Ayer caminaba yo muy
aburrido por el centro de Gijón. Miraba a algún escaparate; entré en alguna
librería a ver los mismos títulos de gente que de alguna manera ha publicado
sus ideas o sus investigaciones. Miraba a las personas tan prosaicas y con miradas
ensimismadas. Compré un helado y luego me fui al Muro a ver las olas. A la
vuelta me dirigí al Dindurra a tomar un café. Y he ahí que en una mesa estaba
Agapitomez de Pursamara, un amigo de épocas lejanas, pero que al momento nos
conocimos y pronto me invitó a sentarme a su mesa. Hablamos de varias cosas,
pero lo que realmente me impresionó fue ese punto de vista suyo que
literalmente me sacó de mis casillas mentales por largas horas. He aquí parte
de lo que me dijo:
Esta realidad que vemos cuando andamos por la calle o cuando
trabajamos o cuando hablamos con el tendero, no es más que una parte muy superficial
de lo que realmente hay en el universo. Muy pocos se dan cuenta de que cuando
van caminando por la calle hay infinitos mundos y conciencias y percepciones
que nos
miran, que nos siguen, que nos condicionan, que nos mueven o nos dejan
ser o que pueden vernos en contextos mucho más complicados de lo que jamás
nosotros podemos percibir. Los señores y señoras que se aferran a teorías
conspiratorias sobre el mundo se quedan muy cortos; quizás al nivel del ridículo, pues eso que ellos creen ver como las organizaciones secretas que mueven los hilos
del mundo y nos hacen sus esclavos; está al nivel del relato aventurero. No logran ver que desde
esa misma pared que les protege en sus casas; desde ese mismo árbol que se ve
desde sus ventanas; desde dentro de sus mismos cuerpos y desde sus vísceras y
tejidos o desde el de los demás: desde ese gato que nos mira; desde esa luz que
nos alumbra; desde ese lenguaje o representaciones de los sueños; desde los
mismos discursos políticos, doctrinas religiosas; acontecimientos aparentemente
contingentes; conversaciones “sin sustancia”, etc.; todo ello lleva consigo infinitos puntos de
vista, de percepción, de vidas conscientes en plena actividad creativa o
destructiva. La materia no está muerta, ni es inerte cuando la pisamos o la
vemos o la manipulamos. Gran error de nuestra pobre percepción humana tan
reducida, tan cretinescamente reducida a ver lo inmediato como instrumentos a
utilizar; a ver los fenómenos naturales como leyes inertes a manipular; a ver a
los demás como proyecciones nuestras que hemos de controlar y poseer.
Cuando caminamos por la calle desde esos azulejos de la
acera hay corrientes de conciencia que constituyen, a ciertos niveles, esa
misma aparente materia y pueden percibirnos o penetrarnos a niveles de
comprensión inimaginable para nosotros que pisamos como si todo ello estuviere
muerto (¡¡Oh, ilusos!!). Pero “eso” nos ve y nos sigue y nos percibe como energías,
no como nosotros nos vemos a nosotros mismos como cuerpo extenso, no. Nos ven a
niveles de profundidad magnética y en sus lenguajes y tonalidades. Y quizás,
desde ese árbol haya otra conciencia arraigada en mundos remotos para nosotros
que nos está percibiendo a niveles de moralidad, pero que tal moralidad se
mueve bajo parámetros incomprensibles para nosotros y quizás esas conciencias o
conciencia esté en conflicto con otras conciencias remotas y este universo sea
todo él algo abrumadoramente entretejido bajo niveles de energía, conciencia
como muchísimos espectros de sustancias y por lo tanto conciencias que nos
penetran, nos traspasan, nos forman en cierta medida o nos condicionana; pero
en función de “proyectos” inimaginables para nosotros en esta conciencia
nuestra reducida con objeto de tenernos siempre a este nivel de instrumentalizad
animal. ¿Quién sabe lo que hay en nuestros tejidos mismos contemplándonos desde
puntos de vista más allá de cualquier célula, más allá de cualquier partícula
nuclear de nuestro ADN? Y sin embargo ahí mismo hay “alguien” que nos examina,
nos divisa desde su extraño ángulo de percepción, nos constituye posiblemente
en función de programas y proyectos o mundos remotos, profundamente
misteriosos. No hablemos ya de nuestro cerebro, o de los lenguajes
informativos, o…….
Es curioso. Agapitomez de Punsamara nos muestra una visión que, nosotros, los realistas duros, podríamos catalogar de paranoia delirante; pero no obstante tiene su "juego" mental curioso. Es una especie de "revisited" animismo que no deja de tener su intríngulis. ¿Qué rayos y truenos hay por ahí por esos misterios inalcanzables? ¿Nos hemos de conformar con ver la materia como algo inerte y manipulable y aburrirnos con vivir una nada o un mundo zombie a la espera del sentido que nosotros le podamos dar a merced de la ciencia o de la última filosofía existencialista nihilista? O quizás hay gente que percibe otros mundos, otras realidades y lo mejor que hacen es callárselo para no ser etiquetados de alguna categoría psiquiátrica.
ResponderEliminarLa literatura y el arte nos llevan en muchas ocasiones a otras percepciones, a realidades alternativas, a la creación de nuestras propias opciones metafísicas. Pero ¡ojo! ciertos escritores o poetas o músicos o pintores, etc, han logrado su reconocimiento gracias a la empatía que han podido suscitar con sus obras, además de la calidad estética y artística que han cultivado. De no ser así, la gente los tildaría de locos de remate.
El cristianismo nos habla de El Espíritu Santo y su actuación en la forma de percibir la realidad del creyente. ¿Cómo es esa actuación o manifestación? ¿Cómo se traduce en experiencia comunicable?
ResponderEliminarEs el momento de repasar El Quijote, la locura de Don Quijote; ¿Es falta de raciocinio lo que le falta a Don Quijote, o no será, quizás un exceso de raciocinio, lo que va configurando y afirmando su locura?
ResponderEliminarQué poca gente logra explorar los planos de las múltiples realidades que nos atraviesan. Cada vez menos se entienden las emociones, los afectos, los puntos de vista como planos VIVOS en los que ya nos movemos y somos. Dice la Ciencia que las galaxias retrocen de "nosotros" (en realidad unas de otras simultáneamente como los puntos de un globo que se hincha, pero en cuatro dimensiones) a ciento-miles de kilometros por segundo. En el universo nuestro planeta está sólo flotando en un universo frío e inhóspito esperando su muerte tragado por el sol.
ResponderEliminarPero quizás esas galaxias ya están en nosotros atravesándonos de mil formas y maneras y en realidad nada se aleja o se acerca y nada está muerto ni muere. Planos vivos con sus respectivas conciencias o niveles de conciencia, no materia inerte. Planos vivos que nos atraviesan.
Qué triste es a veces la visión fría y objetiva del universo. ¡Qué soledad más abrumadora!
ResponderEliminarY muchos se regodean en este plano unidimensional de la vida y así se resignan a vivir una vida sin ninguna trascendencia.
Si supiéramos que cualquier cosa que somos y pensamos es lo que sucede o piensan indeterminados planos que atraviesan todo el universo; nuestra ética o moral adquirirían un valor infinitamente trascendente.
Planos de conciencia donde el Mal o el Diablo tiene también su parte e interés. Qué raro suena decir estas cosas y sin embargo qué bien explica muchas cosas de otro modo inexplicables.
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