Roro Puskaten y Silvana Akiva se encuentran de nuevo en el Café Les Amies. El tema les hace sentirse arrebatados fuera del tiempo del reloj.
Roro Puskaten: Es complicada la comunicación entre las
personas ya que los intereses son muy variados. Unos sienten pasión por unas cosas
y otros por otras. A veces se coincide, a veces no. Si se coincide se refuerza
la comunicación y la afectividad entre las personas, pero si no, pues se despiertan
mutuas indiferencias; cuando no rechazos. La negociación de intereses es
siempre más un deseo que una realidad.
Silvana Akiva: Hay algo importante a tener en cuenta. Las experiencias humanas se basan en los sentimientos o afectos como tú dices. Los afectos que configuran la forma de ser de unas personas no tienen porque ser los afectos que configuran a otras. Lo que unos sienten con intensidad a otros les resulta absolutamente indiferente. Simplemente: no sienten nada de lo que las otras personas sienten. Y viceversa. Comunicar diferentes campos o territorios de experiencia es en muchas ocasiones imposible. Muchas veces lo que se suele hacer es pretender que se entienden, pero pretender por cortesía o por obligación o por esa moda de la empatía hacia el otro no es lo mismo que sentir lo que el otro te dice o te cuenta. Entre ambas cosas media un abismo. Y ese abismo de sentimientos o de afectividad es inevitable. Por eso la cortesía o las normas son tan importantes a la hora de convivir. Es en muchas ocasiones lo único que nos hace vivir fuera del conflicto y del enfrentamiento.
Silvana Akiva: Hay algo importante a tener en cuenta. Las experiencias humanas se basan en los sentimientos o afectos como tú dices. Los afectos que configuran la forma de ser de unas personas no tienen porque ser los afectos que configuran a otras. Lo que unos sienten con intensidad a otros les resulta absolutamente indiferente. Simplemente: no sienten nada de lo que las otras personas sienten. Y viceversa. Comunicar diferentes campos o territorios de experiencia es en muchas ocasiones imposible. Muchas veces lo que se suele hacer es pretender que se entienden, pero pretender por cortesía o por obligación o por esa moda de la empatía hacia el otro no es lo mismo que sentir lo que el otro te dice o te cuenta. Entre ambas cosas media un abismo. Y ese abismo de sentimientos o de afectividad es inevitable. Por eso la cortesía o las normas son tan importantes a la hora de convivir. Es en muchas ocasiones lo único que nos hace vivir fuera del conflicto y del enfrentamiento.
Roro Puskaten: Sí, estoy de acuerdo en lo que dices, pero
hay un grado de experiencia que se produce en ciertas personas que va más allá de ese aparentemente e inexorable ser y estar en permanente conflicto entre lo que somos y lo que pretendemos ser. Esa absoluta inmanencia de los afectos a la Spinoza.
Silvana Akiva: Interesante. Explícate. Creo que intuyo por
donde quieres ir.
Roro Puskaten: Verás, hay personas que viven la vida con ciertos toques de misterio, de intensidad nostálgica,
de rareza existencial. En realidad lo que esta gente no puede aceptar es que el
mundo tenga que ser algo encerrado en sí mismo y reducido a una común
normalidad que ellos viven como plana, como aburrida; reducida a una dimensión
meramente instrumental. Y aquí me refiero a la instrumentalización social, política,
religiosa, tecnológica, artística incluso. Un mundo en que todo queda reducido a
solucionar problemas de tipo técnico, de tipo regulador, de tipo planificador. El común de los humanos vivimos una realidad que jamás se cuestiona en sus
presupuestos o axiomas, ya que para pensar en otras posibilidades se requiere situarse en un punto de vista capaz de trascenderlos. Cosa difícil. Muchos de nosotros no somos capaces de sentir más allá de la realidad convencional, esa que has descrito antes; ese tira y afloja de tensiones afectivas sin posibilidad de trascenderlo de alguna manera. Y cuando digo
convencional me refiero también a mucha filosofía que busca cerrar el universo
en categorías metafísicas o en la total negación de cualquier modo de
trascendencia; o de pretendida trascendencia reducida a dogma o rigidez.
Silvana Akiva: Efectivamente, quizás estés apuntando al arte, de la experiencia
artística. Hablas quizás del artista.
Roro Puskaten: Quizás sí. El artista es un buen ejemplo, pero no todo arte se basa en nuevas rupturas con la realidad establecida; no todo artista vive una rareza existencial o lo que yo llamaría el toque gnóstico de la vida. Y no todo artista o lo que yo llamaría mutante, vive en el mundo del arte reconocido como tal. Muchos que comparten una existencia de apertura hacia lo "extraño" y lo "misterioso", pueden ser catalogados de locos con mucha facilidad si cometen el error de perder su capacidad de estrategia ante la realidad convencional. No hablo de la locura paranoica que se refugia en fanatismos o en de la culpabilidad neurótica abrumadora o de las esquizofrenias que surgen como repliegues de los que ya "pinchan" ante las exigencias de una realidad que ya han abandonado como suya. Hablo de las personas que sienten lo inexplicable de la existencia con intensidad creativa. Son personas que a veces no se dan cuenta que el común de los mortales no es capaz de sentir esa modalidad de existir. No se les "ha concedido" tal don; jamás lo pueden llegar a sentir. Y aquí la comunicación del mutante ha de refugiarse en lenguajes no-instrumentales: poesia, música, misticismo, ciencia, pintura, cine, filosofía, etc, etc. No es lo mismo un Lovecraft que publica y se da a conocer y valorar, que un Lovecraft que jamás haya llegado a publicar sintiendo lo que ha llegado a sentir.
