03 octubre, 2012

FILPONDIO HABLA CON LOS MUERTOS


FILPONDIO: ¿Hablas con los muertos? ¿Qué interesante? ¿Podríamos tomar un café y hablar del tema, de esa experiencia tuya?

SANSÉCRITO: Sin problema. Mira, a veces veo a mi amigo Perko que murió hace mucho en un accidente de coche y lo veo sentado en un banco en el parque o paseando y hablamos, conversamos. Él me cuenta sus cosas de ese mundo donde ahora habita; y yo le hago un repaso de mi vida. Él me da muy buenos consejos, me hace ver la vida de otra manera; con una perspectiva mucho más interesante de lo que normalmente aceptamos como normal. Cuando acabo de hablar con él me encuentro mucho mejor. Me siento mucho más equilibrado y dispuesto a vivir con más gana.

FILPONDIO: Es interesante y no es la primera vez que oigo a gente contar ese tipo de experiencias. Mira, en este barrio vivimos gente muy variada, pero una cosa tenemos clara, puedes hablar de lo que quieras, tanto de lo terreno como de lo ultraterreno que todo el mundo te va a respetar como eres. Tus experiencias pueden ser válidas para muchos; nadie va a hacer de juez de tus ideas o vivencias.

SANSÉCRITO: Sí, lo sé. Desde que vivo aquí—y no llevo mucho tiempo—me encuentro muy a gusto. Me gusta ese respeto que tenéis a la forma de vestir. Ayer vi a un grupo de amigos vistiendo como filósofos griegos paseando tranquilamente por la calle. Otro grupo de chavales vestían como si fueran extraterrestres; otros de traje y pajarita todos de negro; otros de diferentes colores. Es como si aquí en este barrio no existieran las modas. Cada uno viste como quiere sin censura alguna.

FILPONDIO: Bueno, pero eso no es todo. Puedes pensar y elucubrar como quieras. La única cosa que tomamos muy en serio es que quien quiera vivir aquí se atenga a nuestra constitución de absoluto respeto a la dignidad de cada uno y de contribución económica para gastos de barrio. Tratamos de independizarnos completamente del estado y de los políticos de cualquier color. Aquí no tienen nada que hacer los charlatanes de turno. Pero al mismo tiempo, este espacio de libertad nos permite hablar de todo con sentido del humor, como si todo fuera provisional, con juegos hipotéticos sobre cómo podría ser el mundo y las realidades que nos podemos crear. Nadie toma ninguna teoría como un absoluto; nadie moriría por ninguna ideología o religión; pero todos escuchamos y sopesamos y experimentamos en forma de teatro o cine o grupos formados para experimentar tal o cual experiencia. Tú que hablas con los muertos puedes tranquilamente compartir tus experiencias con otros y verás que se te va a escuchar con respeto; y, lo más curioso es que oirás a otros que también viven esa experiencia y aquí nadie está loco.

SANSÉCRITO: Curioso, también ayer fui capaz de oir a un montón de gente de todas las edades discutiendo sobre la posibilidad de vivir una experiencia animista por unos días. Lo curioso era ver cómo sopesaban las cosas que habrían de vivir en cuanto a transformaciones de los sentidos, de percepción estética, de formas de relación con la naturaleza. Me gustó mucho. También había videntes que hablaban de mitos y sueños remotos. Era algo desconcertante. Espero vivir en este barrio el tiempo que pueda.

FILPONDIO: Sé tu mismo.

15 comentarios:

  1. ¿Cuál es la realidad al margen de los medios de comunicación?

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  2. El mal no juega ni tiene sentido del humor. Nunca juega y nunca muestra sentido del humor. No puede hacerlo.

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  3. Es curioso la cantidad de cosas que se descubren al margen de los medios de comunicación. El mundo es fabuloso y la gente no se da cuenta.

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  4. Parecido al mundo en que vivimos... Me encanta la imagen de los amigos vestidos como filósofos griegos paseando tranquilamente por la calle.

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  5. Un día que me plantee en serio hacer turismo, visitaré ese barrio. En qué ciudad se encuentra?

    Cuetu

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  6. Importante reseña. Merece la pena leerlo. Viene a cuento con el tema.

    http://en.wikipedia.org/wiki/Thomas_Szasz

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  7. Sí, pero la enfermedad mental existe. Y se caracteriza porque la persona que la padece sufre. Un sufrimiento que puede resultar insoportable, tan insoportable o más que la enfermedad física, y que hace que algunos se suiciden.

