Unos dicen que el hombre es bueno por naturaleza y otros dicen
que es malo. Unos dicen que hay realidades más allá de las apariencias y otros
afirman que solo existen los fenómenos siempre cambiantes sin sustrato metafísico
alguno que los sustente o justifique. Nosotros creemos sin embargo que toda la
realidad circula en forma de espectros. Vivimos en un mundo espectral. Siempre
vivimos entre dos polos y nos situamos en el espectro que se produce entre
dichos polos. Pero los polos es solo una manera de hablar. Los polos siempre reculan
hasta el infinito. En temperatura estamos situados en un punto del espectro
entre frío y calor absolutos. En moral estamos siempre situados en un punto del
espectro entre lo absolutamente abominable y monstruosamente perverso por un
lado; y, por otro lado el amor perfecto y bueno. En salud siempre nos movemos
en un espectro que va desde la salud radiante hasta la misma disolución del
cuerpo en su inherente corrupción. En los mismos sueños siempre soñamos
situados en un espectro que va desde las horribles pesadillas hasta los sueños
hermosos de increíble alegría. Podíamos multiplicar los ejemplos en todo tipo
de experiencias. La vida social va desde la extrema pobreza hasta el bienestar
más generalizado. La vida religiosa va desde el fanatismo más ciego e
intransigente hasta la experiencia de un sentimiento de paz y compasión universal
inerrable.
Pero entre eses espectros siempre hay una forma que se
mantiene. Nuestro cuerpo cambiará desde nuestro nacimiento hasta la muerte y
todas las células se renuevan a cada instante, etc., pero siempre permanece
nuestra personalidad, nuestra continuidad como ser propio con voz propia. Y en
ese ser propio hay polos que van desde el más increíble auto-reconocimiento,
hasta el más absoluto desprecio hacia uno mismo. Pero también vivimos en
situaciones espectrales en nuestras relaciones sociales, de amistad,
familiares, etc. Unas veces el entorno es muy bueno, otras es gris y
desesperanzador. Unas veces nuestras relaciones se mueven en puntos óptimos y
otras en puntos depresivos. En definitiva es una existencia espectral en todos
los sentidos. Nuestra vida es una concatenación de efectos espectrales donde
hemos de navegar sin jamás llegar a tocar esos polos absolutos. Pero todos los
aspectos de nuestra existencia mantienen una forma propia. O dicho de otra
manera, esa forma se manifiesta siempre de forma espectral.
No vivimos entonces una existencia ciega a merced de mares y
atmósferas espectrales guiadas por el capricho y la arbitrariedad. Los polos de
señalización nos indican siempre lo que es bueno, equilibrado, idóneo para
nosotros; incluso a pesar de vivir en medio de huracanes intensos, horribles
pesadillas o intenso dolor. Hay una forma de todas las formas que subyace en
todo este mundo espectral. Hay una forma de formas que se está mostrando en
todos los espectros.
Si hay dos polos, por logica entonces hay un perfecto equilibrio justo en el medio. ¿Pero quien anda por alli? Todos estamos a un lado ó otro. Es imposible estar justo en el medio. Es como caminar en una hoja de afeitar descalzo. Mis pies llevan demasiados cortes intentando!
ResponderEliminarLiverpool boy.
Liverpool Boy:
ResponderEliminarEfectivamente así es. El justo medio es siempre imposible. Siempre estamos por algún otro sitio.
Una cosa interesante si repasamos nuestra vida como situaciones siempre cambiantes en diferentes espectros (familia, trabajo, sociedad, etc), vemos cómo nuestro yo se va situando y resituando en función de estas "relaciones de fuerza". Vemos también cómo pudo haber sido nuestra vida si hubiéramos podido adoptar otros puntos de vista o situaciónes. El proceso de maduración no es más que esta posibilidad de poder ya adoptar posiciones ya más en función de lo que nos conviene o de lo que es bueno moralmente (alcanzamos una ética propia). Es curioso.
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