él/ella han de dejar su impronta como ciudadanos responsable, y la dimensión espirirtual de su comunidad concreta, local.

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  4. La cruz de Cristo. Ese es el mensaje central del cristianismo. La cruz de Cristo. Todo acaba en la cruz de Cristo. Es algo así como un agujero negro donde todo lo que entra en él queda diluido, pulverizado hasta la mínima expresión; tiempo,espacio y la misma luz se ven atrapados en esta casi absoluta fuerza gravitatoria.

    Toda la realidad y existencia humana ha de estrellarse contra la cruz de Cristo y allí disolverse y pulverizarse. La cruz de Cristo es la muerte y anulación de todo apego, de todo discurso, de todo esfuerzo, de todo malestar, de toda ambición, de todo sufrimiento, de toda enfermedad. En la cruz de Cristo todo pierde su valor terrenal, material, social, ideológico, religioso. Es la negación absoluta del mundo y sus discursos. Para resucitar hay que morir y morir es la nada absoluta. Se nace de nuevo una vez experimentada la nada; se resucita una vez experimentado la absoluta devaluación del mundo en la cruz de Cristo y en su muerte. La cruz de Cristo es la más absoluta fuerza gravitatoria donde podemos dejarnos caer e ir desprendiéndonos de todo, quizás con angustia, con el desgarre del más profundo apego en peligro de soltarse....

    La cruz de Cristo es el drama del cristianismo. Pero también el triunfo.

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  5. La cruz de Cristo va más allá de todo discurso teológico, más allá de toda duda, de toda suposición, de todo axioma.

    ¿Acontecimiento histórico? ¿Cósmico? O quizás las dos cosas al mismo tiempo. En la cruz de Cristo mueren todos los sentidos relativos para abrirse un sentido que abarca toda la experiencia humana en su infinita complejidad. Un sentido que transforma lo material en espiritual y todo el universo recobra una nueva luz proyectándose hacia la eternidad, la vida eterna.

    La cruz de Cristo cierra y abre, elimina y crea, muere y resucita. ¿No es el Hijo de Dios mismo quien muere en esa cruz en forma y naturaleza de hombre? Experiencia abrumadora. Nadie ni nada puede ir tan lejos en la apertura hacia una redención.

    La fuerza del cristianismo está en la cruz de Cristo.

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