    Igual que el mal, que también existe. Independientemente de la enfermedad mental. Son dominios separados y diferentes, y es, a mi juicio, un error muy grande superponerlos. La persona esencialmente mala no tiene conciencia moral, no tiene ninguna empatía hacia sus semejantes. Es malo y venenoso, y hace sufrir a otros, pero él se lo pasa bien y no sufre ni siquiera remordimientos. A este tipo de gente es a los que se refiere, en mi opinión, Thomas Szasz. Catalogar a esta gente radicalmente mala como enfermos mentales con el nombre de "psicópatas" es un error, puesto que no se cumple el requisito esencial para que haya enfermedad, que es el sufrimiento. La supuesta "psicopatia" no es una enfermedad; es, sencillamente, una manera de ser. De ser, naturalmente, cabrón, malo, perverso y con fuertes ganas de joder la vida a a los demás.

    Cuetu

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  8. Es una muy buena reflexión Sr. Cuetu. Ya escribí sobre este tema en relación con el asesino Noruego. Hay demasiada taxonomía de enfermedades mentales; quizás para dar ocupación a tantos psiquiatras y psicólogos titulados. Pero efectivamente, muchas de las llamadas enfermedades mentales son "enfermedades" morales. Esa diferenciación que usted hace me parece muy acaertada. ¿Qué es el mal para usted? ¿Podría extenderse un poco sobre ese tema?

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  9. Copiado de Wikipedia:

    Los argumentos de Szasz pueden resumirse como sigue:

    El mito de la enfermedad mental: Es una metáfora médica para describir una conducta perturbadora, tal como la esquizofrenia, como si fuera una "enfermedad". Aunque la gente se comporte de manera perturbadora, no significa que tengan una enfermedad. Para que exista una verdadera enfermedad, la entidad debe ser capaz de medirse o probada de manera científica. Según Szasz, una enfermedad debe detectarse en una autopsia y cumplir con las definiciones de patología en lugar de ser decretada por votos por los miembros de la Asociación Psiquiátrica Americana. Las enfermedades mentales no son enfermedades reales, arguye Szasz, quien las coloca en la categoría de lenguaje metafórico. La psiquiatría, afirma Szasz, es una pseudociencia que parodia la medicina al usar terminología que suena a medicina: terminología que ha sido inventada los últimos cien años. Además de seudociencia, la psiquiatría es un sistema de control social, no una rama de la medicina de acuerdo a Szasz. La noción que la psiquiatría biológica es una verdadera ciencia ha sido cuestionada también por otros críticos.

    Separación de la psiquiatría del Estado: El Estado no tiene derecho a forzar ‘tratamientos’,solamente el consentimiento del paciente legitima un tratamiento.

    Derecho a morir: En una analogía del derecho a la vida, Szasz arguye que el individuo debe ser libre de escoger cuándo morir sin interferencia de la institución médica o el Estado. Szasz cree que el suicidio es uno de los derechos más fundamentales.

    Abolición de la hospitalización involuntaria: Nadie debe ser privado de su libertad a menos que haya sido encontrado culpable de una ofensa criminal. Según Szasz, privar a una persona de su libertad ‘por su propio bien’ es inmoral.

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  10. En consonancia con lo de arriba:

    http://www.lavanguardia.com/cultura/20121017/54352644553/creatividad-enfermedad-mental.html

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  11. Leído el artículo de La Vanguardia.

    No comparto la opinión de la antipsiquiatria radical. No comparto muchas cosas de la opinión de Szasz. Creo que la enfermedad mental es, en principio, una enfermedad, y que el mismo enfermo quiere ser curado para evitarse sufrimientos, igual que pasa con cualquier otra enfermedad. Muchos enfermos mentales no quieren tratarse, pero también hay enfermos "normales" que no quieren ir al médico por miedo, falta de criterio, negación del mal... Incluso hay gente que, teniendo dinero, no quiere ir ni al dentista y andan por ahí con la boca deshecha. Muchos enfermos mentales no son conscientes de su enfermedad, y creen que lo suyo es una rareza normal y pasajera.