Silvana Akiva: Entiendo, pero ese toque gnóstico, como tú lo llamas, no escapa al juego de afectos: ha de vivir en él y negociar con él mundo para poder existir sin ser relegado a la categoría de locura. Es otro punto de vista que desplaza, que desfamiliariza lo que aceptamos como realidad convencional; pero un punto de vista también encerrado en la absoluta inmanencia de este universo; sin posibilidad de trascendencia alguna que no sea la de su propio ángulo de visión, por decirlo de alguna manera.
Roro Puskaten: Eso es lo que ahora dudo. Empiezo a creer que sí hay una posibilidad de trascendencia real a este puñetero universo. Empiezo a creer que es posible situarse fuera de esa supuesta absoluta inmanencia, pero es algo peligroso y arriesgado para el simple de los mortales. Quizás el darse cuenta de ello nos sirva ya para comprender el concepto de la gracia cristiana sacado de su contexto excesivamente teologizado; y, por tanto, institucionalizado y puesto al servicio de las iglesias. Hay algo importante en ese concepto.
Roro Puskaten: Quizás sí. El artista es un buen ejemplo, pero no todo arte se basa en nuevas rupturas con la realidad establecida; no todo artista vive una rareza existencial o lo que yo llamaría el toque gnóstico de la vida. Y no todo artista o lo que yo llamaría mutante, vive en el mundo del arte reconocido como tal. Muchos que comparten una existencia de apertura hacia lo "extraño" y lo "misterioso", pueden ser catalogados de locos con mucha facilidad si cometen el error de perder su capacidad de estrategia ante la realidad convencional. No hablo de la locura paranoica que se refugia en fanatismos o en de la culpabilidad neurótica abrumadora o de las esquizofrenias que surgen como repliegues de los que ya "pinchan" ante las exigencias de una realidad que ya han abandonado como suya. Hablo de las personas que sienten lo inexplicable de la existencia con intensidad creativa. Son personas que a veces no se dan cuenta que el común de los mortales no es capaz de sentir esa modalidad de existir. No se les "ha concedido" tal don; jamás lo pueden llegar a sentir. Y aquí la comunicación del mutante ha de refugiarse en lenguajes no-instrumentales: poesia, música, misticismo, ciencia, pintura, cine, filosofía, etc, etc. No es lo mismo un Lovecraft que publica y se da a conocer y valorar, que un Lovecraft que jamás haya llegado a publicar sintiendo lo que ha llegado a sentir.
Silvana Akiva: Entiendo, pero ese toque gnóstico, como tú lo llamas, no escapa al juego de afectos: ha de vivir en él y negociar con él mundo para poder existir sin ser relegado a la categoría de locura. Es otro punto de vista que desplaza, que desfamiliariza lo que aceptamos como realidad convencional; pero un punto de vista también encerrado en la absoluta inmanencia de este universo; sin posibilidad de trascendencia alguna que no sea la de su propio ángulo de visión, por decirlo de alguna manera.
Roro Puskaten: Eso es lo que ahora dudo. Empiezo a creer que sí hay una posibilidad de trascendencia real a este puñetero universo. Empiezo a creer que es posible situarse fuera de esa supuesta absoluta inmanencia, pero es algo peligroso y arriesgado para el simple de los mortales. Quizás el darse cuenta de ello nos sirva ya para comprender el concepto de la gracia cristiana sacado de su contexto excesivamente teologizado; y, por tanto, institucionalizado y puesto al servicio de las iglesias. Hay algo importante en ese concepto.
Toda obra de arte nos muestra la tensión entre lo dado como realidad y la posibilidad de una apertura. Siempre hay esa tensión en las obras de arte aunténtico. Esas grandes novelas, obras pictóricas, música... Pero incluso cada momento o acontecimiento nos deja entrever (para quien quiera ver) las posibilidades de apertura. El concepto de gracia es el don percibir lo que es también el universo, la creación. El encierro en un mundo que niega la posibilidad de apertura, de trascendencia a la infinitud de posibilidades. ¿Qué es el mensaje cristiano desprovisto de sus reificaciones interesadas utilizadas por las máquinas de poder en que se constituyen muchas iglesias?
ResponderEliminarPronta recodificación del fenómeno cristiano en fenómeno iglesia y política y poder de cierre.
ResponderEliminarEl judaismo profético lleva la semilla de la apertura. El cristianismo no deja de ser judaismo profético elevado a la máxima tensión.
Cualquier texto, cualquier acontecimiento; es tensión. Inevitable tensión. Pero la gracia permite ver la apertura: esa es la diferencia existencial entre quien puede ver y quien no puede ver. Sin juicio moral alguno. No es juicio moral, es visión.