Hemos estado mirando el planeta desde Google Earth. Nos
demarcan las fronteras de los países. Son las fronteras políticas. Son los límites
de las jurisdicciones estatales. Los Estados-Nación. Quizás los límites lingüísticos
y culturales. No siempre es así. No siempre coinciden los límites lingüísticos
y étnicos-culturales con las fronteras políticas. Estas últimas fronteras son más
difusas; son más difíciles de circunscribir; se han diseminado en épocas pretéritas
dentro de los flujos migratorios y se han establecido en espacios geográficos
devenidos más tarde en territorios; luego reinos o parte de un reino de un modo
a veces vago e indefinido. Cuando surge el estado moderno este constituye se
territorio político, su jurisdicción. Los estados luchan para hacer coincidir
las fronteras políticas con las lingüísticas-culturales. Quieren erradicar en
lo posible lo que les resulta un incordio territorial. Las fronteras políticas estatales
conllevan una redefinición del espacio geográfico. El espacio geográfico se
convierte en territorio tanto excluyente como incluyente. Espacio positivo o
negativo. Territorio español. Territorio francés. Territorio apache. Territorio
jordano. Territorio palestino. Y bajo ese nuevo concepto de territorio se produce
la conciencia nacional, cultural, política, económica; ecológica, lingüística,
regional, etc.
Desde siempre fue el espacio geográfico. Un plano de
flujos y reflujos, procesos de territorialización y desterritorialización para
luego volver a territorializarse o reterritorializarse bajo instancias políticas
diversas de reinos, imperios, hordas nómadas que irrumpen, deshacen y luego se
rehace o recompone en poderes siempre más o menos centralizadores. Centros
gravitatorios. Líneas de fuga. Delimitaciones a veces muy ambiguas, muy indeterminadas. Las
fronteras que ahora vemos mirando Google Earth pretenden ser definitivas. Es un
mundo aparentemente completado, comunicado, interrelacionado, conectado. Quedan
flecos. Quedan zonas de inasimilación y de incordio según el punto de vista
desde donde se mire.
La territorialización abarca nuestras conciencias. Delimita
los espacios geográficos de nuestras mentes o conciencias y nos reflejamos en
sus representaciones; quizás nos producimos a nosotros mismos a través de esas
representaciones culturales, lingüísticas, nacionales, regionales, estatales,
jurídicas o incluso “étnicas”, tribales, religiosas, etc. Pero el espacio geográfico
de nuestras conciencias puede devenir paisaje, espacio descolonizado,
territorio indio comanche, tundra, selva, océano; nos podríamos desterritorializar
para luego reterritorializarnos a nuestro modo, poniendo entre paréntesis las
fronteras, negociando las fronteras de tal manera que el mundo se extienda en
un solo espacio geográfico indefinido, infinito, abierto…..
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