    Y hay enfermos mentales que pueden ser peligrosos para los otros. Si ellos no quieren reconocer su enfermedad, habrá que evitar de alguna manera que hagan daño a alguien.

    Ahora bien, lo que tengo claro es que no debe confundirse la maldad con la enfermedad. Considerar enfermo al malo es hacerle un favor, es eximirle de la responsabilidad de sus actos. No todos los malos son enfermos, y no todos los enfermos son malos. Pero hay enfermos que, a causa de su enfermedad, pueden ocasionar mal a los demás y a ellos mismos. Por ello, la sociedad debe intervenir en el problema de alguna manera.

    Muuy exagerado me parece eso de que la psiquiatría es una pseudociencia y un método de control social. Creo que es una ciencia tan fundada al menos como las otras ramas de la Medicina, y con métodos experimentales válidos. Eso de que la enfermedad mental no existe me parece una exageración, parecida a los naturistas que niegan validez a la Medicina, y caen en la pseudociencia. Igual que el naturismo radical, la antipsiquiatría radical, con Szasz y otros peores, me parece una rama de la "naturolatría", sobrevaloración de las bondades de la Madre Naturaleza frente a la perversa Cultura (que incluye a la Ciencia).

    Cuetu



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  12. Tema demasiado complejo para saber dar una respuesta. Vaya usted a saber lo que hay por esos mundos de la psique. Sino hubiera censura de algún tipo o muros de contención, a saber los horrores que despertarían en las mentes humanas.

    Glup!!!!

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  13. Ahora todo el mundo cuando cometemos una picia se nos puede justificar con un "estaba psíquicamente enajenado", o "sufría de un trastorno psicológico pasajero". O simplemente "sufre de una esquizofrenia o paranoia o una psicosis". O, también las depresiones. O los estados bipolares. Es increible la cantidad de estados de enajenaciones que existen hoy día.

    ¿No sería mejor declarar a los humanos seres enfermos por maturaleza? ¿Y luego?

    Luego quizás tuvieramos que volver a una responsabilidad moral.

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  14. Razonemos en términos deterministas, pero con todas sus consecuencias. Y ello nos lleva a decir que el delicuente y el cabrón no pudieron dejar de hacer lo que hicieren, puesto que somos materia y la materia no es libre para hacer ni para dejar de hacer. Simplemente, es movida por leyes físicas inexorables. La moral de una persona consta de ideas, sentimientos, pensamientos... Cosas que no existen por si mismas, sino que corresponden a estados materiales, generalmente desconocidos, dentro de los cerebros. Por tanto, y desde un determinismo radical, nadie es responsable de nada. Ahora bien, esto que vale para los delincuentes, vale también para los jueces, los policías y los ciudadanos en general. Por tanto, el hecho de castigar con cárcel o muerte a los culpables responde, asimismo, a ideas, sentimientos, razonamientos... que son inducidos también por estados de la materia dentro de los correspondientes cerebros. Los castigos al los culpables entran, pues, dentro del devenir maquínico de la materia universal, y lo único que puede decirse es que esas cosas suceden. Adoptamos, pues, un papel de observador imparcial del funcionamiento de la Gran Máquina universal, y vemos que los unos delinquen y los otros castigan, y que todo sucede según tiene que suceder desde el principio de los tiempos. También los proclives a declarar locos y a perdonar y justificar obran movidos por pulsiones materiales dentro de sus cerebros. Todo se reduce, pues, a observar qué fuerza material acaba predominando, si el perdón por ser locos irresponsables o el castigo por ser moralmente responsables. Cada uno toma partido por una u otra tendencia según las pulsiones materiales que actúan dentro de su cerebro. Y esto es el juego absurdo de la vida, que no tiene sentido ni finalidad ninguna, simplemente vivimos. Y esta es la única finalidad observable: vivir. Los unos viven así y los otros de otra manera, y todo se engloba en el flujo universal absurdo de la existencia.

    Cuetu

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  15. Yo ahora me levanto y decido ir a la cocina. ¿Es pertinente en la vida, mi vida y la de los demás, que ese acto sea absolutamente determinado o no? No.

    Pues entonces para todo igual. Incapaces de concocer el absoluto de esa determinación pues vivimos como si fuésemos agentes libres de escoger y con responsabilidad moral, salvo las excepciones conocidas.

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