01 julio, 2013

ESE JUDAÍSMO QUE DESCONOCEMOS O CONFUNDIMOS

El judaísmo es la religión del Libro. Sé perfectamente que también se puede decir del cristianismo y del Islam. Pero me parece que no con la misma pertinencia. “El judaísmo—añade mi amigo judío—es la única religión donde el primer deber de los padres consiste en enseñar leer a sus hijos…” Porque la Biblia está ahí, esperándoles y definiéndoles. Para un cristiano, y sin duda para un musulmán, Dios es lo que cuenta y salva en primer lugar; el Libro no es más que el camino que viene de él y a él conduce, su huella, su palabra, que sólo vale absolutamente en virtud de Aquel que la enuncia o inspira. Para un judío, creo, es diferente. El Libro se basta a sí mismo, vale por sí mismo, y seguirá siendo válido aunque Dios no existiera o fuera otro. Por otra parte, ¿qué es? Ningún profeta judío ha pretendido saberlo, sino sólo lo que quería u ordenaba. El judaísmo es la religión del Libro, y este Libro es una Ley (una Torá) mucho más que un Credo: ¡lo que enuncia es lo que hay que hacer, mucho más que lo que habría que creer o pensar! Por lo demás, se puede creer lo que se quiera, pensar lo que se quiera, por ese motivo el espíritu es libre. Pero no se puede hacer lo que se quiera, porque somos responsables, moralmente, unos de otros.

He aquí una historia, que me parece resumir el espíritu del judaísmo:

Es la historia de dos rabinos, que cenan juntos. Discuten acerca de la existencia de Dios, y llegan de común acuerdo a la conclusión de que Dios, finalmente, no existe. Después se van acostar… El día amanece. Uno de nuestros rabinos se levanta, va a buscar a su amigo, no lo encuentra en casa, sale a buscarlo fuera, y lo encuentra en el jardín, realizando su oración ritual de la mañana. Se acerca, algo desconcertado.

— ¿Qué estás haciendo? —le pregunta.
—Lo que ves; rezo mi oración ritual de la mañana…
—Pero ¿por qué? Hemos discutido buena parte de la noche, hemos llegado a la conclusión de que Dios no existe, y tú ahora, ¡¿rezas tu oración ritual de la mañana?!

El otro le contesta simplemente:
— ¿Qué tiene que ver Dios con este asunto?

(Sacado de Diccionario Filosófico. André Comte-Sponville (Paidós. Barcelona 2005), pp. 299-300.

3 comentarios:

  1. La textura del texto que engarza con otros textos en un infinito de entrelazados y de desplazamientos, de condensaciones y dispersiones. La Torá trata de poner orden a la intertextualidad, darle un sentido.

    Por cualquier libro se puede entrar al Reino del Mesías o al Sheol, pues cualquier camino pavimentado con letras se mueve entre uno y otro.

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  2. Mi ya fallecido amigo Nathan Snyder era un ejemplo del judaismo arriba mencionado. Nacido en Boston de familia judía humilde, e hijo único; en los años finales de los 70 acaba como bibliotecario encargdo de la sección judaica de la biblioteca central Perry-Castañeda de la Universidad de Texas en Austin. Mantuvimos años de amistad, en los cuales, cuando él venía a nuestra casa o cuando íbamos a la suya, siempre mantenía su régimen de alimentación kosher; siempre estaba al día en cuanto a tendencias teológicas y corrientes del judaismo. Su biblioteca particular era inmensa y allí se podía encontrar todo lo relacionado con el judaismo al día.

    Nathan se consideraba judío ortodoxo en todo lo relacionado a prácticas, rezos, rituales, etc. Pero lo peculiar de Natahn es que era ateo. Simplemente no creía en Dios, pero para él el ser judío era toda su existencia y eso le obligaba a regular su vida de acuerdo a las exigencias del judaismo más integrista. Tampoco era sionista y mostraba cierta indiferencia al asunto de Israel como estado.

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  3. Un viejo judio encuentra en un parque un anciano y le dice:
    - Hola, me llamo Menachem, ¿quién es usted?
    - Soy Dios.
    - Que que bien haberle encontrado. ¿Qué religion piensa usted que es la mejor de todas, el cristianismo, el islam o el judaismo?
    - Pues la verdad, no entiendo de religiones.

    Marius (Tel Aviv)


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